miércoles, 6 de septiembre de 2017

chico de juguetes capitulo final

Capitulo 6

Bella suspiro de placer cuando él se deslizo de su trasero y se paseo en su cuarto de baño. ! ¡Cielos! El era precioso. Cada hermosa pulgada de él la dejaba anonadada cuando fuera que ella lo mirase, su atención se iba hacia el sin que ella pudiera evitarlo.

El dolor entre sus piernas era un recordatorio constante de como de concienzudamente en la tomo. Alturas de las que ella nunca había imaginado que existieran, placeres que ella quería experimentar repetidamente. Un deseo que ella nunca podría concederse a sí misma. ¿Puede que ellos tuviesen una química asombrosa entre las sabanas, pero .aparte de eso? Su relación seria nefasta.


Ella ya tenía una posición establecida en la vida, un trabajo importante y dos diplomas con su nombre. Ella buscaba a alguien con un nivel similar al que ella tenía, un profesional con una vida ordenada. El nunca encajaría en su vida.

El todavía tenía que encontrarse a sí mismo. Ella sabía que hacia algo con los ordenadores, al menos eso es lo que todos dicen. Pero incluso borrando todo eso de su lista de desventajas, el más importante todavía estaba allí. Ellos estaban y siempre estaría en partes distintas de sus vidas, una diferencia de edad siempre seguiría siendo una brecha.

Y también estaban los chismes y su trabajo y su familia. Su padre la había culpado que su relación con Dean no haya funcionado. Dean había sido su ojito derecho. El hombre perfecto para casarse con su hija más joven y quedarse a cargo de su prestigioso bufete de abogados. Sus padres podrían haber tenido ataques al corazón conjuntos si ella llevase a casa a un hombre joven con tatuajes que trabajaba con ordenadores y conducía por los alrededores con chatarra de metal ensamblados juntos para formar un vehículo. Ella se pregunto donde Edward dejaba su coche cuando estaba en los States, porque, de acuerdo con la Sra. Cullen, el amaba ese montón de metal. Pero, oh, esos tatuajes, representaciones de dragones en guerra que le quitaban el aliento. No, su padre la repudiaría, y, a sus 34 anos, a ella aun le importaban cosas como esa.

Ella se desplazo para apoyarse en su otro costado, alejándose se la puerta del cuarto de baño. La tristeza la inundo al pensar que él se iba en dos días y le tomo todo su poder romperlo a la mitad y arrojarlo a un lado. Ella sabía en lo que se estaba metiendo al estar con él desde un principio: un encuentro amoroso sexual de tres días, nada más. Conclusión: ella no decepcionaría a su familia. No otra vez. Y en verdad esto debería ser arrojado lejos tanto por ella como por él. El se marcharía sin estar emocionalmente unido con ella, y ella debía y podía hacer lo mismo. Por todo lo que ella sabía, el probablemente tenía una novia en su casa, quizá muchas. La envidia apretó su corazón. Ella nunca sería capaz de competir con alguien más joven y más ilusionada con su atención, no cuando ella tenía una ventaja de diez anos.

Cuando él se deslizo a su lado, su desnudez le hizo mimos, todos los pensamientos deprimentes crepitaron hasta ser cenizas. Ella se volvió para enfrentarlo.

¿Que haces? ―Sus dedos delinearon el contorno de su cara, sus altos pómulos, el sexy cuadrado de su mandíbula, sus labios.

Estoy haciendo venir a Bella. ―El acaricio con la nariz su garganta y ella se rio.

Si, lo haces; pero para vivir, .Que haces en los States?

Diseño juegos. ―El se apoyo en su espalda y la recogió en sus brazos.

¿De verdad? ¿Que clase de juegos?

Dudo que conozcas alguno.

Hey, el sobrino de doce años de mi primo es un jugador, conoceré alguno.
Pruébame.

¿Alguna vez has oído hablar de “Crónicas de Combate”?

Creo que todos en este planeta lo han hecho. Espera, ¿Tú lo diseñaste?

Sip. ¿Conoces esas dos pequeñas letras que aparecen en la portada de todos los “Crónicas de Combate”?

El logo de la compañía que diseño esos juegos. ―Ella recordaba haber visto las letras EC en las portadas de la mayoría de los juegos de su sobrino que contaminaban su habitación. EC.

EC, ¿Edward Cullen?!Oh, Dios mío! Eres millonario. Pero eres tan...

.Que? ¿No camino por ahí con bolsas de dinero atadas alrededor de mi cintura? pregunto él, arrastrándola hacia su cuerpo. Su pene era un pilar de piedra contra su barriga.

Pero tu tía debería definitivamente haber dicho algo.

Ella no lo sabe. No es algo que vaya diciendo por ahí a la gente. No me ayuda de ninguna forma. Bueno, no la mayoría del tiempo.

Pero me lo dijiste a mí.

En este caso, decírtelo podría ayudarme.

¿Como es eso?

¿Me dejaras follarte otra vez ahora que sabes que soy apestosamente rico y bien parecido?

Ella soltó un grito ahogado, mirando a este enigma delante de ella. Un hombre hecho a sí mismo a la edad de 24 años. ¿Que tiene que probar tan urgentemente?

. ¿Como te hiciste esta cicatriz? ―Su una delineo la borrosa línea en la cima de su nacimiento del cabello bajando por su ojo izquierdo. Cortaba a través de su ceja dejando atrás un delicado tajo. El se lo restregó distraídamente.

Mi padre.

La frialdad de su confesión la conmociono.

Oh, Dios mío. Lo siento.

No lo sientas. Yo tenía cuatro anos y no podía aguantar verlo darle de hostias a mi madre más. Intente detenerlo. El deslizo su vieja daga por mi cara. Pero esa fue la cosa que hizo que mi madre empacara y lo abandonara por las buenas. La siguiente semana, ella me enrolo en una clase de karate. Quería saber que yo me podría defender. No he parado de hacer karate desde entonces.

Su corazón se rompió al pensar en el siendo tan joven y habiendo pasado por tanto. Una punzada de protectivismo la acribillo. ¿Ella protegerlo? Eso siempre se sintió de la otra forma. Y ahí estaba otra vez, ese sentimiento de morirse por él. Ella bajo sus parpados, esperando esconder sus sentimientos de él. Ella no podía cambiar la dinámica de su aventura, eso sería suicidio social. El era más joven. Ella era más vieja. Inapropiado para estar de acuerdo con los estándares en las que ella vivía, estándares que exigían su padre y su status.

No te sientas mal por mí. ―La tensión de su mandíbula la advertía para que mantenga alejada su lastima.

¿Me estas tomando el pelo? Eres un millonario que sabe como romper mi cuello en cinco lugares diferentes de diez formas distintas con tu menique, como mínimo.

Ella se rio cuando él la doblego bajo el, colocando el peso de su mitad inferior sobre ella, compensando con sus brazos, así el no la aplastaba. La punta de los dedos de ella acarició la flexible fuerza de sus brazos. Su cuerpo entero era una maquina de pelear brillante, su masculinidad nunca ensombrecida, su poder siempre predominante pero escondido. El la hacía sentir segura.

Su pene navegaba por su constantemente mojada hendidura. Solo la punta un poco en su interior.

Estoy limpio susurro él en su oreja. Ella se tenso. Tener sexo sin protección con el cantaba hasta a su ultimo nervio. Tenerlo deslizándose dentro de ella desnudo le quitaba el aliento. Ella también estaba limpia; demonios, ella no había tenido sexo desde hace más de un ano y ella todavía estaba con la píldora, mas por razones reguladoras que por encuentros sexuales inesperados.

Se que también estas limpia. Nunca he tenido sexo sin protección con nadie antes en mi vida. Pero contigo, Bella, quiero hacerte el amor así.

En los últimos dos días, el la había seducido tan concienzudamente, incluso cuando el no la estaba tocando o haciéndola venir, y el todavía la tentaba para que bajase su guardia, para revelarse a sí misma. Pero después de esto, ella tenía que alejarlo.

Ella levanto sus caderas, invitándolo dentro. El se deslizo por sus pliegues, creando un tipo distinto de calor mientras que el se acercaba más profundamente.

Sin romper su agarre de su coño, el enrollo sus manos bajo su trasero, cubriéndola sobre su regazo mientras que se elevaba a sí mismo para arrodillarse entre sus muslos. El apretó su pierna izquierda, doblo su rodilla hasta su pecho, y trajo su pie hasta su pecho. Su otra pierna descansaba en su muslo, arriba en el aire. El rodeo su rodilla con una mano y mantuvo su pie con la otra, tan incrustado dentro de ella que se volvió parte de él, su demanda así de fuerte. Por un loco momento, ella disfruto de la expresión de sus hermosos ojos. Su intención era clara, honesta, real. Posicionado de esa forma, el la dominaba, elevándose sobre ella con su masculinidad, la controlaba, y le pertenecía. El tomo su lugar y la hizo su asunto y la mantuvo ahí, retándola, provocándola para que intentase derrotarlo. Dulce miedo y una erupción de excitación rodeaba el aire a su alrededor, y él ni siquiera había empezado a moverse dentro de su coño.

La edad es solo un número, cariño. ―La advertencia crecía poco a poco en su conciencia. El tenia que probar algo y él lo probaba de esta manera. Sus dedos agarraron el blanco edredón de raso sobre su cama. Su caderas se mecieron dentro de ella, un empuje con confianza que la tenia deslizándose hacia arriba en la suavidad del cubrecama, otra vez, otra vez, otra vez. La cabeza de su pene se clavaba deliciosamente dentro de ella. Su punto G se hincho y los fluidos rebozaban fuera de ella, escapando de los pliegues de su coño, abrazando su pene y goteando sobre la cama, un caudal que el interrumpía con cada empuje autoritario de su pene. Su clítoris pulsaba cuando él lo pinchaba y luego lo pulía con su pulgar. Ella resbalo y cayó y se rindió a su cuerpo y a él. Su clímax la sacudió, apretándose a su alrededor. El dejo caer hacia atrás su cabeza y gimió.

Los latidos de su corazón le enviaron escalofríos desde su pie hasta su pierna, sencillamente otra sensación que sobrecargaba su mente. Sus nudillos se blanquearon, ella lo sabía, sin mirarlos a ellos, pero necesitaba algo para conectarla a la tierra, algo que la anclase para dividirse, de caer más profundo en el otro final: el final y el principio que era él. Pero él no le permitiría esa red de seguridad. ¿Por que pensó que lo haría?

El movió su pierna hacia su cintura y cubrió su cuerpo con el suyo. Uno a la vez, el desenrosco sus dedos del brutal agarre que ella tenía alrededor de la tela.

Te deseo. ―Tan pronto como su mano estuvo liberada del cubrecama, ella desplazo su brazo alrededor de su hombro. El repitió lo mismo con la otra mano. Ella reacciono de la misma manera. Ambos brazos se dieron prisa para estar rodeando su cuello. Un sollozo se arreglo en su garganta. Lagrimas que ella no pidió brotaron en las esquinas de sus ojos y se derramaron contra su cuello. Eso no era lo que ella quería. Ellos nunca podrían estar juntos.

Tu eres mía. ―Ella no pudo rechazar su comando, pero no tuvo un coherente mecanismo para decirle lo contrario. Por ahora, ella tenía que ser suya. Su pene se hincho dentro de ella, hundiéndose en su humedad. Ella lo empujo hacia bajo y el todavía mantuvo el equilibrio sobre sus brazos, siempre tan cuidadoso de que su peso no la aplastara, forzándola a colgarse de él mientras que él le hacía el amor, lentamente, deliberadamente, absolutamente.

Lagrimas rodaban por sus ojos hacia su cabello. Sus hombros se sacudieron mientras que ella lloraba silenciosamente en su hombro, el orgasmo que él, tan meticulosamente, hizo para ella, la evadió, y en lugar de la sensación de bienestar, ella sintió el dolor de la perdida en su pecho.

Te amo, Bella. Siempre te he amado. El se equilibro sobre un brazo, su mano se extendió bajo la parte inferior de su espalda, levantándola hacia él mientras se vaciaba dentro de ella. –Te amo . Bajo sus labios a los de ella. Ella movió su cabeza lejos de él. Por unos pocos minutos desesperados el no dijo nada, no se movió dentro de ella, no se alejo de ella. Luego, en un movimiento fluido, se había ido, de espaldas a ella.

Creo que debería irme. Ella endureció su voz alrededor del nudo en su garganta. No, no quería que se fuera. Quería que se quedara con ella para siempre, aquí en esta habitación, lejos de todo lo que la gente podría pensar de ella.

¿Por que? ¿Porque te amo?

Eso no era parte del trato.

¿Trato? ¿Que trato? ¿Te refieres al en el que te follaba durante tres días y te dejaba tranquila para que puedas volver a tu vida como si nada hubiera pasado?

La sangre corrió a su cara ante la verdad de sus palabras. ¿Como podía el conocer su mente tan íntimamente cuando ella nunca había dejado que nada se escapara?

Tú no me amas, Edward. Ella se bajo de la cama, tomando una sabana con ella para cubrir su desnudez. –Eres tan joven.

El agarro su cintura y la respaldo contra la pared con una rapidez que la dejo sin aliento. El contacto de su cuerpo desnudo presionándola quemaba la endeble sabana y desordenaba sus pensamientos.

Yo sé lo que quiero y te he querido desde hace seis años, así que no me digas que esto es un flechazo, un enamoramiento que pasara cuando vuelva a casa. ¿Por que crees que me fui al extranjero? ¿Por que crees que me mate trabajando para ganar dinero? Cuando llego el momento, y espere por ese momento, Bella, quería que pensaras que era lo suficientemente hombre para tenerte. Largos dedos morenos se enredaron en su cabello. –Te amo. Dame una oportunidad para ver que lo he hecho bien todos estos años. Su áspera voz bordeo a lo largo de su oreja.

Edward. Ella ahueco la cara de él contra su mano, temblando mientras un helado miedo fluía en sus venas. El deseo de rendirse a él disminuyo su fuerza de voluntad. Tan fácil ceder y admitir que sentía algo más profundo por el de lo que lo había hecho por cualquier otro humano en la tierra. ¿Pero podría sufrir la decepción de su padre y el desprecio de su madre? El era más que ella y nada, ninguna cantidad de dinero o amor, cambiaria eso. Su padre sin duda renegaría de ella. Como la favorita de su padre, su repudio sentimental la devastaría.

¿Y que garantía tenia ella de que Edward se quedaría a su lado a pesar de todo? No podía forzarlo a una relación en la que en cada paso tendría que luchar por ella y ella por él. ¿Y si la abandonaba en el momento en que ella le diera todo lo que valía la pena: su corazón y su alma? El era joven; ¿como podía pensar que ella era la única mujer para él, cuando el aun tenía toda su vida por delante?

Cuando su teléfono sonó, aparto la mano de su rostro y se apresuro a contestar como si fuera su salvavidas. La voz de su padre sonó en el otro extremo de la línea. Ella medio escucho su relato sobre este nuevo libro que estaba leyendo y del que ella debía obtener una copia y empezar a leer de inmediato. Por el rabillo del ojo, vio vestirse y salir de la habitación en silencio mientras su padre se veía obligado a poner fin a la conversación y le pasaba el  teléfono a su madre que quería discutir detalles de último minuto de la fiesta. El cumpleaños de su padre era en unos días. Ella no detuvo a Edward. El dolor apuñalo su corazón, y apenas pudo contener las lagrimas en su voz mientras hablaba con su madre.

Mama, lo siento, me duele la cabeza. Vendré mañana después del trabajo, de acuerdo, y podemos dar los toques finales al cumpleaños de papa.

— ¿Toma una aspirina, querida, y duerme temprano, .de acuerdo?

El teléfono se deslizo de su mano. Las lágrimas corrían por su rostro. ¿Como podía dejarlo ir? ¿Como podía vivir sin él? Desesperada por haberlo perdido para siempre, agarro un par de pantalones vaqueros de su armario, una camiseta y ropa interior, y salto a la ducha. Se enjabono la piel y el cabello con champú, con el estomago anudado con ansiedad mientras más tiempo estaban separados. Se seco, se cepillo el pelo en una cola de caballo, y añadió una capa de lápiz labial en sus hinchados labios. Corrió a la puerta principal, la abrió, y casi tropezó con la bolsa Coito Curioso en su puerta, sus bragas dentro del bolso también. Lo metió en la casa, y luego corrió al otro lado de la calle a la casa de la señora Cullen.
Sra. Cullen, ¿puedo hablar con Edward por favor?
Oh, el no está aquí, cariño, dijo algo urgentemente vino y tenía que salir
Inmediatamente.

El corazón le dio un vuelco. El pánico constriño sus pulmones, por lo que le era difícil hablar. Se mordió el labio para detener el temblor, miedo de romperse frente de la puerta de la Sra. Cullen y ahogarse en lágrimas. – ¿El…se fue a Nueva York?

Oh, no, vuelve el martes. No, ahora mismo el está en su apartamento en la ciudad.

La alegría se apodero de ella, dominando la angustia que amenazaba con extasiarla unos segundos atrás. Respiro profundamente para calmar sus destrozados nervios.

–Hmm…. ¿me puede dar su dirección, por favor?

El ceno de la Sra. Cullen se hizo más profundo mientras miraba a Bella.

Por favor, necesito verlo.

Bueno, está en la nevera, iré a buscarla rápidamente. Regreso un minuto después. Bella ni siquiera miro la dirección. Corrió a su casa, cogió las llaves del coche y la bolsa Coito Curioso, y salió de la zona residencial a la carretera. Solo cuando se acercaba a la ciudad hecho un vistazo a la dirección. Así de fácil de encontrar, El Punto Noble, un bloque de apartamentos de lujo que costaban una fortuna.

Con su corazón martilleando en su garganta, llamo a su puerta. El no respondió. Golpeo una y otra vez, la desesperación apretando su pecho.

Minutos más tarde, el la abrió con nada más que una toalla alrededor de su cintura, agua goteando por su magnífico pecho y a lo largo de su abdomen.
Su cuerpo volvió a la vida. Sorpresa ensombrecía sus ojos.

Me preguntaba si, ya sabes, desde que ya te lleve a la boda, si te gustaría ir a una fiesta de cumpleaños conmigo. Es el septuagésimo de mi padre. El te odia y probablemente va a querer dispararte, pero me imagino que con toda tu experiencia en karate, estoy segura de que puedes atrapar balas también.

No iba a huir con él. No, lo iba a mostrar al mundo y gritar que no podía vivir sin él, ni siquiera durante cinco minutos. Tenía la edad suficiente como para seguir a su corazón. Su padre iba a tener que aceptar que Edward era más joven, pero él la hacía feliz, y era más hombre de lo que podía pedir.

Quédate, por favor. Es el sábado, por lo que tendrás que quedarte aquí conmigo hasta entonces.

Su silencio la puso tensa, nerviosa y asustada. Cambio su postura y se froto las manos en sus pantalones vaqueros mientras la consternación pesaba sobre ella. ¿Había cambiado de opinión sobre ella?

Siguió su mirada, mientras bajaba a la bolsa que llevaba en la mano, recordándole que todavía tenía el paquete Coito Curioso.

Y tengo este juguete. No sé como usarlo, y oí que solo un chico juguete muy especial me puede ayudar con esto.

Sus brazos rodearon su cintura. La levanto por encima del umbral, cerró la puerta, y la respaldo contra una pared con su cuerpo. Ella deslizo su mano entre ellos y tiro su toalla.

El gimió cuando su pene rozo sus vaqueros.

Prométeme que no me vas a dejar. Dejo caer la bolsa a sus pies y paso los dedos de ambas manos por el pelo en su nuca. Su cuerpo se inclino hacia él y suspiro con satisfacción. Ahora que lo tenía en sus brazos otra vez, no quería dejarlo ir nunca.

Prométeme que te quedaras conmigo, respondió el.

Te lo prometo. Su aliento se mezclo con el de ella. Ella jadeo en anticipación de su beso y se disolvió en felicidad cuando el reclamo su boca. – No va a ser fácil, Edward, conmigo. Soy obsesiva, me atemorizan los chismes y mi familia puede ser muy dura y—


Eres mía, susurro el contra sus labios, y luego la llevo a través de su enorme apartamento y a su dormitorio. –Eso es lo único que me importa. Voy a luchar por ti, Bella, como he hecho todos los días desde el primer momento que te vi.
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muchas gracias a todas por seguir esta historia y tambien por leer mañana subire la nueva adaptacion llamada " Dulce Asesino"
esta adaptacion es del libro " The Toy Boy" de la autora April Vine

3 comentarios:

brigitteluna dijo...

m,eencanto muchas gracias

cari dijo...

Hay q luchar x lo q se quiere gracias me encanto

Kar dijo...

Me encanto la historia gracias y espero la siguiente 😜

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina