SEIS
Yacía magno y magníficamente derrotado, olvidado de su hidalguía
Homer
Edward estaba parado bajo la penumbra del porche dórico semicircular, pensando en lo que había aceptado la noche anterior. Había descendido hasta las últimas profundidades de la desgracia y le había vendido a Tanya lo poco que le quedaba de alma.
Después de haberla hecho alcanzar tres orgasmos, ella se había quedado dormida... en su condenada cama. Llevarla de nuevo a su dormitorio hubiera significado correr el riesgo de despertarla y tener que complacerla nuevamente, así que se había puesto la camisa y había subido al tejado. Un pasillo atravesaba todo el largo de la casa y se podía ver el cielo desde cualquier ángulo.