miércoles, 2 de noviembre de 2011

La Llamada de un Amante


la historia pertenece a  CLAIRE  THOMPSON los personajes a Stephenie Meyer
ARGUMENTO:

Una bibliotecaria de día, y de noche Bella vende sexo telefónico, atormenta a los hombres hasta el orgasmo a través del teléfono. Su mundo se vuelve patas arriba por una llamada telefónica que cambiará su vida.
Edward Cullen, llamó a la línea de sexo por una broma,  y se siente cautivado por la voz sensual. Con un dominio natural él la empuja más allá que a una simple conversación sexual, despojando a que la mujer de verdad se desnude con su oscura y sensual percepción.
Edward instruye a Bella sobre el romance erótico de la sumisión. Finalmente, ella se enfrenta a la última prueba para satisfacer a su amante telefónico y experimenta de primera mano su promesa erótica.

CAPÍTULO 01
El teléfono sonó. Había unos tres segundos de pausa hasta que el servicio conectara la llamada a través de ella.
―Hola. Soy Velvet. Estoy aquí para tu placer. ¿Qué puedo hacer para ti esta noche?
El servicio ya habría esclarecido el nombre, tomado la información de su tarjeta de crédito y comenzado a computar el tiempo. El servicio transmitía la llamada a Rachel o a una de las otras diosas del sexo telefónico, que trabajaron desde sus casas. Un hombre en el otro extremo de la línea se aclaró la garganta nerviosamente y dijo:
―Uh, hola Velvet. Soy Mike.
―Mike ―ella ronroneó ―Qué nombre potente. ¡Y tu voz! ¡Suenas tan sexy! Estoy tan caliente sólo de oír tu voz, Mike.
―Uh, ¿qué llevas puesto? ―Bella miró hacia abajo a sí misma antes de reclinarse en su silla, un gran sillón reclinable de cuero rojo que ella había comprado por una suma absurda, una de sus extravagancias.
Bella vivía una emocionante vida sensual. Su encanto carismático reducía a los hombres como masilla en sus manos. Una mirada ardiente hacia el hombre de su elección era suficiente para hacerlo caer de rodillas, pidiendo hacer el amor con ella, para disfrutar de su sensualidad, ocupando incluso un pequeño pedazo de su corazón... al menos en sus fantasías.
En la vida real, Bella era una chica sensible, cuya modestia era genuina y bordeaba con la inseguridad. Ella había elegido la carrera de bibliotecaria precisamente para evitar situaciones en las cuales las miradas ardientes podrían meterla en problemas. Su modesto apartamento reflejaba su sobriedad, una sencilla entrada para el mundo, con su practicidad, un desagradable comedor con mesa y  sillas, un sofá de segunda mano y baratos portarretratos. Su dormitorio contenía una vieja cómoda y una cama de tamaño extra-grande con un apelmazado pero utilizable colchón y estanterías desde el piso hasta el techo en contra de cada pedacito de pared disponible. Los estantes estaban llenos a rebosar de libros, todos y cada uno muy hojeados, sus lomos agrietados y las esquinas de las páginas arrugadas donde ella había doblado las puntas.
Bella no se daba cuenta o no se preocupaba de que su entorno sea humilde y sin adornos. Mientras ella tuviera sus libros, podría deslizarse a un mundo secreto, moldeándose a sí misma como la heroína en las historias románticas de aventura histórica que especialmente le gustaban. Después de un monótono día deslizándose silenciosamente a través de los archivos y estantes de la biblioteca universitaria en la que trabajaba, Bella se dejaba caer en su precioso sillón de cuero rojo, dejándose envolver en la ligera comodidad cuando ella rápidamente se perdía entre los príncipes y los bribones, los castillos y las cuevas.
