PAGINAS

miércoles, 13 de junio de 2018

Un Alma Compartida Capítulo 12

Isabella

Ella no me decepcionó.

—Ewwwww —salió de su boca antes de que siquiera terminara—. Por favor dime que estás bromeando. Si no lo estás voy a estacionarme y vomitar, porque eso es jodidamente asqueroso.

Me eché hacia atrás en mi asiento, riendo. 

—Era mi hermano de acogida. No teníamos relación. —Sonreí—. Es bueno saber que tienes valores. 


Ella sonrió entonces, de mala gana. 

—Perra. —Sacudió su cabeza—. Cuéntame sobre el hermano misterioso entonces.

—Tenía doce cuando me pusieron por primera vez en una casa de acogida. Fui una de las afortunadas. La primera familia con la que me colocaron fue con la que me quedé hasta que me fui a la calle. 

Mi ceño se frunció. No había pensado en Sue y Billy Black por mucho tiempo.

—Sue era todo lo que necesitaba en ese momento y lo perdí todo. Era maravillosa. Billy su esposo, era igual de bueno. Me incluía en todo, me hizo sentir como si fuéramos una familia de verdad. Tenían un par de gemelos, de cinco años que me adoraban. Seth y Leah. —Sonreí—. Les enseñé a montar en bicicleta. —Suspiré.

—Uh, oh —comenzó Alice—. Algo grande está llegando. Puedo sentirlo.

—Cuando tenía dieciséis Sue entró en mi habitación. Se veía algo preocupada. Fue entonces cuando explicó que el hijo de su primer matrimonio iba a vivir con nosotros después de que su padre tuviera un altercado con la ley. No veía cuál era el problema. Era su hijo. Quiero decir, ¿por qué siquiera me lo estaba explicando? Le dije que estaba bien. Incluso le dije que podía tener mi habitación si la necesitaba, que dormiría en el sofá. —Mi voz se volvió más suave—. Su nombre era Jacob. Tenía casi dieciocho, una estrella de fútbol y absolutamente divino. 

—Boom. Y ahí está la mejor parte.

Sonreí. 

—Era dulce, divertido y un completo coqueto. También era el primer chico que tuvo las agallas de besarme, justo en el patio trasero, bajo las narices de Sue y Billy. Me enamoré de él sin esfuerzo. —Reí ante el recuerdo—. Después de un tiempo, nos robábamos besos por todo el lugar y se escabullía en mi habitación porla noche después de que todo el mundo se hubiera dormido.

Suspiré ensoñadoramente.

—Hablábamos toda la noche hasta que la charla se convertía en una sesión de besos. Y entonces cumplí diecisiete. Una cosa llevó a la otra, y pronto estuvimos haciendo mucho más que hablar y besarnos. Si sabes a lo que me refiero.

Alice sonrió. 

—Lo hago. Realmente lo hago.

—La historia termina con nosotros siendo descuidados y siendo atrapados, Sue culpándome por aprovecharme de su hijo y llamándome pequeña vagabunda. 

Yo dándome cuenta de que no importaba cuánto quisiera a Sue, ella no era mi madre. Y me fui al día siguiente.

—¿Ella te llamó vagabunda? —dijo Alice, horrorizada.

Asentí. 

—Una pequeña vagabunda. 

—Y luego tú desapareciste para ellos. 

Alice hizo una pausa y añadió pensativamente:

—Apostaría a que ella ha pensado en ti cada día desde que te fuiste.

Su declaración hizo que mi corazón tartamudeara. 

—¿Tú crees? 

—Um, sí. Ella llamó a una chica de diecisiete años por un nombre horrible estando molesta y esa chica se fue, y nunca volvieron a verla —resopló—. Diría que ella está pagando cada día por lo que hizo, sólo recordándote. Se lo merece, perra estúpida. 

