Capítulo 6
Isabella
se había quedado sin palabras. A lo largo de las horas que había estado con él
se había imaginado que sería un compañero de cama atento, pero nada la había
preparado para lo bien que se anticipó a sus necesidades (a veces antes que
ella misma) y cómo se aseguró de satisfacer todas y cada una de ellas. Ser el
centro de tanto esfuerzo y dedicación era algo embriagador. Estaba abrumada.
Y tenerlo en su interior había sido increíble. Era el
hombre mejor dotado con el que había estado. ¡Virgen santa! El placer que
recibió al sentirse completamente llena hizo que el sexo fuera fantástico. La
forma que tenía de moverse, de girar las caderas, cómo sus manos se apoderaron de
su cuerpo, los dulces besos que le dio por todas partes… Todo ello parecía
salirle de manera natural. Con razón había tenido un segundo orgasmo. Nunca
había podido correrse tan rápido después de haber tenido otro clímax. Pero Edward
lo había conseguido con su cuerpo, con palabras, con la desesperación con la
que le dijo que se uniera a él.
Y sobre todo hizo que se sintiera deseada, guapa, atractiva,
logrando que se desinhibiera por completo.
Le acarició la espalda con los dedos, allí donde se había
derrumbado encima de ella. Después se movió un poco y giró la cabeza para darle
un beso en la mejilla sin afeitar.
Él levantó la cabeza, sonrió y la besó varias veces en los
labios con suavidad.
—¿Estás bien?
Ahora fue ella la que esbozó una sonrisa.