DIECISÉIS
En algún rincón del pecho se vuelve a quemar el último cartucho, Y un pulso perdido de sentimiento vuelve a latir.
Matthew Arnold
Bella no lograba sostener la respiración, con la mirada remachada en aquellos penetrantes ojos verdes como el mar de medianoche que ella acababa de pintar.
-¿Sorprendida? -murmuró Edward, con aquella voz profunda y resonante que la hizo estremecer.
Ella se liberó del traidor escalofrío provocado por su aparición inesperada y recobró el temple. Este hombre la había utilizado. No tenía derecho a aparecer de repente en su puerta como si no hubiese hecho algo malo, especialmente con aspecto tan calmado y fascinante.