domingo, 15 de mayo de 2011

CAPITULO XXIII DE LOS BUSCADORES DELPLACER

VEINTITRÉS

Un hombre ha brindado toda la dicha que le quedaba, y con ella todos sus bienes terrenales, sólo para perder el corazón entero en un único beso depositado sobre sus labios perfectos.

Alfred, Lord Tensión
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Bella sólo escuchaba el latido frenético de su corazón cuando el alguacil Barnaby la guiaba hacia un cuarto sin ventanas de la Conciergerie. El aspecto desolado de la prisión y de sus historias insípidas podía infundir temor hasta al alma más sólida.

Con amabilidad, el hombre le echó una manta de lana áspera sobre los hombros, dando por sentado que su temblequera se debía a las ropas húmedas pegadas al cuerpo. Pero no era así.

St. Giles estaba muerto y creían que Edward era el asesino.

Se lo habían llevado de la taberna, sin permitirle verlo ni hablar con él. Sólo Jacob, que le rodeó con los brazos en la cintura, había evitado que Bella lo siguiera. ¿Por qué no se había declarado inocente? Él no tenía nada que ver con la muerte del conde.

-¿Mejor, milady? -le preguntó Barnaby; con un destello de preocupación en los ojos castaños mientras, la miraba por debajo de unas cejas como alambre y con una expresión solemne en el rubicundo rostro.

Bella asintió con la cabeza y se abrazó el cuerpo, tratando de parar el temblor.

-Edward no asesinó al conde -dijo con toda la convicción que le salió del corazón-. St. Giles me atacó. Edward sólo me protegió de él.

Barnaby curvó una ceja en un gesto escéptico.

-¿Degollándolo, mademoiselle? Yo diría que es un poco extremo, ¿no cree?

-Degollánd... -Un terrible escalofrío invadió el cuerpo de Bella y ella sacudió la cabeza-. Edward le dio un puñetazo. Eso fue todo.

-El conde fue hallado en el callejón bien muerto y no hubo otra persona con la que él hubiera tenido un altercado más que con Lord Masen. También tenemos testigos que dicen que Lord Masen amenazó de muerte a St. Giles.

-¿Quién lo dijo?

-Su ex amante... -El alguacil repasó las anotaciones con la vista-. Ah, sí, aquí está. -Alzó la vista para estudiar la reacción de ella al responderle-: Lady Denali. -Dio unos golpecitos sobre la mesa con el borde del reloj -. Al parecer. Lord Masen tenía motivos de sobra para asesinar a Lord St. Giles. El conde no sólo le robó el afecto de la dama, sino que aparentemente también tenía la intención de usurparle sus afectos.

-Eso no es cierto -protestó Bella-. Edward... quiero decir, Lord Masen había terminado su relación con Lady Denali. Ella estaba furiosa y juró que él se arrepentiría.

-Ahí fue cuando comenzó con usted, ¿Oui?

-Sí, pero...

-Y por supuesto usted debe de tener sus motivos para no querer verlo ahorcado por el crimen que cometió.

-¿Ahorcado...? -Bella cerró los ojos para quitarse la imagen de la cabeza.

-Ése es el castigo que corresponde a un acto tan atroz.

-¡Pero él no hizo nada! -rebatió ella acaloradamente-. Él estuvo toda la noche conmigo.

El hombre frunció las cejas.

-¿Lo estuvo? Él no me dijo eso. De hecho, su señoría me dijo que no había estado con usted. Declaró que estaba solo. Y me temo que eso no deja a nadie más que acredite su coartada.

Bella miraba al hombre desconcertadamente.

-No, eso no es cierto. -En un rapto de claridad, ella se percató de lo que Edward estaba haciendo-. Oh, Dios. Él piensa que si la gente se entera de que estuvimos juntos mi reputación se manchará.

-¿Y no sería así?

Bella volvió a montar en cólera.

-¿Y usted cree que a mí me interesa algo tan absurdo cuando está en juego la vida de una persona?

-Non -respondió él ecuánimemente-. Yo creo que usted lo ama, por lo que también creo que estaría dispuesta a mentir por él.

-¡Yo no estoy mintiendo!

-Cálmese, milady.

-Quiero verlo. ¡Debo verlo!

-Me temo que en este momento, eso es imposible.

Bella se puso de pie abruptamente y la silla cayó hacia atrás. Sin pensarlo, pasó corriendo junto al alguacil que le gritó para que se detuviera.

Tenía que encontrar a Edward, tenía que lograr que él dijera la verdad. ¿Pero en dónde estaba? La prisión era un laberinto de corredores largos y sombríos que se esparcían a su alrededor como las patas de una araña.

Lanzando resoplidos por el excesivo esfuerzo, el alguacil la alcanzó y la asió del hombro.

-No se resista.

Bella giró en redondo para mirarlo de frente.

- ¡Tiene que dejarme verlo! Tengo que lograr que diga la verdad.

-Discúlpeme si no alcanzo a comprender su devoción por él. Por lo que escuché, él la sedujo intencionadamente para recuperar su casa. ¿O no fue así?

-Usted no lo entiende.

-No vale la pena andar sufriendo por un hombre así, mademoiselle. Le ruego que me escuche. Usted es joven y bella. Olvide esto. Él no vale la pena la angustia que seguramente causará.

Bella lo miró con furia.

-Esta es mi vida y le agradecería que se mantuviera al margen. Usted no sabe nada acerca de Lord Masen. Lo juzgó injustamente.

Él apretó los labios.

-Como usted diga, mademoiselle. Tal vez el alcalde mayor muestre cierta indulgencia, ya que al parecer Lord Masen no tenía intención de matar al conde, pero fue doblegado por los celos y asesinó a su rival en un arranque de furia.

-¡Él no mató a nadie! ¿Por qué no me escucha? -El hombre la observó con una benevolencia que iba decayendo, como si fuera una niña desafiante que había que controlar.

-Tal vez esto hará que acepte la situación con más facilidad. -Hundió la mano en el bolsillo de la chaqueta y extrajo una pequeña caja de caoba-. Se la sacamos a Lord Masen cuando fue puesto bajo custodia. Me pidió que se la entregara a usted.

Con manos temblorosas, Bella cogió la caja, la miró largo rato, temerosa de ver qué había en el interior. Parecía no poder sostener la respiración al abrir la tapa.

Un sollozo brotó de sus labios. Adentro estaba la liga, una sola media de seda, un peine de jade y nácar que ella había creído perdido, varias horquillas de cabello... y una flor de campanilla seca.

-No... no tomaré esto. -Alzó la vista para mirar al alguacil con las lágrimas que sus ojos derramaban-. Devuélvala. Dígale que debe conservarla.

El hombre la miró con pena.

-Lo siento, milady. Sé que debe de ser difícil para usted.

No le salían las palabras, sólo sentía una dolorosa necesidad de estar con Edward. Tenía que encontrarlo.

Se apartó del alguacil de un empujón y corrió por el pasillo.

-¡Edward! -gritó y el nombre hizo eco a lo largo de las paredes de piedra fría y dura.

El alguacil gritó después, y luego vociferando ordeno a sus compañeros que la detuvieran. Bella sentía que se iban acercando pero no se detendría.

De repente, una mano salió de entre las sombras, a través de los barrotes de hierro de una de las celdas y la cogió de las faldas; la tela se rasgó por la fuerza al darse la vuelta, con un grito que murió en sus labios cuando se dio cuenta de quién se trataba.

-¡Edward! -La miró desde la oscuridad de la celda con el rostro ojeroso; apenas cabía en ese espacio.

Ella sentía deseos de abrazarlo, pero los barrotes se lo impedían. Extendió la mano a través de las rejas de metal y le apoyó la palma en el rostro, mientras lanzaba una mirada temerosa a los hombres que venían corriendo por el pasillo en su dirección.

