**antes de leer salen una linea de puntos en el texto no tiene que ver con la historia algo paso al documentos mientra trabajaba en el **.
Capitulo
3
El comienzo de la escuela fue exactamente como esperaba. Edward
ignorándome cada vez que estábamos en la misma clase o en la cafetería. Las
chicas se reunían a su alrededor donde quiera que iba, y al instante se hizo
popular, sin apenas tener que decir una palabra. Probablemente la última
novedad sorprendente fue la reacción codiciosa de Victoria.
―¿Cuáles crees que son
mis posibilidades?
―¿De qué?
―De darle a Edward.
―No me involucres en
esa aventura, por favor.
―¿Por qué no? Me doy cuenta de que no te llevas bien con él,
pero tú eres mi única entrada.
―Me odia. ¿Cómo voy a ser capaz de ayudarte con esto?
―Podrías invitarme otra vez, disponiendo que todos estemos en
la misma habitación y luego nos dejas solos.
―No lo sé. No entiendes cómo es.
―Quiero decir, sé que no te llevas bien con él pero,
¿realmente te molesta si trato de hacer un movimiento? En realidad, podría
ayudar a su relación si termináramos saliendo.
―No creo que Edward sea del tipo de citas.
―No... es del tipo de follar, y eso está bien conmigo,
también. Me quedo con eso.
Mi corazón latía más rápido, y me odiaba a por ello. Cada vez
que Victoria hablaba de esto, me ponía locamente celosa. Era como una lucha
secreta que combatía constantemente. Nunca podría admitirle esto a nadie. Qué
parte me molestaba más no estaba claro. ¿Era el pensamiento de mi amiga
follando con Edward, llegando a tocarlo y
viviendo mi fantasía más oscura? Eso me molestaba, seguro,
pero creo que lo que me molestaba más era el pensamiento de Edward conectando a
un nivel más profundo con otra persona mientras continuaba aparentemente
despreciándome.
Odiaba que me importara.
Levanté mi mochila de
mi casillero. ―Estás loca. ¿Podemos cambiar de tema por favor?
―Bueno. Oí que Mike
quiere invitarte a salir. Cerré el casillero con fuerza por esa noticia.
―¿De quién?
―Hablé con mi hermano
al respecto. Quiere invitarte al cine. Mike era uno de los chicos populares de
la secundaria. No podía entender por qué estaría interesado en mí, ya que por
lo general, salía con chicas de su propio grupo. Realmente no pertenezco a su
grupo o a cualquier grupo en realidad. Allí se hallaban la gente como Mike del
lado rico de la ciudad en un círculo. Luego, eran los artistas y teatrales.
Luego, tenías los estudiantes de intercambio. Después, los que eran populares
solo porque eran bien parecidos, intrigantes o que actuaban (Edward). Victoria
y yo estábamos en una especie de nuestra propia clase. Nos llevamos con todo el
mundo, sacábamos buenas notas y nos manteníamos fuera de los problemas. Pero a
diferencia de mi mejor amiga, yo era virgen.
Solo he tenido un novio, Gerald, quien terminó rompiendo
conmigo porque no lo dejé ir más allá de tocar mis tetas. Se corrió la voz de
que era virgen y ciertas personas alrededor de la escuela bromeaban sobre ello
a mis espaldas. Aunque todavía veía a Gerald en los pasillos de vez en cuando,
trataba de evitarlo.
Victoria estalló su chicle. ―Así que, de todos modos, si te
invita a salir, debemos totalmente invitar a Edward. Él podría ir conmigo, y tú
podías ir con Mike. Podríamos ir a ver esa nueva película de terror.
―No, gracias. Vivir
con Edward es todo el terror que necesito.
*****
Mis palabras volverían a atormentarme la mañana siguiente. Me
vestía para la escuela, y cuando abrí el cajón de mi ropa interior, estaba
vacío.
Me puse unos pantalones de yoga sin calzones y marché a la
habitación de Edward mientras se ponía una camisa.
―¿Qué demonios hiciste con mi ropa interior?
―No se siente bien cuando alguien toma tu mierda, ¿no?
―Tomé una caja de cigarrillos por menos de cinco minutos y la
devolví, por cierto. ¡Tú tomaste cada pieza de ropa interior que poseo! Hay una
pequeña diferencia allí.
No podía creer que asumí que no iba a vengarse de mí por eso.
Últimamente, ha estado ignorándome especialmente bien, y simplemente asumí que
todo fue olvidado.
Comencé a buscar en
sus cajones. Mi mano se retractó rápidamente después de tocar una tira de
condones.
―Puedes mirar aquí todo el día hasta que el sol se ponga. No
están aquí. No pierdas tu tiempo.
―¡Será mejor que no los hayas tirado!
―Esas eran algunas piezas sexys. No podría hacer eso.
―Eso es porque cuestan una fortuna.
Buena ropa interior era probablemente la única cosa en la que
me gastaba el dinero. Cada par provenía de una boutique en línea de lencería
cara.
Cuando me arrodillé para mirar debajo de la cama, se echó a
reír.
―Tienes el pantalón
metido, por cierto.
Me levanté de un salto y apreté los dientes.
―¡Eso es lo que sucede
cuando no tienes ninguna jodida ropa interior!
Quería provocarlo tanto, pero podría empeorar esto. Me puse
de pie para enfrentarlo.
Edward me dio un vistazo. ―Los tendrás de vuelta cuando esté
listo para devolvértelos. Ahora, si me disculpas... ―Pasó junto a mí y bajó
corriendo las escaleras.
Ni siquiera me molesté en detenerlo porque no iba a ceder.
Fui a Target camino a la escuela y compre bragas baratas hasta que pudiera
averiguar cómo conseguir las mías devuelta.
Llegué a casa de la escuela ese día en un estado de ánimo muy
ansioso. Entre mi ropa interior perdida y que fui realmente invitada a salir
por Mike, me encontraba seriamente en necesidad de helado, no cualquier helado,
sino del tipo casero que me gustaba hacer ocasionalmente en la máquina que
conseguí para la Navidad del año pasado.
Vertí cada pieza sobrante de dulces de Halloween en ella y
terminé con una deliciosa barra de cereal snicker, una mezcla de almendras con
una base de vainilla.
Una vez que estuvo listo, me senté en el mostrador con mi
tazón gigantesco y cerré los ojos, saboreando cada bocado.
La puerta principal se
cerró de golpe y poco después, Edward entró en la cocina. El olor de los
cigarrillos de clavo y colonia flotaba en el aire. Odiaba su olor.
Jodidamente amaba su olor, quería ahogarme en él.
Como de costumbre, me ignoró solo se dirigió a la nevera,
sacó la leche y bebió directamente de la caja. Miró a mi helado y se acercó a
mí, tomando la cuchara de mi mano. Lo colocó en su boca, devorando una enorme
cucharada. El metal de su anillo en el labio chocó contra la cuchara que lamió
hasta que estuvo seca. Mis entrañas temblaban de solo verlo. Luego, me entregó
la cuchara de nuevo. Su lengua rozó ligeramente a través de sus dientes como
una serpiente. Incluso sus dientes eran malditamente sexys.
Abrí el cajón, agarré otra cuchara y le di la suya. Los dos
empezamos a comer de mi tazón mientras nos decíamos nada. Una cosa tan simple,
pero mi corazón latía a mil por hora. Esa fue la mayor cantidad de tiempo con
que alguna vez me haya honrado de buena gana con su presencia.
Finalmente, en medio de un bocado, me miró. ―¿Qué le pasó a
tu padre?
Me tragué mi helado y traté de luchar contra las emociones
arrastrándose arriba. Su pregunta me tomó totalmente desprevenida. Apoyé la
cuchara en el plato.
―Murió de cáncer de pulmón a los treinta y cinco. Fumaba
desde que tenía doce.
Cerró los ojos un
instante y asintió en comprensión. Obviamente, ahora se dio cuenta de por qué
odiaba que fumara tanto. Después de varios segundos de silencio, él miraba
hacia abajo al recipiente, cuando dijo―: Lo siento.
―Gracias.
Continuamos compartiendo el helado hasta que no quedó nada. Edward
tomó el tazón, lo lavó en el fregadero, lo secó y lo guardó. Luego se fue para
ir al piso de arriba sin decir nada más.
Me quedé abajo, en la cocina sola, por un rato, repitiendo el
extraño encuentro. Su interés por mi padre realmente me sorprendió. También
pensé de nuevo en la primera vez que lamió mi cuchara y la forma como me sentí
cuando la lamí después.
Mi teléfono sonó.
Era un texto de Edward.
Gracias por el jodido helado. Estuvo
realmente bueno.
Cuando regresé a mi
habitación por la tarde, un solo par de mi ropa interior se encontraba cuidadosamente
doblada en mi tocador. Si esta era su versión de extender una rama de olivo, me
quedaría con ella.
***
El "dulce" Edward
fue de corta duración. Pocos días después de nuestro helado social, se presentó
en la cafetería donde trabajaba medio tiempo después de la escuela. Kilt Café
está en la calle de nuestra escuela secundaria y servía cosas como sándwiches,
ensaladas y café.
Como si la aparición
de Edward no fuera lo suficientemente malo, trajo con él probablemente a la
chica más hermosa en toda nuestra escuela. Angela era rubia platino y alta con
enormes pechos. Era todo lo contrario de mí luce-inteligente. Yo tenía más el
cuerpo de bailarina o de gimnasta. Mi largo cabello rubio rojizo era liso recto
y sencillo en comparación con su gran, animoso estilo Texas. Uno pensaría que
sería una perra por su aspecto, pero era realmente agradable.
Angela saludó. ―Hola Bella.
―Hola ―dije mientras
colocaba sus menús. Edward me dio contacto visual fugaz, pero trataba de no
reconocerme. No creo que supiera que trabajaba allí, porque nunca se lo dije.
Una punzada de celos
me golpeó cuando me di cuenta de Edward bloqueando las piernas de Angela con
las suyas debajo de la mesa.
No estaba segura de
si Angela se dio cuenta de que era mi hermanastro. Nunca hablé de él a las
personas en la escuela y pensé que nunca me mencionaba, tampoco.
―Les voy a dar a los
dos unos minutos ―les dije antes de caminar hacia la cocina. Vi como Angela se
inclinó sobre la mesa y le plantó un beso en los labios. Me sentí enferma. Le
agarró el aro en el labio con los dientes. Parecía que podría haber ronroneado.
Ugh. Nunca he querido tanto desaparecer en el aire.
De mala gana regresé. ―¿Han decidido lo que
quieren?
Edward miró por
encima de la pizarra donde aparecen los especiales del día y sonrió. ―¿Cuál es
su sopa del día?
Ese hijo de puta.
―Pollo.
―Eso no es correcto.
Estás distorsionando la misma.
―Es lo mismo.
Repitió―: ¿Cuál es...
la sopa... del día?
Me quedé mirándolo
largo y duro, entonces apreté la mandíbula. ―Sopa de pollo Escocesa3.
El dueño era de Escocia y, al parecer, era una
especialidad allí.
Esbozó una sonrisa
maliciosa.
―Gracias. Voy a tomar
la sopa de pollo. ¿Angela?
―Voy a pedir la
ensalada jardinera ―dijo, mirando entre Edward y yo confusa.
Me tomé mi dulce
momento antes de llevarles su comida. No me importaba si la sopa estaba fría.
Después de unos
minutos, Edward levantó su dedo índice hacia mí para que fuera a la mesa.
―¿Sí? ―Resoplé.
―Este pollo esta
defectuoso. También esta soso y frío. ¿Puedes por favor reemplazarlo y pedirle
al cocinero que ponga realmente un poco de sabor en él?
Parecía que sofocaba
una risa. Angela se quedó sin habla.
Me llevé la sopa a la
cocina y la tiré violentamente en el fregadero junto con el tazón de cerámica.
En lugar de hablar con el chef, tuve un momento de iluminación y decidí tomar
esto en mis propias manos. Agarré la cuchara y puse más sopa en una nueva tasa.
Abrí una botella de salsa picante caliente y vertí más generosamente en la
sopa.
Está caliente en más de un sentido ahora.
Regresé a cabo y la coloqué cuidadosamente delante de Edward.
―¿Algo más?
―No.
Caminé hacia atrás
hacia la cocina y esperé en la esquina para vigilarlo. La anticipación me
mataba. Su lengua prácticamente se caería cuando consiga una muestra de mi
especialidad.
Edward tomó la
primera cucharada. No tuvo ninguna reacción.
¿Cómo puede ser eso?
Tomó otra cucharada
luego sus ojos me buscaron. Su boca se curvó en una sonrisa socarrona antes de
agarrar toda la copa y comenzar a beber la sopa como una bebida. Se limpió la
boca con el dorso de la mano, le susurró a Angela y se excusó.
La espalda de Angela se volvió hacia mí cuando
Edward se acercó y me arrastró por el brazo en el oscuro pasillo que conduce a
los baños.
Me puso contra la pared. ―¿Crees que eres tan
inteligente? ―Mi corazón golpeaba en mi pecho. Sin palabras, negué mientras
decía―: Bueno, la broma fue tuya.
Antes de que pudiera responder, Edward me
agarró la cara con las dos manos y estrelló sus labios en los míos. El metal de
su aro de labio raspó mi boca mientras la abrió con la lengua con avidez y
comenzó a besarme profundo. Gemí en su boca, a la vez sorprendida y excitada
por la emboscada de su lengua caliente agrediéndome. Mi cuerpo temblaba. Olía increíble.
Me sentí como que iba a colapsar por la sobrecarga sensorial.
En cuestión de
segundos, el calor de la salsa picante en su lengua comenzó a penetrar en la
mía, que ahora me quemaba. A pesar de que se sentía como si mi lengua se fuera
a caer, no quería volver a alejarme.
Nunca me habían
besado así.
Entonces, así como así, arrancó su boca de la mía.
―¿No sabes para ahora
no te metas conmigo?
Se alejó, y me quedé
jadeando en el pasillo con mi mano sobre mi pecho.
Mierda.
Mi boca se encontraba
en llamas junto con cada otro orificio. Me palpitaba entre mis piernas. Cuando
finalmente gané suficiente compostura para caminar de regreso, me di cuenta de
que necesitaban la cuenta en algún momento.
Decidí acabar de una
vez y llevé la carpeta de cuero de la factura a su mesa, colocándola delante de
Edward sin hacer contacto visual.
Oí que le decía a Angela
que se encontraran enfrente y que se encargaría de todo. Metió la mano en el
bolsillo y puso algo en la carpeta y, poco después, se fue.
Probablemente ni
siquiera me dejó una propina. Lo abrí y di un grito ahogado cuando junto con un
billete de veinte dólares se hallaba mi tanga favorita de encaje negro y
escrito con bolígrafo en el cheque:
Quédate con el
cambio, o mejor dicho, cámbiate por estas. Supongo que las actuales están un
poco mojadas.
3Es un juego de
palabras donde Cock también significa Polla.
**************
hola a todas muchas gracias por sus buenas vibras por sus comentarios y por leer muchas gracias.
que les parecieron estos capitulos y la
actitud de edward.
5 comentarios:
Wow si q es muy canijo jajajaja, Gracias
Mas capitulos porfavpt
Jajaja el capitulo 2 estuvo muy entretenido y este capitulo estuvo para darle a edward donde mas le duele. Que pesado se pone!!
Me encanta esta historia
Buena historia me divierte mucho la actitud chico malo de Edwards,
Te leo en el siguiente ��
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