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lunes, 18 de junio de 2018

Un Alma Compartida Capítulo 13



Isabella
Era viernes y oficialmente había sido empleada de Bleeding Hearts una semana y media. No podrías quitar la sonrisa de mi rostro, incluso si lo intentaras. En los últimos cinco días, había conocido a cada uno de los empleados, tomándome un momento para conocer un poco sobre ellos sin revelar demasiado acerca de mí. Cuando me preguntaban de dónde venía, le dije a la mayoría de las bailarinas que me mudé mucho cuando era niña, ganándome sin saberlo el apodo de Gypsy. 

Comprendí que las estríper no tenían la mejor reputación, pero las chicas que conocí eran encantadoras. Todas menos una, por supuesto. 

Una pequeña mujer hispana con grandes ojos marrones, la piel lisa de color café con leche, y curvas que hacían a los hombres perder la cabeza, se burlaba de mí. La llamaban ChaCha. Era difícil ser amable con ChaCha cuando te miraba como si olieras a mierda. 

Las personas escucharon a las chicas llamándome por mi nuevo apodo, y luego muy pronto, el personal técnico y de seguridad, los cantineros e incluso algunos clientes me estaban llamando Gypsy. 

No me importaba. En cierto modo me dio un sentido de pertenecía. Quiero decir, los amigos normalmente te dan apodos, ¿verdad? Hizo a mi corazón sonreír. 

Es decir, hasta que Rosalie me dijo que los rusos no pensaban muy bien de los gitanos, y mirándome, con ojos simpáticos, declaró que les diría a todos que dejaran de llamarme así. 

Poniendo mi más grande sonrisa, le agradecí, pero le dije que no se molestara, porque me gustaba. 

Toma eso, señorita remilgada y correcta. 

A medida que mi mente se metió en el trabajo, también lo hizo mi tensión, y me estaba convirtiendo en la favorita del público. Las personas querían que Gypsy fuera la anfitriona de sus despedidas de soltero y pagaban cantidades ridículas para hacerme trabajar para ellos exclusivamente. 

No lo entendía, pero estaba segura de que tenía algo que ver con lo que Alice me enseñó cuando me llevó a almorzar ayer. 

En el momento que nos sentamos, se sentó con la espalda recta y explicó la situación. 

—Tenemos que hablar. 

—¿Sí, de qué? —Mi corazón comenzó a latir más rápido.

Parte de mi pensó que estaba siendo despedida y Edward no tenía las bolas para decírmelo él mismo. Pero lo que dijo a continuación me desconcertó.

—No te tomes esto como algo personal ni nada, ¿de acuerdo? Pero pensé que cuando te acomodaras un poco llegaría de forma natural, y ahora que puedo ver que no va a suceder, voy a tener que enseñarte.

Tomé un sorbo de mi agua de limón, pasando los dedos por la condensación fuera del vaso. 

—¿Enseñarme, qué?

Se quitó las gafas y sonrió. 

—A coquetear.

Parpadeé y entonces le resoplé. 

—¿Para qué? No es como si estuviera buscando un novio o algo así.

Suspiró, y se acercó, se frotó las sienes como si estuviera perdiendo la paciencia. 

—Isabella, eres una zorra en un club de caballeros. —Se detuvo un momento—. No quiero tener que poner presión sobre ti, pero has sido reservada como anfitriona en una despedida de soltero el sábado en la noche.

Momentáneamente aturdida, jadeé. Entonces farfullé:

—¿Q-qué? ¿Por qué yo? ¿No puede hacerlo Rosalir? ¡Haz que Rosalie lo haga!

Alice me miró, hablando lentamente a través de los dientes apretados. 

—Ellos no quieren a Rosalie. Quieren a Gypsy.

Se inclinó sobre la pequeña mesa de café para encararme. 

—Y ellos van a obtener a Gypsy, o voy a patear el culo de Gypsy. ¿Entiendes?

Deslizándome por mi silla. Me quejé. 

—No quiero. Derramaré las bebidas sobre ellos. Se quejarán a Sasha, y me despedirá.

—No has dejado caer un vaso desde tu segundo día. Puedes equilibrar una bandeja. Estás recibiendo más pedidos que cualquiera de nosotros espera de ti. Y tienes a los hombres cautivados. —Me sujetó con una mirada sincera—. Lo estás haciendo genial. Incluso Edward lo piensa.

La quejumbrosa Isabella se desvaneció cuando la Isabella intrigada apareció. 

—¿De verdad? ¿Dijo eso?

—Sí, lo dijo, esta mañana. —Su ceño se frunció—. Ustedes dos están viviendo en la misma casa. ¿De qué diablos hablan?

Me encogí de hombros. 

—No hablamos mucho. —Incliné la cabeza pensando—. Es como si cada vez que intento iniciar una conversación, se pusiera todo raro conmigo.

La expresión de Alice cambió. Habló en voz baja, pero a la defensiva.

—No es su culpa, Isabella. Es como es. No espero que lo entiendas, pero confía en mí, no lo puede evitar. —Siguió con—. No lo juzgues. No está siendo grosero, simplemente no sabe cómo ser social.

Parpadeé ante su tono protector. 

—No lo estoy juzgando, Alice. Simplemente tengo preguntas. Como, ¿por qué no me habla de sí mismo y por qué nos encierra en su dormitorio por la noche?

Alice se echó hacia atrás, con la boca abierta. 

—¿Estás durmiendo con él?

—¿Qué? —Me sonrojé y casi grité—. ¡No! —Solté una risa sin inmutarme—. No confía que no le robe, así que me dijo que mientras me estuviera quedando con él estaríamos durmiendo en la misma habitación. Duermo en la cama y él duerme en el sofá cama. —No parecía convencida. Tomé un sorbo de mi agua, mi boca repentinamente seca—. Juro que no estamos haciéndolo, Alice. Lo juro. 

Una sonrisa adornaba su hermoso rostro. 

—Honestamente no me importaría si lo estuvieran haciendo; es sólo que no deja a nadie… —Se desvaneció, sacudiendo su cabeza, sonriendo de repente como una loca—. No tienes idea de la gran cosa que es, Isabella. —Se aclaró la garganta, sentada con la espalda recta—. Bien, entonces, Coqueteo para principiantes con Alice ha comenzado oficialmente. —Guiñó—. Toma nota, pequeña Isabella. Las mujeres matarían por la información que estoy a punto de darte. 

La Isabella quejumbrosa estaba de vuelta.

—Sigo sin entender por qué necesito saber estas cosas.

Entonces Alice dijo las palabras mágicas:

—Te garantizo que tus propinas se triplicaran. —Bueno, eso captó mi atención. 

Escuché atentamente. 

Comenzó:

—Regla uno: Inclinarte. Cierra la brecha. Vas a querer acercarte a los hombres con los que estas coqueteando. Sonríe y dales toda tu atención. No olvides hacer contacto visual. —Se inclinó sobre la mesa y, sonriendo tímidamente, bateó sus pestañas, tocando mi brazo—. Toques ligeros están bien, simplemente finge que no puedes oír su orden sobre la música. Si te hacen un cumplido, baja las pestañas y sonríe tímidamente. Los hombres aman a las de tipo inocente. 

Eso parece sencillo. 

—Está bien. No parece muy difícil de recordar. 

—Nunca, y quiero decir nunca, des tu nombre en la primera bebida. Va a hacer que regresen por más y van a pedir una y otra vez sólo para tener un minuto de tu atención —continuó—. Te aconsejaría comenzar a presentarte como Gypsy de ahora en adelante, algo así como un nombre artístico. Hace que los hombres piensen que eres toda alocada y de espíritu libre.

Puse los ojos en blanco y me regañó:

—Oye, estos hombres están ayudando a pagar tu salario. 

