Capítulo 9
Yo que amé y a ti que te complació,
¿Quieres que empecemos a pelear?
Anónimo
—Ah, Hastings, buenas noches. —Edward esquivó a su mayordomo, que lo miró con la boca abierta como si fuera un extraño sin cabeza aguardando a que le dieran paso en un palacio de oro en lugar de su jefe entrando en su propia casa—.
Todavía estamos haciendo guardia, ¿no? —Por supuesto, excelencia —respondió Hastings, obviamente recuperada la compostura y mostrando toda su desaprobación—. Un mayordomo no puede ponerse cómodo hasta que se haya ocupado de su señor. Edward hizo entrar en el vestíbulo a una reacia Bella, a la que de repente parecía haberle crecido plomo en los pies. ¿O debería pensar en ella como Meg, la engañosa y bella moza de taberna? Ninguna de las dos parecía dar alivio a sus doloridas ingles. ¿Dónde se había metido su temeraria Bella? ¿La mujer que había sido lo bastante valiente como para meterse entre asesinos y ladrones para cumplir con una trama descabellada que pretendía meter en cintura a los hombres de Londres? Lady Escrúpulos era un apodo muy atinado aunque él se había equivocado por completo al pensar que era una mujer amargada a la que habían rechazado todos los hombres que la habían conocido, A Bella no la rechazaría ningún hombre que estuviera en su sano juicio.