No quería creer que Sue podía haber estado sufriendo por la culpa todo este tiempo. Seguro que me llamó por un mal nombre, pero eso no se comparaba con el hecho de que me había recibido en su casa y me había hecho parte de su familia por casi cinco años. Ella merecía algo más que vivir así. 

Tan pronto como Alice me dejó en casa, busque por la casa a Edward, encontrándolo en la parte de abajo, sentado en una mecedora, meciendo a una Vanessa dormida, y diciéndole suaves palabras en su cabello rizado. 

Me paré en el umbral sin ser notada por un largo rato, viendo a este hombre ser un padre para su hija. Mi garganta se cerró con emoción. Edward estaba probando ser más de lo que originalmente pensaba que era. 

Aclarando suavemente mi garganta, Edward se giró y encontró mis ojos. Alcé mi mano con un suave movimiento y él alzó a la pequeña niña, cargándola a lo largo dela habitación y recostándola en su cuna. Alzó el monitor de bebé, salió de la habitación y encendió el aparato. Me alejé de la puerta mientras la cerraba cuidadosamente.

Mi expresión era tierna cuando se aproximó. Me olvidé momentáneamente de mi propósito. Colocando mi mano sobre su brazo, lo apreté gentilmente y susurré. 

—Eres un buen padre, Edward.

Viéndose ligeramente avergonzado, ignoró mi cumplido, pero no se alejó de mi cercanía. 

—¿Cómo te fue hoy? Cuando  está determinada a conseguir algo, puede ser demasiado susceptible. 

Uniendo mi brazo con el suyo, caminamos por el pasillo, juntos. 

—Ya sabes, tu hermana puede ser una matona, pero sabe cómo motivar a una persona. —Le sonreí—. No tiré ni un solo vaso. Ni uno. Y ahora sé cómo hacer más de diez mezclas diferentes. Así que estoy lista para esta noche. Que venga. 

Se tensó, jalándome hasta detenerme, buscando mi cara. 

—Veo que estás en el mejor espíritu hoy. Estoy agradecido.

Mi cara se volvió desprovista de emoción. 

—Hace cuatro días, me sacaste de las calles, me alimentaste, me diste un lugar donde dormir, y me ofreciste un trabajo. 

Lentamente, así no confundía mis intenciones, di un paso adelante, deslicé mis brazos alrededor de su cintura, y me presioné contra él, apretándolo gentilmente,colocando mi cabeza entre sus pectorales. 

—Gracias no es la frase correcta para expresar lo agradecida que estoy de conocerte, Edward Cullen. —Aspiré la colonia maderosa que usaba—. Me salvaste la vida. 

Él no me abrazó de regreso, pero alzó su mano y acarició mi cabello gentilmente. 

—Lo volvería a hacer, Ratón. 

Me alejé un centímetro, mis brazos todavía alrededor de él, para mirarlo a la cara. 

—Solo puede ponerse mejor desde aquí, ¿cierto? 

Su expresión era melancólica, acunó mi mejilla con una palma cálida.

—Por supuesto. 

Fue entonces cuando recordé la razón inicial para interrumpirlo. Dando un paso hacia atrás, uní mi brazo con el suyo una vez más. 

—Necesito tu ayuda. 

No preguntó qué era, simplemente respondió determinado. 

—Lo que sea.

Y sabía, sólo sabía, que no me dejaría. 

Desde el momento en que entré a Bleeding Hearts, sabía que mi ansiedad había regresado con venganza. No estaba segura de qué la había traído, pero definitivamente estaba sintiendo la presión después del cuarto vaso que se había deslizado de mi mano y se destrozó mientras golpeaba el suelo.

Alice me jaló a un lado. 

—¿Qué te pasa, amiga? ¡Estabas haciéndolo muy bien hoy!

Respondí molesta. 

—¡No lo sé! Jesús. 

Rosalie llegó, viéndose algo simpática. 

