Llegaron a casa bien
entrada la mañana. Al final, el padre de Isabella no tenía el esternón
fracturado, solo una contusión grave: buenas noticias. Seth sí que tenía una
fractura costal, pero el TAC no había revelado nada grave en la cabeza, y la
laceración del cuero cabelludo no había causado daños en el hueso. Cuando
llegaron a la casa de los Swan, todos ayudaron a acomodar a Charlie y a Seth
antes de irse a sus propias Camas.
—Anoche fuiste mi
héroe, ¿lo sabes? —dijo Isabella, medio dormida junto a Edward en su estrecha Cama.
Incluso exhausta estaba preciosa, y la luz de la mañana daba vida a los tonos
rojos de su cabellera.
Edward sacudió la
cabeza. Nunca se había sentido cómodo con aquella denominación. Héroe. Porque siempre
se preguntaba si había hecho lo suficiente, si sus acciones habían bastado. Los
héroes eran valientes e intrépidos, cualidades que no describían su lamentable
estado de ansiedad constante. Se conocía a sí mismo y sabía la verdad.
—Yo solo... Solo hice
mi trabajo. Es a lo que me dedico.