domingo, 3 de abril de 2011

CAPIUTLO VI LOS BUSCADORES DEL PLACER

SEIS

Yacía magno y magníficamente derrotado, olvidado de su hidalguía

Homer

 
Edward estaba parado bajo la penumbra del porche dórico semicircular, pensando en lo que había aceptado la noche anterior. Había descendido hasta las últimas profundidades de la desgracia y le había vendido a Tanya lo poco que le quedaba de alma.

Después de haberla hecho alcanzar tres orgasmos, ella se había quedado dormida... en su condenada cama. Llevarla de nuevo a su dormitorio hubiera significado correr el riesgo de despertarla y tener que complacerla nuevamente, así que se había puesto la camisa y había subido al tejado. Un pasillo atravesaba todo el largo de la casa y se podía ver el cielo desde cualquier ángulo.

CAPITULO IV DE NATA MONTADAS Y ESPOSAS

CAPÍTULO CUATRO

Edward se despertó cuando ella se movió arrojándose sobre su vientre. Echando un vistazo al reloj, vio que pronto amanecería. Es el momento de irse, se dijo. Balanceó sus piernas sobre el borde de la cama.

Ella era tan bonita, pensó, sintiendo como le daba un vuelco al corazón. Dios, ¿Desde cuánto la había amado? Desde siempre. Ella y su familia se habían mudado a la casa de enfrente cuando era solamente tenia seis años, y él solo era unos meses mayor. Él se había quedado parado en la casa de sus padres cuando el coche se detuvo, con la esperanza de que fuera algún muchacho o alguien con quien jugar a la pelota o al escondite.

Sin embargo, había tropezado, se había caído en frente de ella, cuando salió del automóvil y acabo tendido allí en el suelo, sobre su estómago con sus vaqueros sucios y camiseta - mirando fijamente a la pequeña niña que estaba delante de él y que se parecía a un ángel. Entonces había tenido el pelo castallo con destellos rojisos, y había escuchado alguien llamarla fresita. La había molestado que la llamaran Fresita- aunque su pelo había empezado a aclararse  un año más tarde, hasta que este se hizo más fuerte, y ahora los tenia como si el chocolate espeso.
Fresita, la había llamado. Su pequeña y dulce fresa era cómo había pensado en ella durante todos estos años.

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina