Capítulo 3
Una vez que estuvo lo suficientemente alejada de la taberna, Bella tiró de las riendas para que Clover dejara de galopar, aunque no eran los matones de James quienes le preocupaban, sino el extraño cuyo beso casi la había derretido.
Las cosas que la lengua de él había hecho, qué boca tan suave aunque exigente contra la de ella, qué cuerpo tan duro y caliente... Nunca había imaginado que pudiese ser así, como un narcótico, algo que le embotara la mente, haciéndole olvidar la racionalidad. De lo contrario, jamás hubiera accedido a besarlo.