Fue un día hermoso a pesar del humor sombrío. Los pájaros piaban, el
sol se veía brillante, y realmente me las arreglé para dormir. Pero esta no era
la habitual hermosa mañana de primavera en Boston. Hoy, mi madre tendría que
enterrar a un marido por segunda vez en su vida, y Edward tendría que enterrar
a su padre.
No me di cuenta, hasta
que Kate me dijo que se iba la noche anterior, de cuánta ansiedad me causaba su
presencia. Incluso cuando tendría que enfrentarme a Edward otra vez, hoy no se
sentía ni la mitad de horrible que ayer.
Cuando entré en la habitación de mi madre, se hallaba sentada
en su cama sosteniendo una fotografía de Charlie y ella en el día de su boda.
Vestía un simple traje blanco para su ceremonia en el Boston City Hall.
Parecían realmente felices juntos entonces.
—Tenía muchos demonios, pero me amaba —dijo ella—. Esa era
probablemente la única cosa de la que me sentía segura cuando se trataba de él.