miércoles, 30 de marzo de 2011

CAPITULO 4 LOS BUSCADORES DEL PLACER



CUATRO

Milady, tentada por un capricho íntimo, lo tentó a él, para gran disgusto suyo.

Hilarie Belloc

Ciara relinchó cuando Bella entró a los establos. Ella había robado dos manzanas y unos terrones de azúcar antes de escabullirse rápidamente por la cuesta alzándose las faldas.

Estaba sin aliento y con el cabello medio suelto, con los sedosos mechones haciéndole cosquillas en el cuello y la parte superior del pecho. Un vestigio de humedad persistía en el aire y se le adhería a la piel.

Una brisa fresca se coló por las puertas abiertas del establo, perfumada con el aroma salado del canal de Bristol y el embriagador olor a tierra mojada, debido a una leve lluvia vespertina. Apenas por encima del sonido débil del canto de los grillos se alzaba el bramido distante del oleaje rompiendo contra las rocas.

Allí Bella se sentía en paz. Podía llegar a comprender por qué el hijo del conde se veía forzado a "acechar" aquel sitio; ella misma estaría muy tentada de acecharlo por su cuenta. Era como si el mundo comenzara y terminara en los confines de aquellos acantilados, como si Dios hubiera conspirado para volver el aire más limpio.

Ciara le empujó suavemente la mano, trayéndola de nuevo a la realidad. Ella frotó a la yegua entre las orejas y le ofreció uno de los terrones de azúcar.

-Ya sé. Me estoy poniendo extraña. Pero tú no eres quién para juzgar, teniendo en cuenta tu comportamiento de esta tarde. ¡Qué vergüenza, permitir que el primer semental que pase haga lo que quiera contigo! ¿No sabías que a los hombres no les agradan las mujeres demasiado fáciles?

-Sólo a los tontos, querrás decir.

Bella se dio vuelta al escuchar la profunda voz masculina que había plagado sus pensamientos durante casi todo el día. Encontró al gran titán musculoso apoyado en la casilla de Khan, ahora con la puerta reforzada y un compartimento adicional que habían levantado.

Gran parte del cuerpo masculino estaba en sombras, motivo por el cual ella no lo distinguió al entrar. Pero podía verle los ojos, y al mirarla con ceño fruncido desde la oscuridad le recordaron a los de un lobo recién levantado tras dormir un sueño profundo.

-No está bien acercársele a la gente a hurtadillas -le dijo ella con reprobación, tratando de no mirarle la profunda "v" del escote de la camisa, que mostraba descaradamente una cantidad indecente de piel bronceada, ni los pantalones ceñidos de color ante que le enfundaban esas piernas musculosas.

Una botella de coñac colgaba de sus dedos largos y delgados. Le daba golpecitos rítmicos contra el muslo izquierdo, único indicio que evidenciaba que había algo que le molestaba. ¿Sería simplemente la presencia de ella lo que lo desequilibraba? ¿O era el resentimiento que aún le quedaba por el episodio de esa mañana?

-No fue a hurtadillas -se dignó a responderle finalmente con voz muy profunda-. Yo he estado aquí todo el tiempo.

-Bien, debiste de haberme alertado de tu presencia. Eso hubiese sido de buena educación.

-Ah. -Asintió con la cabeza-. Bien, yo nunca hago cosas de buena educación. La vida así no sería nada divertida. Si no tuviera esta tachable conducta, me hubiera perdido tu pequeño discurso y subsiguiente nerviosismo.

Con aquel comentario Bella se dio cuenta de que tenía las manos aferradas a la falda. Soltó la tela de inmediato, maldiciendo la percepción de él.

-No estoy nerviosa.

-Eres un manojo de nervios y valientemente tratas de mitigar ese impulso de salir corriendo. ¿Qué sucede, milady? ¿Le preocupa que empiece a echar espuma por la boca?

Bella se burló.

-Usted, señor, no me preocupa lo más mínimo.

-Mentirosa.

-Si me conociera un poco, se daría cuenta de lo lejos que está de ello.

Alzó una ceja en un gesto burlón de escepticismo al tiempo que se llevaba la botella a los labios. Le echó una mirada rápida para evaluarla, tratando de ponerla incómoda. Y lo logró, aunque ella se llevaría esa verdad a la tumba.