—Odio ser la que traiga malas noticias, pero tenemos una despedida de soltero en camino. Estarán aquí en diez minutos y estoy en su servicio. —Miró a Alice, sus llamativos ojos preocupados—. ¿Qué vamos a hacer? No creo que deba dejar a Isabella detrás de la barra esta noche, no sin alguien que le ayude.

Golpeé mis manos sobre mi cara. 

—Oh Dios, lo siento tanto Alice. No sé qué pasa conmigo.

Rosalie miró algo en la puerta y se tensó. 

—Maldita sea. —Sonrió malvadamente mientras murmuraba entre dientes—. Llegaron temprano. Tengo que hacerla de anfitriona. Alice, quédate con ella por favor. 

En un segundo Rosalie se había ido, mi estómago se hundió.

Alice suspiró. 

—Vamos. —Me tomó por los hombros y me sacudió una vez—. Puedes hacer esto. Yo sé que puedes. Le dije a Edward que te tenía. No me hagas quedar como unamentirosa, poca cosa. 

Las charlas motivacionales de Alice eran mitad amenaza, pero funcionaron. 

Moviendo mi cabeza de un lado al otro troné mi cuello. 

—Tengo esto.

—Lo tienes —repitió. 

—Voy a hacer de este caballo mi perra —gruñí. 

Ella sonrió. 

—Joder, sí que lo harás. —Me empujó hacia adelante, golpeando mi trasero para darme valor—. Sal ahí y sirve bebidas, y maldición no tires ninguna. —La fulminé con la mirada. Usando sus dedos, dibujó una gran sonrisa en su cara—. ¡Servicio con una sonrisa!

Miré alrededor y cuando estuve segura que nadie estaba mirando, le alcé el dedo medio. 

Se rió y sentí ojos sobre mí. Girándome hacia el final del club, por el escenario, encontré a Edward mirando directo hacia mí, sin parpadear. Y sus ojos… estaban llenos de alegría. 

Había visto lo que hice. Fui atrapada. 

Mi cara ardía. Difícilmente podía ignorarlo. Había visto que lo miré directamente. 

Alcé mi mano en un saludo con dos dedos. Alzó su barbilla en respuesta. Respondí y articulé. 

—Lo siento. 

No estaba segura, pero pareció que murmuró de regreso. 

—Regresa al trabajo.

Me coloqué detrás del bar, tomando órdenes, y sirviendo bebidas. Hice eso sin ningún otro incidente, y por el transcurso de la siguiente hora, hice una centena de dólares en propinas. 

Un hombre llamado Mike vino a hablar conmigo cuando me dirigía a tomarme mi descanso de quince minutos. No era tan alto como los otros hombres con los que trabajaba, pero definitivamente lo compensaba con su buena apariencia. 

Tenía un largo cabello café, colocado hacia atrás, una barba, y tatuajes corriendo por sus brazos. Usaba pantalones negros apretados, una apretada camiseta negra y tenía una sonrisa fácil. Tomé la mano que extendió y estaba sorprendida cuando la alzó a su boca para presionar un beso en mis nudillos. 

Parecía que pasaba mucho por aquí. Mi reacción fue la misma que cuando Embry lo había hecho. Reí y cubrí mis ardientes mejillas con una mano. Mike me mandó lejos para mi descanso pero fui interceptada. Edward estaba de pie frente a mí, pero sus ojos estaban clavados en Mike. Y se veía molesto.

No. No molesto. Enojado. Con E mayúscula.

—Oye —le llamé sobre la música, jalando su manga. 

Cuando miró hacia mí, su cara se suavizó dramáticamente. Se inclinó y dijo:

—Mike se acuesta con todas. 

—Oh —murmuré insegura de porqué necesitaba saber esto. 

Edward asintió, una parte de su cabello se soltó y cayó sobre su frente. 

—Le gusta coquetear. 

Alzándome, jalé su chaqueta hasta que su cara estaba lo suficientemente baja para que arreglara su cabello. Lo arreglé, acomodando su solapa doblada y suavizando su chaleco antes de cerrar su chaqueta. 

—¿Esa es tu manera de advertirme de hombres desagradables? —Miré de regreso a Mike—. Es algo guapo, ¿verdad?

Edward habló entre sus dientes apretados. 

—No me di cuenta de que era tu tipo. 

Se volvió para alejarse, pero lo detuve agarrando su cintura. Mi ceño se frunció ante su tono helado. 

—Realmente no tengo un tipo, Edward. No he tenido a un hombre mostrando interés en mí desde que tenía dieciséis. —Me encogí de hombros—. Es agradable sentir que eres deseada. —Me estiré con mi mano libre y toqué su brazo, arriba de la cintura que estaba sosteniendo—. Pero gracias por el aviso. Considérame advertida. 

Sus ojos dorados recorrieron mi cara, relajándose inmensamente. 

—No quiero que salgas herida. 

Mi cuerpo se calentó tiernamente. Dios, era dulce. Sonreí. 

—Entonces tenemos algo en común.

Tomó la mano que estaba sobre su brazo y la apretó. 

—Los hombres son perros. Dirían cualquier cosa para hacer que una mujer se acueste con ellos. 

No podía verlo a él siendo uno de esos hombres. Murmuré bajo:

—Pero tú no. ¿Cierto? 

Sus ojos se cerraron y los apretó mientras asentía. Soltando mi mano, presionó. 

—Sé cuidadosa, Isabella. Tu inocencia es más atractiva de lo que crees. 

Y entonces se fue. 

Pesimista, pensé. Entonces una pequeña sonrisa tembló en mis labios. 

Tan Edward.

*****************************
Hola a todas que les pareció el capitulo de hoy que les pareció Edward .

Muchas gracias por sus comentarios nos vemos el viernes.

13 comentarios:

  1. Me encanta la historia, lástima que los capítulos sean tan cortos.

    Me dejan con ganas de más

    ResponderEliminar
  2. ya e dicho que amo a este edward me gustaria que bella tuviera mas momentos con vannesa

    ResponderEliminar
  3. Ahhh me encanta como Edward se pone todo celoso con la ratón Hahahahahahahahaha. Me. Encanta. Esta. Historia. Gracias Annel. Besos

    ResponderEliminar
  4. Me encantó el capítulo. De a poquito Edward se va soltando con Bella y sin notarlo ya tuvo sus primeros celos. Gracias.

    ResponderEliminar
  5. Creo k Rose la pone nerviosa pero me sigue intrigado Vanessa
    Gracias por el capítulo

    ResponderEliminar
  6. Jajajajajajajajajajaja Graciassssssssssss me encanto

    ResponderEliminar
  7. Hola hola Annel pues Edward da índices de querer marcar territorio y lo más probable es que ni cuenta se ha dado ji ji
    Gracias por el capítulo,vye leo en el siguiente
    Saludos y besos 😘😘😘😘

    ResponderEliminar
  8. Aunque Bella no se este dando cuenta, Edward la esta cuidando mucho más de lo que debería... Sólo espero que lo vea antes de que algo malo pase....
    Besos gigantes!!!!
    XOXO

    ResponderEliminar
  9. Ohh Edward...
    Celoso y posesivo y es verdad tal vez ni cuenta se da pero desde la primera vez que la vio la deseó
    Pero el es un misterio que gustosa descubriría jaja
    Saludos

    ResponderEliminar
  10. Gracias por el capítulo ya vamos sabiendo más de la historia de Bella

    ResponderEliminar
  11. (Suspiro) que tierno edward! Y ya esta celoso.
    Me encanto el capitulo. Gracias!

    ResponderEliminar
  12. Alguien sabe algo de Annel? Estoy empezando a preocuparme :-(
    Se me hace raro q no haya publicado siempre es muy cumplida.
    Espero de todo corazón con no tenga ningún problema.
    Besitos Annel

    ResponderEliminar
  13. GRACIAS Edwards se preocupa x ella 😉😘💕

    ResponderEliminar