La historia no es mía es una adaptación
Los personajes son propiedad de Stephanie Meyer
CAPITULO 4
El lunes por la tarde, Rosalie se pasó una
buena media hora sentada en el porche de Edward, coqueteando con él sobre
sodas. Admitiré que los observé, pero no porque estuviese espiando a Edward.
Simplemente encontré divertido ver a Rosalie fallar miserablemente sus intentos
de enganchar al chico ardiente —y, no obstante, espeluznante— del otro lado de
la calle.
Edward parecía disfrutar de su compañía lo
suficiente, pero no actuaba con ella de la misma forma en la que lo hacía
conmigo. Hablaba, sonreía, reía, pero no la tocaba o retenía. De hecho, desde
donde yo lo veía casi parecía una persona normal. Casi.
Justo cuando consideraba la posibilidad de
que tal vez había reaccionado exageradamente a él, Rosalie fue raptada por un
grupo de sus amigas. Me di cuenta de que invitó a Edward a unírseles, pero él
alzó la vista hacia la ventana de mi habitación y luego la rechazó. Saludó
mientras el coche en el que Rosalie había saltado se iba, y al segundo de estar
fuera de vista se dirigió hacia mi casa.