―¡Estoy tan complacida con tu pregunta, Mike, porque acabo de comprar este nuevo traje sexy y tu eres la primera persona por la que lo estoy modelando ―Bella miró hacia abajo a su gris camiseta arrugada sobre los andrajosos pantalones cortos de tenis ―Me encanta la forma en que él hace lucir a mis grandes tetas, Mike. Es un negligé negro, pero es minúsculo, un poquito apretado,  ¿sabes? Mis pezones están duros ahora, porque tú estás en el teléfono. Ah, y Mike… ―ella bajó su voz incluso más seductoramente ―olvidé mis bragas. ¡Soy una chica muy traviesa! Alguien realmente debería golpear mi culo desnudo, a carne viva ¿Lo harías por mí, Mike?
―Oh sí, nena ―respondió Mike, un poco sin aliento. Hizo una pausa, esperando para ver qué tipo de personalidad podría apagarlo a Mike. Finalmente él dijo: ―¿Sin bragas? ―Claramente él quería que ella continúe hablando. A veces a ellos les gustaba hablar, para describir en detalle lo que querían hacer con ella, pero la mayoría de las veces ellos querían oír su voz. Ellos necesitaban a alguien animado en el otro extremo del teléfono, acariciando sus frágiles egos y diciendo cosas sexys mientras se bombeaban sus pollas, con la esperanza de un breve momento de placer, unos pocos minutos en los que no se sentían tan solos.
Estaba feliz de complacer. No creía que los hombres sean repugnantes, en realidad no. Ella más bien sentía compasión por ellos. Sabía lo que era sentirse solo. Bella no era una mujer fea, de hecho tenía una cara dulce y una figura agradable. Pero de alguna manera la vida parecía haber pasado por ella.
El título de biblioteconomía que recibió de una pequeña universidad le permitió conseguir un trabajo decente en una gran universidad. Le gustaba su trabajo. Era tranquilo y poco exigente. Le encantaba manejar los libros, especialmente los viejos tomos poco frecuentes con su fino, delgado papel, a veces con bordes dorados de oro.
El trabajo sólo llegaba hasta aquí en la satisfacción de una mujer joven y solitaria de veintiséis años. Una noche tranquila mientras examinaba atentamente un catálogo de novelas románticas históricas, tratando de decidir entre «Yvette enamorada» o «Los diarios secretos de una cortesana francesa», se topó con un anuncio en busca de mujeres con «voces sexys». El anuncio afirmaba que había mucho dinero para hacer un trabajo desde-casa que sólo requería un teléfono. Sintiéndose audaz, decidió hacerles una llamada.
Bella no estaba segura de si su voz se calificaba como «sexy», pero varias personas en los últimos años le habían dicho que sonaba como Lauren Bacall en las viejas películas de Humphrey Bogart. Ella había alquilado algunas de esas películas antiguas y se sintió muy complacida de ser comparada con la bella estrella de cine, aunque ella creía que la voz era en todo lo que llegaba.
Su interlocutor estaba haciendo sonidos de gruñidos en el otro extremo del teléfono y Bella reaccionó automáticamente, diciéndole qué tan caliente él sonaba y lo grande que ella sabía que estaba su pene.
―Oh amor, sí ―ella murmuró, y añadiendo sus propios gritos de fingido placer a sus gruñidos.
Se movió a través de la serie de llamadas, su mente apenas en su trabajo hasta que la medianoche finalmente llegó. Estirándose, suspiró en la habitación vacía. Tendría su taza de té de hierbas, leería algunos capítulos de su novela y se quedaría dormida. Sólo otra serie de noches solitarias.
Hasta la noche que él llamó.
―Hola, Velvet, ¿cómo estás esta noche? ―Había algo en su voz que le llamó la atención. Era resonante, sexy, pero no estridente. Había un timbre en ella, una cualidad que ella no podía definir bien, pero que definitivamente la hizo sentarse y escuchar.
―Estoy bien, gracias. Y estoy aquí para tu placer. ¿Qué puedo hacer para ti esta noche? ―Era un buen plus que le gustara la voz del cliente, pero éste seguía siendo su trabajo y ella debía ponerse al mismo.
―¿Qué puedes hacer por mí? Puedes hablarme, Velvet. Sólo quiero oírte hablar. Me gusta tu voz. Es como caramelo derretido. Es como caliente, húmedo sexo.
―Oh ―Bella estaba desconcertada, pero secretamente complacida. Era raro que los hombres que usaban este servicio, dijeran algo más personal que: ―Sí, cariño. Eso es, dime más.
Comenzó su argumento habitual:
―Estoy usando este hermoso negligé. Negro y transparente. Mis pezones están muy duros por ti. Estoy mojada para ti.
Él la dejó ir por un momento sin responder. Bella estaba acostumbrada a escuchar algo en el otro extremo, por lo general el sonido de la respiración del hombre cada vez más pesada y más rápida mientras él mismo se bombeaba hasta el orgasmo, usando la voz de ella y sus palabras que lo llevaban hasta allí. Con el tiempo se comenzó a poner nerviosa, de pronto ni siquiera estaba segura de que él todavía estuviera en la línea.
―Um ―hizo una pausa y preguntó: ―Disculpe, ¿usted todavía está allí?
Una risa suave, aunque no desagradable ―Estoy aquí. Sólo escuchando tu hermosa voz. No las palabras tontas. Perdóname pero ese tipo de parloteo simplemente no funciona para mí. Sin ánimo de ofender, estoy seguro que eres muy buena en lo que haces.
Bella se sintió ofendida. Si él no estaba en este tipo de cosas, ¿por qué había llamado a una línea de sexo telefónico? ¿Cuál era el problema de este tipo? Ella empezó a replicar, para defender su «habilidad», pero él la interrumpió con suavidad.
―Por favor, perdóname. No era mi intención herirte. Sólo llamé al servicio por curiosidad, sin esperar escuchar esa voz hermosa en el otro extremo. Me cautivaste. Me agarraste con la guardia baja.
Pero fue ella la que había sido sorprendida con la guardia baja. Esto nunca había ocurrido, no en todos los meses que había estado bromeando con los hombres en el teléfono de pago. Este hombre parecía querer algo de ella. Algo distinto a un verbal sexo oral.
―Uh, lo siento ―dijo ella, su voz registrando su confusión ―Realmente no sé qué es lo que quieres.
―Supongo que me gustaría hablar contigo. Para hablar contigo. Realmente me gustaría saber tu nombre. Tu nombre real. No ese tonto nombre asignado para diosa sexual. Quiero algo más que una voz sin cuerpo en el otro extremo del teléfono. Me encantaría un nombre real que vaya con esa voz. Mi nombre es Edward.
Bella se sintió sonrojarse. Tomó un trago de agua del vaso junto a ella. Este hombre estaba tratando de experimentar con su cabeza. Él no quería sexo, quería acosarla.
―Lo siento. Usted debe estar confundido, señor. Esta es una línea 900. No es una línea de chat. Adiós. ―Colgó e inmediatamente se arrepintió. ¡Él había sonado tan sexy! ¿Por qué había reaccionado tan rápidamente, colgándole sólo porque le había preguntado su nombre?
Ella no tuvo tiempo de pensar en ello porque el teléfono sonó de nuevo. Tres rings y, a continuación:
―Hola, soy Velvet. ¿Qué puedo hacer por ti?
―Estamos desconectados.
¡Era él! Edward. A pesar de que sólo había dicho unas pocas palabras, no había duda. La voz era tan sexy y al mando como siempre. Pero ¿cómo podría haber dado con ella otra vez? La asignación era al azar, con desvíos de llamadas desde el servicio a quien estaba libre. No estaba segura de exactamente cuántas otras mujeres estaban en la nómina, pero estaba razonablemente segura de que las probabilidades de que él consiga dar con ella en su segunda llamada imposiblemente fueran altas.
Ella soltó.
―¿Cómo me has conseguido?
―Oh, yo no te he conseguido todavía. Pero lo haré, no temas.
Bella digirió eso un momento y luego colgó el teléfono de nuevo.