Se secó la boca con el dorso de la mano y le extendió la botella, con una mirada claramente desafiante:

-Vamos. No se lo diré a nadie.

-No, gracias.

-No es tan tigresa como aparenta, ¿eh?

Lo que a ella más la fastidió fue el hecho de que por su provocación casi coge la botella para probarle que estaba equivocado.

-Ni tan borracha como aparentas tú.

Él alzó un poco la comisura de los labios en un gesto, que pudo haber pasado como una leve sonrisa.

-De modo que decidiste regresar a la escena del crimen, ¿eh?

Desconcertada por su evaluación precisa, Bella apartó la vista.

-Simplemente salí a tomar aire fresco.

-Bueno, de eso tenemos bastante por aquí, así que respira todo lo que quieras. Yo sólo observaré.

Bella detestaba que su mirada penetrante la enervara tanto.

-¿Qué estás haciendo aquí a estas horas de la noche?

-Yo podría preguntarte exactamente lo mismo. ¿Tienes el hábito de pasar la noche en los establos vestida de tarta?

El comentario burlón adrede y la conducta la enfurecieron:

-¡Miserable desgraciado! Estoy harta de tus comentarios sarcásticos y de tu cara lacerada. Si no te agrada como estoy vestida, entonces no me mires.

-Yo no dije que no me gustara cómo estabas vestida. -Una vez más, aquella mirada meditabunda la recorrió lentamente, demorándose en los senos lo suficiente como para hacerla sentir incómoda, hasta que retomó el tortuoso recorrido hasta los pies enfundados en unos zapatos bajos-. De hecho -dijo arrastrando las palabras y encontrando sus ojos de nuevo-, me gusta bastante.

Un estremecimiento corrió por la piel de Bella.

-Me complace. ¿Cómo hubiera podido seguir viviendo sin tu aprobación?

Un brillo divertido se encendió en los ojos de él antes de que las sombras le oscurecieran el rostro.

-Los zafiros también son un buen detalle, "su alteza".

Esa burla le puso los nervios de punta, y ella le arrojó una manzana. Él la cazó al vuelo y le dio un gran mordisco mientras le ofrecía una sonrisa burlona.

-Era para el caballo, tú, detestable.

-Ah, la dama tiene sentimiento de culpa -la provocó mientras le ofrecía a Khan el resto de la manzana, que el caballo olfateó en la palma de su mano-. ¿Tú qué piensas, amigo? "Su alteza real" se digna a sentir compasión por ti después de que su "caballo real" abriera las patas y te arruinara. Esto debería aparecer en los libros de historia como un hecho milagroso.

Bella se moría por golpearlo. Jamás un hombre había sido tan absolutamente agresivo con ella, ni le había hablado tan groseramente. Él no tenía ni la más mínima intención de tratarla como a una dama. Peor aún, ella no estaba segura de si lo que estaba sintiendo era decididamente añojo.

-Eres un enfermo -le dijo-. Absolutamente incivilizado, como un animal salvaje.

-¿Has oído eso Khan? La dama piensa que somos bárbaros. Tal vez quiera comprobarlo. -Sus ojos emanaron un brillo malintencionado al mirarla fijamente.

Bella cogió la fusta que estaba colgada en la clavija por fuera de la casilla de Ciara, y dio una estocada en dirección suya como si fuera una espada.

-Si crees que no usaré esto para golpearte, idiota, reconsidéralo.

Él era capaz de dominarla. Ambos lo sabían, sin embargo se controló, aunque no tanto como Bella pensaba. Podía llegar a caerle encima de una sola embestida.

Inclinó la cabeza, y luego se volvió a llevar la botella de coñac para beber otro trago. Canalla borracho. ¿Por qué no se parecía a los de su clase que se sentaban en las callejuelas esperando a que abriera la taberna para continuar con su vida desperdiciada?

En cambio tenía que ser moreno y espléndido, con esa capa de barba crecida en el mentón que contribuía a crear esa aura de peligro que irradiaba en oleadas de toda su persona.

Cuando él echó la cabeza hacia atrás, Bella aprovechó la oportunidad para absorber el tamaño completo de su cuerpo, la camisa que le ceñía el pecho bien marcado y realzaba los enormes brazos, la cintura sin un gramo de más... y los pantalones que se ceñían a sus caderas de la manera más perturbadora.

