Sentir
lujuria por el vecino-demasiado-joven-caliente-al-tacto sobrino de su vecina al
cortar el césped en el caliente sol era algo, y algo malo para su brillante
reputación. Pero encontrarlo en la tienda de sexo donde ella hace su
adquisición de gratificación artificial para aliviar su insinuada molestia
sexual en primer lugar es algo muy diferente y las forzosas reglas puritanas de
treinta-y–cuatro años de Bella Swan la hicieron salir volando con la cara roja por las puertas del
Curious Coition pagándole con la mercancía en la mano.
Ya que él
estará en casa de su tía durante unos días, de veinticuatro años de edad, Edward
Cullen quiere hacer las cosas de buena vecindad y devolver el huérfano juguete
sexual a su legítima propietaria. Sólo que en este caso el legítimo propietario
es la misma mujer que quiere en su cama, su corazón y su vida.
Él no
está por encima de sujetar la herramienta de placer por encima de él y
amenazando a su buena reputación en un intento de mostrarle la realidad con él,
no importa su edad.