¿Quién era este tipo? ¿Por qué su mano estaba temblorosa? Estaba siendo una idiota. Ella estaba perdiendo tiempo facturable por colgarle cada minuto.
El teléfono sonó de nuevo.
―Hola, soy Velvet. ―Esperó, olvidando decir el resto de su ensayada introducción. Esta vez fue alguien llamado Frank. Se sintió aliviada y luego curiosamente desilusionada. Mientras ella conmutaba a automático, vocalizando las cosas sexys que Frank quería oír, se dio cuenta de lo estúpida que había sido. Por supuesto que esa persona Edward podía localizarla. Costaba más, pero uno podía marcar un número especial y pedir a una chica en particular, si estuviera disponible.
Ella acabó con Frank, mirando el reloj. Once y veinte. No le importaría si nadie más llamaba esta noche, se mintió a sí misma. Cuando el teléfono sonó unos minutos más tarde, ella saltó. Agarrándolo fuertemente, dijo ―Hola, soy Velvet. Estoy aquí para tu placer. ¿Qué puedo hacer para ti esta noche?
―Puedes dejar de colgarme. Y puedes decirme tu nombre.
Bella respiró hondo. ¡Alguien en el otro extremo del teléfono estaba interesado en ella! No en Velvet, «la diosa del sexo», sino en Isabella, la chica con la voz como…  ¿qué había dicho él? ¿Caramelo y sexo? Algo por el estilo.
Bella cerró los ojos, imaginándose por un instante que ella era Angelique, uno de sus personajes favoritos, capaz de manejar cualquier cosa que viniera en su camino. ¡Esta era una aventura! ¿Por qué iba colgar otra vez? Se estaba comportando como una niña tonta. ¡Estaba siendo grosera! ¿Y cuál era el riesgo?
Él no sabía donde vivía ni quién era. Lo único que tenía era un número 900. Y él sonaba sexy. Al menos, era diferente de los habituales mediocres-cachondos con sus manos en sus pantalones.
―¿Edward? ¿Qué puedo hacer por ti, sexy? ¿Quieres saber cómo estoy vestida?
―No, gracias. Tú sólo mentirías. ―Ella apretó los labios, sonriendo levemente. Los chicos solían estar muy deseosos de creer cualquier historia que los ayudara con su mano. Se entendía que lo que ella estaba vendiendo era una fantasía.
―Bueno, eh, ¿qué puedo hacer por ti, entonces? Dime tu más secreta fantasía.
―Yo prefiero escuchar la tuya. ―Ah, ella estaba de vuelta en terreno familiar. Él podría tener una voz sexy, pero era como los otros, después de todo. Bella empezó a hablarle de su gran polla y como ella quería cabalgarlo como a un semental hasta que la hiciera gritar de placer.
―Shh, para eso. Silencio. ―la interrumpió Edward―No me digas lo que piensas que quiero escuchar. Dime la verdad. Confía en mí ―Su voz era suave, calmante, como si estuviera hablando con una niña que necesitaba consuelo. Bella nuevamente fue tomada por sorpresa, despojada de su zancada. ¿Quién era este hombre?
Lo intentó de nuevo para decirle una de sus fantasías masculinas estándar, pero él la detuvo.
―Te voy a llamar el lunes. Ese es tu siguiente turno, ¿no? ―¿Cómo sabía tanto de ella? ―Esto es lo que quiero, Velvet. Quiero tu nombre verdadero, pero estoy dispuesto a esperar hasta que estés lista para compartir eso. Entiendo tu reticencia. Tu necesidad de mantenerme a distancia. Así que aquí está lo que pido. Quiero que estés dispuesta a compartir, honestamente, tus propias fantasías secretas. No las que tú piensas que quiero escuchar. No el habitual: «¡Oh bebé, tu polla es tan grande, ¡jódeme, jódeme!» Yo no necesito eso de ti.
Bella se aferró al teléfono cuando Edward continuó:
―Te llamaré el lunes y te daré las dos horas enteras, como petición especial, sin tiempo de inactividad. Pero quiero que seas honesta. Que seas real. Eso es lo que me excita. Honestidad. Quiero llegar detrás de esa hermosa voz tuya. Por ahora, buenas noches.


Pensó en él todo el fin de semana. ¡Dos horas enteras de tiempo como solicitud especial! ¡Eso le iba a costar un paquete! ¿Qué quería de ella? Bella se lo sacaría de su mente durante horas sin parar, pero él se colaba de nuevo sin ser invitado, su baja, persuasiva voz derritiéndola como la mantequilla por encima de su imaginación.
El lunes por la noche finalmente llegó. Bella se sentía como si estuviera yendo a una cita, ¡por el amor de Dios! Se sentía un poco ridícula. ¡No era como si pudiera verla! Sin embargo, por alguna razón, esta noche había decidido dejar su pelo suelto en lugar de tirarlo para atrás en una absurda cola de caballo como ella habitualmente hacía después de una ducha. Llevaba un camisón corto de algodón. No era exactamente un negligé, ella no tenía nada propio como el estilo, pero no era una camiseta cualquiera. Se quedó mirando el teléfono, deseando que sonara. Estaba empezando a sentirse más que un poco ridícula.
Dos minutos después de las diez. El sonido metálico del timbre la asustó y Bella saltó. Tomó el auricular y dijo un poco más jadeantemente de lo que pretendía:
―Soy Velvet. Estoy aquí para tu placer.
―Buenas noches. He estado pensando en ti.
Era Edward, sin lugar a dudas. Bella contuvo el aliento y soltó el aire lentamente. ¿Por qué estaba actuando como una niña? Ella era Velvet, ¡la «diosa del sexo»! Sonriendo, dijo en un tono que esperaba que suene seguro, pero todavía sexy.
―Buenas noches a ti, Bella. ¿Qué puedo hacer para ti esta noche?
―Bueno, te diré. He estado pensando en ello y he decidido que no hay razón para que tú te sinceres conmigo si yo no estoy dispuesto a sincerarme contigo.
Bella asintió con la cabeza como si pudiera verla. Ella estaba escuchando atentamente, preguntándose dónde iba esto. No importa dónde iba, su lado práctico silenciosamente razonó, ella estaba ganando una paga y media debido a una petición especial de llamada telefónica así que ¡lo menos que podía hacer era mantener al tipo en la línea!
―Eso tiene sentido ―dijo ella, con la esperanza de extenderlo.
―Pensé que estarías de acuerdo. Como te dije, mi nombre es Edward. Ese es mi verdadero nombre. Edward Cullen. No he llamado alguna vez a una línea de sexo por teléfono, aunque tú no puedas creerlo. Llamé a éste sólo por diversión, para ver cómo era. Me impactaste desde el primer momento. No fue lo que dijiste lo que me atrajo. Fue cómo lo dijiste. Fue tu voz, y algo más. Algo… ―hizo una pausa, como si pensara en la mejor manera de decirlo ―Algo vulnerable. Sé que te dejé seguir un rato con la secuencia de comandos masturbatoria y te pido disculpas por no ser tan... eh… receptivo como tú tal vez estés acostumbrada. A decir verdad, sólo quería oírte hablar. Me enamoré de su voz. Es tu voz la que está metida debajo de mi piel. Me gustaría tener un nombre para relacionar con ella.
―Es Bella ―susurró incluso antes de que ella se diera cuenta de que las palabras se habían deslizado de sus labios.
―Bella ―Parecía saborear la palabra, como si estuviera probándola en su lengua ―
Bella ―dijo de nuevo ―Gracias. Gracias por confiar en mí con tu nombre. Trato de decir eso.
Bella sonrió, sintiéndose complacida, pero confusa. ¿Quién demonios era ese tipo que llamaba a líneas de sexo por capricho, sólo para escuchar la voz de alguien?
―Bueno, hum, Edward. Me siento un poco rara sobre esto. Yo nunca he hablado con un tipo en este servicio por teléfono con mi nombre. Esto probable vaya, por ejemplo, en contra de las normas o algo así. No lo sé.
―Oh, no te preocupes. Ellos están felices, siempre y cuando lo estén cargando en la cuenta de mi tarjeta Master-Card, estoy seguro ―Él reía con facilidad y Bella de repente estuvo segura que el dinero no le importaba en absoluto a él. A diferencia de la mayoría de los hombres que llamaban, deseosos de aprovechar al máximo sus dólares corriéndose lo más pronto posible, Bella parecía tener todo el tiempo del mundo.
Bella no quería colgar pero honestamente no sabía qué decir. Edward continuó:
―¿Sabías que algunas tribus nativas americanas creían que si alguien les decía su nombre real, ellos le pertenecían? Ellos no comparten sus nombres reales con nadie más que con sus familiares más cercanos. ―Bella se movió, no estaba segura si este conocimiento la puso cómoda o nerviosa.
Como si notara su estado de ánimo, Edward agregó con una sonrisa.
―Relájate, Bella. No voy a robar tu alma. Sólo quiero hablar. ¿Por qué no me cuentas sobre ti? ¿Cómo te metiste en esta línea para trabajar?
Bella hizo una pausa y decidió entonces, qué diablos, si él sólo quería hablar, y no tener juegos sexuales, ¿por qué no iba ella a ser complaciente? Se trataba de un dinero fácil, no había dudas al respecto. Acomodándose en su silla que ella respondió:
―Bueno, lo vi en un anuncio. Parecía una buena manera de hacer algunos dólares adicionales. No hay riesgo y es legal. Y lo puedo hacer desde casa.
―¿Qué haces durante el día?
―Soy bibliotecaria. ―La verdad se deslizó hacia fuera antes de que ella pensara en una mentira. Pero ¿por qué mentir? Ella nunca se encontraría con este tipo. Él nunca iría a su biblioteca y la acecharía.
―Wow ―comentó entusiasmado Edward ―¡Eso es genial! Una bibliotecaria. Te puedo ver como eso. Tímida y modesta por día, el pelo recogido, la cara remilgada detrás de unas gafas. Pero por la noche… ―hizo una pausa, como si lo visualizara ―Por la noche, te transformas en la diosa del sexo telefónico, el pelo salvaje, los pechos desnudos derramándose del encaje negro, los labios rojos de lápiz de labios, los ojos brillantes de lujuria ―Se rió en voz baja.
Bella jadeó un poco. ¡Sus palabras fueron tan evocadoras! No estaba acostumbrada a estar en el extremo receptor de las palabras sexys de alguien. Y él había descripto su personaje de día con toda precisión, pensó con cierto disgusto.
Él se encendió.
―Supongo que no estás acostumbrada a escuchar mucho más que gruñidos y gemidos del hombre en el otro extremo, ¿eh?
―Bueno… ―empezó.
―Están interesados en Velvet. Ni siquiera realmente en Velvet, sino en lo que Velvet puede hacer por ellos. Ellos quieren que Velvet los ayude a hacerse una paja para que puedan ir a dormir o lo que sea que hagan después de colgar conmigo. No estás acostumbrada a que alguien realmente quiera saber de ti, Bella. Acerca de lo que te mueve, lo que te excita. Lo que estás dispuesta a hacer por un hombre extraño que piensa que tu voz es tan follable.
Bella se encontró repentinamente sin aliento. ¿Quién era este tipo? Sin embargo, no podía negar que lo que estaba diciendo era curiosamente emocionante. Le gustaba estar escuchando que su voz era follable, aunque se habría sonrojado en diez colores de rojo diferentes si alguien le hubiera dicho realmente eso en la cara. Ella se habría distanciado, su expresión conservadora y remilgada. Ella era, de repente sintió, una chica de veintiséis comportándose como una mujer de sesenta y cinco años. Actuaba como una solterona en el trabajo y no era muy diferente en casa sola, metida en su sillón rojo, envuelta en franela, con la cabeza enterrada en sus novelas.
En su defensa, esto era fácil de hacer. Trabajaba principalmente con las mujeres de edad y su trabajo, y la naturaleza de su trabajo era tranquila e introspectiva. Estanterías de libros, ayudando al cliente ocasional a encontrar un libro de referencia, comprobando  el estado de los libros que habían sido devueltos, catalogando los libros nuevos y encontrando espacio para ellos. Era un trabajo tranquilo, pero enfréntalo, se dijo a sí misma, era un trabajo de anciana. Y mientras su vida de fantasía era abundante, su vida real era tan seca y aburrida como un pergamino antiguo, con poco de su propia experiencia para completar la página.
Edward la sacó de su ensoñación.
―Quiero saber de ti, Bella. Te prometí las dos horas enteras. Pero sólo si tú estás de acuerdo en ser honesta. Y abierta. ¿Quieres compartir algo conmigo, Bella?
Bella se mordió el labio. Una parte de ella estuvo tentada de colgarle otra vez. ¿Por qué él quería conocer a una mujer que trabajaba para un servicio de sexo telefónico? ¿No podría el hombre conseguir una cita? ¿Pesaría doscientos kilos y se vería como el monstruo de Frankenstein?
Pero otra parte de ella, la parte solitaria, no quería colgar. Cualquier cosa que esto sea, por cualquier razón, ¡él quería contactar con ella! Con ella, con Bella, con la persona real. Y tal vez precisamente porque era un extraño en el teléfono, ella se sentía lo suficientemente libre como para abrirse a este hombre.
―Bueno, supongo que está bien ―dijo en voz alta ―¿Qué quieres saber?
Él le preguntó cosas sencillas como la primera noche. Qué le gustaba comer, con qué películas disfrutaba, los libros que leía. Le preguntó si tenía una mascota, si le gustaba su trabajo, lo que hacía para divertirse. Escuchó con atención a todas sus respuestas, haciendo algunas preguntas, además, que dejaba en claro que estaba prestando atención y por alguna razón se interesaba. En vez de denigrar su amor por las novelas románticas, parecía deleitarse con sus divertidas, sugerentes descripciones de los argumentos. Incluso le pidió que le recomiende algunos de sus cuentos favoritos para poder leerlos también.
Finalmente se encontró a sí misma hablando sobre su solitaria niñez, la muerte de su madre cuando sólo ella tenía nueve años, su reservado y retraído padre, sus propios sentimientos de aislamiento y soledad en la escuela. Era tan fácil hablar con él, más tarde se dio cuenta de que le había dicho más a él en dos horas de lo que había hablado en una semana. Él le contó historias de él mismo, retazos de su vida que le dieron ganas de saber más.
¡Cuando ellos colgaron en realidad eran unos minutos pasados la medianoche!
Bella descubrió que no le importaba haberse pasado del tiempo asignado. ¡Había sido muy divertido! En lugar de la habitual monotonía de escuchar a los hombres gruñendo y respirando mientras ella les hablaba hasta su orgasmo, ¡ella acababa de pasar unas muy agradables dos horas hablando con alguien que realmente parecía importarle todo acerca de ella misma!
Bella estaba en la cama esa noche, con la mano en sus bragas, pensando en el hombre que decía llamarse Edward. No tenía idea de cómo era o qué edad tenía, pero debido a la cuidadosa y amistosa atención que había puesto en ella toda la noche, ella sintió una extraña conexión con él. Dejó que sus ojos se cierren, imaginándose a alguien alto y guapo inclinándose para besarla mientras ella acariciaba su coño, sintiendo el dulce calor del placer que sus dedos le brindaban.
―Edward ―susurró, con los dedos ahora girando rápidamente sobre su extendido coño. Sintió el temblor inminente del orgasmo, el pequeño estremecimiento cuando se arqueó hacia su mano, empujando las caderas hacia delante ―Edward ―dijo suspirando mientras conciliaba el sueño y se dormía complacida.

