La historia no es mía es una adaptación
Los personajes son propiedad de Stephanie Meyer
sinopsis
El
verano de los dulces dieciséis de Bella es un verano de primeros. Primer coche.
Primer beso. Primer novio. ¿Primer acosador de asesino en serie?
Isabella Eleanor Swan es poco femenina y está
obsesionada con el hockey, nunca ha sido el objeto de interés de un chico
antes. Así que cuando el chico más guapo que ha visto se muda al cruzar la
calle y empieza a tratarla como si fuera el centro de su universo, por supuesto
que estará un poco sorprendida. Pero todo comienza a cobrar sentido cuando
chicas parecidas a ella comienzan a morir por toda la cuidad. Obviamente, el
chico nuevo es un asesino, y por supuesto que sólo le gusta porque quiere
rebanarla en pequeños trozos. ¿Verdad?
Entre más conoce a Edward,
más se convence de que es un asesino psicópata. El problema es que él es el más
dulce asesino psicópata que ha conocido. Sin mencionar lo guapo que es. No
importa cuánto lo intente, no puede evitar enamorarse de él. ¿Encontrará Bella
el verdadero amor o su verano de primeros resultará ser un verano de últimos?
CAPITULO
1
Este iba a ser el verano más largo de mi vida. Estar privada de mis tres mejores
amigos, Jasper, Jacob y James —mejor conocidos como los Jotas— era peor de lo
que había imaginado que sería. Sólo ha sido una semana y ya me estoy volviendo
loca por el aburrimiento del verano. Si no fuera por el chico nuevo al otro
lado de la calle ya estaría en un cuarto con paredes acolchadas.
El
chico nuevo y su mamá se mudaron un día después de que los Jotas se fueron a un
campamento de hockey por el verano. Ni siquiera voy a comenzar con lo injusto
que es que no pude ir con ellos, sólo por el hecho de que soy una estúpida
chica —un hecho que según mi hermana mayor es discutible— porque sólo me hará
golpear algo.
De
todos modos, los Jotas se fueron para convertirse en prospectos de la Liga
Nacional de Hockey, y sólo cuando estuve segura de que iba a morir literalmente
sin ellos, un camión de mudanzas se detuvo en frente de la casa al otro lado de
la calle. Naturalmente tenía curiosidad, así que me senté en mi habitación, con
una taza de helado y Weezer sonando ruidosamente a través de mi ventana,
y miré como transportaban sus cosas dentro de la casa.
Después
de unos minutos, metí una cucharada en mi boca y olvidé sacarla hasta que sentí
que se me congeló el cerebro. Esto no era porque soy una idiota y no sé cómo
comer helado. Fue porque un BMW, entre todas las cosas, se detuvo junto a la
acera de la casa.
Claro que he visto
buenos autos antes, y ni siquiera era sobre el hecho de que vivo en el tipo de
vecindario donde la gente sólo maneja minivans, ¿pero un BMW? Eso es alemán o
algo así. Si te vas a mudar a Detroit —bueno, Canton, que sólo es un suburbio
en Detroit, pero aun así— lo menos que puedes hacer es tener la decencia de
manejar uno americano.
Esperé
para ver qué tipo de personas tendrían el coraje de viajar en un auto
extranjero, y la mujer que salió detrás del volante encajaba perfectamente en
el estereotipo que tenía en mente. Era súper delgada, lo cual, sin ser grosera
con muchas de las mamás de mi calle, era algo a lo que no acostumbrábamos a ver
por aquí. Tenía cabello castaño muy brillante, del tipo que ves en los
comerciales de champú. Su ropa era probablemente de diseñador, no que yo
realmente supiera de eso, y algo le colgaba de la oreja, lo que decidí que era
uno de esos accesorios de teléfonos móviles que la gente usa en las películas.
De hecho, ella lucía como alguien que ves en las películas.
Luego,
él salió del auto y sentí que había muerto e ido a The OC1. Tenía
cabello castaño oscuro, enmarañado, tan desordenado como el de los chicos con
los que juego hockey, excepto que parece que ese estilo lo tenía a propósito.
