viernes, 25 de mayo de 2018

Un Alma Compartida Capitulo 4


Capitulo 4
Edward
Aunque no entendía las emociones de otras personas, entendía las mías muy bien. Y justo ahora, estaba decepcionado.

—Explícate —ordené.

Su cabello aún cubría la mayor parte de su rostro, pero podía ver un gran ojo verde mirándome con disimulo. Se veía asustada.

No. Por la manera en que sus manos se sacudían y su pecho jadeaba, me golpeó que no estaba asustada. Estaba aterrorizada.

Asintiendo hacia la cartera en su mano, hablé más suave esta vez.

—Eso es de mi hermano.

Sus hombros se desplomaron. Pronunció un quedo pero arrepentido:

—Lo siento.


Dando un paso adelante, le quité la cartera de la mano y levanté la otra. Ella renuentemente puso un billete de cien dólares dentro de ésta y se alejó de mí. Abrí la cartera de Emmet y me quedé quieto.

Miré hacia la chica. Había bajado su mandíbula para evitar mirarme.

—Hay un montón de dinero aquí.

Ella asintió. Pregunté:

—¿Por qué no lo cogiste todo?

Cuando levantó la vista hacia mí, sus ojos se llenaban de lágrimas y susurró un tembloroso:

—Sólo quería algo para comer.
Una onda de emociones corrió a través de mí. Primero, enojo, luego tristeza, y después algo que no podía explicar. Una actitud protectora, tal vez.

—Estás hambrienta —una declaración, no una pregunta.

Asintió una vez más y estaba hecho.

La chica se había convertido inesperadamente en mi responsabilidad.

***

Isabella

Unos dedos amables se posaron debajo de mi barbilla levantando mi rostro hasta que no pude evitarle más.

Habló en perfecta calma.

—Tienes dos opciones. —Me le quedé mirándolo, confundida. No me di cuenta de que tenía otra opción—. Puedo llamar a la policía y hacer que te arresten. —Casi fruncí mi nariz, pero me detuve a tiempo. No me gustaba esa opción—. O puedes trabajar para el club, hacer dinero y levantarte —agregó—. No volverás a estar sin comida.

¿Estaba loco este tipo? Mi mente se quedó boquiabierta. Como si tuviera que pensar en qué opción preferiría.

Luego él agregó una tercera opción, tomando el billete de cien dólares que yo había robado y sosteniéndolo en lo alto.

—O puedo darte esto, irte y desaparecer en la noche. —Sus ojos estaban centrados en mí—. Cien dólares te conseguirán más que una comida caliente.

Mi cabeza voló. Estaba segura de que esto era un truco.

Cien dólares eran suficientes para mantenerme por un rato pero un trabajo, un lugar donde quedarme y comida. ¿Cómo podría dejar pasar eso?

Oh, Dios, la comida era importante para mí.

Tragué fuertemente.

—La opción B suena bien.

Él pareció complacido.

—Eso pensé. —Extendió una mano—. Ven por acá.

Tirando de mis mangas sobre mis manos, me alejé de él.

—Espera. ¿Qué clase de trabajo? Yo… —Mi tren de pensamiento se fue a otra parte y me ruboricé—. ¿Bailando? ¿Como esas chicas de allá?
Sólo una ceja se levantó.

—¿Crees que quiero que te desnudes?

Mi rubor se convirtió en un sonrojo completo y sentí mi cuello calentarse.
Por supuesto que no quiere que te desnudes. No eres exactamente Jennifer Lopez.

—No quiero que te quites la ropa. Quiero que te mantengas vestida. —Se veía indignado de que incluso sugiriera eso—. Completamente vestida —agregó de forma exasperante, y la mortificación hizo que mi estómago girara—. Atenderás el bar.

—No sé cómo.

Su mirada era terminante.

—Aprenderás.

Eso no sonaba mal. De hecho, sonaba genial. Él levantó su mano una vez más y, manteniendo mi mano cubierta con mi manga, puse la mía en la suya. Cuando su mano caliente envolvió la mía, me di cuenta de cuán grande era. No me tomó mucho asimilar el resto de él. Era alto, alrededor de metro ochenta más o menos, tenía los hombros anchos, caderas estrechas, piernas largas y un rostro severo. Estaba vestido con un perfecto traje negro hecho a la medida. Tenía que serlo. No parecía como si este tipo pudiera comprarlos en tiendas normales. Lancé una mirada a su rostro, y sus ojos café claros me miraron fijamente.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Su rostro aparentaba ser severo. Sus pómulos eran altos, su mandíbula era fuerte, su nariz un poco torcida, y tenía labios generosos. Su piel estaba ligeramente bronceada y perfecta; no tenía ninguna arruga por sonreír. Era como si no sonriera nunca.

De repente me golpeó. ¿Por qué un hombre que vestía de traje y hablaba con tanta clase ayudaría a una chica sin hogar a la que había atrapado robando?

Quité mi mano de la suya.

—Si esto es un truco…

Mi cabello cubría la mitad de mi cara, pero podía ver la repentina inclinación de su cabeza y el estrechamiento de sus cejas. Le dije con honestidad:

—Si quieres llamar a la policía, llámalos. Te prometo que me quedaré y les diré que robé la cartera.

Bajé mi cara y agregué pensativamente:

—Ellos podrían alimentarme —le lancé una mirada de nuevo—, pero darle esperanzas y hacer bromas así a alguien que no tiene nada… es cruel.

Me miró por un largo momento antes de tomar mi mano de nuevo, sin permiso debo agregar, y declarar:

—No estoy mintiendo.
Dijo esto con tal seguridad, que me hizo inclinarme a creerlo. Me sacó del baño y me llevó por el pasillo antes de que le preguntara quedamente:

—¿Por qué me estás ayudando?

Sin mirarme, continuó guiándome y respondió:

—Te ves como si necesitaras ayuda.

Edward

Mientras más tarde se hacía, el bar se volvía más tranquilo. El recuerdo de Riley se había celebrado hasta tarde en la noche, y mientras los clientes decidían que eso era todo por ese día, el club permanecería abierto hasta las 3 a.m., a pesar de que estuviera vacío.

Llevé a la chica de regreso a la pista, y no pude dejar de notar lo pequeñísimas que era su mano. Me gustaba la manera en que se sentía en la mía. Lo que no me gustaba era lo fría que estaba su piel. Tendría que comprarle un abrigo más cálido.

La miré. Olvida eso. Tendría que comprarle un abrigo, cualquier maldito abrigo, de su talla.

Al borde del vestíbulo, me incliné sobre el oído de la chica y ordené: “Quédate aquí”, y luego caminé para encontrar a Rosalie detrás del bar. Su rostro se iluminó al verme.

Mi labio se curvó. Me agradaba Rosalie. Siempre había sido buena conmigo. Nos conocíamos desde que éramos niños, y su hermano, Jasper, era algo así como un miembro honorario de la familia y podías encontrarlo en nuestra casa, comiendo con nosotros.

—Oye, Edward —dijo empujando gentilmente su largo y ondulado cabello rojo sobre su hombro. Soltó una exhalación, haciendo volar un poco de su flequillo sobre su frente—. ¿Qué noche, eh?

Me gustaba la manera en que Rosalie hablaba. Siempre me calmaba. Tenía una entonación suave en su voz que en un punto llegué a creer que era un ángel.

—Hola, Rose. —Le tendí la cartera de Emmet—. ¿Puedes asegurarte de que mi hermano tenga esto?

Ella sonrió dulcemente.

—Por supuesto. ¿Has terminado por esta noche?

Asentí.

—Que tengas buena noche.

Su sonrisa se disipó con mi despedida apresurada. Habló bajo:
—Tú también, guapo.

Caminando de regreso hacia la chica, casi me sorprendí de verla aún parada allí, mordiendo nerviosamente su pulgar. Parte de mí pensaba que desaparecería mientras le daba la espalda. Pero en su estado lamentable, sabía que lo más probable era que no tuviera a dónde ir.

Levanté mi mano, y ella puso la suya pequeña en la mía sin preguntar. Y, maldita sea, eso me satisfizo. Inmensamente. Caminamos tomados de la mano por el estacionamiento, donde esperaba mi Chevrolet Camaro. Apreté el botón de mis llaves y un pitido sonó dos veces, luego abrí la puerta del pasajero para la chica, ayudándola a sentarse.

—Abróchate el cinturón.

Tal vez debería preocuparme que ni siquiera dudara en subirse a un coche con un completo extraño. Pero era obvio que cualquier lugar era mejor que aquí.

Una vez sentado encendí el coche y conduje para salir del estacionamiento. Sin preguntar, manejé por la calle hasta el bar de hamburguesas abierto las veinticuatro horas y pasé por el servicio de ventanilla. Cuando me detuve para pedir, me giré hacia la chica.

—¿Quieres algo en particular?

Ella leyó el menú, pero negó con la cabeza. Se lamió los labios.

—No soy exigente.

Le pedí la hamburguesa más grande, tamaño supremo, y una hamburguesa de queso extra, por si acaso aún tenía hambre después. Lo dudaba. La chica era positivamente diminuta. Una vez llegó la comida, se la pasé, y ella sostuvo la bolsa de papel cerca de su pecho como si estuviera preocupada de que alguien se la fuera a quitar.

