domingo, 1 de mayo de 2011

CAPITULO XVII LOS BUSCADORES DEL PLACER!!!

DIECISIETE

Cuando no hay riesgo en la pelea no hay gloria en el triunfo

Fierre Corneille
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El la besó intensamente, con la boca abierta, apretó las caderas contra ella y le hizo sentir la urgente rigidez de la erección que ella había acariciado tan desvergonzadamente.

Parecía tener las manos de él por todo el cuerpo, sin dejarle ni un instante para recuperar el aliento, activando cada rincón hambriento y ardiente de su alma.

Bella trató de mantener una pizca de resistencia, trató de no darle a Edward lo que deseaba. Pero él le tomó los brazos y se los colocó sobre los hombros, dejándole las manos al alcance de la tentación: el firme contorno de sus hombros, el cálido y dócil largo del cuello, y esos cabellos tan suaves e indomables que parecían rogar que acariciaran las dóciles hebras entre los dedos y luego los aferraran fuertemente atrayendo más la cabeza. Los gemidos de él se mezclaban con los suaves grititos de ella hasta que el mundo a su alrededor no fue más sustancial que una voluta de humo.

Ella se estaba ahogando en él, consumida por su ardor, el contorno tenso del cuerpo masculino se alineaba con el suyo, los poderosos músculos se movían cuando la besó con posesión flagrante y deliberada.

Él le hurgó los cabellos hasta que soltó la pesada mal dejando que le cayera sobre los hombros.

Asió un puñado y la aprisionó echándole la cabeza hacía atrás para poder saborearle la curva del cuello, el punto sensible detrás de la oreja. Un jadeo dolorido le brotó desde fondo de la garganta y él capturó el sonido con la boca.

El corazón le latía salvajemente, la excitación le con por las venas cuando Edward le inclinó la boca para besarla; un éxtasis punzante la recorrió desde los pezones hasta el vientre, para florecer entre sus muslos.
Pero con los ojos cerrados, las imágenes comenzaron a invadirla: imágenes de Edward con otras mujeres, desactivara sus inhibiciones magistralmente (como lo estaba haciendo ahora con ella), todas sucumbiendo ante su seducción, todas sintiendo el sinuoso vigor de su cuerpo, retorciéndose bajo sus expertas caricias. Los rostros de las mujeres se hiciera difusos y luego al cobrar nitidez apareció uno solo: Tanya Denali.

El aspecto burlón y frío de la mujer apareció ante los ojos de Bella; las palabras crueles le resonaron como una campana penetrante que le desgarraba el corazón.

"Él pasa buena parte de su tiempo tramando venganza contra aquellos que lo perjudicaron. Y me temo que tú eras un objetivo irresistible",

Bella apartó la boca.

-Déjame en paz. -Lo apartó de un empujón una y otra vez hasta golpearle el pecho con los puños.

Él la cogió de las muñecas, maniatándolas a los costados del cuerpo, con la respiración dificultosa y los ojos cargados de pasión al mirarla.

-Basta. Suéltame.

Él vaciló y con un sonido mudo de frustración la soltó Bella huyó hacia el otro extremo de la habitación y luego se volvió a mirarlo.

-¿No fue suficiente una vez? -le dijo, detestándolo con tono de voz un tanto afectado-. Ya te has vengado. Tomaste mi virginidad como tu trofeo. La memoria de tu padre ha sido vengada. ¿Qué más quieres?

El silencio invadió el cuarto mientras Edward la miraba, como si la contuviera y la maldijera al mismo tiempo

-Tal vez -dijo finalmente, con una voz que le desgarraba el corazón en pedazos- es a ti a quien quiero.

La confesión dejó a Bella impactada, y sintió una punzada de alegría que titilaba por encenderse en su interior. Pero no podía creerle. No lo haría. Estaba jugando con ella de nuevo. .

-¿Por qué? -le preguntó enfadada-, ¿Hay algún otro miembro de la familia que creas que mi padre agravió?

Él se acercó y miró por la ventana. Las nubes se entrelazaban en el cielo nocturno, las sombras bailaban lentamente en su rostro antes de seguir su camino. Él se dio la vuelta muy despacio para mirarla; la luz de la luna exageraba las líneas cinceladas de su mandíbula. Tenía la boca firme, los ojos con un tumulto de emoción que ella apenas podía adivinar.

-Esto ya no tiene que ver con mi padre ni el tuyo -le dijo.

-¿Ah, no? Lo pusiste en esos términos en el momento que planeaste seducirme.

-Traté de detenerme.

-¿Es que la pasión le resulta tan fácil, milord, que puede simplemente encenderla o apagarla a su antojo? ¿Me deseaste aunque sea un poco? ¿O es que eres tan experto en seducir mujeres que les haces creer que significan algo para ti?

Él apretó la mandíbula.

-Sabes que te deseé, maldición.

-La sed de venganza y el suficiente alcohol tienen el poder de motivar hasta al sujeto más reacio.

-La venganza no tiene nada que ver con lo que sucedió entre nosotros.

-Me disculparás si estoy en desacuerdo. -Bella se dio cuenta de que estaba agarrando la falda con fuerza. Soltó la tela y se obligó a caminar-. Y entonces dime, ¿qué es lo que realmente impulsó tu visita de hoy? ¿Es que descubriste que sólo te queda una semana de vida y debes enmendar tus faltas ante Dios? ¿O es que te arrolló un repentino ataque de conciencia/milagrosamente?

-Según tú, yo no tengo conciencia.

Ante el grave sonido de su voz, Bella lo miró, incómoda por el modo en que él parecía seguirle los movimientos.

-Cualquiera sean los motivos que te hayan traído hasta aquí, al menos me diste la posibilidad de decirte lo que pienso. -Se enfrentó a él con la voz temblando de furia- creo en tus acusaciones hacia mi padre. Él jamás le haría daño a nadie intencionadamente. No es ese tipo de personas. -Podría haberle hablado sobre la carta, o habérsela ofrecido para que la leyera, pero no le daría la satisfacción de saber que él había dudado de su padre aunque fuera por un instante- Siento lo que le sucedió a tu padre. De veras. Pero no asumiré la culpa.

Las sombras cubrieron todo excepto los ojos de él, sumamente azules y decididos.

-Descargué mi furia en ti. Me había convencido de que te odiaba. Pero en algún trayecto del camino... -Se detuvo y con tono desanimado continuó-: En algún trayecto del camino, las cosas cambiaron. Cuando te marchaste...

-Te diste cuenta de que habías perdido a alguien a quien azotar- terminó ella la frase con tono amargo.

El apretó los dientes, con una expresión fría:

-No, me di cuenta de que había cometido un error.

Esa reflexión la detuvo en seco. Luego ella recordó que estaba tratando con un experto manipulador y seductor.

-Disculpa si no me siento halagada, pero no quiero volver a verte jamás.

Giró sobre sus talones, con la falda que hizo un ruido seco cuando se encaminó hacia la puerta. En un segundo, Edward la alcanzó y la volvió hasta tenerla de frente.

-Creo que el beso que compartimos hace un momento dice que sientes lo contrario.

-Piensa lo que quieras. Si me disculpas, has interrumpido mi trabajo y ahuyentado a mi modelo

-¿De modo que eso era lo que ese bufón estaba haciendo aquí? ¿Posando para ti? entonces creo que lo más justo sería compensarte ofreciéndome a reemplazarlo. -Levantó la comisura de los labios en un gesto de intención pecaminosa al tiempo que se quitó la chaqueta y la costosa prenda cayó en la oscuridad, a sus pies enfundados en unas botas.

-¿Qué es lo que estás haciendo?

-Desvistiéndome. -Luego se quitó el chaleco, con aquella sonrisa inmoral que la retaba a mantener su postura.

-Bien, detente.

Él la ignoró, le sostuvo la mirada fija mientras se desabrochaba los gemelos de los puños, ambos cayeron al suelo con un leve tintineo. Luego llevó las manos al cuello para quitarse la corbata, el género blanco níveo cayó al suelo a cámara lenta Se desabotonó la camisa del mismo modo tranquilo, dejando ver cada centímetro tentador de aquel pecho bien musculoso.

Por mucho que Bella intentaba apartar la vista, no lo lograba. Y cuando la camisa cayó también como susurrando algo para unirse a las otras prendas, él quedó de pie bajo un destello dorado que proyectaba la luz de la lámpara y a ella le empezaron a transpirar las palmas de las manos.

En el momento en que estaba a punto de desabrochar el primer botón de los pantalones, ella encontró la voz para gritar:

-¡No!

-¿Por qué no? -Le preguntó Edward con tono sedoso registrando el color intensificado de las mejillas de ella, el modo en que sacó la lengua para humedecerse los labios secos y el pecho que subía y bajaba rápido-. ¿Tienes miedo?

Él se le acercó, deleitándose de manera perversa con el modo en que ella lo devoraba con los ojos, haciendo que él se desintegrara en pedacitos. Aquella mirada era la que lo había estado persiguiendo en la mayoría de sus sueños. Aquellos ojos ardientes que lo examinaban, sin perderse nada, incapaces de mentir.

Ella le había despertado algo en su interior a lo que era incapaz de enfrentarse y había intentado de todo para evitarlo, pretendiendo creer que lo que sentía por ella seguía siendo odio,

Pero cuando ella se había marchado y un día vacío se fundía con el siguiente, se dio cuenta de que el odio había dejado de ser un factor. La había extrañado: su sonrisa, su perfume, su manera de caminar, él modo en que lo había enfrentado. ¡Diablos! Hasta había extrañado el modo en que ella podía ponerlo a raya con aquella lengua afilada que tenía.

Pero lo que más había extrañado era lo que sentía al tenerla entre sus brazos, cómo se amoldaba a su cuerpo, cómo ella se entregaba por entero cuando la besaba.

Él quería sentirlo de nuevo. Ella no podía ocultar su verdadera esencia cuando la acariciaba. No tenía suficiente experiencia para jugar a disimular sus emociones.

Él metió la mano en el bolsillo para sacar el objeto que había traído.

-¿Recuerdas esto? -le preguntó.

Ella abrió grande los ojos, un ardor le subió lento por las mejillas.

-Es mi liga. -Alzó la vista para mirarlo con aquellos hermosos ojos mortificados-. ¿De dónde la has sacado?

-De tu muslo. -La confesión hizo que el tono rosado de su rostro se intensificara mucho más y Edward sonrió para sí, sabiendo que ella pensaba que se lo habría quitado la noche que habían hecho el amor. Disfrutaría al aclarárselo- Tu no sabes controlar el alcohol en absoluto, amor mío. Cualquier cantidad de sinvergüenzas podrían aprovecharse de ese hecho

A ella le llevó sólo un instante comprender.

-¿Estás diciendo que...?

-¿Que te desvestí cuando estabas demasiado intoxicada como para hacerlo por tu cuenta? -Le sonrió a modo de respuesta-. Sí que eres una borracha atractiva, cariño. Bastante difícil de resistir. -Tal cual estaba en aquel momento, con la vergüenza y la creciente furia brillándole en los ojos- Después de todo, me considero un hombre bastante noble.

-¡¿Noble?! -exclamó ella con tono furioso.

-Si hubieras visto lo tentadora que te veías con la luz de la luna bañando tu piel y tus pechos tan deliciosos... Además, era yo o St. Giles, y quiero creer que me hubieras preferido a mí.

-¡No hubiera preferido a ninguno de los dos! -dijo ella echando humo, y con el mismo tono preguntó-: ¿Él también estaba en mi alcoba?

-Fue una noche ajetreada.

-Él no habrá...

-Digamos que dormir no estaba entre sus planes.

Ella se estremeció al caer en la cuenta.

-La magulladura en la mandíbula del conde... Tú lo golpeaste, ¿verdad?

-¿Disminuiría mi caballerosidad si dijera que lo disfruté enormemente?

-No te entiendo.

-Me temo que esa es una queja generalizada. Pero el asunto que más me preocupa en este momento es saber exactamente qué forma podrá tomar tu gratitud. Estaba pensando que podrías posar tu boca en la mía, tal vez acariciarme los cabellos y gemir un poquito. Ya sabes a cuál me refiero, ese suave...

-Quiero que me la devuelvas -le exigió extendiendo la mano-. Por favor, dámela.

-¿"La" vendría a ser la liga?

-Sí -respondió en seco.

-No lo sé -dijo él con tono de burla, mientras se acercaba al escritorio; trataba de no asustarla y que huyera al acortar la distancia que los separaba-. He desarrollado un cariño por ella. -Acarició la seda con los labios, disfrutando del modo en que Bella lo seguía con la mirada, con la respiración agitada-. Pero podría llegar a despedirme de ella... con un, condición.

-¿Que sería?

El sonrió como un lobo.

-Si vuelvo a ponerla donde la encontré.

Las mejillas le ardían coloradas.

