Capítulo 8
Me di la vuelta para
ver que Alec tenía mis brazos en un abrazo aparentemente irrompible.
—¡Déjame ir! —Traté de
empujarle, pero se movió fuera de alcance, riéndose a carcajadas, como si mi
lucha fuera muy divertida para él.
—Demetri dijo que
podrías tratar de esta manera —dijo, sonriendo—. Supongo que tenía razón, no
vas a alejarte de mí otra vez, enano.
—¡Déjame ir! —exigí
otra vez, luchando. Pero era como luchar contra una roca.
Alec obviamente no era
el más astuto de por aquí, pero era tan fuerte como un toro e igual de terco.
A pesar de que no había
esperanza, no dejé de luchar. No iba a pararme ahí pasivamente y dejar que me
agarrara hasta que Demetri llegara. Tengo que salir de aquí antes de
que aparezca, me dije mientras luchaba desesperadamente en las carnosas
garras de Alec. Tengo que...