Sinopsis
Desde
el momento en que Edward Cullen ve a la joven mujer ocultándose detrás de su
cabello en medio del club de caballeros, no puede quitarle los ojos de encima.
Por
primera vez en su vida, se siente afectado. Después de haber escuchado durante
toda su vida que no podía procesar o entender las emociones, lo consideró un
gran problema.
Cuando
Bella Swan es atrapada in fraganti con una cartera que no es suya, se hace
pedazos. Está cansada, sola y no ha comido en días.
Edward
le ofrece un ultimátum... Una agradable cama calentita, una comida caliente y
un trabajo, o la policía.
Bella
toma su oportunidad con Edward.
Después de todo, una persona
sin nada no tiene nada que perder.
Capitulo
1
Bella
Me estaba
muriendo. No había estado más segura de nada en mi vida.
Mientras
estaba sentada en el callejón, mirando la sucia pared de ladrillos manchados
con sustancias que prefería no imaginar, me pregunté si este era el lugar en el
que iba a suceder.
Mi
estómago dio un fuerte gruñido, pero en lugar de sentir hambre, era el dolor lo
que consumía. Mis labios temblaron, y me encogí sobre mí misma, poniendo los
brazos alrededor de mis piernas dobladas y apoyando la frente en mis rodillas.
Fue entonces, escondida de las miradas indiscretas de los espectadores, que
lloré.
El calor
de las lágrimas que derramaba apenas era un consuelo para mí. Sin embargo, esto
me hacía saber que todavía sentía algo. Cualquier cosa.
Me estaba
muriendo de hambre, literalmente. Hacía días que no comía nada. La semana
pasada había estado tan desesperada que comí de la basura. Mi desesperación se
volvió arrepentimiento en cuestión de horas. Mi estómago enfermó por la comida
rancia, y vomité hasta que estaba más vacía de lo que había estado antes. No me
arriesgaría de nuevo. No valía la pena.
Ya ni
siquiera sentía desanimo. Sentía desesperación.
No estaba
lista para aceptar mi destino. Me di cuenta en completa calma que me
convertiría en nada más que una estadística si no hacía algo con mi situación
actual.
El primer
punto en mi lista: Encontrar comida.
Era tarde. Los
sonidos de las calles de la ciudad se fueron calmando, y muchas de las tiendas
que veía desde mi posición habían apagado sus neones. Necesitaba moverme
rápidamente si quería tener alguna posibilidad de encontrar algo para comer.
Saqué
el espejo compacto del bolsillo de mi abrigo y me limpié las manchas de rímel,
que llevaba desde hacía tres días, de debajo de los ojos. No necesitaba ese
espejo para saber que estaba pálida y que mis mejillas estaban hundidas. Me
sentía como un esqueleto andante. Y también parecía uno. Mi clavícula
sobresalía con dureza, mis hombros eran puntiagudos y mis pómulos parecían lo
suficientemente afilados como para cortar. Podía esconder mi cuerpo debajo del
abrigo que me habían dado en el refugio para mujeres, pero no podía esconder mi
rostro.
Cualquiera
podía ver que estaba escuálida.
Envolví
mis brazos alrededor de mí misma, de mi cuerpo constantemente frío, y salí del
callejón. No tuve que caminar mucho antes de ver un recipiente de espuma de
polietileno en una de las mesas exteriores de un restaurante que ya había
cerrado. Con los ojos en el premio, mi estómago rugió de emoción mientras caminaba
casualmente hacia él. Cuando llegué, sentí que alguien me miraba. Levanté la
cara para ver a un muchacho joven, de no más de dieciséis años, mirándome.
Quise
llorar tan pronto como me di cuenta de que se parecía mucho a mí... delgado,
sucio y hambriento. Sabía lo que se sentía tener hambre. Había estado
hambrienta desde hacía años. Me miró un buen rato antes de mover sus ojos al
contenedor.
No
pude hacerlo. No podría quitárselo. Y podría hacerlo. Soy rápida corriendo. En
cambio, sentí el cosquilleo familiar detrás de los ojos y la nariz cuando
sacudí mi barbilla hacia al recipiente y sonreí.
Se
quedó allí, con aspecto cansado, abatido y con arañazos en sus brazos. Ninguno
de los dos se movió. Un momento de optimismo se disparó a través de mí. Si él
no iba a tomarlo, lo haría yo.
Finalmente,
dio un paso hacia adelante, y habló al abrir el recipiente.
—Podemos
compartir.
Ambos
miramos hacia abajo para ver lo que había dentro y mi corazón se hundió. Unas
patatas fritas rígidas aplastadas en la parte inferior de la caja, así como
bocadillo duro y unas hojas marchitas de lechuga marrón.
El
niño, que parecía enojado consigo mismo por ofrecer parte de su ridículo
premio, sostuvo la caja hacia mí. Y no pude evitar sonreír. Era curioso cómo
las personas que no tenían nada ofrecerían todo para aquellos que lo necesitan,
y como las personas que tenían todo tipo de comodidades apenas ofrecían nada a
las personas que lo necesitaban.