Esperé. Y esperé. Y esperé.

Mis cejas se juntaron cuando estacioné el coche.

—¿No vas a comer?

Sus ojos se movieron de aquí para allá. No dijo nada por un momento antes de que murmurara incómodamente:

—No quiero ensuciar tu coche.

El gruñido alto de su estómago fue la objeción más clara que he oído en mi vida.

La alcancé, abrí la bolsa, saqué la hamburguesa, la desenvolví con cuidado y se la pasé de regreso. La tomó con manos temblorosas, cerró sus ojos, y tomó un gran bocado, masticando despacio.

Comió sin hacer ruido. Abrí mi ventana, encendí la radio y esperé pacientemente. No podía evitar mirarla comer de vez en cuando. Era tan silenciosa.
Pasaron unos minutos, y me giré para ver cómo le estaba yendo con su comida, y mi pecho se encogió.

Sus hombros se sacudían con delicadeza mientras lloraba en completo silencio, comiendo mientras tanto. Debió sentir mis ojos sobre ella porque se giró hacia la puerta del pasajero, con su espalda hacia mí, mientras su aliento se trababa silenciosamente cuando lloraba.

Este era uno de esos momentos que lo hacían para mí. Estaba oficialmente abrumado. No sabía qué hacer. No tenía ni idea, y eso hizo que la irritación creciera dentro de mí.

Tomé el pañuelo decorativo del bolsillo de mi pecho y lo sostuve entre mis dedos, pasándoselo gentilmente. Ella lo tomó, susurrando un bajo “Gracias”, y luego salí del coche para darle algo de tiempo para que se recuperara de sus emociones.

Pasaron diez minutos, y miré dentro por la ventana para ver a la chica sentada en silencio, con sus manos apretando la bolsa de papel fuertemente. Volviendo a entrar al coche, traté de agarrar la bolsa pero ella la apartó, fuera de mi alcance.

Mis cejas se levantaron.

Su cabello se estaba convirtiendo en un problema para mí. Su mejilla visible se ruborizó cuando explicó:

—No me la acabé. Era mucha comida —agregó con vacilación—. Me gustaría llevármela conmigo, si está bien.

¿Quién era yo para objetar? La compré para ella, de todas maneras.

—No es problema. ¿A dónde te llevo? ¿Tienes un lugar donde quedarte?

Ella se detuvo.

—Sí, em, de hecho estoy a sólo unas cuadras de distancia, así que puedo caminar desde aquí.

Ya estaba negando con mi cabeza.

—Te llevaré.

Ella trató de objetar una segunda vez, pero agregué inflexiblemente:

—Insisto.

Me miró fijamente un largo momento y luego asintió.

—Está bien. Gira a la izquierda y sigue hasta que veas un Café Alonzo.

Sabía dónde estaba eso. No era consciente de que hubiera casas en esa área, pero me moví de todas maneras. Bajando la velocidad hasta detenerme, miré fuera por la ventana, sin convencerme que aquí fuera donde ella vivía.

—¿Estás segura de que aquí es donde vives?

Ella sonrió débilmente.

—Positivo.
Viendo mi ceño fruncido, ella agregó en seguida:

—No es mucho, pero es mi hogar. —Se volteó hacia mí e hizo algo que había estado anhelando que hiciera desde el momento en que la vi.

Poniendo sus dedos sobre su mejilla, movió el cabello, apartándolo de su rostro, metiéndolo gentilmente detrás de su oreja.

Estaba fascinado.

Era hermosa. Absolutamente deslumbrante.

Su rostro con forma de corazón se veía demasiado delgado, pero su boca era pequeña, llena y rosada. Sus ojos verdes eran grandes y expresivos, envueltos bonitamente con pestañas largas y oscuras. Era pálida, su piel inmaculada. Tenía maquillaje negro manchado debajo de sus ojos, pero podía ver la belleza que había tratado de esconder al mundo. La rara belleza que era ella.

Tenía una expresión suave, esquivaba el contacto con los ojos y hundió su barbilla al hablar:

—Quiero agradecerte lo amable que has sido conmigo esta noche. Poca gente hubiera hecho lo que tú hiciste. —Sus labios rosas se arrugaron en una sonrisa incómoda—. Te debo una. Más de lo que jamás sabrás.

Sintiéndome medio incómodo con su agradecimiento, apagué el coche, ignorando su expresión repentinamente ansiosa.

—¿Serás capaz de llegar por ti misma al club mañana a las siete? Si no puedes, haré que alguien te recoja.

Yo la recogería.

Sus cejas se fruncieron cuando mordió su labio inferior, pensando.

