Capítulo 10
La casa aprisionaba a Edward como una tumba. Las cuatro paredes parecían cernirse sobre él mientras permanecía de pie en medio de la biblioteca. Rodeado por el olor de cuero antiguo y en desuso, trataba de no pensar en el continuo aumento de la agitación que le provocaba una insufrible muchachita de temperamento explosivo y sonrisa más radiante que el sol.