Capitulo 4
Isabella
Lo
malo de que James me despidiera —aparte de los evidentes problemas que
provocaba de pérdida de ingresos, humillación y una posible inanición— era que
se trataba del único lugar dónde se podía comprar alimentos en Dennville.
Normalmente no me importaría recorrer a pie los casi diez kilómetros que nos
separaban de Evansly, pero hoy caían chuzos de punta y no tenía ganas de
mojarme. Así que me tragué el orgullo y entré en la tienda. James era un
capullo, pero no le hacía ascos a mi dinero. Sin embargo, por suerte, era su
hermana Jane la que estaba detrás del mostrador. Sí, la hermana de James se
llamaba Jane, era evidente que la familia poseía una genética un tanto
especial. Jane tenía la cara hundida entre las páginas de un ejemplar de In
Touch y ni siquiera levantó la vista cuando entré. Dejé escapar un suspiro
de alivio. Atravesé la tienda dejando caer los artículos que necesitaba en la
cesta. James no vendía fruta o verdura, ni siquiera en conserva. Marlo y yo
habíamos plantado un pequeño huerto en el extremo más alejado del remolque y allí
cultivábamos tomates, judías verdes, sandías y patatas. En el verano, comíamos
durante semanas casi exclusivamente lo que producía ese pequeño trozo de
tierra. La mayoría de la gente que vivía en las montañas tenía su propio huerto
y, a veces, intercambiaba parte de la cosecha. Era una buena forma de ahorrar
dinero… y también la manera de evitar el escorbuto, algo que padecían con
frecuencia las personas que solo comían el poco variado surtido alimenticio de James’s.