Capítulo 11
Ahora se desliza el silencioso meteoro, y deja
Un surco brillante, como tus pensamientos en mí.
Aifred, Lord Tennyson
Un escalofrío recorrió la piel de Bella al oír las palabras de Edward, aun cuando se dijo que no debía tomárselas demasiado en serio. Sólo porque ella hubiera hecho esa concesión, eso no significaba que nada fuera a cambiar entre ellos. Siempre quedaría el hecho de que Edward había elegido a Victoria, no a ella, y eso era algo que Bella no podía olvidar. No se trataba del acto físico del amor, aunque la imagen de Edward desnudo, echado junto a Victoria y haciéndole a ella lo que en una ocasión le había hecho a Bella, era casi insoportable. No, se trataba del amor que tenía que haber residido en su corazón para pedirle a Victoria que fuera su esposa. Quizá ya había olvidado a Victoria. Afirmaba que nunca la había amado.