Capítulo 2
Isabella
—No
creo que esta sea una buena idea —le digo a Jacob, sacando mis cajas de leche
apiladas de la parte trasera de su auto—. Me siento como una vividora.
Mi
novio muestra esa peculiar inclinación de sus labios donde solo ves el lado
izquierdo de sus dientes.
—Entonces,
¿qué vas a hacer? —Me mira, deslizando mi mesa de dibujo plegable hacia él y
levantándola—. ¿Quedarte en casa de tus padres?
Sus
ojos azules están entrecerrados, probablemente por la falta de sueño, mientras
ambos caminamos y colocamos nuestras cosas en los escalones del porche de la
casa de Edward Masen.
Nuestro
nuevo hogar.