Mi
estómago gruñó enfadado pero sonreí al muchacho. Podría mentir a través de esta
sonrisa.
—No
gracias. No tengo hambre.
La
inclinación de su frente me dijo que no me creyó, pero se encogió de hombros y
se alejó con la caja, dejándome sola arrepintiéndome de mi decisión.
Dios, eres estúpida.
Asentí
lentamente para mí misma. Ya lo sabía.
Mis
pies entumecidos me llevaron tres cuadras más antes de llegar hasta un bar de
sándwich que estaba cerrando. Un hombre de corto cabello castaño apilaba sillas
fuera de la tienda y las empujaba para cerrar la puerta.
—Espera
—llamé, echando a correr.
El
hombre frunció el ceño hacia mí, mientras sus ojos oscuros escudriñaban cada
uno de mis movimientos.
—¿Qué?
Está cerrado.
Bajé
los ojos y hablé en voz baja.
—Lamento
molestarlo, señor. Me preguntaba si tendría cualquier alimento que estuviera a
punto de tirar. —Miré hacia él—. Cualquier cosa. No soy muy delicada.
—¿Tienes
hambre? —Él frunció el ceño y su labio se encrespó—. Consigue un trabajo.
La
puerta se movió para cerrarse por segunda vez y entrando en pánico puse un pie
en su camino. Mis ojos se abrieron sorprendidos por mi movimiento audaz. Esto
no era como yo solía ser. La puerta se detuvo un par de centímetros antes de
cerrarse, y el hombre bajó la mirada hacia mi pie antes de mirar hacia mí y
fruncir el ceño.
—¿Debo
patearte el culo, chica? Mueve tu pie o te voy a romper la maldita cosa.
Mis
labios temblaban mientras mi visión se ponía borrosa.
—Tengo
tanta hambre. Por favor —le supliqué—. Por favor.
Su
ceño fruncido desapareció un momento para estudiar mi cara. Abrió la puerta
unos pocos centímetros antes de mirar a ambos lados de la calle.
—¿Quieres
comida?
Asentí
con entusiasmo.
Se
inclinó un poco hacia mí y me dijo:
—Chúpame
la polla y conseguirás comida.
No
creía que fuera posible, pero palidecí aún más. Luego susurré:
—Sólo
quiero algo de comer. No tiene que ser mucho. Yo-yo —tartamudeé—. No quiero
hacer eso. Por favor.
Su
ceño fruncido regresó, más duro que antes.
—Obviamente
no estás lo suficientemente hambrienta. —Hizo un gesto con la barbilla hacia la
calle—. ¡Lárgate de aquí, perra!
Cuando
cerró la puerta, bloqueándola, entré en pánico en toda regla y mi estómago giró
violentamente. Me lancé contra la puerta de cristal, golpeando mis puños contra
ella hasta que mis nudillos palpitaban dolorosamente. Mi voz se quebró mientras
lloraba silenciosamente, lágrimas de arrepentimiento deslizándose por mis
mejillas.
—¡Por
favor! ¡L-lo siento! ¡Lo haré! —Pero el hombre desapareció al entrar en el
cuarto de atrás, apagando las luces detrás de él.
Mis
hombros temblaban mientras sollozaba en completo silencio.
Enfadada
conmigo misma, grité rotamente:
—¡Lo
haré, maldita sea!
Y
golpeé mi puño contra el cristal.
Pero
la puerta permaneció cerrada. Me deslicé por la puerta de cristal hasta
sentarme en el cemento helado de la acera, llorando débilmente. Mi cabeza latía,
estaba hambrienta, abatida, y humillada. Mis lágrimas se detuvieron de repente
cuando cerré los ojos y me di cuenta de que mi situación era mucho peor de lo
que pensaba.
Estaba oficialmente en un
mínimo histórico. Pero no por mucho tiempo. Estaba desesperada, y la
desesperación era un maldito buen motivador.
Ahh que triste ver como algunas personas tienen que llegar hasta los extremos por cosas como comida.... 😢😢😢
ResponderEliminarBesos gigantes!!!
XOXO
Q ser mas despreciable el q abusa del dolor ajeno no le costaba nada darle algo d comer desgraciado cerdo asqueroso , 😢 Gracias
ResponderEliminar😭😭😭 k feo pero es una realidad de muchos pobre bella y siempre hay un mendigo abusivo
ResponderEliminarHola, que tengo que hacer para que me lleguen notificación de las actualizaciones a mi email?
ResponderEliminar�������� o sea como hay gente que no se piada un poquito. Pobre bella vaya que estaba ya desesperada pero como ella dice ese es un buen motivador aún que no de los buenos.
ResponderEliminarGracias :)
Que triste. Y lo peor es que es más frecuente de lo que pensamos. Pobre Bella.
ResponderEliminarEsi fue muuy cruel por parte del hombre
ResponderEliminarNos seguimos leyendo
que lastima por lo que esta pasando bella
ResponderEliminarprimer cap que leo y ya me muero de pena