Capítulo 4
Nunca toqué el suelo. Alguien me agarró y lo
siguiente que supe fue que estaba siendo colgada de un ancho hombro y llevada como
un saco de grano fuera del baño y por el pasillo.
—¡Oye, bájame! —Golpeé
débilmente en la ancha espalda de Cullen a pesar de que el movimiento me hizo
sentir como si estuviera a punto de vomitar.
—Tómalo con calma,
renacuajo. Estamos casi en la habitación. —Retumbó su voz profunda a través de
mí mientras hablaba.
Quise protestar un poco
más, pero el mundo empezó a girar otra vez en ese punto. Cerré mis ojos y quedé
inerte en su hombro. No parecía haber nada más que pudiera hacer. Cuando
volvimos a la habitación me puso en mi cama con sorprendente delicadeza y se
fue. Me preguntaba dónde había ido cuando volvió y puso algo frío y mojado en
mi punzante mejilla. Gemí y traté de empujarlo, pero apartó mi mano.
—No te muevas, eres un
desastre. —Empujó una pajilla a mis labios—. Toma, bebe esto.
No quería nada de beber,
pero tomé un pequeño sorbo para apaciguarlo. Algo frío, dulce y burbujeante
corrió por mi garganta, haciéndome toser y jadear. La pajilla fue abruptamente
retirada.