Oh, no tenía que decírmelo. Lo sabía, y estaba más que agradecida, pero como que parecía que estábamos tratando a estos hombres como si fueran estúpidos. 

—Si un tipo te da una propina grande, agradéceselo, dobla el dinero, y ponlo en tu sujetador enfrente de él. Es como hacer un pequeño espectáculo para él. Si se siente generoso y te deja una propina ridícula, inclínate sobre la barra, agarra el frente de su camisa en un puño apretado, tira de él cerca, y besa su mejilla muy despacio. Los hombres se vuelven locos por esa mierda.  —No estoy segura de poder hacer eso alguna vez, pero era bueno saberlo. Escuché con atención mientras explicaba el arte de coquetear—. Sin embargo, las palabras de precaución son: No ofrezcas algo que no estás dispuesta a dar. Les das un centímetro y se toman un kilómetro. Nunca beses a un cliente en los labios. Lo tomará como una invitación y posiblemente se ponga toquetón. —Sus cejas se levantaron—. No terminará bien. 

Asentí. Sí, podía ver que eso terminaría mal. 

Alice terminó justo cuanto llegaron nuestras comidas. 

—Y eso concluye nuestras lecciones del día. —Sonrió, viéndome mirar con ansia mi fettuccini Alfredo con aguacate—. Come. 

Comí con gusto, y rió mientras gemía a través de mi comida. Cuando terminamos, gemí y agarré mi vientre. 

—Oh, Dios. Estoy tan llena. —Entonces reí—. Nunca pensé que me oiría decir eso. 

Sonrió, señalando con la barbilla hacia mí.

—Te ves mucho mejor. 

Me froté la barriga con orgullo. 

—Ya he ganado casi dos kilos esta semana. —Sus labios se fruncieron como si estuviera impresionada— Faltan ocho más para mi peso normal.

Su afectuosa sonrisa me calentó. 

—Ya llegaremos ahí, Isabella.

Lo dijo como si fuéramos un equipo. Como si fuera a ayudarme. Como si fuéramos más que compañeras. Como si fuéramos amigas. 

Se onduló como una explosión en el centro de mi pecho. Valoraba la amistad, sobretodo porque no la había tenido en mucho tiempo. Me di cuenta de que ya no estaba sola, y nadie entendería jamás lo edificante que era esa sensación. La mayoría lo tomaría por sentado. 

Nunca lo haría. Desde el fondo de mi corazón. Me lo prometí.

El sábado llegó y, consciente de que estaría atendiendo a ocho hombres alborotados a mi alrededor, me vestí acorde a la situación. 

Llevaba mis vaqueros azules ajustados, una blusa gitana blanca que mostraba una pequeña cantidad de mi vientre y sandalias blancas de piel con tiras. La blusa era de algodón delgada, de manga larga y decorada con flores bordadas en azul marino. Alice me había dado una diadema que había comprado, pero que nunca se había puesto y la cual me informo que era boho chic. 

No sabía lo que era boho chic, pero Alice me juró que complementaria mi atuendo de gitana.

La diadema pasaba a través del centro de mi frente, y sobre la corona de mi cráneo. Estaba hecha con una cadena fina, tenía otra tira arrastrándose por el mediode mi frente, sosteniéndolo, y tenía unas pequeñas monedas unidas a los lados de mis cejas. Las monedas tintineaban ligeramente, y era un poco distractor, pero cuando me miré en el espejo, no se veía tan ridículo como pensaba que podría hacerlo.

Alice me dio instrucciones de aplicar tres capas de rímel para alargar mis largas pestañas y terminar con un lápiz labial rojo brillante que me había dado. 

Tomó un montón de intentos hasta tener derecho el lápiz labial, y sentí la necesidad de pasar la lengua por mis dientes un poco. El pensamiento de sonreír alegremente con los dientes manchados de rojo era francamente humillante. Revise mis dientes diez veces antes de caminar escaleras abajo, abrigo en mano. 

Como predije, Edward estaba abajo en la cocina, sosteniendo a Vanessa. Solo esta vez. 

Cuando entré, ella sostuvo sus pequeñas manos hacia mí, me acerqué, la tomé de Edward , y la abracé con fuerza. 

—Hola pastelito dulce —susurré, presionando mi mejilla en la parte superior de su cabeza, respirando su dulce aroma. Cerré los ojos, tomando su calor—. Dios mío, eres una niña grande. 

Edward, que estaba cerca, sin una pizca de preocupación mirándome con su hija, dio un paso más cerca. 

—Dame, la tomaré. Sé que está un poco pesada. 

Pero la abracé más cerca. 

—¿Pesada? Es adorablemente gordita, eso lo que es. —Vanessa chupaba su pulgar, apoyando su cabeza en mi hombro. Una ola de mimos se apodero de mí—.Oh, estas ganando puntos conmigo señorita. Me tienes envuelta alrededor de tu dedo meñique. 

Cada mañana, cuando Edward se iba a trabajar, me levantaba y pasaba algo de tiempo con Esme y Vanessa. Nos íbamos de paseo alrededor del complejo, jugábamos juntas, teníamos fiestas de té exclusivas, y en raras ocasiones, hasta dejé que Vanessa me alimentara. 

Una sonriente Esme me dijo que la malcriaría si seguía tratándola como una princesa. Le respondí que las niñas no deben ser tratadas como cualquier cosa más que como princesas. Algo me decía que había ganado oficialmente a la anciana con elcomentario, pero no me importaba. Era como verdaderamente me sentía. 

La puerta trasera se abrió y Jasper entró, seguido por Rosalie y Alice. 

Probablemente fui la única persona que vio el destello en los ojos de Rosalie. Nos saludamos, y los recién llegados adoraban a Vanessa, como de costumbre.

Cuando Rosalie vino y extendió los brazos hacia Vanessa, la pequeña niña volvió la cabeza hacia mi cuello y me aferró a mí. Vi la decepción en los ojos de la belleza pelirroja, y desfallecimiento corrió a través de mí. Pero le siguió la vergüenza. 

Estaba visiblemente molesta, después de todo. 

Traté de hacer una broma de esto. 

—Probablemente piensa que somos de la misma edad, soy la más cercana a su altura.

Rosalie parpadeó, sonriéndome. Pero no había calor en esa sonrisa. Me dio la sensación de que pensó que me estaba sobrepasando a lo grande. 

Esme bajo después de su ducha y trató de quitarme a Vanessa, pero la pequeña niña no quería irse. Después de que comenzó a quejarse, me ofrecí a ponerla en la cama por segunda vez esa semana. Esme estaba evidentemente agradecida. 

Claramente no quería poner a Vanessa en la cama en un estado de angustia. No la culpaba. 

Subí por las escaleras cuando Vanessa comenzó a dormitar. Esme silenciosamente me alcanzo y le entregué la regordeta princesa. Me despedí en silencio, y Esme me devolvió la despedida. Me dirigí a las escaleras y entré en la cocina justo cuando Rosalie comentó:

—Así que Isabella está aquí mucho. 

Ni Edward o Alice sintieron la necesidad de explicarse, y francamente tampoco lo hice yo. En lugar de decirle que estaba siendo obvia en una manera horrible, sonreí.

—¿Quién está listo para hacer de esta noche su perra? Yo sí. Vámonos. 

Jugar de anfitrión era interesante. 

Alice tenía razón sobre el coqueteo. Los chicos de la despedida de solteros no podían haber sido más generosos. La jodí un par de veces, pero tuve la gracia de reírme de mí misma. Mi excusa para confundir la orden fue:

—Bueno, si ustedes chicos no fueran tan guapos, una chica podría trabajar sin distracción, ¿saben?

Con excusas comunes como estas, mi fiesta encantadora aumentó las propinas a un ritmo alarmante, dejando más para mí de lo que habían gastado en realidad en bebidas. 

Mis mejillas dolían de sonreír demasiado, pero valió la pena cuando me enteré que había ganado un poco más de $400 en propinas. 

Edward mantuvo una estrecha vigilancia sobre mí, comprobándome de vez en cuando. Me preguntaba qué hacía en realidad en el club. Según parecía, todo lo que hacía era ver el espectáculo cada noche. 

Cuando uno de los chicos agarró mi muñeca y me acercó, me entró el pánico. 

Pero cuando me recordé que habían bebido mucho y ponerse toquetón venía con el territorio, pegué otra amplia sonrisa en mi rostro, y me incliné cerca, y escuché el despliegue de elogios que el hombre quería que escuchara. Después de que fue escuchado, me dejo ir y alivió paso a través de mí. Parpadeé hacia él a través de mis pestañas bajas, me eche hacia atrás, y le soplé un beso. 

No sé porqué estaba tan en contra de esto. Esta cosa del coqueteo era fácil. Lo tenía ahora. Caminando hacia atrás, caminé directo a una pared. Miré hacia atrás para ver a la pared mirando al hombre que me quería decir que hermosa era. Me volví y le sonreí. 

—¡Estoy arrasando!

Pero Edward, luciendo peligrosamente apuesto en su traje de tres piezas gris metálico, mantuvo su mirada fija en el hombre. 

—Puso sus manos sobre ti. 

Campanas de advertencia sonaron en mi cabeza. Mi sonrisa se desvaneció cuando puse una mano en su pecho. 

—Oye, está bien. Sólo están pasándolo bien. 

Su mirada se desvaneció cuando me miró. 

—Parecías asustada. 

Oh, ¿lo hacía? 

Eso significaba que me había estado observando. Ni siquiera podía pensar en eso ahora. Tenía que calmar a un Edward pareciendo un asesino. 

Sus ojos se posaron en el suelo cuando preguntó de forma vacilante:

—¿Estabas asustada?

Mi hombro saltó en un pequeño encogimiento. 

—No estoy acostumbrada a que la gente me toque, eso es todo. Me asusté por un momento, pero pensé en ello y estoy bien. —Sentí la necesidad de defender al hombre toquetón—. No me lastimó, Edward. 

—No me gusta que te toquen. 

Esa fue una declaración audaz, si alguna vez escuché una. Sus ojos, ardiendo, pasaron sobre mi cabeza, de vuelta hacia el hombre. Mi mano seguía en su pecho, me volví para ver al grupo de hombres mirando a Edward,  todos luciendo tensos e inquietos. 

Edward apretó los puños y se adelantó un paso, hacia los hombres. 

No podía creer lo que estaba viendo. ¿El dulce Edward irritándose por unos chicos al azar? No lo entendía. Este no era el hombre que había visto la semana pasada. Este era alguien más. Alguien aterrador. 

—¡Oye! —grité sobre la música, empujando mi mano contra su pecho para detenerlo de ir ahí. Me miró, sus ojos ablandándose, y se quedó quieto. Le sonreí tranquilizadoramente, palmeando el pecho de su chaqueta—. Estoy bien. —Reí quedamente—. Está bien, Edward. Puedo manejarlos. 

No parecía muy convencido. 

—Voy a mantener un ojo sobre ti.

No quería ponerlo a prueba. No ahora. Lucía como una bomba programada para explotar al menor contacto.

—Está bien —dije y me dirigí de nuevo al bar, confundida por la reacción que estos hombres habían disparado en Edward. 

El resto de la noche fue espléndidamente, y mi sujetador estaba lleno hasta el borde con propinas. Mi fiesta se fue alrededor de las dos de la mañana con amplias sonrisas, pero no los iba a dejar ir sin llamar para pedir taxis para ellos primero. El próximo marido besó mi mano y me agradeció por la gran noche. Se sentía bien ser apreciada.

Cuando los de la limpieza entraron, y todo el mundo estaba a punto de irse, Emmett salió de la puerta de atrás del bar y dijo que iba a quedarse atrás un rato.

Enganché mi brazo alrededor de Edward y me despedí de Rosalie y Jasper. 

Rosalie, mirando hacia el brazo enganchado alrededor de Edwqrd, sonrió y ofreció:

—Oye, Isabella puedo llevarte a casa. 

Oh, Dios. Síp. Era obvio. Le había echado el ojo a Edward. Lo gracioso era que pensaba que yo era competencia. Era hermosa. No podía competir contra eso. 

Edward, luciendo confundido, pronunció:

—Eso no tiene ningún sentido, Rosalie, Isabella está viviendo conmigo. 

La pobre se zambulló palideciendo unos tonos. Tragó saliva fuertemente antes de girarse hacia Alice y acusar:

—Oh. Lo siento. Nadie me lo dijo. 

Alicd miró a su amiga. Estaba orgullosa de su respuesta. 

—Bueno, Rose, es que no es de tu maldita incumbencia. 

Un escalofrió de satisfacción me atravesó mientras fui guiada hacia el coche por Edward en completo silencio.
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Hola a todas perdón  por no actualizar el viernes  es que el tiempo estuvo loco aquí donde vivo apenas hoy salió el sol mil disculpas pero a qui les dejo el capitulo mañana habrá adelanto en el grupo de élite  fanfiction  y de ahí nos vemos el miercoles.

15 comentarios:

  1. Gracias a jebus q estas bien Annel me.preocupe algo por ti Hahahahahahahahaha pero me.alegro q.No aya sido nada de salud o familiar,
    A otra cosa ME ENCANTA EL CAPÍTULO.
    Ayyy parece ser q Edward sigue de celoso no quiere q toquen a bella y Rosalíe igual?
    Q extraño.
    Gracias hasta el miércoles xoxo

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  2. Genial capítulo gracias. Me da gusto saber que estás bien

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  3. Me encantó el capítulo! No puedo esperar por leer más!
    Honestamente esperaba un doble capítulo para recompensar el del viernes :(

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  4. Ahh parece que Bella está siendo cada vez más fuerte y espero que logre ver que Edward la quiere ;)
    Besos gigantes!!!
    XOXO

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  5. Ya tiene celos!! Que genial!
    Bella esta arrasando con sus coqueteos,esta muy divertida la historia.

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  6. Jajajajajajajajajajaja esa Rosali es pasiva pero se ve una zorra dijo Alice Jajajajajajajajajajaja celosa ojala no tengan problemas mi linda niña ahora esta apegada a Gypsy jajajaja me súper encanto hermosa graciassssssssssss graciassssssssssss graciassssssssssss

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  7. Holaaaa
    Ame el capítulo y a Edward celoso y protector jaja
    Me gustó como Vanessa ya ama a Bella
    Gracias por la historia
    Saludos de mi lindo Ecuador
    Adriu

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  8. Hola hola Annel Issabela lo está haciendo muy bien y hasta ha echo encender la sangre fría de Edward eso ne gusta, pobre de Rosalie creo que ya se dio cuenta que no tiene oportunidad ahí espero que no se haga malabares con nuestra pequeña Gypsi,
    Gracias Annel muy buen capítulo y espero ansiosa el siguiente
    Saludos y besos 😘😘😘😘

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  9. AAAA!!!!
    Ya extrañaba a mi Edward!!!
    Perdón pero noc por qué dejo comentarios y se borran
    Pero bueno, GRACIAS!!!
    xD creo que mi edward se celo un poquito!!! \^w^/

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  10. Me pareció raro que el viernes no actualizadas. Pero por fin ya está aquí el capítulo.
    No pensé que Rosalie se volviera una Perra, hasta ahora fue bastante amigable. Bella está mucho más segura y es grandioso su progreso. Nos leemos mañana. Bye!

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  11. Jaja esa no se la esperaba Rosalie 😲
    Esa bella aprende rápido 😄

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