—Eso creo. No tengo reloj, pero me aseguraré de estar ahí, incluso si llego demasiado temprano.

Me subí la manga de mi camisa, abrí el cierre de mi reloj Tag Heuer, y se lo di. Ella hizo una mueca.

—¿Qué…? —Cuando no le quité el reloj, sus ojos se abrieron—. No puedo tomar esto.

Me esforcé por controlar mi enfado. Apretando mis dientes, hablé calmadamente.

—Puedes devolvérmelo mañana.

Su expresión casi era de pánico.

—¿Sabes qué pasaría si alguien me viera con eso? ¡Me atracarían!

Fruncí el ceño.

Sólo déjalos intentarlo. Los retaba maldita sea.

—Entonces compraré otro.
El cambio en su expresión fue tan repentino que tuve que parpadear. Ella tomó el reloj con cuidado y murmuró:

—Debe ser lindo tener tanto dinero.

La pena me hizo ruborizar, y mi enojo salió al exterior. Refunfuñe:

—¿Necesitas que te lleven o no?

—No.

Sostuvo la bolsa de comida rápida con fuerza y me miró antes de esquivar mi mirada inescrutable.

—Soy Isabella.

—Isabella —lo probé. Se sentía bien en mi lengua—. Soy Edward.

Abrió la puerta y salió, agachándose entre el espacio abierto.

—Gracias, Edward. Por todo. Trabajaré duro. —Sonrió cansadamente—. No te arrepentirás.

Mi estómago dio vueltas con su dulce sonrisa.

—Buenas noches, Isabella.

Ella bajó sus pestañas.

—Buenas noches.

La vi caminar por un callejón que se conectaba a una calle de atrás, esperé hasta que ya no estuviera a la vista, luego arranqué y conduje dos calles más abajo.

Con un ligero suspiro, estacioné mi coche, apagué las luces y esperé.
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Hola a todos como están bueno he aquí un capitulo que les pareció este Edward bueno quería comentarles que las actualizaciones serán Lunes, Miercoles y viernes así para que estén pendientes de la pagina y grupo de face donde subo las actualizaciones así como los otros grupos al igual que el blog.
Muchas gracias por sus comentarios siempre estoy pendiente de los y leo todos muchas gracias por leer y estar pendientes de las actualizaciones bueno nos vemos el lunes con capítulos nuevo.

14 comentarios:

Kari Salinas dijo...

Genial gracias por el capítulo fue lindo que le comprará la comida y la ayude fue muy bueno espero con ansiedad lunes

Unknown dijo...

Que lindo capii. Gracias.

saraipineda dijo...

Graciassssssssssss un súper fantástico cap vaya que tenía hambre jajajajajaj donde donde vivirá Isabella no quiero ni saberlo ansiosa xque llegue el lunes gracias mi linda

diana dijo...

Llore por lo que le pasa a Bella después de mucho tiempo alguien le tiende la mano y la ayuda, me encanto Gracias!!!

Chayley dijo...

Me está gustando mucho esta historia!

Stephany Aguilar dijo...

Me encanta la historia, ya espero el proximo capitulo!

Unknown dijo...

Aaa!!! 3 días de actualización!!! ����‍♀️����
Aww!!! Edward es un amor y todo lo que a pasado bella, lo verá como su salvador.
Y ya quiero ver a edward con celos ��.
Y su primer beso y aww!!! Ya necesito que lleve el lunes rápido �� y mira que para estar en finales de examen esperar que sea el lunes es lo peor pero por esta HERMOSA HISTORIA!!! Lo vale!
Gracias!!! ��

Unknown dijo...

Es un lindo gesto el de Edward, me da mucha tristeza la difícil situación por la que pasa Bella. Espero con ansias el próximo capítulo. Gracias

beata dijo...

Gracias por el capítulo, me gustó mucho.

cari dijo...

Edward es su ángel guardián aun q sea muy serio gracias hermosa 😘💕

crysty.katy dijo...

oh edward le hiciste su dia a esta pobre desemparada que angel tan diferente

Kar dijo...

Hola hola gracias por el capítulo, por fin pudo comer te juro que esa era una de mis preocupaciones y ahora tiene trabajo y lo mejor de todo vino a cimbrar al estoico Edward y eso es genial,
Gracias por el capítulo nena, espero el siguiente
Saludos y besos 😘😘😘😘😘

TataXOXO dijo...

Jummm así que Edward no se va a rendir.... parece que solo está esperando que ella salga de allí... Y espero que Bella cumpla su palabra y vaya a trabajar ;)
Besos gigantes!!!
XOXO

lidu dijo...

Hola me gusta la historia

Nos seguimos leyendo

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