Isabella
Nuestro picnic improvisado llegó a su fin poco después de que Vanessa se quedara dormida. La pobre empezó a sudar con el leve calor, por lo que la llevamos a casa para terminar su siesta en la comodidad de su propia cama.
Dejé a Edward hacer lo que fuera que hacía por las tardes, y subí a ducharme y cambiarme para ir a trabajar. Decidí comodidad sobre clase y me puse una camiseta negra llana sobre mis pantalones de mezclilla, terminando con zapatos negros que serían claramente mi muerte, es decir, si no podía aprender a caminar en ellos.
¡Era como caminar sobre zancos, por el amor de Dios!