Él carraspeó para aclararse la garganta y ella se apresuró a alzar la vista. La estaba mirando con una ceja levantada y un gesto irónico dibujado en la comisura de la boca.

-¿Y te gusta lo que ves?

Bella rogaba que con la luz tenue no se diera cuenta de que sus mejillas estaban ardiendo.

-En lo más mínimo. De hecho, estaba pensando que pareces un interno de un asilo.

Hubo un instante de silencio, luego su risotada retumbó en las vigas del techo: su timbre seductor vibraba en los nervios de ella de manera turbadora.

Cuando su jocosidad cesó, con aquella media sonrisa desquiciante dibujada en el rostro le dijo:

-Eres la mujer más irritante que jamás tuve la desgracia de conocer. El tono de voz y su forma de mirarla le demostraron que no la odiaba del todo, lo cual a ella no debía importarle ni un bledo, pero sin embargo, sí... (aquella era una reacción absolutamente absurda)-. Piensas que soy un bruto arrogante, ¿verdad?

-Entre otras cosas. ¿Darte un baño es tu mayor experiencia?

-Ah, así que te gustan los caballeros bien acicalados. Con los cabellos bien peinados, una colonia con fragancia de mezcla exótica en vez de la de heno y polvo. Mis disculpas, "su alteza". -Simuló una reverencia burlona-. De haber sabido que se dignaba a visitarnos a nosotros los pobres desgraciados aquí en los suburbios bajos de su reino, hubiera vestido mis galas y contratado una orquesta.

-¡Deja de llamarme "su alteza"!

-Mis más sinceras disculpas. Ciertamente no es mi intención alterar su delicada estructura. ¿Tiene usted un nombre? ¿O es que nosotros los plebeyos sólo debemos hacerle una reverencia y llamarle "milady" en voz baja, con el mayor respeto?

-Bella -dijo entre dientes-. Me llamo Bella.

-Bella. -Del modo en que él pronunciaba su nombre sonaba como una caricia, antes de que agregara-. Un nombre de lo más inapropiado.

-¡Vete al infierno! -Giró sobre sus talones con necesidad de marcharse antes de hacer algo de lo que pudiera arrepentirse.

-Ahí va, huyendo de nuevo -la provocó-. Debo decir que estoy sorprendido, Khan. Pensé que ella tenía más carácter. Pero aguarda. Se está deteniendo. Ahora se está dando la vuelta. Creo que tiene intención de hacernos daño, amigo. ¿No es cierto, Lady Bella? ¿Planea azotarnos con su fusta hasta someternos?

Al menos diez réplicas distintas le vinieron a los labios, ninguna de ellas ni remotamente propias de una dama, y era lo que él hubiera esperado. Pero le respondió del mismo modo imperturbable.

-¿Y por qué estas tú aquí en los establos haciéndote el enfermo? ¿Temes salir a la luz? ¿Tal vez no sabes bailar? ¿O que no quieres que la gente te vea comer con la mano?

Eso funcionó. Él apretó la mandíbula y achicó los ojos.

-De veras eres una perra, ¿eh?

-Tanto como tú un bastardo. Bueno, ya que nos tiramos algunos dardos, me despido con un "buenas noches".

Se estaba volviendo cuando él reclamó:

-¿Y cuál es el verdadero motivo por el cual viniste hasta aquí?

Bella se propuso simplemente alejarse, pero cierto grado de enfermedad se apoderaba de ella cuando estaba cerca de leí hombre.

-Como ya lo sugerí con la manzana, quería ver cómo estaba tu caballo. Lo creas o no, no soy completamente carente de compasión. Mi único error fue asumir que no contaría con tu odiosa presencia.

-Supongo que debería sentirme herido porque no deseas mi compañía.

-Estoy segura de que lo prefieres así.

-No tienes ni idea de lo que yo prefiero.

Bella se preguntaba en qué punto de su atrofiada evolución este hombre se había dedicado a ser tan imbécil.

-Bien, déjame decirte que te quedes tranquilo porque no tengo intención de amarrarme en nudos gordianos tratando de descubrir el complicado misterio que presentas. Sospecho que se trata de una hazaña que ni un milagro podría convertir en realidad.

-Eres soltera, ¿verdad? ¿No puedes encontrar a un hombre que disfrute de ser flagelado en vida por la gracia de tu espada?

-No puedo encontrar a un hombre con el suficiente intelecto para mantenerme interesada.

-Con un nombre como Bella, uno podría preguntarse dónde yacen tus intereses. -Le dirigió una mirada penetrante al canesú del vestido. Osado. -¿Puedo preguntarte de dónde sacaste ese nombre?

-De la forma más común: de mis padres. Más específicamente, de mi madre, que rara vez se doblega ante el conformismo. Le echa la culpa a su herencia francesa. Cuando nací, dijo que nunca había sentido tanta dicha. Ademas mi nombre Es isabella, pero prefiero que me llamen bella.

-Ah, eso explica tu irracionalidad. Eres parte francesa.

-¿Y de qué tribu nómada vienes tú? -Detestaba considerarlo, pero en realidad ella hasta estaba empezando a disfrutar de discutir con el irritante cretino.

-De la Madre Inglaterra, creo. ¿Es que no se me nota en el tono culto?

Bella tenía una respuesta espléndida en la punta de la lengua, pero de repente, él se apartó del poste en el que estaba apoyado y acortó la distancia que había entre ellos.

La fusta descansaba sobre la pierna de ella. Él se la quitó, la arrojó detrás y se encumbró. Eso debía atemorizarla, sin embargo ella sentía más curiosidad que otra cosa.

-¿No hay más sarcasmo? -le dijo él con tono provocador, con un calor que emanaba de su cuerpo como si llevara los mismos rayos del sol debajo de la piel.

Ella le recorrió con la vista el ancho de los hombros, el oídlo ancho y fibroso, la mandíbula prominente y áspera hasta llegar a los ojos que la pusieron sobre aviso, aunque al mismo tiempo la retaban a que intentara algo.

-¿Qué es lo que quieres de mí?-murmuró. Por el modo en que él la miraba, ella ya debería saberlo.

-¿Y esos imbéciles pretenciosos de allá adentro encontraron tu atuendo de su agrado, o lo poco que hay de él? ¿Te adularon cual manojo de idiotas babosos? ¿O los eludiste con un gesto de tu mano real?

Bella le estudiaba la boca mientras hablaba. Era tan firme y carnosa, tan capaz de esbozar la más irresistible de las sonrisas... eso cuando decidiera darle el simple uso que le daba el resto de los mortales. ¿Cómo se sentiría aquella boca en contacto con la suya?

-Debiste estar ahí para saberlo -respondió ella, casi sin aire en a voz, en un tono que no le había aparecido antes.

El aliento cálido le sopló la mejilla cuando él se inclinó.

-¿Olvidas que me gusta vagar por sitios oscuros?

Bella se humedeció los labios repentinamente resecos.

-Me pregunto por qué será.

-Nunca se sabe lo que uno puede descubrir. Me estoy dando cuenta de que la paciencia quizás sea una virtud. Tal vez la única que tengo por el momento.

-¿Quién eres?

-¿Quién quieres que sea? - Preguntó al tiempo que le hundía la cabeza en la garganta e inhalaba despacio haciéndole cosquillas en la mejilla con el cabello sedoso-. Flores y frutas. Rosas, naranja, una pizca de vainilla. Y calor. ¿Por qué estás tan acalorada? -Se lo preguntó en un susurro ronco que a ella la dejo perturbada.

-Porque aquí hace mucho calor.

-No es cierto. De hecho, la brisa que llega del mar es fresca.

Lo único que Bella sentía era a él cercándola sin haberle puesto un dedo encima:

-¿Y tu nombre? ¿Cuál es?

-¿Si te lo digo me dejarás besarte?

-No.

-Entonces te besaré de todos modos.

-¿Por qué? Yo no te gusto.

-Tienes razón. -La atrajo ruborizada contra el pecho rígido-. Y ahora me veo forzado a comprobarlo. -Le posó los labios en los suyos aniquilando cualquier otro pensamiento que no fuera lo que él le estaba haciendo en ese momento.

Según su inexperiencia, aquel beso no era suave ni tierno, sino más bien rudo, castigador y eléctrico; la obligaba tanto a continuar como a apartarse. Ella movía las manos a ambos lados del cuerpo de manera inquieta, buscando desesperadamente tocar algo que no fuese él. Pero él estaba en todas partes.

No alcanzaba a comprender qué incitaba a este hombre, o a ella, a permitirle tomarse esas libertades: la lengua jugueteaba con la de ella, las manos grandes la acariciaban lentamente los costados del cuerpo hasta posarse en la protuberancia de sus senos, deslizando los pulgares por debajo mientras que con el muslo se insinuaba entre las piernas de ella.

Bella se sintió arder. Las cosas que le hacía con la boca, la exquisita presión que ejercía sobre la suya, le arrancaba suaves gemidos desde lo más profundo de la garganta. Se sentía rara, como una extraña en su propio cuerpo.

No estaba en ella negar sus pasiones. Ya había besado a hombres antes, de hecho, a unos cuantos. Aunque ninguno de esos besos se comparaba con éste. El hombre era un demonio arrogante e indignante, pero tenía una boca de lo más deliciosa y pecaminosa.

Hasta que no sintió la brisa fresca en los pezones, Bella no se dio cuenta de que él le había corrido la escasa tela que le cubría los senos. Una punzante sacudida de deseo trepó hasta su corazón cuando él le acarició los pezones endurecidos con los dedos. La realidad se le encendió en la piel como un fuego abrasador.

Arrancó la boca de la suya y lo empujó del pecho.

-¿No?

Con un brillo apasionado en los ojos, él la miró con un destello de hielo en lo más profundo de la mirada.

-Por favor, no me digas que te vas a hacer la doncella indignada. ¡Qué táctica tan aburrida!

-No, milord; es mucho más simple que eso. No te deseo.

El apretó la mandíbula:

-Está en celo, milady. Igual que su yegua. Me complacería solucionarle el problema, pero no si sigue con la idea de jugar. -Volvió a acariciarle los pezones con los pulgares y el placer le llegó en forma de espiral hasta los dedos de los pies. Estaba jugando con ella, asegurándose una victoria, de una forma











Çotra.

-Quizás esté en celo -le respondió con tanta calma como le permitió el corazón alborotado, al tiempo que tiró bruscamente el canesú-, pero tú no eres el semental adecuado.

Los ojos de él destellaron furia.

-Supongo que nunca lo sabrás, ¿verdad? -Retrocedió un paso y le rindió una reverencia burlona-. Quizás sería mejor que tuvieras en cuenta tus propias palabras y no parecieras tan en celo. -Extrajo un cigarro del bolsillo y lo encendió, mientras la observaba a través de un delgado velo de humo y agregó-: Nunca se sabe quién pueda hacerte el favor.

Sus palabras groseras le calaron hondo en los huesos.

-Aléjate de mí. ¿Has escuchado? No vuelvas a acercarte, quienquiera que seas.

-Ah, es cierto. No sabes quién soy, ¿verdad? Bien, déjame










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PROXIMA ACTUALIZACION: EL VIERNES

 


8 comentarios:

lorenita dijo...

buena historia, sigue así!! ya quiero leer el siguiente capítulo!!!

Unknown dijo...

aqui de nuevo!!!

poniendome al día! Dios este Edward es desesperante!! jajaja y Bella esta bien que no se deje intimidar por él aunque si estuviera enfrente de Edward quien sabe que no haría de seguro el pobre tendría que correr de mi para no violarlo jajaja

Saludos bonito blog!!! me encantó el iconito de Homero jajjaajaj XD

nydia dijo...

OMG pero que osado es Edward y bien que ella lo ponga en su sitio...Me encanta mi niña sigue asi..Besos...

nany dijo...

hola disculpa pero no habia podido dejar comentario pero me super encanto este ed me encanta

lorenita dijo...

en serio, tienes mucha creatividad e inspiración..buenisima historia y muy apasionada.....

vyda dijo...

Haaaa!!! ya quiero que sea Viernes para leer el siguiente, buenisima historia, nos leemos, un beso...

Cammy dijo...

:O esta buenisimooooo!!

Ana dijo...

Buffff, ha subido la temperatura... Vaya par... Gracias

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina