martes, 26 de abril de 2011

CAPITULO XVI DE LOS BUSCADORES DEL PLACER

DIECISÉIS

En algún rincón del pecho se vuelve a quemar el último cartucho, Y un pulso perdido de sentimiento vuelve a latir.

Matthew Arnold


 
Bella no lograba sostener la respiración, con la mirada remachada en aquellos penetrantes ojos verdes  como el mar de medianoche que ella acababa de pintar.

-¿Sorprendida? -murmuró Edward, con aquella voz profunda y resonante que la hizo estremecer.

Ella se liberó del traidor escalofrío provocado por su aparición inesperada y recobró el temple. Este hombre la había utilizado. No tenía derecho a aparecer de repente en su puerta como si no hubiese hecho algo malo, especialmente con aspecto tan calmado y fascinante.

-¿Qué es lo que estás haciendo aquí? -quiso saber ella.

-He venido a visitarte. -Se aproximó a ella, asaltándola con aquel increíble calor-. Soy la mismísima sociabilidad personificada. -De pronto tenía la boca junto al oído de ella, sintió el aliento como una suave presión en la garganta cuando le susurró-: Te he echado de menos.

Un dolor punzante invadió a Bella que la sacó de quicio. Se esforzó por permanecer rígida, mirándolo ferozmente.

-Su arrogancia no conoce límites, milord.

El se enderezó lentamente.

-En absoluto -Un gesto de sugerente intimidad le curvó aquellos labios carnosos, que la habían besado con tal abandono-. ¿Puedo entrar?

-No.

-Veo que aún eres una experta en tenerme a raya

Menos mal que no soy fácil de disuadir. -Se apartó del marco y avanzó un poco. Bella alzó la mano para bloquearle el paso de manera impulsiva. Él levantó una ceja en aquel gesto de tuna, con el desafío claramente escrito en las líneas de su apuesto rostro-. ¿Vamos a trabarnos en una riña? Preferiría evitarlo, si es posible.

-Entonces márchate y no habrá problemas.

El le dio unos golpecitos en la barbilla.

-Recuérdame que te lleve a Gentleman Joe para un combate en el ring. Mi apuesta va por ti. -Luego él entró en el cuarto y la mano con que ella intentó empujarlo le rozó el pecho, dejando una estela ardiente y delatora a su paso.

-Acogedor -murmuró al tiempo que escudriñaba las pertenencias de ella hasta que un profundo ceño fruncido se le dibujo en el rostro-. ¿Quién diablos eres tú? -Por el tono agresivo ella se dio cuenta de que había encontrado a Jacob...desnudo.

-¿Quién diablos eres tú? - exigió Jacob en respuesta, sin sonar intimidado en lo más mínimo, aunque Edward lo superaba al menos en unos diez kilos.

Conteniéndose una risa inesperada, Bella quedó enormemente aliviada al ver que Jacob se había tapado con la sábana, aunque la fina seda esculpía su generosidad en todo su esplendor. Para el que no sabía, la situación quedaba como un clandestino encuentro sexual vespertino. Y a juzgar por el perfil tenso de Edward esa era exactamente la conclusión que él había llegado.

Aquellos ojos, ahora mucho más negros que verdes, se posaron en ella.

-¿Ya has comenzado a recabar información?

A Bella sólo le llevó un segundo deducir el significado de aquel comentario. Una vez le había preguntado de manera burlona sobre el grado de placer que él le despertaba y ella le había contestado que necesitaría investigar a otros hombres para hacer una comparación apropiada de sus habilidades.

Alzó el mentón y le respondió:

-Sí, de hecho, así es. Ahora, si no te molesta, márchate, así podré continuar con mis lecciones. Soy una alumna muy estudiosa, si es que lo recuerdas. Pero hay ciertas cosas que requieren mucho tiempo y devoción para poderlas dominar-

El brillo de posesión que de repente encendió sus ojos le advirtió que no era aconsejable provocarlo.

-Aprobaste esa lección en particular bastante adecuadamente, si la memoria no me engaña.

La inflexión carnal de sus palabras evocaba imágenes que Bella aún no podía olvidar.

-¿Cómo entraste aquí?

-Una criada regordeta, de mejillas sonrosadas, me dio la bienvenida con los brazos abiertos. Al parecer no le resulto ni remotamente inusual el hecho de que entretengas a hombres en tu alcoba.

-Ésta no es mi alcoba. - El deslizó la vista hacia una pequeña cama que había en el rincón, y por algún motivo inexplicable, Bella se oyó decir-: A veces trabajo hasta tarde.

Él le ofreció una sonrisa irresistible.

-¡Qué imagen tan atractiva!

A ella se le paralizó el corazón.

-Si tu insaciable curiosidad ha quedado satisfecha...

-Todo lo contrario.

-Esa era su señal para marcharse, monsieur -interrumpió Jacob, mientras se anudaba la sábana alrededor de las caderas estrechas y se ponía de pie, con su impresionante altura de casi dos metros que igualaba a la de Edward- A menos que necesite ayuda para encontrar la puerta.

-¿Y supongo que sería usted el que me ayudara? -La mirada de Edward se posó indiferente en su potencial oponente.

-Mademoiselle le ha expresado su deseo de que se largue. Si usted no se muestra demasiado dispuesto, entonces con toda seguridad yo le mostraré el camino de salida. -Jacob avanzó hacia Edward y él hizo lo mismo.

Bella se metió rápidamente entre ambos, dándole la espalda a Jacob.

-Terminad con esto.

Edward alzó una ceja, con un destello de furia en su mi-rada tumultuosa.

-¿Protegiendo a tu amante, cariño? ¡Qué encantador! -La cogió del mentón-. Cuando te pones nerviosa sí que eres bastante apasionada.

-Quiero que te largues -le dijo ella con tono furioso, detestando el hecho de que parte de ella aún reaccionaba ante él y no quisiera dejarlo ir.

Una leve luz de la calle le iluminó la curva melancólica de la mejilla de él.

-Tengo algo que decirte.

-Entonces dilo y vete.

-Es un asunto privado. -Miró tajante a Jacob por encima del hombro-. ¿Por qué no te largas, viejo? Si tanto lo deseas, más tarde aceptaré tu ofrecimiento de salir a la calle. Pero por ahora, lárgate tú.

Bella tuvo que bloquearle el paso a Jacob que se le abalanzaba encima. Tal vez él prefería a los hombres en lugar de a las mujeres, pero eso no lo volvía menos hombre cuando; de su honor se trataba.

-¡Esto es un desatino! -exclamó con tono impaciente-. Permíteme despachar a este grosero; así continuamos con lo que estábamos haciendo.

-¿Y de qué se trataba? -preguntó Edward, ahora recorriendo con desgana toda la habitación como si tuviera todo el derecho a fisgonear.

-Tal vez estábamos haciendo el amor -respondió Jacob con tono provocador.

Edward lo miró por encima del hombro.

-Y tal vez yo te retuerza ese condenado cuello, franchute.

-¿Celoso, inglés? -Jacob acomodo el brazo en el hombro de Bella, con un gesto que intentaba ser provocador.

-¿De ti? -preguntó Edward con una risa burlona-. Ya he visto lo que tienes para ofrecer, y dudo mucho que la dama se haya impresionado.

El humor de Bella remontó vuelo.

- ¡Obstinado pedante!... ¡Fuera! ¡Los dos!

-Pero, chérie... -lisonjeó Jacob sólo para quedar silenciado por la mirada de ella.

-Tú, de todas las personas. ¿Cómo pudiste?

-Yo sólo quise...

-Ya sé lo que quisiste y sospecho que a la larga te perdonaré. Pero no en este momento.

Él suspiró con gran desánimo y recogió su ropa, y una vez más el viejo y conocido Jacob dijo:

-¿Y qué hay con éste? -murmuró lanzándole puñales a Edward por la espalda.

Bella miró hacia donde estaba Edward. Tenía los cabellos negros desordenados y con vetas doradas como pintadas por el reflejo de la luz de una vela. Para ella, él era un enigma; sin embargo, eso parecía no afectar la fascinación que sentía por el.

Se volvió hacia Jacob y dijo:

-Él seguirá tus pasos.

-¿Estás segura de que no quieres que le llene de bultos ese cráneo duro? Nada me daría más placer.

-Me he reservado ese derecho para mí misma. Pero gracias  de todas formas. -Ella le aferró las manos y trató de sonreír de modo reconfortante-. Sé que sólo tratabas de protegerme.

-¿Es él, verdad?

Lo primero que pensó Bella fue en negarlo, pero sabía que Jacob la descubriría.

-Sí -le respondió en voz baja-. Es él.

Una muestra de poco interés se dejó ver ahora que el conflicto se había evitado.

-No entiendo qué es lo que le ves. Esos músculos tan ostentosos. ¡Y esa cara! Esos ángulos severos, toscos y taciturnos. Absolutamente torpe. Debe de ser el engendro de una larga línea de pendencieros de clase media, supongo.

Como percibía que él era el tema de conversación, Edward les echó una mirada, alzando la ceja de aquel modo provocador, con una sonrisa claramente desafiante.

-Bárbaro -resopló Jacob con desdén-. Me quedaré a una distancia prudente, por si necesitas mi ayuda y pegas un grito. -Con las prendas en la mano, se retiró deslizándose con elegancia, dejando con la sábana una huella tras de sí como la túnica de emperador.

-Cierra la puerta -le pidió Edward con tono suave.

Bella se humedeció los labios y exhaló pausadamente:

-No.

El apoyó un hombro en la pared, con los brazos cruzados a la altura del pecho, exhibiendo aquellos músculos ostentosos (como si hubiera alguien capaz de ignorarlos).

Ella misma los había sentido hacía no mucho tiempo, los había acariciado en toda su extensión de suave vigor disfrutando de su fuerza apenas reprimida, del modo en que la amoldaban contra su cuerpo; los había aferrado mientras el la penetraba. Se estremeció.

Avanzó hacia ella dando cuatro zancadas hasta quedar frente a frente, con una expresión ilegible en la mirada.

-¿El te ha hecho el amor? -Al ver que Bella seguía muda, la cogió de los brazos y la apretó casi hasta hacerle doler-. ¿Lo hizo?

-¡No! -Ella no le daría la satisfacción de saber que pasaría mucho tiempo hasta que ella le permitiera a otro hombre entrar a su cama-. Ahora, por favor, márchate.

Con sorprendente suavidad, él le apartó un mechón de cabello; el leve contacto de sus dedos en el cuello le resultó tan íntimo como un beso.

Bella se apartó.

-No te permitiré entrar y salir de mi vida, haciéndome daño impunemente. Ya sé todo sobre tu ardid; Lady Denali se regodeó restregándome tu sucio secreto en la cara.

El extendió una mano y le acarició la mejilla; el gesto tierno se contraponía a la extraña severidad de su mirada.

-Ella no debió hacerlo -murmuró; sonaba casi apenado.

-Por supuesto que no. -Bella se apartó de su alcance-.Te quitó el placer de hacerlo tú mismo.

Él mantuvo la mano suspendida un instante, y luego la dejó caer.

-¿Estás tan segura de que yo lo hubiera disfrutado?

-¿Por qué no? Antes lo hiciste. Pero me advertiste, ¿verdad? ¡Qué risa te habrá causado, someterme sin el menor esfuerzo! Otra jovenzuela idiota lanzándose a tus brazos.

-Si mal no recuerdo, yo me lancé a tus brazos.

Él intentaba cautivarla. Bella se puso firme.

-Si te tomaste el trabajo de venir hasta aquí para comprobar que estoy sumida en el arrepentimiento y la autocompasión, estarás altamente decepcionado. La autocompasión es territorio tuyo.

-Tal vez tengas razón.

Ella no quería que él estuviera de acuerdo. Lo que que-ría era que él sintiera rabia, dolor y traición al igual que ella.

-Hice el amor contigo y lo disfruté. Derretiste a la frígida hija del duque, así que anótalo como un punto para ti.

Pero si me equivoqué contigo en la elección, la próxima vez me fijaré mejor antes de repetir el error. Tal vez hayas sido el primero, milord, pero no serás el último.

Él continuaba observándola de aquel modo resignado.

-No he venido hasta aquí para regodearme, no importa lo que pienses.

-¿Y para qué has venido? Algo debió de haberte motivado, y no voy a engañarme al pensar que se deba a la preocupación por mis sentimientos. Sin duda eso estará primero.,

-Comprendo tu rabia.

-No siento rabia, milord. Estoy furiosa.

El la miró largo rato y luego le preguntó con calma.

-¿Has considerado la posibilidad de que puedas estar llevando un hijo mío en tu vientre?

-Que eso no te preocupe. Jamás reclamaría que me otorgues el honor de llevar tu nombre. Preferiría dormiré un nido de víboras.

Él apretó la mandíbula, gesto que a ella le indicaba lo mucho que se estaba esforzando por refrenar su tempera; mentó.

-Si estás encinta, yo me encargaré de tí y del bebé.

-¡Pero qué magnánimo eres! -La imagen de un bebé prendido a su pecho mientras él los miraba, casi le rompe el corazón-. Pero por si acaso no lo hayas notado, no te necesito. ¿Qué posible motivo me obligaría a someterme a tu malhumor?

-Tal vez porque mínimamente sientas algo por el hombre que podría ser el padre de tu hijo.

Bella deseó que eso no fuera cierto, aunque sí le preocupaba. Había detectado reacciones dulces y vulnerables bajo la apariencia severa de Edward. Pero él no se había preocupado por ella. Para él, ella sólo había significado un medio para llegar a un fin.

-¿Y si estuviera encinta, qué? ¿Trabajarías todas las noches en la cama de Lady Denali para mantenernos? Ya que con certeza no estarías ni cerca de la mía.

De repente, el infierno mismo ardió en la mirada de él y ese fue el único indicio que ella recibió de que estaba perdiendo el control. Avanzó hasta que ella quedó con la espalda pegada a la pared y le tomó la cabeza entre las manos.

-No me tientes a probarte lo fácil que podría hacerte cambiar de idea. Si no sintieras nada por mí, no estarías comportándote como una fiera. Yo te intereso, maldición. Y yo... siento algo por ti.

Bella se estremeció. ¡Dios, cuánto había extrañado a aquel detestable y bello miserable! Ella se dio cuenta de que había estado tratando de provocarlo para que estallara. Era demasiado orgullosa como para confesarle que deseaba que la besara y le susurrara al oído que jamás la abandonaría, como lo había hecho una vez.

-El único sentimiento que tiene para conmigo, milord -empezó a decirle con desdén-, está entre sus piernas. -Le apoyó una mano en la parte delantera de los pantalones de manera desvergonzada, la dureza que iba subiendo de temperatura en contacto con la palma de su mano le indico que ella aún lo afectaba.

Él siseó entre dientes mordazmente, con el fuego en los ojos ardiendo casi sin control, cuando se le abalanzo dejándola sin escapatoria mientras amoldaba el cuerpo de ella entre su figura, rígida y caliente, y la pared.

A ella se le estranguló el aire en la garganta al mirarlo desafiante. Casi sollozó de alivio cuando él la besó y aquel contacto esparció chispas por todas partes.


****************************
HOLA NIÑAS LES SUBO EL CAP HOY POR QUE MAÑANA NO PODRE
LAS QUIERO LIZZY

9 comentarios:

Silvinha dijo...

Que dois testerudos hem!!!! da vontade de sacudir os dois.
Esperando o proximo. bjs Silvinha.

Unknown dijo...

Howww Edward fue a verla!!! haaa aun estoy en shock jajajaj

En fin... Por Dios que esos dos confiesen sus sentimientos yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

jajaja


Gracias por la actualizacion creo que ahora si me puse al corriente... Haaaa detesto decir esto porque yo siempre seré Team Edward pero ese Jake me hizo reir con algunos comentarios suyos...

Saludos!!!

nany dijo...

Hola me encanto tu cap
ojala y bella si este embarazada y que le haga caso a ed

lorenita dijo...

pero que necios los dos! aunque he de decir que ahora bella lo provoco, ojala si este embarazada sería lindo!!! saludos lizzy...:)

Caresme dijo...

No confieso no podia dejar de leer, en verdad me cautivan tus historias , tus adaptaciones todo lo que tu haces es increible ...

nydia dijo...

OMG mi niña que sorpresa la que se llevo Bella al ver a Edward alli y dios si que lo provoco Jake y por lo visto hasta se puso celoso....Me ENCANTO ...Espero sigas asi..Besos...

vyda dijo...

Este capitulo estuvo uff, Jacob gay??, definitivamente una nueva faceta para nuestro lobito jejejejeje, Edward tan celoso y enojado, ternurita nose por que pero algo me dice que va dsipuesto a recuperar a Bella y de verdad espero no equivocarme, amo la historia y espero el siguiente capitulo, besos...

Cammy dijo...

awww! si la extrañó! yo quiero saber la verdaderas razones del porqué está ahí! *-*
Me encantó! y Jacob gay O_o

Ana dijo...

Jjajajaja, éste ha estado divertido. Gracias

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina