Capítulo 6
Lo
siguiente que supe fue que algo ruidoso y estridente sonaba en mis oídos.
—¿Qué...? —Me di la
vuelta en la cama y me cubrí la cabeza con una almohada—. Haz que
se detenga.
—Oye, enano,
despierta. —De repente la almohada fue arrancada de mi cabeza y alguien quitó
las sábanas y mantas de mi yo tembloroso.
—¡Oye! —Me senté en
la cama y lo miré—. Devuélvemelos.
—Bien. —Cullen arrojó el bulto de la ropa de cama sobre mi cabeza—. Vuelve a dormir
y gana diez lametazos por faltar al desayuno. A ver si me importa.
Eso hizo
que me levantara de inmediato.
—¿Qué hora
es?
—Casi seis y
media. Tienes tiempo suficiente para una ducha rápida. —Él arqueó
una ceja—. Si quieres una, claro está.