chikas me siento muy mal se k comentan en el face sobre las historias pero la verdad tambien me gustaria k comentaran las adaptaciones para saber si les gusta o no k les parece enserio son muy pocas y la verdad las coemntarios son los alimentos de las escritoras pero me encantaria saber sobre tambien de las adaptaciones vamos no importan si son anonimos espero me regalen uno que pasen un buen dia...

9 comentarios:

martha dijo...

hola me gusto mucho esta historia ya la tienes terminada o por que dices que son 4 csp ojala y sea un poco mas extensa es un poco aacalorada no te creas es muy buena un saludo nos vemos la sig semana verdad

Vianey dijo...

Uff sin duda estara intensa.

Ligia Rodríguez dijo...

No se por qué pero de las nuevas adaptaciones está es mi favorita, me gusta muchismo la verdad! Besos!!

nydia dijo...

me encanto esta adaptacion es genial y comenzo biennnnn....

Cristina dijo...

Buenísimo el principio estoy deseando leer más.

joli cullen dijo...

chica perdon perono mehabia conectado siguele

jakyedan dijo...

Wow que historia,buen comienzo,esperemos que continúe asi de intensa, por favor estoy deseando leer mas actualiza pronto gracias.

Anónimo dijo...

guauuuuu es buenooooooooooooooooooo

marissa dijo...

hola, hace 2 dias escubri tu pag, y me encanto voy a leer todas tus adaptaciones,llevo dos con esta,pero eh visto los comentarios y datan mde nov,la pregunta es ,si ya que termine tu pag no subiras nuevas, no se donde contactarte,ojala si sigas subiendo gracias

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De noche y de Dia
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