-¿Qué es lo que estás haciendo aquí? -le reclamo él.

-Tenía que verte.

-Ya me viste. Ahora vete.

-Pero...

La cogió de la muñeca.

-Escúchame, Bella. Tienes que irte. Tú no eres parte de esto. No es de tu incumbencia. ¿Entiendes? Regresa a casa. Haz tus pinturas. Muéstraselas al mundo y olvídate de mí.

-No -susurró ella con una angustia que le contraía los pulmones-. Jamás. -Le enroscó los dedos en los cabellos-. Di la verdad, Edward. Por favor -le rogó ella al tiempo que los hombres le caían encima-. Diles la verdad. -Tiraron de ella bruscamente y la arrebataron de los barrotes.

-¡Déjenla en paz, maldita sea! -gruñó Edward, mientras golpeaba a los hombres y la puerta hacía un ruido metálico.

-¡Edward! Diles la verdad. -El alguacil trató de apartarla-. ¡Por favor, díselo!

-¡Vete a casa, Bella!

-¡Te amo! No te dejaré.

-No me ames.

-Sí. Te amo.

-Entonces eres una tonta -le dijo enconadamente-¿Quieres saber lo que hice después de dejarte en la puerta de tu casa aquella noche? -Aferró fuertemente los barrotes-Volví con Tanya. Te dije que en mi cuerpo no quedaba ni un solo hueso digno, noble. Mientras tú llorabas por mí yo le estaba haciendo el amor a otra mujer. Estaba dispuesto a darle a Tanya el hijo que deseaba.

-Estás mintiendo -le dijo ella con firmeza-. No te creo,

-¡Por el amor de Dios, sáquenla de aquí! -Ordenó el alguacil Barnaby, mientras sus hombres la apartaban, ella le sostenía la mirada a Edward con aquellos ojos marron hasta que él tuvo que desviarla antes de volverse loco.

Apretó la frente contra los barrotes, convenciéndose de haber hecho lo correcto por una sola vez en su vida, aunque sabía que Bella lo perseguiría hasta el día de su muerte.

Bella buscó a cualquiera que fuera capaz de escucharla y trabajó largas horas para aunar esfuerzos para ayudar a Edward. Pero Tanya había sido meticulosa en su sed de venganza: se aseguró de que el alguacil no dejara de hablar ni con un solo testigo, como Lynford y Clarendon, quienes maliciosamente habían dado detalles sobre la amenaza de muerte que Edward le había hecho a St. Giles.

Parecía no tener importancia el hecho de que algunas personas habían visto a un hombre pelirrojo bien vestido ayudando al conde a levantarse del piso después de que Edward lo golpeara. Pero nadie podía describir la cara del hombre, ya que los corredores tenían luz tenue. Ante los ojos de la ley, Edward era culpable. Él era capaz de vender cuerpo y alma para aferrarse a lo que le pertenecía, y la gente estaba más que dispuesta a condenarlo.

Al décimo día, Bella se desvaneció en las escaleras de fuera de su alcoba, al regresar de la residencia del rey en Place de la Concorde donde le habían negado una audiencia con su majestad. Ella había albergado grandes esperanzas de que él la recibiera, ya que le había encomendado retratar a su hija bebé, Marie Amelle. Pero él tenía asuntos mucho más importantes que atender que la difícil situación de un amigo en desgracia.

Ese mismo día su padre llegó a París; por su aspecto tenso, Bella supo que había hecho hasta lo imposible para llegar lo más pronto posible ante el llamado de la madre.

Un leve golpe se oyó en la puerta de su alcoba.

-Adelante -dijo Bella.

El padre asomó la cara por el borde de la puerta, y le sonrió cálidamente iluminándola con la mirada. Bella le devolvió la sonrisa lo mejor que pudo.

-¿Cómo te sientes, mi niña? -le preguntó con evidente preocupación.

-Bien -mintió ella, extendiéndole la mano. El la tomó y se sentó en la cama junto a ella. Tenía la espesa cabellera gris todavía con algunos mechones negros, estirada como si hubiera estado pasándose los dedos constantemente, lo cual

Bella sospechaba.

-No hay necesidad de preocuparse tanto.

-Soy tu padre. Eso es lo que mejor hago.

Bella jamás había dudado del amor de su padre, ni aun en los peores momentos. Ni se imaginaba cómo se habría sentido Edward al levantarse un día y descubrir que no era quien creía ser.

-Hoy luces mejor -le dijo él mientras el silencio se expandía alrededor de ambos.

-Me siento mejor. -Ella no quería darle más motivos de preocupación. Sin embargo, vislumbró una nueva tensión en sus ojos que le provocó un remolino de ansiedad en el estómago-. ¿Sucede algo?

El vaciló y luego respondió:

-Hoy fui a ver a Edward. -El corazón de Bella dio un vuelco. Se sentó más derecha contra los cojines.

-¿Qué fue lo que tenía para decir?

-No demasiado. -El padre se puso de pie, con el perfil desapacible al hundir las manos en los bolsillos-. Es un hombre obstinado.

-Lo sé.

-Aunque igual me dijo algo. -Se volvió para mirarla de frente, con clara aflicción en los ojos-. Dijo que te había comprometido. ¿Es eso cierto?

-No, no me comprometió. Lo que sucedió entre nosotros fue recíproco. -Las lágrimas se le juntaron en los ojos inesperadamente-. Lo amo, papá. Lo amo más de lo que creí posible en mí.

Él la asió de la mano y le dio unas palmaditas tiernamente.

-Sí, ya me doy cuenta de eso. Y aunque sospecho que Edward lo negará, creo que él también te ama con la misma intensidad. Creo que estaba tratando de fastidiarme con sus declaraciones, con la esperanza de que yo no quisiera ayudarlo.

-Pero tú no dejarías de ayudarlo, ¿verdad?

Él le cubrió la mejilla.

-Por supuesto que no -le dijo con tono amable-. Edward está muy herido y amargado, pero está perdido sin tí. No puedo culpar a un hombre por ver en ti lo que yo siempre he visto.

-¿Y él aceptará tu ayuda?

El padre suspiró.

-No. No creo que me quiera ver involucrado, por temor a que te vayas a involucrar tú. Él está decidido a resolver esto por su cuenta.

Bella cerró los ojos, aferrando la manta en los puños. Jamás se había sentido tan indefensa.

-¡Bella! -exclamó una voz conocida un instante antes de que se abriera la puerta de la alcoba. Jacob se quedó como enmarcado en el umbral, respirando con dificultad.

Bella echó el edredón a un lado, sintiendo un temor que le trepaba hasta la garganta y el pánico que le tensaba los miembros. Se aferró al poste de la cama para sostenerse, temiendo lo peor.

-¿Qué ha sucedido?

-Tengo noticias.

-¿De Edward?

-Oui.

Las piernas de Bella se debilitaron.

Jacob se acercó rápidamente a ella.

-Él está bien, discúlpame por preocuparte. Acabo de llegar de la Conciergerie. -Le aferró la mano y le sonrió-. Está libre, mon ange. Lo han liberado.

Bella lo miró fijo.

-¿Libre? -susurró con esperanza e incredulidad.

-Oui. El culpable del asesinato de St. Giles ha sido detenido

-¿Quién...?

-El conde du Lac -respondió y el nombre sonó conocido- Su amada condesa lo entregó. Aparentemente, ella descubrió que el conde había estado manteniendo una relación con su mejor amiga. Peor aún, el tonto había perseguido a todos los amantes de ella, incluyendo a St. Giles, a quien...

-... juró matar si volvía a poner un pie en París.

-Ahora Bella recordaba. Ella había escuchado el nombre del conde mencionado durante aquella incómoda cena en Northcote. Le extendió la mano a Jacob-. ¿De veras se terminó? -Tenía mucho miedo de creerlo.

-Oui, chérie. De veras terminó.

Bella caminó hacia la ventana y dirigió la vista hacia la cárcel, donde el sol se hundía tras el horizonte como una bola brillante y ardiente.

Permaneció allí mucho tiempo después de que Jacob y el padre se retiraran, observando pasar cada transporte, con la esperanza de que uno se detuviera y bajara Edward, finalmente capaz de confiar en el amor de ambos.

A la medianoche, ella se alejó.

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HOLA NIÑAS PUES AQUI OTRO MAS, SOLO QUEDA OTRO CAP MAS PARA EL GRAN FINAL.
ESPERO QUE ESTEN DE LO MEJOR, BES0S Y ABRAZOS PARA TODOS.
































































































































































































































































15 comentarios:

lorenita dijo...

wow!! estoy súper emocionada lizzy...me gusto mucho este cap. aunque estoy un poquito triste de que ya va a terminar..snif!! Espero que Edward deje de ser tan obstinado y sea feliz con Bella!!:)

Elizabeth Abigayl Masen dijo...

u.u. entos no fue jcob supuse mal nimodo ya q jejejeje EDWARD ESTA LIBRE!!!! yo lo sabia ahhh ahora espero q los tortolitos esten juntos al final
x0x0

Belu dijo...

me encanta esta historia!! se va a extrañar!! :/
que bueno que Edward quedo libre!! :) ahora espero que deje de ser tan necio y vaya con Bella..
buenisimo el cap :)

brigitteluna dijo...

me encanta ala espera del grandioso final vamos a ver si edward ve la luz por fin

nany dijo...

hay en este cap me hisiste llorar, y porque ed no fue a buscar a bella?

nydia dijo...

dios pero que emocion al fin esta el libre y espero lo piense bien y regrese con Bella....Besos mi niña hermosa,cuidate...

Caresme dijo...

En serio si que es testarudo este hombre ella lo ama eso no basta..

Serena Cullen dijo...

Por fin EDWARD ESTA LIBRE,por favor como sufrí con este cap. llore a moco tendido,por dios por que tiene que ser tan terco este hombre,pero que bueno que se aclaro todo aunque tengo que admitir que pensé que todo fue obra d la "zorra Denaly",me muero pos saber como sigue ahora

Unknown dijo...

hay Lizzy!!! Este capi estuvo super triste con ese final... y ahora yo creo que Bella está embarazada pobre... y ese tonto de Edward que no hace nada!! solo anda lastime y lastime a Bella.... ya quiero que esten juntitos y felices!!!

Bueno muchas gracias por el capi

Saludos

Cammy dijo...

awww! menos mal que se descubrió la verdad *-* tan obstinado que es Edward ¬¬ ahora estoy segura que Bella está embarazada!
aww queda sólo uno u.u con lo que me gusta, la voy a extrañar :/

nos leemos
Besitoss

Vianey dijo...

Por dios, asi o mas cabezota que es edward y sin duda yo tambien pienso que Bella esta embarazada; ojala todo se arregle pq merecen ser felizes.

RooCh .... (Yop) dijo...

Espero que Bella se haya alejado de la ventana porque Edward entro a su casa y esta al pie de la escalera esperandola :) Si no es asi este hombre se va de cabeza dura!!! ;)
No puede ser que ya termine!!!

Besotes Lizzy!!

vyda dijo...

Amo esta historia, no puedo creerque ya vaya a terminar...
Este capitulo estuvo genial, solo espero que Edward deje de ser cabezota y la busque, por que estoy segura que Bella esta embarazada verdad que si???, un besote enorme y mil gracias por pasarte por mi fic, besos...

Ligia Rodríguez dijo...

Apuesto lo que sea a que Bella esta embarazada, de verdad ojala Edward deje la loquetera y la busque... Me encanto el cap! Besos!!!!

Ana dijo...

Para matarlo!!

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina