jueves, 22 de febrero de 2018

Enredos de Amor Capítulo 20

Capitulo 20

Cypress, Alaska les da la bienvenida
Edward
No podía apartar la mirada de ella. Estaba seguro que nadie más podría tampoco. Se aferró al brazo de la silla como un gato sujeto a una cortina de ducha, con los ojos cerrados. El avión tembló de nuevo y se mordió el labio inferior, respirando hondo.

―¿No vuelas a casa a menudo?

―Conduzco.

―¿Conduces de Nueva York a Alaska? ―Tenía que estar bromeando.

Asintió.

―No está tan mal. Tardo unos tres, casi cuatro días, y me detengo a tomar fotos de paisajes y lo que sea. ―El avión tembló de nuevo, y parecía que iba a llorar.

Necesito calmarla, pensé, poniendo mi mano sobre la suya. Sólo entonces abrió los ojos por primera vez desde que despegamos. No había estado tan mal en el primer vuelo, el viaje fue tan suave que se durmió, pero ya que este era mucho más pequeño, ahora podía sentir cada golpe de las nubes.

―¿Por qué tu acrofobia es tan mala? ―Hablar a menudo ayudaba.


―Cuando tenía ocho años, mi padre y hermano caminaron por el sendero de la montaña. Estaba enojada porque me habían dejado, y aún más molesta por pensar que no podía hacerlo. Así que llené mi bolso con Skittles, de los púrpuras, dos botellas de agua, mi linterna, pañuelos de papel y una brújula. Me imaginé que estaba a sólo una hora detrás de ellos, y me fui mientras mi madre terminaba algún trabajo. Me sentía tan orgullosa de mí misma mientras caminaba por el bosque sola. No tenía miedo de nada durante el día. Estaba a medio camino cuando el sol se puso, y luego empecé a entrar en pánico porque no pude encontrar a mi padre, y me alejé del camino. Para cortar la historia, me perdí allí durante siete horas, mirando  fijamente a Cypress, petrificada de caer y que nadie me encontrara. Así que, las alturas me hacen pensar que estoy de nuevo en la cima de la montaña.

―Entonces, pensemos en algún otro lugar para estar en tu cabeza. ―Inclinándome hacia ella, eché su cabello hacia atrás y le susurré al oído―: No estás en la cima de una montaña. Estás conmigo, en la cama…

―¿Desnuda? ―Su ceja se levantó.

―Todavía no ―dije suavemente―. Lentamente desabrocho tu camisa, besándote desde tu cuello entre tus pechos. A mi contacto, tus pezones son duros, y cuando los tomo entre mis dientes, gimes tan fuertemente que nuestros vecinos están celosos. Cierras las piernas con fuerza, y no sé por qué, nena, porque quieres que te toque allí… te bese allí… lama cada centímetro de ti. ¿No es así?

―Sí ―susurró ella.

―Ahora te oigo. Estás gritando mi nombre, “Edward… Edward”, y Dios todopoderoso, Isabella, sabes tan bien que nunca quiero parar. Podría pasar horas entre tus piernas, sólo tentándote… probándote. Me encanta lo húmeda que estás para mí, nena, cómo tu cuerpo tiembla en mis dedos. ¿Crees que te controlo? Con cada gemido, estoy a tu merced. No creerías las cosas que quiero hacer contigo, tu cuerpo. Me pone tan duro que duele. Por favor, déjame tenerte. Déjame follarte hasta que ya no puedas ver, Isabella.

Jadeó.

―Por favor.

―¿Tu cuerpo es mío esta noche? ―Todas las noches.

―Sí.

―Y así abrí tus piernas, lentamente llenándote… Mierda ―gemí en su oído―. Jesús, nena, estás tan apretado.

―Edward. ―Reprimió un gemido.

―Agarrando tu cintura, no me detendré hasta que pueda contar con las dos manos cuántas veces te has venido por mí. Gruño al verte morderte el dedo y tu propio pecho… maldita sea, eres hermosa. Me vuelve loco cuando me miras con esos grandes y hermosos ojos marrones tuyos. Te vienes, gritando mi nombre, y todavía no es suficiente. ¿Por qué me torturas así, Isabella? ¿Cómo es posible que te quiera aún más? Con cada golpe más profundo y más duro dentro de ti, te quiero más. Dios, y ese sonido, estás gimiendo, estoy gimiendo, la cama se mueve debajo de nosotros, golpeando contra mi pared. ¿Puedes oír? Cuando beso tus labios y te agarras a mi cabello, moviéndote con cada golpe, pierdo el control. Tus labios,  tu lengua: así sabe el verdadero éxtasis. Entrando de nuevo, y otra vez, y otra vez, hasta que gritas, con tus uñas bajando por mi espalda…

―Señoras y señores, este es su capitán que habla.

―No ―se quejó desesperada, con los ojos completamente abiertos, las manos aún sujetando el asiento, pero por una razón completamente diferente.

Sonriendo, me enderecé cuando nos preparamos para aterrizar.

―Voy a encontrar un lugar para nosotros para continuar esto, Dr. Cullen, y será más mostrar que decir ―dijo antes de inclinarse de nuevo, claramente frustrada.

Puse mi mano en su muslo, apretando ligeramente.

―Si te follo en el bosque y no hay nadie alrededor para oírte, ¿qué tan fuerte gritarás?

Se mordió el labio, pero no dijo una palabra.

Era tan divertido torturarla, y no podía esperar a ver cómo decidía vengarse… porque después de hablar con ella así, tenía una necesidad desesperada de ella de nuevo.

***

―Repítelo, ¿los nombres de tus padres? ―pregunté como si nada hubiese pasado cuando bajamos del avión, tomado tanto su bolso como el mío.

―Mi madre se llama Renee y el nombre de mi padre es Charlie, pero deberías quedarte con el señor y la señora Swan―dijo.

Nos dirigimos hacia la recepción donde Taigi descansaba en su cargador en el suelo, esperando que lo recogiéramos.

―Bella. ¡Isabella! ―La mujer a cargo de él agitó la mano.

Isabella se detuvo, inclinando la cabeza, tratando de recordar a la mujer de cabello castaño corto y ojos color avellana.

―¿Sí? ―dijo, todavía confundida.

―Soy yo, Jessica. Jessica Drake ―dijo la mujer.

Los ojos de Isabella casi se salen de orbita.

―De ninguna manera ―Retrocedió, mirando de nuevo a la mujer―. Te ves increíble, Jessica.

―Gracias, he perdido cuarenta y cuatro kilos desde la última vez que nos vimos. ―Levantó sus brazos.

Isabella aplaudió y se volvió hacia mí.

―Edward, esta es mi vieja amiga de la secundaria, Jessica Drake. Jessica, este es mi… novio, Edward Cullen.

Me miró con los ojos muy abiertos, luego me estrechó la mano cuando la extendí.

―Es un placer conocerte ―le dije.

―El placer es todo mío, Sr. Cullen. Bienvenido a Cypress. ―Le entregó la correa de Taigi a Isabella.

Sólo bostezó, lamiéndose la nariz.

―Tus padres ya te esperan fuera.

―Gracias ―dijo Isabella.

―Entonces, ¿supongo que no le dijiste a nadie que estábamos saliendo? ―susurré mientras nos dirigíamos a la salida delantera.

Negó.

―Le dije a mi madre… así que estoy segura que mi padre lo sabe. No estoy muy segura de cómo se sienten al respecto, sin embargo. Se suponía que debía estar casada con otra persona.

La idea de eso me molestaba.

―¿Peter les gustaba? ―Deseaba que el hombre desapareciera, junto con cualquier recuerdo de él.

―No estaban encantados. Supongo que vieron claramente lo que yo no. Así que, es mejor que les gustes.

―Sin presión. ―Mi madre y mi hermano ya estaban enamorados de ella; me preguntaba si sus padres estarían contentos con nosotros.

El segundo que salimos afuera, todo lo que pude ver fueron árboles altos, de color verde oscuro, en cuyo fondo crecía más hierba verde y flores silvestres. A lo lejos, una cordillera se alzaba contra el cielo nublado blanco y azul. Ninguno de los edificios era más alto que los árboles. Todo el lugar parecía sacado de la revista Nature, o por lo menos el protector de pantalla de alguien. Era hermoso.

―¡Bella!

Ambos giramos a nuestra derecha.

Taigi se liberó de su correa, corriendo con todo lo que tenía a los brazos del hombre mayor y lamiéndole todo el rostro.

Su padre era casi de la misma altura que yo, tal vez un centímetro más alto. Tenía la piel bronceada, el cabello negro y gris cortado, el rostro limpio, y alrededor de su cuello colgaba un collar de cuencas con una punta de flecha.

A su lado, una mujer más pequeña que todos nosotros con el cabello corto y negro hasta sus hombros y piel suave bronceada, atrajo a Isabella a un abrazo, besándole las mejillas.

―Bienvenida a casa, cariño ―dijo su madre, incapaz de dejarla ir. Parecía joven para ser madre y Isabella medía por lo menos trece centímetros más, obviamente, heredando su altura de su padre―. ¿Y éste quién es? ―Asintió hacia mí, acariciando el pelaje de Taigi. Sus ojos oscuros me miraban, no, me observaba fijamente, empezando por mis pies hasta mi rostro, y luego volvieron a bajar.

―Mamá, papá, este es el Dr. Edward Cullen, mi novio. Edward, estos son mis padres ―nos presentó.

Antes que pudiera hablar, su padre habló de nuevo.

―Has seguido adelante muy rápido, ¿no crees? ―Miró a Isabella.

―¿Preferirías que llorara y comiera helado todos los días durante el resto del año? ―desafió.

―No lo escuches. ―Su madre tomó mi mano―. Bienvenido a Cypress, Edward. Espero que el viaje no fuera malo. Bella tiene un terrible miedo a las alturas.

―Gracias, señora, y no, estuvo bien. Sólo hablamos. Estaba realmente nervioso de venir aquí, especialmente por la razón que menciono su esposo ―le dije directamente, diciendo―: Es un placer conocerlo, señor.

―No me gusta, es todo un niño de ciudad. Lo puedo oler. Vamos, Taigi. ―Frunció el ceño y volteó, llevando a Taigi.

―Papá, eso no es gracioso. ―Isabella fue tras él.

Su madre se limitó a reír de ellos y, agarrándose a mi brazo, caminó conmigo a su camioneta.

―Espero que realmente te guste mi hija, Edward, porque él te va a exprimir. Es seguro decir que después de lo que pasó, él no confía en ningún hombre alrededor de nuestra Bella.

Bueno, este va a ser un buen momento.

―Sí… realmente me gusta ―le dije, deteniéndome a poca distancia del auto mientras Isabella y su padre hablaban de algo.

La abrazó con un brazo y, por supuesto, ella no pudo seguir enojada, a pesar que estaba tratando de hacer lo mejor posible.

―Realmente. Lo digo en serio, señora. No estoy seguro de si ella se lo dijo, pero preferiría simplemente sacarlo a la luz ahora. Era mi prometida con la que él se escapó. ¿Va a ponerme a prueba también?

Ella sonrió.

―Supongo que el tiempo lo dirá. Te vas a quedar aquí durante todo el fin de semana, después de todo.

No estaba seguro qué me esperaba.

Isabella volvió a donde yo estaba.

―Lo siento por él, está siendo… bueno, siendo mi papá. Estamos listos para irnos. ¿Alguna vez te has sentado en la parte trasera de una camioneta?

―Está bien, y no, no lo he hecho.

Lo que fuera que él iba a hacerme, no me importaba.

Isabella
―Wow ―susurró mientras nos alejábamos del aeropuerto de Cypress. Mi casa, como la mayoría de las casas allí, estaba en el bosque. El camino estaba alineado en ambos lados con espesos árboles pinos de Sitka cubiertos de musgo. Él los miró como si hubiésemos viajado a un mundo completamente nuevo, y en cierto modo, lo habíamos hecho. El sol pasaba a través de la línea de árboles por encima de nosotros, y todo brillaba. Era un…

―Un momento de paz en una vida de caos ―dijo, con los ojos fijos en el cielo.

―Iba a decir eso. ¿Cómo supiste?

―Lo dijiste una vez, en una entrevista. ―Me miró de nuevo―. Fue para el artículo de Forbes sobre los próximos artistas hace un tiempo. Te preguntaron si te gustaba Nueva York, y dijiste que era agradable, pero extrañabas Cypress. Para ti, era un lugar de paz en una vida de caos. No lo entendí entonces, pero creo que ahora sí.

―Edward, esa entrevista fue hace casi cuatro años.

―Sí. ―Sonrió, principalmente para sí mismo, tomando mi mano y no hablando más del tema.

Le apreté la mano, sonriendo.

―Tengo esta imagen de ti despierto hasta tarde, investigándome.

―Eso no suena como un acosador en absoluto. Fue después de nuestro debate en la UNY. Vi cómo todos los estudiantes estaban enamorados de ti, y quería saber más. Entonces me mostraste tu galería, y quería saber lo que pensaban los demás.

―Oh no ―gemí―. Me dieron unas críticas muy malas.

―A la mierda Jeffery Carlyle del New York Times. Sólo un hombre con un corazón defectuoso podría ser un crítico de tu trabajo ―dijo.

No pude evitar reírme.

―Eso es lo que dijo el Sr. D'Amour sobre ti.

―Yo no era un crítico, sólo era… ―Trató de pensar en la palabra.

―¿Un crítico?

―No era adecuado. No puedes culparme por eso. Una vez que supe lo que era tener un pincel en un lienzo, pude darme cuenta que realmente eres talentosa… deja de sonreírme así. ―Se inclinó hacia mí, riendo, y apoyó su cabeza en mi regazo―. Sin embargo, honestamente, cuando lo vi por primera vez, me emocioné y sigues provocando eso.

―¿Por qué no puedo ver su cabeza? ―gritó mi padre.

Edward rápidamente se sentó de nuevo.

Quería salir de un salto del auto.

―¡Papá!

―Lo siento, señor. ―Edward me sostuvo mientras me volteé hacia el hombre silbando en el asiento delantero como si no hubiera matado nuestro momento.

―Esto fue una mala idea ―murmuré para mí misma.

―¿Por qué? ¿No crees que pueda soportarlo? ―preguntó cuando nos detuvimos―. No te preocupes por tu padre, Isabella. Lo que él lance, haré mi mejor esfuerzo. Además, mira este rostro. ¿Cómo podría odiarlo?

Rodándole los ojos, me levanté.

Salió primero, se acercó para ayudarme.

―Ella ha estado saltando cosas desde el día en que nació; no necesita tu ayuda, niño de ciudad ―gritó mi padre, quitándole la correa a Taigi.

―Se llama ser un caballero, papá ―le dije, saltando por mi cuenta.

―Se llama ser un…

Mi madre le dio una mirada, y él no terminó su frase… por suerte.

Edward sacó nuestras maletas del coche.

Me volví hacia él.

―Todavía puedes huir. El aeropuerto está a sólo diecinueve kilómetros de aquí, eso sería una brisa para ti ―dije rápidamente.

―No voy a huir de tu padre, Isabella, sobre todo después de unos pocos golpes verbales. Por cierto, tu casa es hermosa ―dijo, deteniéndose mirarla.

Nuestra casa era una gran casa de madera que estaba ubicada en el extremo derecho del lago. Sólo cuando te detenías en el borde del lago podías ver todos los otros hogares a su alrededor. Las montañas hacían de fondo. Tomé una respiración profunda, disfrutando de la calidez.

―¡Bella!

Salté hacia atrás cuando tres hombres adultos con camisas a cuadros y botas de montaña corrieron hacia mí, levantándome.

―¡Chicos! ¡Bájenme, ahora! ―les grité cuando me lanzaron hacia arriba.

Se rieron, me atraparon y me pusieron en pie.

Edward levantó una ceja cuando su mirada se desplazó hacia cada uno de ellos.

Ojalá pudiera leer su mente.

―Edward, este es…

―Muchachos, no se preocupen por el tramposo de ciudad. Vamos, tenemos la cena preparada ―gritó mi padre desde la puerta.

Simplemente, miré el cielo. ¡Mátame ahora!

―Tramposo de ciudad, buena suerte. ―Le dieron palmaditas en el hombro de camino hacia la casa.

―¿Y quiénes son? ―Eli señaló hacia ellos.

―Está bien, curso intensivo, mi papá probablemente los invitó para hacerte sentir incómodo. El chico con el cabello largo castaño rubio es Sam Lawrence, tiene veintitrés años, y fue el primer novio de Vicky. Nunca la menciones, porque todavía siente algo por ella. Ahora es el mecánico del pueblo. Embry Washington es el que tiene el afro corto y rizado; es de la misma edad que yo y trabaja para la policía de Cypress. Por último, y el más importante, Jacob. Mi padre ha estado tratando que salga con Jacob Black desde que éramos niños. Es como el chico de oro en el corazón de papá, y enseña fotografía en la secundaria ―terminé, tomando otra respiración, y sin embargo no parecía un poco preocupado―. ¿Has entendido todo eso?

―Sí ―dijo, llevando nuestras cosas hacia la casa.

Cuando entré, me saltaron serpentinas.

―¡Bienvenida, Bella!


Sacando las serpentinas de mi cabeza, reí. Tal vez esto estaría bien…

13 comentarios:

melina dijo...

genial. me encanto.

Unknown dijo...

Cuando actualizan

gabi.go.ga dijo...

Fantástico, gracias por actualizar....😊☺️

cari dijo...

Lo q les espera con ese papá tan canijo y todos esos chicos OMG pobre Edward 😓😉😘❤ gracias

Laura Natalia dijo...

Lo q le espera a Edward con Charlie va a ser una prueba d cuanto ama a Bella.

Kar dijo...

Wow!!! El gran Dr. Callen se enfrenta a un padre sobreprotector. Que tal saldrá esto? Gracias Annel espero los siguientes capítulos
Saludos y besos 😘😘😘

beata dijo...

Gracias por los 2 capìtulos. Me gusta mucho la historia..

Anónimo dijo...

Gracias por los capítulos. Ana

Belu dijo...

Que bueno que hablaron sobre los que les paso a cada uno y ya estén bien .
Edward va a tener unos días difíciles con Charlie...
Gracias por los capítulos, espero la próxima actualización ^_^

Unknown dijo...

Cuando hay actualización esty anciosa x seguir leyendo
😍😍😍

saraipineda dijo...

Jajajajajajaja tendrá Edward nervios de acero y boluntad paran aguantar los comentarios jajajaajaja ni modo campeón tienes que ganar el corazón del suegro jajaajaja graciasssss adore los caps gracias gracias

Anónimo dijo...

xD Quien se puede resistir a esta cara?
#GritosdeFondo YO NO!!!
Tsk... padre sobre protector donde???
Siento que edward podrá sentir tantitos celos *w*
Ya quiero verlo!!!
Gracias :D

lidu dijo...

Hola me gusta la historia.
Charlie se llevo el capitulo celos .de papa.

Nos seguimos leyendo

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Hasta que caiga en tus brazos
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