Le caía sobre los ojos, haciéndolo lucir misterioso, y era muy alto.
Definitivamente alto como los jugadores de baloncesto universitarios, no que me
pareciera del tipo que practica deportes organizados. Y que sea alto es bueno,
porque mido cerca de un metro con cincuenta centímetros.
No
es que esté planeando nuestra boda o algo así, es sólo por decir.
Se
veía un poco flaco, pero podías ver la definición debajo de su ajustada camisa
polo. Eso le daba la apariencia de un modelo de Abercrombie & Fitch,
convirtiéndolo oficialmente en el chico más sexy que he visto jamás. Tan sexy,
que podía sentir cómo me sonrojaba a pesar de que se encontraba al otro lado de
la calle y no tenía ni idea de que lo miraba.
Y
eso fue lo que hice por el resto de la semana. Mirarlo.
Me
había obsesionado sobre el hecho de espiarlo durante la última semana, ya que
era mi única forma de entretenimiento. Bueno, era el entretenimiento más
excitante de todas formas. Tenía mi X-box para hacerme compañía, pero ni
siquiera Grand Theft Auto podía compararse con el Sr. Abercrombie
ejercitándose en su garaje.
Los
ejercicios comenzaron la mañana siguiente después de haberse mudado. Cada
mañana cerca de las nueve en punto ejercita hasta sudar. La mitad de los días
hizo un extenso entrenamiento de cardio, con una cuerda de saltar, entre todas
las cosas, y luego le dio una paliza a un saco de boxeo. Eso es muy divertido
de ver, pero admitiré que me gustaban más los días en los que levantaba pesas.
Él tenía una de esas máquinas de pesas que te permiten trabajar diferentes
partes de tu cuerpo, así que después de que ejercitara sus muslos y glúteos, se
trasladaba a mi parte favorita, la parte superior de su cuerpo.
Yo
como que tenía una vista perfecta, también. La ventana de mi habitación está
directamente enfrente de la ventana de su habitación, la cual está sobre su
garaje.
Así
que después de su entrenamiento, usualmente puedo echarle un vistazo quitándose
su camiseta sin mangas mientras se dirige hacia el baño para ducharse. Los
mejores diez segundos de mi día. Sólo hoy fue en realidad más como un minuto
entero, porque se detuvo a mirar por la ventana mientras tomaba un trago de su
botella de agua.
Estaba
completamente fascinada por lo sexy que es, y no pensé en esconderme de su
vista hasta que nuestros ojos se encontraron. Me asusté y rápidamente me agaché
fuera de su vista con la esperanza de que estuviéramos lo suficientemente lejos
uno del otro, de que tal vez no me vio. Tal vez sólo pensé que me había visto.
Esperé
un minuto y luego di un vistazo de nuevo para ver si se había ido, pero seguía
de pie ahí. No sólo eso, parecía que me esperaba —como si supiera que yo
miraría de nuevo. ¿A este punto qué podía hacer, esconderme de nuevo? No lo
creo. Ya me había pillado.
En
un intento por salvar mi dignidad, y con la esperanza de hacerle creer que
acabo de notarlo y no que en realidad lo miraba, levanté mi mano y lo saludé.
No me saludó, pero detrás de la intensa mirada que me daba, las esquinas de su
boca se curvaron en una media sonrisa. No pude evitar pensar, ¿Se está
riendo de mí?
—¿A
quién estás saludando? —Una voz estridente habló detrás de mí.
Rosalie.
La temida hermana mayor. Sólo su nombre me hace estremecer. Es sólo un año
mayor que yo, pero es suficiente para hacerle pensar que es mejor que yo en
todas las formas posibles. La odio porque es muy bonita y usa muchas enaguas y
esas cosas, y me odia porque básicamente soy lo opuesto —pálida, flaca,
pelirroja, más alta que la mitad de los chicos en la escuela y podía vencer a
cualquiera de ellos en el hockey.
Rosalie
irrumpió en mi cuarto tan inesperadamente que salté muy alto al sonido de su
voz. —¿Qué? —grité mientras me daba vuelta para mirarla.
—¿Por
qué te sonrojas? —exige al momento en que ve mi rostro.
—No me sonrojo. Sólo…
Hace calor aquí. ¿Qué quieres?
Me
mira con sospecha por un momento y luego pone las piezas juntas. —¡Oh, Dios
mío! —gritó—. Veías al chico nuevo entrenar, ¿verdad? —Me empujó fuera de su
camino para echarle un vistazo a la ventana al otro lado de la calle, la cual
ahora se hallaba vacía, y añadió—: ¿Ya me perdí cuando se quitaba la camiseta?
Es
bueno saber que lo de acechar viene de familia. Iba a negarlo y hacerme la
tonta, pero aún me sentía tan aturdida de que él me había pillado que solté un
“sip” antes de poder detenerme.
Rosalie
suspiró con pesar, pero luego se alejó de mi ventana y volvió sus ojos malignos
hacia mí. —Bueno, bueno, bueno, ¿está Bella Westley finalmente enamorada de un
chico? Ya era hora.
—¿Qué?
Yo no...
—No
hay nada de que avergonzarse, Bella. —Rosalie rodó sus ojos al tiempo que me
interrumpía—. Es totalmente hermoso y tienes casi dieciséis años. Comenzaba a
preocuparme de que nunca te dieras cuenta para qué son los chicos.
Ya
había tenido suficientes bochornos por un día con todo lo de haber sido pillada
espiando y eso. No necesitaba que Rosalie lo empeorara con algún tipo de
discurso de bienvenida a la feminidad.
—¿Qué
estás haciendo en mi cuarto? —le grité.
—Dios,
sólo buscaba mis prensas negras.
—Luzco
como alguien que usaría prensas para el cabello.
—Deberías.
De hecho, tienes muy bonito cabello si lo cepillaras de vez en cuando.
No
pude evitar tomar mi cola de caballo a la defensiva. —Yo lo cepillo.
Cuando
Rosalie vio mi ceño fruncido, me estudió por un momento y luego suspiró.
—No
puedo creer que vaya a decir esto pero, por qué no vamos de compras hoy y te
compramos una falda y un traje de baño y puedes venir conmigo al lago mañana.
—¿Disculpa?
—Nunca en mis quince años y once meses de existencia había escuchado una frase
como esa salir de la boca de Rosalie.
—Escucha.
Sé que extrañas a esos perdedores amigos tuyos, pero tal vez que se hayan ido
sea algo bueno. —Me sorprendí porque realmente se escuchaba sincera. Bueno,
sincera para ser ella—. Si me prometes no ser tan… tú. —Ahí va la sinceridad—.
Te dejaré salir con mis amigos y conmigo. Con los Jotas fuera del camino,
podríamos tener una oportunidad decente de convertirte en una chica este
verano.
No
podía creer lo que escuchaba. ¿Se había vuelto Rosalie loca? ¿No era yo la
única que se volvía loca con las vacaciones de verano? Bueno el infierno
tendría que congelarse antes de que yo aceptara un cambio de imagen, y
considerando que estaba como a cien grados afuera, empujé a Rosalie hacia el
pasillo y cerré la puerta de mi habitación gritando—: ¡No tengo tus estúpidas
prensas!
—¡Fenómeno!
—gritó Rosalie a través de la puerta. Supongo que se molestó porque no la
dejaría jugar conmigo como si fuera su Barbie.
Bueno,
¡como sea! Sólo porque todos mis amigos son chicos, y me gusta jugar hockey, y
que nunca antes me han besado, no significa que no sea una chica. Y para que
conste, no estaba enamorada del chico nuevo. Sólo pensaba que era realmente
sexy. Pero incluso si lo estuviera, no sería la primera vez. Me he enamorado de
chicos antes. Ninguno de los Jotas por supuesto, pero el año pasado me gustaba
mucho mi compañero de biología, Eric Sherman. No funcionó muy bien después de
que disecábamos ranas y mencioné que me decepcionó que no hubiera sangre. Pero
aun así.
Sintiéndome
lista para golpear algo, que básicamente es como me siento cada vez que tengo
que interactuar con Rosalie, le subo el volumen a My Chemical Romance y
salgo por la ventana hacia el techo del garaje donde me gusta ir cuando
necesito espacio. Supuse que ahí era donde pasaría el resto del día porque mi
vida era así de emocionante.
De
hecho, no me quedé en el techo por mucho tiempo, porque la Sra. Clearwater se
detuvo frente a mi casa. —Bella, cariño —me dijo a través de la ventanilla
abierta—, ¿estás libre para cuidar a Edward esta noche?
—Claro
Sra. Clearwater. ¿A qué hora me necesita?
—¿A
las seis en punto está bien?
—Debería
estar bien.
—¡Gracias
Bella! —Comenzó a manejar, pero luego se detuvo de nuevo—. Oh, ¿y Bella?
—¿Sí,
Sra. C?
—Si
ves a Bruno, ¿te importaría quedarte con él hasta que pueda recogerlo?
—¿Se escapó? —No pude
evitar la sorpresa en mi voz. No es como si Bruno fuera un pequeño Chihuahua
que podría escapar a través de un agujero que cavó por debajo de la cerca. Es
un bóxer de treinta y dos kilos.
Nunca
lastimaría a una mosca, pero igual no es el tipo de perro que te gustaría que
anduviera por el vecindario por sí mismo.
—Sam
olvidó cerrar la puerta después de que sacó la basura a la acera esta mañana.
Me
reí porque justo así era el Sr. Clearwater. El hombre que olvidaría sus zapatos
por las mañanas si la Sra. Clearwater no estuviera allí. —¿Quiere que la ayude
a buscarlo?
Los
ojos de la Sra. Clearwater se iluminaron ante la oferta. —Oh, ¿lo harías?
—Claro.
Déjeme ponerme mis patines y daré un par de vueltas a través de la zona verde
por usted.
—Oh,
Bella. —La Sra. Clearwater suspira en alivio—. ¿Que haría sin ti?
Mejor
dicho, ¿qué haría yo sin los Clearwater? Estoy ahorrando para comprar un auto tan
pronto como obtenga mi licencia de conducir, y los Clearwater añaden a mi
ahorro para el auto más de lo que cualquier otra familia en el vecindario.
Pagan muy bien y sólo tienen un hijo —un bebé que estará en la cama a las siete
y media. Además, siempre tienen la despensa abastecida, y tienen todos los
canales de películas. Es casi un crimen tomar su dinero.
—Nos
vemos en un rato Sra. Clearwater —dije con una enorme sonrisa amistosa.
No
es que buscar a Bruno sea muy emocionante, pero me sentía más que feliz de
deslizarme en mis patines y salir a patinar un rato. He estado demasiado tiempo
en la casa durante esta semana y podría hacer un poco de ejercicio. Así que, la
Sra. Clearwater continuó manejando por la calle llamando a su perro, y yo fui
en otra dirección hacia la zona verde como había prometido.
Vivo
en una subdivisión llamada Brookhurst. No me refiero a uno de esos nuevos
“proyectos urbanísticos” donde tienes que poner una planta en una maceta o una
bandera junto al buzón de correo sólo para que puedas decir cuál casa es la
tuya. Estoy hablando de un vecindario real. El tipo de lugar donde puede haber
una casa aquí y allá con necesidad de una mano de pintura, pero los árboles son
lo suficientemente maduros para producir sombra. A la gente de bienes raíces le
gusta utilizar el término “naturaleza”.
Es
el tipo de lugar en el que todos conocen a todos y por alguna razón, una vez
que te mudas te quedas hasta que mueres. Que es exactamente lo que hace
excitante que el nuevo chico se mudara, y también el por qué no podía dejar de
pensar en él mientras rodaba alrededor del vecindario.
Fui
por todos los caminos de todo el vecindario pero no vi ningún rastro de Bruno.
Ya que Michigan es tan caluroso y lo suficientemente húmedo como para ser
confundido con un bosque tropical en verano, sólo di una vuelta y luego lo di
por terminado. Llegué a mi casa y me quité el casco para limpiar el sudor que
se había acumulado debajo de él.
A
penas tiraba el casco en el césped cuando escuché el sonido de fuertes patas
viniendo hacia mí. Bruno no sólo me ama porque lo alimento con comida chatarra
algunas veces mientras estoy de niñera, si no que se veía particularmente
emocionado de momento por su libertad actual. Vino corriendo hacia mí a toda
velocidad.
—¡Bruno,
no! ¡Sentado! ¡Perro malo! —le grité cuando me di cuenta de que no se iba a
detener. Pero era demasiado tarde, Bruno saltó y me tiró justo fuera de mis
patines.
Todo
pasó tan rápido. Me estrellé contra la acera muy fuerte, y por un segundo, todo
quedó totalmente negro. Cuando reacciono hay un zumbido en mis oídos, y siento
como que voy a vomitar en cualquier momento.
Luego,
justo como sospeché que pasaría, una lengua gigante atacó mi rostro.
Bruno
sólo tuvo la oportunidad de darme una buena lamida antes de que aullara y
cayera muerto a mi lado. Fue entonces cuando levanté la mirada para ver al
chico nuevo mirándome fijamente con los ojos más intensos que jamás había
visto. Y, miren esto. Él tenía en la mano un arma de electrochoque. —Hola, Bella
—dijo con una fuerte y profunda voz—. Es un placer conocerte.
Bueno
por supuesto que grité. El psicópata acaba de matar al perro de los Clearwater.
Grité tan fuerte que los Jotas probablemente me escucharon hasta el final del
campamento. Luego intenté con todo mi esfuerzo empujar al chico nuevo lejos de
mí, pero era demasiado fuerte. Debí haberme asustado demasiado de que un chico
tan sexy estuviera tocándome, pero, ¡estaba demasiado ocupada asustándome de
que un chico tan sexy me estuviera tocando! Sujetándome contra el suelo, en
realidad.
—Tranquila,
Bella —me ordenó el chico nuevo y luego hizo la cosa más extraña de todas. Se
quitó su camisa.
No
era que yo no apreciara lo que había debajo de su camisa, pero grité de nuevo.
Bueno, ¿que se suponía que hiciera? ¿El chico sale de la nada, mata a un perro,
me sujeta contra el suelo, y se quita su camisa? Oh sí, y sabe mi nombre. ¿Cómo
sabe mi nombre?
No
fue hasta que arrugó su camisa y la puso contra la parte trasera de mi cabeza
que me di cuenta de que tal vez él no me atacaba. Una vez que entendí esto,
finalmente, me di cuenta de cuánto dolor sentía.
Había
un martilleo en mi cabeza que nunca antes había sentido, y parecía coincidir
con el ritmo de los latidos de mi corazón. El pum, pum, pum resonaba en mis
oídos y hacía que mi cerebro quisiera explotar, pero pronto fue sobrepasado por
un sonido mucho peor. Uno que desafortunadamente era demasiado familiar, y que
hacía que me doliera la cabeza incluso cuando no sólo me la había golpeado en
la acera.
—¡Bella!
¿Por qué diablos gritas? ¡Estoy al teléfono! —decía Rosalie hasta que llegó a
la acera y vio lo que ocurría. El grito que siguió fue por la sangre coagulada.
—No
te preocupes, estará bien, pero va a necesitar unas puntadas.
Me
sorprendí porque la voz se escuchaba muy cerca de mí. Es como si hubiera
olvidado que el chico nuevo seguía ahí, y cuando levanté la mirada me sorprendí
al ver su rostro sólo a unos centímetros del mío. Son azules, pensé
cuando pude ver bien sus ojos. Había pasado toda la semana peguntándome de que
color serían. Era difícil de decir desde mi ventana. Profundos, oscuros,
azules como el océano. Hermosos, justo como el resto de él.
Me
miró de pronto con la misma sonrisa divertida que me había dado desde la
ventana de su habitación, lo que pensé que era extraño. Pero tal vez lo miraba
bizca ya que levantó un dedo frente a mí y lentamente lo movió de un lado al
otro. El movimiento me provocó nauseas.
—Podría
tener una conmoción también —dijo, aun sonriéndome. ¿Es una conmoción algo
gracioso?—. Deberíamos llevarla al hospital. ¿Están tus padres en casa?
—Los
dos están en el trabajo —dijo Rosalie con voz frenética.
Ella
vino corriendo a mi lado como si estuviera completamente asustada, pero noté la
forma en la que puso su mano sobre el antebrazo del chico nuevo pretendiendo
que se preocupaba por mi bienestar. Sonreí al ver sus dedos aferrados a su
piel. Muy evidente, ¿Rose?
Rosalie
de pronto me miraba por alguna razón, y el chico nuevo se rió. Era muy
irritante porque la situación era cualquier cosa menos graciosa. Le habría
dicho dónde podía meterse esa risa suya, pero comencé a ver estos grandes y
oscuros puntos flotando alrededor de mí, y como que olvidé que me había
enojado.
Además,
él no cayó en las técnicas de CosmoGIRL! de Rosalie para atraer su
atención. Miró hacia la mano en su brazo e inmediatamente la quitó. Con eso se
ganó un par de puntos a favor conmigo hasta que tomó su mano y la colocó sobre
la camisa que él presionaba contra mi cabeza. —Sostén esto —le indicó y luego
se levantó para dejar a mi hermana cuidando de mí.
Le
iba a explicar que tan tonto era el dejar a una chica muriendo en manos de mi
hermana, cuando lo vi recogiendo algo enorme con sus brazos, y recordé lo que
había pasado. ¡Bruno! ¡Mató a Bruno! ¡Es un asesino de perros!
Quería
gritarle, pero ya había desaparecido dentro de su casa. Volvió un minuto
después con unas llaves en sus manos en vez del perro, y una nueva camisa para
nuestra decepción. —¿Sabes dónde hay un hospital? —le preguntó a Rosalie,
dándole las llaves de su BMW.
—Uh,
sólo unos dos o tres kilómetros de aquí —dijo Rosalie, viendo fijamente las
llaves en su mano.
—Bien.
La llevaré. Tú maneja.
Lo
siguiente que supe era que fui levantada cuidadosamente del suelo. Mi cabeza
respondió con una venganza, y gemí cuando todo empezó a oscurecerse a mí
alrededor.
Desafortunadamente,
no pude desmayarme porque Rosalie gritó de nuevo. —¡Hay demasiada sangre!
Pude
sentir al chico nuevo encogerse de hombros por debajo de mí, y luego dijo—: He
visto cosas mucho peores.
—¿Has
visto cosas peores? —preguntó Rosalie, vocalizando mis pensamientos.
El
chico nuevo no se explicó, sin embargo. —Ha perdido mucha sangre. Confía en mí.
Rosalie
frunció el ceño pero el chico nuevo sólo pasó a su lado, sin molestarse en lo
más mínimo por mi peso —el cual es más de lo que pensarías considerando lo
delgada que me veo— y le pidió que le abra la puerta del auto.
Rosalie hizo lo que
le pidió, pero mientras el chico nuevo subía al asiento trasero conmigo, ella
preguntó—: ¿La sangre no mancha? Vas a tenerla sobre todo el auto. —Deja que Rosalie
se preocupe por el auto y no por su moribunda hermana menor.
A
penas podía entender algo a este punto. Mi cabeza me dolía tanto que el dolor
era casi paralizante, y me sentía más cansada cada segundo, pero aún podía
escuchar las palabras que él murmuraba entre dientes mientras me atraía hacia
su pecho, sosteniendo de nuevo su camisa con fuerza contra mi cabeza. La
expresión en su rostro se volvió inquietamente más oscura y murmuró—: No sería
la primera vez.
—¿Q-qué
q-quieres decir con que no sería la primera vez? —tartamudeé, un poco distraída
por la amenaza de pérdida del conocimiento.
Su
ceño desapareció tan rápido que ya no estaba segura si estuvo ahí. —Shh —dijo
con un guiño. Luego miró a Rosalie y gritó—: Sólo date prisa, ¿de acuerdo?
El
movimiento del auto sólo hizo que mi estómago se revolviera. Si hacía muy
difícil luchar contra la pérdida de consciencia que ha tratado de superarme. El
mundo a mí alrededor parecía desplazarse fuera de foco y luego mis párpados se
cerraron.
—Oh,
no, no. —La voz del chico nuevo era extremadamente tierna, pero la palmada que
me dio en la mejilla, que hizo que mis ojos se abrieran de nuevo fue más como
una bofetada—. Nada de dormir.
No
lo puedo evitar,
pensé. Estoy tan cansada, y eres tan cómodo. Tal vez sí era una posible
conmoción, pero esto era lo más cercano que he estado a un chico que no estaba
violentamente siguiendo un disco2 tras de mí, y tenía toda la intención de
aprovecharme. Me relajé en sus brazos y disfruté de la sensación de su pecho
contra el cual era retenida. Para alguien con unos músculos tan fuertes, el
chico nuevo era sorprendentemente suave.
El
pecho del chico nuevo comenzó a temblar debajo de mí, levanté la mirada para
verlo sacudiendo su cabeza riéndose. Oficialmente había tenido suficiente de
este chico entreteniéndose conmigo muriendo. Mi enojo logró darme una pequeña
explosión de energía. La suficiente para estabilizar mi mirada momentáneamente
y gruñir—: ¿Algo gracioso?
Creí
que sonaba lo suficientemente amenazante, pero el chico nuevo no se molestó en
borrar la sonrisa de su rostro. Sólo me miró y se encogió de hombros.
—Tú
lo eres.
Traté
de mirar de nuevo, pero no pude enfocar mis ojos lo suficiente para hacerlo. No
creo que haya perdido mi consciencia, pero tal vez sí, porque el chico nuevo
tocó mi rostro de nuevo. Sólo que esta vez no me abofeteó para mantenerme
despierta, comenzó a acariciar con sus dedos mi mejilla.
La
cálida sensación de hormigueo que sus dedos dejaron en mi piel era algo que
nunca antes había sentido. Ciertamente nada parecido a cuando los Jotas tiran
de mi cola de caballo, o me dan un codazo, o incluso cuando me dan una mano
después de haberme tirado al suelo. Esto era diferente. Era mágico. Maravilloso,
maravillosa magia que hacía que todo el dolor en mi cabeza desapareciera.
Estaba
segura de que era una alucinación inducida por la conmoción, pero aun así,
comencé a pensar que valía la pena. Eso es, hasta que el chico nuevo apartó el
cabello de mi rostro y dijo—: Tan brillante y radiante cabello rojo. Hermoso,
justo como el resto de ti.
Mi estómago dio un
vuelco y no tenía nada que ver con la herida en mi cabeza. Reconocí sus
palabras. ¿No pensé yo exactamente lo mismo sobre él hace unos minutos?
¿Realmente he estado hablando en voz alta todo este tiempo? De pronto, todo su
entretenimiento tenía sentido. La humillación era demasiada para mí de manejar
con todo lo que está pasando en este momento, todos esos puntos negros en mi
visión finalmente se agrupan formando un enorme manto de color negro.
El disco es el
elemento fundamental de diversos deportes, siendo el más conocido el hockey
sobre hielo.
The O.C. fue una serie de televisión estadounidense producida por la cadena de
FOX y emitida en diferentes partes del mundo. La serie narra la historia de un
grupo de jóvenes y sus familias en el adinerado condado de Orange.
2 comentarios:
Este chico la salvo el perro no quería dañarla pobre perro y suertuda Bella ojala no le pase nada ni a ella ni al perro , gracias
Esta super el capi
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