sábado, 4 de junio de 2011

CAPITULO 2 PERDONAME MI AMOR


CAPITULO II

 



Michael llegó puntualmente. Bella le recibió en la puerta con una brillante sonrisa. Esperaba verle con unos pantalones corrientes y una camisa, como vestía normalmente Edward cuan¬do los visitaba. Pero Michael se presentó vistiendo una americana azul marino con pantalones blancos, camisa blanca y corbata. Pareció sorprenderse por los pantalones y la sencilla blusa de Bella.
-Lo siento, cariño. ¿Me he engalanado demasiado? -preguntó en tono de disculpa.

Parecía ligeramente incómodo mientras observaba el vestíbulo con la pintura estropeada, el gastado suelo de linóleo y la desnuda bombilla del techo.

-Por aquí somos bastantes primitivos -dijo ella con una débil sonrisa- Como mi padre es un empleado antiguo, los Masen nos dejan la casa libre de alquiler. Solemos olvidarnos de su aspecto y nunca encontramos el momento para arreglarla.

-Espero no haber sido impertinente -dijo él, sonriendo-. Mi mundo es un poco distinto, pero eso no significa que sea mejor, ¿verdad?

-No -dijo ella riéndose-. Eres una persona estupenda.

-Eso es lo que intentaba decirte.

Ella retrocedió para dejarle entrar, tragándose su vergüenza por el destartalado mobiliario. El cuarto de estar también nece¬sitaba una mano de pintura. ¿Por qué no se había dado cuenta antes? Y la alfombra... ¡Dios bendito! ¡Estaba hecha jirones! No le había prestado la menor atención al estado de la casa desde que había vuelto. Su trabajo y el cuidado de su padre apenas le dejaban el tiempo imprescindible para mantener la casa limpia v ordenada.

Recordó, conteniendo un gemido, que su padre debía llevar el suéter con el agujero en el codo. Los tenía mejores, pero aquél era su favorito. Sonriendo, Charlie Swan le ofreció la mano a Michael, ajeno al aspecto desastroso que le conferían los viejos y abolsados pantalones, la descolorida camisa y las zapatillas. Encantado de conocerle, señor Newton. Disculpe que no me levante, pero he tenido problemas con la cadera y sentado me encuentro mejor.

-Sí, su hija me contó lo de su caída -replicó Michael-. Espero que esté mejor.

-Podré volver al trabajo el mes próximo. Los Masen se han portado estupendamente conmigo.

-Conozco a los Masen. Edward es todo un carácter ¿verdad? Menudo tipo -añadió, por hablar. Al padre de Bella se le iluminó la cara. Cualquier persona a la que le gustara Edward se convertía automáticamente en amigo suyo.

-Con frecuencia viene a jugar al ajedrez conmigo -dijo Charlie Swan con orgullo.

Michael enarcó una ceja y sonrió.

-No me lo imagino sentado demasiado tiempo. Siempre está en movimiento.

-Pues es un estupendo ajedrecista -comentó Charlie con una sonrisa.

Bella cogió a Michael del brazo y dijo:

-¿Pasamos al comedor?

No deseaba que su padre se extendiera en sus elogios al hombre que ella deseaba olvidar.

-Espero que te gusten los espaguetis, Michael. He trabajado de siete a tres y no he tenido tiempo de preparar nada más.

-Los espaguetis me parecen muy bien -le dijo Michael-.Podría haber traído una botella de Chianti, o de rosado. ¿Qué tienes?

Bella le miró sorprendida.

-¿Perdón?

-Qué vino, querida.

-¡Oh! Nosotros no bebemos alcohol -contestó sonro¬jándose.

-Ya me encargaré yo de corromperte, pequeña inocente. Shhh... No queremos que tu padre piense que soy un libertino, ¿verdad? -añadió en un susurro.

Su padre; feliz con la atención que le prestaban, se sentó sonriendo. Bella agradeció con una sonrisa que Michael le reti¬rara la silla, pero se sintió incómoda. No estaba acostumbrada a los convencionalismos sociales. Sin pretenderlo, Michael la hacía sentirse como una torpe campesina.

No fue la mejor noche de su vida. Aunque su padre hizo todo lo posible por animar la velada, Bella se sentía muy incómoda. Cuando sirvió el pastel de manzana casero con hela¬do, estaba deseando que Michael se marchara.

Él le estrechó la mano al padre de Bella y salió al porche con ella.

-No ha sido un éxito precisamente, ¿verdad? -comentó con una sonrisa pesarosa-. Lo siento, cariño. ¿He herido tus sentimientos?

-Sí -dijo ella, sorprendida por su percepción-. Pero no es culpa tuya. Es que... Bueno, supongo que nuestras vidas son tan diferentes...

-No seas esnob.

-¡No lo soy! -protestó ella sonrojándose.

-Me pareces encantadora, Isabella Swan -dijo él mirándola intensamente-. Una persona estupenda y una mujer muy sexy. Y me gustas. No he venido a tasar tus muebles -añadió con una sonrisa.

-Lo siento -musitó ella con los ojos bajos-. Supongo que me he sentido un poco incómoda. Eso es todo.

-Deja de preocuparte por las diferencias y concéntrate en las cosas que tenemos en común. ¿Cenamos juntos mañana? Ella vaciló.

-Vamos, preciosa. Me apetece mucho.

Se inclinó a besarla suavemente en la boca.

-Vamos, Bells, sal conmigo.

El detestado diminutivo tenía un sonido especial en sus labios. Ella le sonrió soñadoramente. A pesar de su riqueza y su posición social, era un hombre encantador y muy normal.

-De acuerdo.

-Buena chica.

Le cogió la cara entre las manos y volvió a besarla con cálida sensualidad. Aunque faltaba cierta chispa, Bella lo ignoró. Era muy agradable besarle. Se relajó y se entregó a sus labios.

-¡Guau! -comentó él sin aliento cuando sus bocas se se¬pararon-. Cariño, eres deliciosa.

Ella se echó a reír. Michael la hacía sentirse especial y muy femenina.

-Y tan inocente -murmuró él. La acercó y apoyó la bar¬billa en su frente-. Me gusta. Me gusta estar con una mujer inocente para cambiar. Es excitante.

Él la suponía inexperta. En cierto modo, lo era. Pero estaba presuponiendo una inocencia que era falsa y ella no sabía cómo corregir su opinión. Echó la cabeza hacia atrás y le miró con ojos preocupados.

-¿Y ese ceño fruncido? -murmuró él-. No, Caperucita Roja, no soy un lobo. Te trataré con cariño y tendrás todo el tiempo que haga falta. Ahora, vuelve dentro. Hace fresco. Te llamaré mañana. ¿De acuerdo?

-De acuerdo.

-He disfrutado de la cena -murmuró él-. Pero el postre ha sido lo mejor.

Inclinándose, la abrazó y besó apasionadamente.

Bella pensó que debía habérselo contado. Pero ya tendría tiempo de hacerlo más adelante. O podría no contárselo nunca.

No planeaba tener una aventura con él y no creía que fuera su intención tampoco. Él parecía ir en serio. Sería un cambio agradable. Le devolvió el beso. Si pudiera olvidar lo que había sentido cuando Edward la besaba...

-Buenas noches, cariño -dijo él en un tembloroso susurro antes de bajar los escalones.

Subió al Mercedes descapotable y lo puso en marcha. Se despidió con la mano. La brisa nocturna agitó su pelo oscuro mientras daba la vuelta al coche y se alejaba a toda velocidad.

Bella entró en la casa, sintiéndose algo alejada de la realidad. No había sido una noche desperdiciada totalmente. El futuro podía reservar algo estupendo.

-Es un hombre agradable -dijo su padre amablemente-. ¿Va en serio?

-¿En serio? ¿Con una cita y ya estás pensando en las invi¬taciones de boda?

-Estoy tan ansioso por verte felizmente casada... ¡Y con hijos! ¡Ya no soy joven!

-¡Al paso que vas, me sobrevivirás! -repuso ella.

Él gruñó algo entre dientes. Recogió su libro de Tucídides y comenzó a leer, ignorándola deliberadamente. Ella se dirigió a la cocina a fregar los platos riéndose.

Como había trabajado nueve días seguidos para suplir la falta de personal debida a una epidemia de gripe, tuvo el día siguiente libre. Michael llamó a primera hora para decirle que debía cancelar su cita para cenar debido a un asunto de negocios. Iba a estar ocupado hasta el fin de semana, pero, ¿querría acompañarle a una fiesta el sábado por la noche en una finca cercana?

Bella contuvo la respiración mientras pensaba en quién podría sustituirla en el trabajo. Finalmente, aceptó. Él le dijo a qué hora pasaría a recogerla y colgó.

Bella llamó inmediatamente a su amiga Angela al hospital. Si ella la sustituía el viernes, Angela la cubriría el sábado.

-¿Puedes suplirme el sábado por la noche si yo te cubro el viernes? le preguntó a su amiga cuando ésta contestó a su llamada-. Tengo una cita.

-¿Una cita? ¡Me levantaría de mi lecho de muerte para sustituirte si realmente vas a salir con un hombre! ¿Es un hom¬bre? ¿No será un viejecito que te ha dado lástima?

-Es un hombre. Michael.-Angela hizo una pausa.

-Encanto, espero que sepas lo que estás haciendo. Michael no es un hombre. Es un mujeriego.

-Ya soy mayor.

-Eres como un bebé perdido en el bosque. -Ya no. En absoluto.

Angela suspiró.

-Está bien. Lo haré. ¿Dónde vais?

-A un cóctel en la finca Blake.

-¡Los Blake poseen la mitad del condado de Fayette!

-Sí, lo sé. Estoy muy nerviosa. He pensado ponerme el traje negro de cóctel que usé en la fiesta de Navidad...

-¡Ni hablar! ¡Hace tres años que lo tienes! Tengo uno precioso de seda gris. Te lo dejaré. Es de tu talla. Y tengo un bolso y zapatos a juego. No admito discusiones. No voy a per¬mitir que vayas a casa de los Blake hecha una pobretona. Bella vaciló, pero terminó cediendo. Realmente quería ir a la fiesta con Michael para conocer aquel otro mundo de lujo y riqueza. Y su vestido negro estaría fuera de lugar.

-De acuerdo -le dijo a Angela-. Eres una buena amiga. Me gustaría hacer algo por ti.

-Ya vas a hacerlo. El viernes por la noche podré ir al cine con Ben a ver, la nueva película. Pásate por casa el sábado para probarte el vestido.

-Estaré allí a las nueve, compraré café y bizcochos en El Granero Rojo. ¿Te parece una demostración suficiente de amistad?

-Eso es una amistad sincera. Hasta entonces.

Bella, muy excitada, le contó a su padre sus planes para el sábado. Estaba en la cocina fregando los cacharros del desa¬yuno cuando oyó detenerse un coche. Se asomó al cuarto de estar. El corazón le dio un vuelco al ver entrar a Edward con aire preocupado. Se sentó y empezó a hablar con su padre sin mirar hacia la cocina. Ella reanudó su tarea.

Estaba demasiado lejos para oír lo que hablaban, pero tuvo la impresión de que tenía que ver con ella. Bien, les dejaría hablar. No podía impedirlo. Le gustaba Michael. Quería vivir la vida antes de convertirse en un vegetal o en una solterona. Y si a Edward no le gustaba, era problema suyo.

Se abrió la puerta de la cocina y entró el objeto de sus pensamientos con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones claros. Le miró de reojo antes de volver a concen¬trarse en los platos.

-¿Qué quieres?

-Tu padre me ha dicho que vas a una fiesta en casa de los Blake con tu nuevo amigo.

-¿Y qué?

-Vas a sentirte fuera de sitio, pequeña. Te comerán viva.- Ella se puso roja de ira. Dejó a un lado el estropajo y se volvió hacia él.

-Crees que no se comportarme como una dama, ¿verdad? -preguntó, mirándole fijamente-. No se preocupe, señor Mase.n No tendrá usted que soportar mi humillante presencia. Y estoy segura de que los Blake se las ingeniarán para no reírse de mi.

-No quería decir eso. ¡Maldita seas! ¿Quieres dejar de poner palabras en mi boca? Estoy hablando de Newton. Ya te dije que es un lobo. Un lobo rico y bien alimentado con un gran billetero, que busca una chica ingenua que le caliente la cama.