-Por supuesto que no -le respondió acalorada, a tiempo que levantaba el mentón en aquel gesto obstinado y le miraba fijo a lo largo de esa nariz graciosa, en lo que resultaba tremenda hazaña, considerando su corta estatura.

-Entonces supongo que me la tendré que quedar, -Continuó Edward y la acechó al pasar hasta que la hizo apoyar la parte posterior de las piernas al borde de la cama.

Ella lanzó una mirada hacia la puerta, la encantadora puerta cerrada, y alrededor del cuarto entero. Él se dio cuenta de que ella estaba calculando la distancia, preguntándose si podría lograr liberarse antes de tenerlo encima.

-Ni lo intentes, cariño. - Deslizó los dedos alrededor de las muñecas y miró fijo aquel rostro bello y enfurecido, grabándose en la memoria aquellas cejas arqueadas y exóticas, la rotunda perfección de su nariz, las pestañas de sirena que enmarcaban esos ojos con brillo letal.

Él se daba cuenta de que en algún trayecto del camino, el impecable escarmiento que alguna vez había planeado para ella se le había vuelto en contra. Ella lo tenía a su merced.

-¿Me has echado de menos? -murmuró él, acariciándola suave.

-Ni lo más mínimo. -La respiración de ella le abanica la piel con jadeos cálidos y suaves y a él lo excitó.

-Tus ojos me cuentan una historia diferente. -Le levantó el mentón con un dedo y detectó el pulso que le latía en -la base de la garganta.

Bella apartó la cabeza de un tirón, rogando por que sólo la furia se le notara en los ojos.

-¿De veras? ¿Y qué es lo que te están diciendo ahora?

Él sonrió, como si la reprobaba con aquella media sonrisa que a ella le provocaba sensaciones extrañas en el corazón.

-Lo que me están diciendo es que esperas que yo arda en una bola de fuego hasta quedar hecho una pila de cenizas a tus pies.

-Me temo que no es nada tan suave como eso.

Él rió bajo.

-Quizás sea cierto, pero igual no cambia el hecho de que deseas besarme.

-¿Siempre has tendido a ser tan iluso?

Su cálida respiración le acarició la mejilla cuando él se inclinó para decirle:

-Me encuentro casi enfermo en lo que a ti respecta.

Por una fracción de segundo, él casi la tiene de nuevo creyendo en él. Luego ella parpadeó y recuperó el pensamiento racional.

-Quieres otra caída -acusó ella.

Un destello de furia ardió en los ojos de él, contradiciendo el tono casual de sus palabras.

-Por supuesto. Viajé todo el camino hasta aquí sólo por el privilegio de montarme entre tus dulces piernas para penetrar tu ardiente cavidad húmeda y estrecha, para sentir tus uñas hundidas en mi espalda mientras te arqueas contra mi cuerpo apoyándome tus hermosos pezones en el pecho, apretándome con tus piernas y levantando tus caderas para recibir hasta las últimas gotas de mi preciado ser...

-¡Es suficiente!

-... cuando hay cientos, quizás hasta miles de mujeres en el camino de aquí a Devon con quienes podría haber estado, que con gusto se hubiesen levantado las faldas en lugar de tirarme zarpazos o desaprobarme.

-Hasta aquí has llegado -le dijo ella sin aliento, traicionada por las imágenes evocadas por sus palabras-. Me disculparás si no soy capaz de apreciar tu devoción como es debido, dado lo voluble e imprevisible que es. Te sugiero que uses tu poder de persuasión con alguna de tus mujeres. Alguna sin cerebro en la cabecita. Ahora, hazte a un lado.

El magnífico reclamo a Edward sólo le sirvió para incitar más el deseo que sentía hacia ella. Y en ese momento se dio cuenta de que quería oírla decir que lo amaba. Quizás los motivos ya no tenían nada que ver con tanya ni con su maldita apuesta.

Ya ni se reconocía a sí mismo. Cada día parecía comprender menos qué era lo que lo motivaba. Después de que Bella se marchara él se había convencido de que así estaba mejor, que aunque no hubiera triunfado en recuperar la casa, igual había saciado su sed de venganza. Pero eso no le había traído paz a su alma.

Había tenido que reconocer a la fuerza que la absolución que buscaba debía surgir de su interior. Todo ese tiempo, él había estado mirando hacia fuera para mitigar el peso de la culpa que lo presionaba, para encontrar a alguien que la asumiera. Pero incluso aunque había dado un gran paso adelante en el progreso lento y doloroso hacia la redención, aún no es-taba listo para dejar la culpa a un lado. Todavía no era capaz de perdonarse.

-¿Estás segura de que no quieres darme otra oportunidad, ya que estoy aquí? -le preguntó de manera provocativa, al tiempo que le soplaba un mechón de la mejilla, sonriendo para sus adentros al notar el leve estremecimiento que le provocó en la piel.

-Lo único que quiero es verte la espalda cuando te marches.

-Muy bien -accedió él y soltó un suspiro que sonó bastante compungido-. Me iré. Pero antes de marcharme exijo una cosa. -Acortó la distancia que separaba sus labios y probó su dulzura.

Las manos de ella se batieron como las alas de una paloma hasta que se posaron en la curva del cuello de él. Cada músculo del cuerpo se estremeció en respuesta. Cielos, ¡cuánto había extrañado el simple placer de las caricias de ella! No importaba lo que hiciera, él no había logrado alejar de su mente lo que sentía por ella.

No había tocado a Tanya desde que Bella se había marchado Tanya pensaba que él estaba enfadado porque ella le había arruinado la posibilidad de recuperar Northcote; pero en el momento en que Bella se le había entregado todo había dejado de tener que ver con la maldita casa, igual que en ese instante, azuzándole la temperatura con aquel suave gemido.

La empujó suave hacia atrás hasta sumergirla en la cama, con la cabeza levantada para besarla. Aferró fuerte el cubrecama para mantener la coherencia, cuando lo que realmente deseaba era estimular su cuerpo contra el de ella y despertarle la pasión que ella mostraba sólo cuando estaban de aquel modo.

A su mente confusa le llevó un momento darse cuenta de que Bella se había puesto tensa y se había apartado de él. Y le llevó un momento más percatarse de que el sonido de sobresalto que escuchó no provenía de ella.

Lentamente, Edward giró la cabeza y descubrió a una mujer pequeña, con el cabello de color castaño rojizo que lo miraba de hito en hito con ojos bien abiertos; tenía la mano en el picaporte, como si la imagen de la que había sido testigo la hubiese dejado petrificada en ese mismo lugar.

La mujer resultó ser una versión más vieja de Bella, que ese momento estaba sentada en la cama inmóvil... mientras él se levantaba a medio vestir y con aspecto de no tener ninguna intención sana en mente.

-Faraon -dijo la mujer, con el suave tono de voz tenido de un acento francés-Estoy interrumpiendo.

Edward no esperaba aquella actitud imperturbable. Había imaginado una escena totalmente diferente, que implicaba que las partes de su cuerpo quedaran regadas por el suelo, con el miembro más rígido de su anatomía en primera fila.

Bella, incómoda, no hizo nada en absoluto para aclarar la confusión. En cambio, permaneció ahí sentada, con los labios magullados por el beso, con aspecto de virgen a punto de ser sacrificada en el altar de lujuria.

-¿Debo irme? -preguntó la mujer, con una sonrisa divertida jugueteando en sus labios al tiempo que miraba a uno y a otro.

-No, mamá -dijo Bella, confirmando la sospecha de Edward, con un gemido estrangulado en la garganta-. Su señoría estaba a punto de retirarse. -Lo miró desafiándolo a que la contradijera-. ¿No es cierto, milord?

-Sí... estaba a punto de retirarme. -Recogió la ropa mucho más rápido de lo que le había llevado quitárselas y Bella tuvo que contener la risa. Jamás había pensado presenciar el día en que el poderoso conde de Masen pareciera un muchacho avergonzado a quien habían pillado con las manos en la masa.

Andaba a tientas; primero se le cayó la corbata y luego el chaleco cuando iba camino a la puerta, en la que prácticamente se zambulló. De haber sabido Bella que lo único que necesitaba para que se marchara era llamar a su madre, quizás lo hubiera hecho mucho antes de que la besara (aunque, en verdad, eso era dudoso).

Debería avergonzarse, pero lo había extrañado desesperadamente. El modo en que la besaba, con tosca ternura y el modo en que sus grandes manos jamás se quedaban quietas al acariciarla, y el modo en que la barba apenas crecida le raspaba suavemente las mejillas cuando no se había rasurado, y la profunda cadencia de su voz que jamás fallaba en erizarle la piel. Hasta había extrañado sus bruscos comentarios mordaces y aquellas miradas meditabundas.

Sin embargo, el hombre que había encontrado hoy era mucho más peligroso para su corazón. Ella era capaz de defenderse de un Edward enfadado y burlón, pero no de un Edward cuyos ojos irradiaban una luz diferente, cuyas palabras revelaban una ternura nueva; alguien que fácilmente podía cautivarla si así lo deseaba.

-De modo que éste es el hombre con el que has estado soñando, ¿eh?

La voz de la madre la despertó de su ensoñación y se oyó repetir las mismas palabras que le había dicho a Jacob.

-No estoy soñando. -Se estiró una arruga imaginaria de la falda-. Entre tú y Jacob, no sé quién es peor.

La madre le levantó el rostro, y la observó con aquellos ojos verdes sagaces.

-Jacob y yo somos franceses, amor mío. Sabemos todo acerca de...

-Soñar. Sí, lo sé. Pero ambos estáis equivocados. El día que sueñe despierta con aquel irritante, pelele, arrogante... -Bella buscaba calificativos.

-¿Apuesto? -Aportó la madre.

-Patán despótico -contrarió Bella-, será el día en que me convierta en el modelo del comportamiento femenino.

-Si tú lo dices, hija... -respondió apenas encogiéndose de hombros-. Igualmente estás locamente enamorada.

-¡No lo estoy! -protestó Bella con demasiada vehemencia.

La madre habló por encima de su negativa.

-Yo he descubierto que los hombres más indignantes son los más apasionados, y a menudo los amantes con más dedicación. Eso se debe a un exceso de orgullo y a su arrolladora virilidad. Y por lo que vi, ese adorable espécimen posee esos atributos en abundancia. Realmente debiste de haberlo pintado desnudo. Imagino que debe de tener una contextura asombrosa.

-¡Mamá!

La madre le echó un vistazo inocente.

-¿Te molesta, ma douce? Este tipo de conversaciones jamás te incomodaban en el pasado.

Bella se encogió de hombros con gesto indefenso.

-Esto es diferente.

-Ah. -La madre asintió con la cabeza-. Sientes algo por este hombre. Sabía que algo había ocurrido en tu viaje a

Inglaterra. Regresaste con la mirada del que es abandonado por un amante.

Se sentó en la cama y asió a Bella de la mano.

-Cuéntame qué fue lo que sucedió.

Cuando Bella era una niña, su madre tenía la extraña habilidad de hacerla confesar toda maldad simplemente con mirarla de aquel modo que le decía que podía confiarle lo que fuera (lo que en general ella hacía).

Bella se entregó con un suspiro de resignación.

-Quizás pude haber sentido algo por él. Algo ínfimo y que no vale la pena mencionar, ya que no lo siento más.

-¿Non? Tus ojos, amor mío, te delatan. Siempre lo han hecho. -Aquellas palabras reflejaban las de Edward y Bella decidió que debía comenzar a usar venda en los ojos-. Aún sientes mucho por este hombre. Ojalá hubiese tenido la oportunidad de hablar con él. Debe de ser bastante espectacular para haberte enganchado tanto.

-Él no me ha enredado. ¡Y no es espectacular! Es un mentiroso, un estafador y un caradura.

-¿Todo eso? -Un tono divertido tino la voz de la madre.

Bella saltó de la cama y se volvió para mirarla de frente.

-Aunque sea por una vez, desearía que fueras igual que otras madres y te desvanecieras o lloraras, o cogieras algo pesado para aplastarle la cabeza.

La madre entrelazó las manos sobre la falda y la observó.

-Tú jamás me necesitaste para aplastarle la cabeza a alguien, y especialmente a un hombre.

Bella se quedó indignada un momento, luego suspiré y se dejó caer de nuevo en la cama.

-Bien, tal vez esta vez sí lo necesite.

-Eso suena muy mal.

-Es terrible. No debería sentir nada por él.

-Pero lo sientes, ¿oui?

-No tiene ningún sentido. El me usó y luego se burló de mí, y sin embargo, cada vez que lo tengo cerca, yo...

-¿Te sientes mareada?

-Sí. Es absolutamente ridículo.

-Amor mío, tómate lo que te voy a decir de la mejor manera, de madre a hija. -Le dio un golpecito suave en la mano y con una sonrisa cálida continuó-: Estás siendo una boba.

Bella abrió la boca en señal de protesta, gesto que la madre previno alzando una mano.

-Deja de alejar a todo el mundo, o algún día te quedarás sola. Como yo.

-¡Yo no estoy alejando a todo el mundo!

-Cada vez que un hombre ha demostrado el menor interés por ti, has encontrado el modo de castigarlo de alguna forma.

-¡No es cierto!

-¿Y qué hay con Jacques? El te adoraba, hubiera arrojado pétalos de rosas a tus pies por el resto de su vida si le hubieras ofrecido una palabra de aliento y, sin embargo, tú apenas te percataste de su existencia.

-¡Él era apenas cinco centímetros más alto que yo!

-¿Así que ahora tu afecto se basa en la estatura de un hombre? -La madre negó con la cabeza-. No creo que este sea el modo en que te crié.

-Era más que eso. Él era... aburrido.

-Tal vez, pero te apreciaba.

-No hablaba de otra cosa que no fueran las actividades bancarias.

-Pero cuando tú hablabas él se perdía en cada sílaba que pronunciabas.

-Sorbía el té con ruido.

-El pensaba que el sol salía y se ponía a tus pies.

-¡Tenía pelos en las orejas!

-Existía sólo para verte sonreír.

-Él...

La suave risa de la madre la interrumpió.

-Cuántas excusas -dijo con una sonrisa sagaz-. Esta vez debes enfrentarte a la verdad. Has encontrado a tu par en este inglés y has estado buscando una excusa para terminar con él.

Puede que te haya usado, como dices, pero imagino que tú tuviste algo que ver en tu propia caída. Te conozco demasiado, ma petite. Ningún hombre podría aprovecharse de ti jamás de no ser por tu propia voluntad. Si él te obligó, por supuesto que tomaremos medidas. Irá a prisión en Conciergerie esta misma noche. ¿Me dirás que fue contra tu voluntad?

Bella se estremeció al pensar que alguien pudiera ser enviado a la Conciergerie. Era un sitio desolado y deprimente, con una historia sangrienta. Cerca de trescientos hombres y mujeres habían estado en prisión allí durante la Revolución antes de ser decapitados.

Se abrazó a sí misma y desviando la mirada dijo:

-No, no me obligó.

-Cuéntame qué fue lo que sucedió. -La madre esperó pacientemente a que ella comenzara. Bella le contó la historia completa, incluyendo la revelación que Tanya le había hecho. La madre digirió todo y dijo:

-Tu joven suena enormemente atribulado. Bastante parecido a tu padre cuando tenía la misma edad.

Bella la miró.

-¿Mi padre? ¡Él es toda moralidad! No se parece a Edward en nada.

-Hay muchas cosas que no sabes acerca de tu padre. Alguna vez él fue un hombre bastante mundano.

Bella no podía imaginar a su dulce y remilgado padre como alguien ni cercano a un vividor.

-¿Tal vez estás exagerando un poquito? Supongo que todos los hombres tienen sus momentos de descuido -dijo ella dudosa,

-Oh, tu padre de veras era un irresponsable. -Una sonrisa triste vaciló en sus labios-. Un verdadero alborotador. Grande, atrevido, arrogante y listo para pelearse con cualquiera.

-¿Mi padre?

La madre asintió con la cabeza, con los ojos encendidos por el recuerdo.

-Apareció en mi vida como un ciclón y aunque yo apenas era capaz de hacerle frente, cuando otras mujeres simplemente batían sus abanicos tímidamente y se desvanecían ridículamente ante una sonrisa suya, yo sabía que no iba a poder resistirme a sus encantos para siempre. En realidad, mi corazón le perteneció desde el primer momento en que lo vi, aunque yo lo negué hasta que él me obligó a admitir lo que sentía. Me desfloró bajo el viejo pino de Scots, junto al arroyo en la frontera de Exmoor.

Bella no pudo más que mirarla atónita y al ver su expresión la madre rió entre dientes.

-Jamás pensé presenciar el día en que dejara a mi obstinada hija sin habla.

-Bueno, no puedes culparme. Jamás me contaste nada de esto.

-Jamás sentí la necesidad de hacerlo hasta ahora. En estos días hay muy pocas oportunidades en las que puedo impartir alguna sabiduría. Tú ya no me necesitas tanto como cuando eras una niña pequeña.

Bella le apretó la mano con dulzura.

-Siempre te necesitaré.

La madre le sonrió con amor.

-Y yo a ti. Pero quizás debí haber intervenido antes, al ver cómo te cerrabas a los hombres que se interesaban demasiado en ti. Sospecho que no querrás terminar como yo, separada del hombre a quien amas.

Bella sintió como si al fin estuviera logrando vislumbrar algo en el interior del corazón de la madre.

-¿De veras aún amas a papá?

-Sí, ma douce -le dijo con tono suave-. Aún lo amo. Y sospecho que lo amaré siempre.

La pregunta que la había atormentado desde que tenía diez años, cuando había quedado inmóvil en el pasillo al escuchar una horrible pelea entre sus padres creyendo que ella era la causa, le había quedado clavada en la garganta. En aquel momento había huido de la verdad y todavía seguía haciéndolo. Convertirla a las palabras la volvería real.

La calidez brilló en los ojos de la madre.

-Cuando una mujer se enamora, sigue a su corazón, aunque eso pueda no ser lo más sensato (como ya te habrás dado cuenta). Los hombres son criaturas volubles. Te piden en matrimonio y luego salen corriendo más rápido que el viento para eludir el compromiso. Si les muestras el mismo desinterés que ellos, se desesperan por llevarte al altar lo más rápido posible.

Bella meneó la cabeza.

-Eso es bastante difícil de entender.

La madre le rodeó los hombros con los brazos.

-¿Preferirías que me desvaneciera como una madre apropiada, para que me revivieras debidamente?

Bella lanzó una carcajada.

-Gracias por el ofrecimiento, pero creo que eso podría dejarme confundida.

La madre le dio un golpecito en el brazo en un gesto reconfortante.

-Siempre supe que serías capaz. Eres muy parecida a mí, amor mío: te gustan tus ángeles caídos del cielo. Ten fe en que la respuesta te llegará cuando estés lista para escucharla.
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HOLA NIÑAS AQUI LES DEJO EL NUEVO CAP DE LBDP
QUE ESTEN DE LO MEJOR EL BLOG LO PRIVIZARE EL PROX VIERNES POR QUE MUCHAS NIÑAS A UN NO ME RESPONDEN CON SU MAIL PARA QUE SE LAS ENVIE. ASI MISMO PUBLICARE OTRA LISTA CON MAS NIÑAS CON DERECHO A INVITACION EN LA SEMANA BESOS







































































































































































































































































































































































































































































11 comentarios:

karely.32 dijo...

wooooooow ke genial ! ! !
hahaha mori de la risa cuando rene le dice a bella donde fue su primera vez con charlie xD !

nany dijo...

hola me encanto tu cap

lorenita dijo...

wow!! estuvo genial el cap. lizzy...por fin edward admite lo que siente por bella, ojala ella lo pueda perdonar pues también lo ama!!!, ojala que escuche los consejos de su mamá.saludos:)

RooCh .... (Yop) dijo...

Me encanta!! Mi vida Edward todo nervioso por la interrupción... para comérselo todoo!! :) Al igual que Lorenita, ojala que Bella escuche los consejos de Renne!!!
Saludos Lizzi!!

Silvinha dijo...

Olá, que mama legal e moderninha para essa época hem!!! e Eduard com vergonha foi ótimo!!!! amei o cap. bjs Silvinha.

nydia dijo...

hOLA MI NIÑA ME ENCANTO Y DIOS NUNCA CREI QUE RENE LE CONFESARA ALGO ASI A SU HIJA PERO ESTUBO BIEN ,ESPERO QUE LAS COSAS ENTRE ELLOS SE ARREGLEN...BESOS...

Caresme dijo...

O por dios ese tipo de confesiones deja a cualquier helado pero esperemos que le sirva a Bella para darse cuenta que es amor amor puro lo que Edward le quiere ofrecer

joli cullen dijo...

este fics es tan cnadente como edward jajja

Cammy dijo...

Por que los interrumpió? ahh! si estaban a punto!!!
Pero de todas maneras sirvió la conversación que tuvo con su mamá, ojalá Bella abra los ojos :)

Unknown dijo...

hola nena!!! bueno aqui reportandome con el capi... estoy feliz porque Edward ya se dio cuenta de sus sentimientos wiiii!!!

ahora que Bella no se haga la mojigata y se le aviente jejej XD

gracias por el capi buenisima la platica de Bella y su mamá!!!

besos

Ana dijo...

Me encanta la actitud de su madre!! Gracias

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina