Capítulo 8
Un silencio ensordecedor se ciñó sobre ellas cuando la puerta se cerró con un chasquido.
Bella se acomodó sobre el montículo de cojines que Edward le había colocado tras la espalda e intentó pensar en algo para decirle al ama de llaves.
Sospechaba que Caroline se encargaba de algo más que simplemente del orden de la casa de Edward; había visto antes esa luz de posesión en los ojos de una mujer. Conocía los signos del amor.