-Lo mismo que tú -dijo ella antes de volverse hacia el fregadero-. ¿Por qué te preocupa tanto mi virtud? Si quiero ser corrompida por algún otro, es asunto mío.

-Bella, estás intentando entrar en un mundo que no puede ofrecerte nada de valor.

-¿Como el tuyo?

-¡Estoy hablando de ti y de Michael Newton! ¿No compren¬des por qué anda a tu alrededor?

Estas palabras la molestaron profundamente.

-No soy una ramera, por mucho que te esfuerces en que me sienta como si lo fuera -replicó entre dientes.

-¿Cuándo he hecho algo así, Bella?- Ella no quería recordar aquella noche.

-Si quieres quedarte a comer, voy a hacer sandwiches de jamón -dijo con brusquedad.

Él se acercó a ella. Podía sentir su olor. Se había quedado pegado a su cuerpo aquella noche. A la mañana siguiente, al despertarse, la almohada olía a él.

-Aquella noche te traté con cuidado -dijo él con voz suave como el terciopelo-. Con más cuidado que a ninguna otra mujer. Incluso después, fui tierno. Nunca he podido olvidar tu violento deseo, tus temblores y tus gritos cuando te hice daño.

-Por favor -murmuró ella, cerrando los ojos-, ¡no quiero recordarlo!

-Gritaste -musitó él.

Le rodeó la cintura con sus manos y la hizo recostarse contra su fuerte cuerpo.

-Gritaste cuando te poseí, mirándome directamente a los ojos. Cuando comprendí que eras virgen, intenté detenerme, pero ya había ido demasiado lejos...

-¡No!

Él la besó en el pelo. Sus manos temblaban.

-Fuiste como fuego y miel entre mis brazos -susurró él-, y recuerdo haber gritado porque el placer fue agónico.

Ella se escapó de sus brazos y se refugió tras la mesa, mirándole con expresión dolida.

-¡Vete!

-Lo haré, pero los recuerdos no -dijo él con voz ronca.

-Me utilizaste. Te peleaste con tu sofisticada novia y saliste conmigo para fastidiarla. Y yo fui tan estúpida de creer que te gustaba. Hasta que todo terminó, hasta que no fue demasiado tarde, no me dijiste la verdad. Te odié entonces y te odio ahora. ¡Te odiaré hasta mi muerte, Edward Masen!

Él miró el gastado linóleo.

-Sí, lo sé.

-Vete, por favor -dijo ella, sin mirarle-. Mi vida no es asunto tuyo. Nada de lo que yo haga es asunto tuyo.

-¿Le quieres?

Ella fue hasta la puerta y la abrió.

-Adiós. Lamento que tengas que irte tan deprisa -dijo con una amplia y vacía sonrisa.

-Creía que estaba invitado a comer.

-¿De verdad te gusta el arsénico? Porque en mi vida no he sentido una tentación mayor.

-Ni yo tampoco.

Él observaba atentamente la bonita y esbelta figura de Bella.

-Eres exquisita, Bella. Siempre lo has sido, pero la ma¬durez ha hecho cosas sorprendentes con tu cuerpo.

-Soy bastante más que un cuerpo -dijo ella secamente-. Soy un ser humano con pensamientos y sentimientos, y algunos talentos menores.

-Lo sé también. ¿Te gustaría tener un ángel guardián? Ella pestañeó.

-No comprendo.

-Lo harás -dijo él con una irónica sonrisa-. Al menos, mantente alejada de su apartamento. ¿Lo harás? He oído decir que tiene una cama que empieza en la entrada.

Ella tuvo que morderse la lengua para contener la risa.

-Bueno, debe ser más cómoda que el asiento trasero de un coche, ¿verdad?

Él suspiró.

-Nunca lo dejarás, ¿verdad? Supongo que no vas a creerme si te digo que estaba tan fuera de mí en aquel momento que no podía pensar más que en ti.

 

-Aciertas por primera vez -dijo ella sonriendo con indife¬rencia-. ¿Quieres el sándwich o no?

Él sacó un cigarrillo del bolsillo y lo encendió.

-Voy a atravesar el muro que has levantado de un modo o de otro,

-Será mejor que te compres un misil o un par de granadas -dijo ella-. Te van a hacer falta.

-No te importa tu padre, ¿verdad? Está preocupado.

-Algún día tendrá que prescindir de mí.

-No estarás pensando que Newton va con buenos propósitos. ¡Por amor de Dios! ¿Casarse contigo? ¡Ni lo sueñes, dulzura!

-¡No soy tu dulzura!

-Lo fuiste. Fuiste lo más dulce que he probado en mi vida.

-Pues ahora tendrás que saciar tu apetito en otro lugar.

-No hay otro lugar -dijo él, observando el cigarrillo-. No lo ha habido desde hace mucho tiempo.

-No creo en los cuentos de hadas. Si has terminado, tengo cosas que hacer.

El se encogió de hombros.

-Me arrojas a las tinieblas exteriores, mujer sin corazón.

-Es de día. No hay tinieblas. Y tú no eres la persona más adecuada para acusarme de no tener corazón.

-¿Crees que yo no lo tengo, Bella?- -dijo él riéndose-. Podrías sorprenderte si vieras lo magullado que está.

-Lo dudo.

-Se supone que las enfermeras son compasivas.

-Y lo soy. Con aquellos que se lo merecen. Tengo platos que lavar, sandwiches que hacer...

-Lava tus malditos platos y no prepares ningún sándwich para mí- rezongó él volviéndose.- Con la mala suerte que tengo, harías el mío con el cerdo vivo.

Ella oyó cerrarse la puerta. Su corazón tardó un rato en calmarse. Le agradeció a la Providencia que la hubiera librado de su incómoda presencia. No quería recordar aquella noche. ¿Por qué no se mantenía lejos y la dejaba olvidar?

Verle era un constante recordatorio, un continuo hurgar en la herida. Cerró los ojos y siguió con su tarea.
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OMG QUE LES PARECIO??? EHHH JEJE ESPERO QUE ESTEN DE LO MEJOR
LAMENTO NO HABER SUBIDO AYER PERO HOY AQUI ESTA, TRATARE DE SUBIR OTRA ADAPTACION TAMBIEN PARA LAS QUE YA LEYERON ESTA HISTORIA QUE LES PARECE?? BUENO SIN MAS LA DEJO BESOS
PRO CAP EL LUNES










































































































































































































































































































10 comentarios:

lorenita dijo...

¡GENIAL CAP. LIZZY..CADA VEZ MÁS INTERESANTE..ESPERO QUE NO SEA MUY TARDE PARA EDWARD, Y AUNQUE BELLA LO NIEGUE PIENSO QUE LO AMA, AUNQUE HA SUFRIDO MUCHO Y TIENE RAZÓN DE SENTIRSE ASÍ!:)

brigitteluna dijo...

edward esta muy celoso..pero que se traera..el admirador de bella entre manos ..es dificil olvidar cuando tanto daño se le hace a una sola persona..dura la va a tocar a edward

Anónimo dijo...

ah no inventes me enamore de esta historia me hace recordar mucho algo que le susedio a mi hermana!!

muy buena sige actualizandO!!

nany dijo...

hola me encanto tu cap
se ve que esta muy interesante la historia

monikcullen009 dijo...

wiiiii q buen capitolu i <3 esta historia, bueno m despido y nos seguimos leyendo!!!

vsotobianchi dijo...

wow lizzy esta historia esta genial, ya quiero leer el próximo capítulo.

Cammy dijo...

me encantó! ojalá Edward no tenga razón con Mike, pero mejor que la tenga!

RooCh .... (Yop) dijo...

La manera en que se tratan no hacen mas que confirmar la tension sexua que hay entre ellos.... :) ME ENCANTAAAAA!!

Ligia Rodríguez dijo...

Fue interesante la verdad!! Aunque todo lo que haces siempre es bueno! Besos

EdithCullen71283 dijo...

Ahhhhhhhhhhhhhhh estos dos tan intensos amo a edward pero que paso? no entiendo ainsh jejejejeje
Me encanto el capitulo
BESOS DESDE GUANAJUATO MEXICO

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina