domingo, 16 de octubre de 2011

La novia robada del highlander capitulo 15

Capítulo 15
Un grito se elevó hasta los labios de Bella mientras unas grandes manos la sujetaron, pero el terror se esfumó cuando sus ojos chocaron con Edward. Los miembros se le debilitaron al desplomarse contra él.
La tomó en brazos y la llevó a través de las puertas francesas. Quitó a un lado los vestidos desparramados sobre la cama y la colocó allí con cuidado, luego se sentó junto a ella, corriéndole el cabello del rostro.
Bella se sintió estúpida al haberse sobresaltado por una ramita quebrándose.
—Estoy bien. Simplemente no esperaba encontrarte aquí.
—Te vi de pie bajo la luz de la luna, y no me pude contener. No quise asustarte. Cuando no te presentaste a cenar, me preocupé.
La comida había sido lo último que tenía en mente.
—No tenía hambre.
Él permaneció en silencio durante un largo rato.
—Lamento lo que sucedió antes.
—¿Por qué habrías de lamentarte? Fui yo la que ha actuado como una estúpida.
—Culpo a mi hermano por lo sucedido. Se irá mañana en la mañana, y no te volverá a molestar.
Bella se irguió, apoyándose sobre los codos.
—Desearía que no lo eches.
Los dedos que le acariciaban la quijada se detuvieron.
—Entonces, es verdad.
—¿Qué cosa?
—Mike dijo que tú lo deseabas. No le creí.
Bella notó cómo habrían de haber sonado sus palabras.
—Lo que sucedió entre Mike y yo fue un error. El beso no significó nada. Aunque me agradaría ser su amiga.
Un músculo se tensó en la quijada de Edward.
—¿Por qué? Es una víbora.
—No es tan malo como crees. Y no puedo soportar la idea de que sea echado por mi culpa.
—Debería estar agradecido que le permito partir con los miembros intactos.
—Sería mejor que yo me marchara.
—Parece que planeas hacer justamente eso —observó examinando los baúles abiertos y los vestidos desparramados por toda la habitación.
—Creo que debería.
—Si te sirve de algo —dijo él—, tú no tienes nada que ver con el problema entre Mike y yo. Desearía poder decir que mi hermano tiene una pizca de honor en su cuerpo, pero no es así. Sospecho que simplemente te está usando para molestarme. —Acarició un mechón de la cabellera de bella con los dedos y admitió—: Se ha dado cuenta de que tú me importas.
Bella levantó la mirada.
—¿Te importo?
Edward le acarició el rostro con los dedos.
—No he podido dejar de pensar en ti en todo el día. Me has embrujado ayer por la noche.
El recordatorio de lo que habían hecho en las horas posteriores a la medianoche le hizo pensar en Jessica Trelawny, y un bulto de vergüenza se le alojó en la garganta.
Se irguió y llevó las piernas hasta el extremo opuesto de la cama.
—No creo que tu prometida esté de acuerdo con lo que hicimos. ¿Por qué no me hablaste de ella?
Edward se levantó y rodeó la cama hasta donde estaba ella, agachándose en el piso frente a Bella.
—La relación entre mi clan y la familia Trelawny ha sido tensa por años, y mi padre pensó que un matrimonio entre nosotros traería armonía. Nunca pensé que habría una mujer que me capturara el corazón, por lo que nunca me he negado. Simplemente no dije nada. Jessica nunca ha demostrado ningún interés en contraer matrimonio conmigo; siempre hemos sido como hermanos. Pero sus siete hermanos respetan demasiado a su padre como para contradecir sus deseos, aunque él ya no viva. La única persona que podría haberles hecho cambiar de parecer era
Jessica misma, y ella nunca ha dicho nada.
—Te ama.
—Sospecho que no quiere herirme —suspiró Edward.
—Parece ser muy agradable.
—Lo es. Y no se merece esto de mi parte.
—No eres el único culpable. He tenido parte de culpa en lo que ha sucedido.
Edward la tomó de las manos.
—Nunca pienses que tienes la culpa en esto. Debería haberte hablado de Jessica. La verdad es que fui egoísta. Lo lamento.
—Yo también —susurró Bella, levantándose de la cama y rodeándole.
—No te marches —le rogó con suavidad.
Bella se agachó para recoger el vestido que había llevado puesto la primera vez que se vieron. No estaba segura por qué lo había traído consigo; no era que esperara asistir a ningún baile. Sin embargo, el vestido tenía demasiado valor sentimental como para dejarlo. Dobló el vestido y lo guardó en el baúl.
Edward se acercó por detrás y le posó las manos en los hombros, obligándola a girar para enfrentarlo.
—Ya sea que te quedes o que te vayas, tengo intenciones de hablar con Jessica. Y ya que has decidido partir de todos modos, yo puedo bien decir lo que pienso. ¿Me puedes mirar?
Bella no podía mirarlo a los ojos; tenía que marcharse mientras podía hacerlo.
—Por favor, solo déjame empacar.
—En el preciso momento que nos marchamos de Londres supe que había tomado la decisión equivocada al traerte aquí.
Bella cerró los ojos, el dolor le atravesaba el cuerpo.
—Creo que ambos cometimos un error.
—No dije que había sido un error. Simplemente una mala decisión de mi parte. Sabía que no iba a poder mantenerme alejado de ti, me pareces demasiado seductora y fascinante. Tomé tu desgracia y la utilicé en beneficio propio. Te quería aquí conmigo, y si la carta de Rosalie no hubiese llegado esa noche, habría sido yo el que se habría arrastrado por la ventana de tu habitación para secuestrarte en lugar de ese hermanastro tuyo.
Con lentitud, Bella levantó la vista para mirarlo.
—No te creo.
—No quería regresar a casa sin ti. —La tomó de la mano y la trajo para sí—. Quédate conmigo, aunque más no sea para que te proteja de James. No quiero que te marches. No ahora.
En el fondo de su corazón, quería quedarse con él, pero ella tenía sus propios secretos, cosas que le dolían demasiado como para contárselas. E incluso si se quedaba, nada cambiaría. Él necesitaba una muchacha como Jessica.
—Edward…
La silenció con los labios, y Bella se sintió perdida. Se había convertido en una debilidad en su sangre, y ella no podía pensar con claridad cuando la tocaba de esa manera.
Bella se aferró a los hombros de Edward  y él la tomó del trasero y la trajo para sí, acomodando su cuerpo contra el propio. Ella se movió contra él, sintiendo su pene hincharse y engrosarse con cada presión de sus caderas.
Edward la elevó del suelo. Instintivamente, ella enroscó las piernas alrededor de las esbeltas caderas de él. Edward corrió la falda hacia atrás, los dedos aferrándose a los muslos, masajeándole la carne.
Bella estaba tan mareada por el contacto con él que no notó que la había movido hasta que sintió el fresco del edredón en la espalda. Los resortes crujieron al tiempo que Edward llevó el peso de su cuerpo sobre ella, recostándose sobre los codos para evitar aplastarla.
Ella inclinó la cabeza hacia atrás cuando la boca de él buscó la curva sensitiva del cuello y la mano le rozó el lado del cuerpo para tocarle un seno, el dedo índice moviéndose de atrás hacia adelante sobre el pezón; todo el interior de Bella le dolía de deseo.
Edward tiró hacia abajo las mangas del vestido. El suave algodón se ciñó en el pecho de Bella, empujando los pezones hacia arriba. Ella cerró los ojos y arqueó la espalda cuando Edward lamió el nudo tenso, jugueteando y luego dibujando círculos, una y otra vez, antes de llevarse el punto erecto a los labios.
Jugueteó con el otro pezón, dándole vueltas con gentileza hasta que ella le rogó por su boca. El más delicado roce le quemaba en el centro mismo de su cuerpo, la carne exquisitamente sensitiva; el calor y la humedad se formaban entre sus muslos.
Ella se irguió y tironeó el lóbulo de la oreja de Edward con los dientes mientas buscaba con la mano los botones de los pantalones, sujetándole la extensión del miembro erecto con la palma de la mano. Todo el cuerpo de Bella deseaba el placer que él podía darle.
Los dedos de Edward se enroscaron en la muñeca de Bella y la sujetó sobre la cabeza en la cama, luego la otra, dejando que ella sintiese pero que no tocase.
Se acomodó entre las piernas de ella. Tenía la falda corrida hasta la cintura, dejando nada entre ellos más que la fina capa de las bragas.
Él deslizó la mano entre ambos cuerpos y encontró la abertura entre las bragas, deslizó un solo dedo en su interior y la encontró cálida y húmeda. Una sacudida sofocante hizo temblar a Bella cuando él se deslizó hacia arriba para encontrar la punta madura de su sexo. Sus caricias eran como un susurro sedoso sobre la hinchada carne.
Bella le mordisqueó la barbilla y se aferró de las delgadas caderas con las piernas mientras él la llevaba hasta esa cima que la había llevado con tanta habilidad por tres veces la noche anterior.
Ella se meneó bajo él como una mujer inmoral mientras los labios de Edward se dirigían hacia abajo por su cuerpo, mamándole los pechos, mordisqueándole el vientre, y ella dio un grito ahogado cuando la boca de él le rozó el monte y la lengua se introdujo en su grieta para masajearle el clítoris.
No quería que acabara nunca. La necesidad que sentía por Edward estaba más allá de su control al tiempo que él jugaba con la perla sensitiva entre las piernas. El pequeño nudo se hinchaba y se endurecía.
Cuando ella estaba a punto de caer por ese brillante precipicio, él se detuvo. Silenció su gemido de queja con los labios mientras se desabrochaba los botones de los pantalones. Luego, se deslizó en el interior de ella.
—Sí —gimió Bella. Le encantaba la sensación de tenerlo dentro de ella, bombeando lentamente mientras jugueteaba con los pezones y la besaba con suavidad.
Edward enroscó las manos detrás de las rodillas de ella y le ubicó las piernas alrededor de su cintura.
—Sostenme con fuerza —murmuró él, plantándole besos ligeros sobre el cuello mientras las embestidas le penetraban más y más profundo.
Ella inclinó la cabeza hacia atrás y se aferró al edredón, sujetando la tela con los puños cerrados. Ejercía presión contra Edward cuando la empujaba. Estaba dentro de ella hasta la empuñadura. El pene se movía hacia arriba y hacia abajo, proporcionándole placer sin piedad.
Edward colocó las piernas de ella sobre sus hombros, yendo aun más profundo. Bella levantó las caderas para recibir cada centímetro divino de su pene. Era celestial: una sensación de éxtasis que nunca había imaginado.
Ella gimió y los labios de Edward se posaron sobre su boca en un beso ardiente que debería haber encendido la cama en llamas. Él era lujuria, deseo y sensualidad en persona, y Bella no se cansaba de recibirlo.
El placer era tan intenso que resultaba casi insoportable; la pesada cabecera de bronce temblaba con las penetraciones.
Las uñas de Bella se enterraron en los hombros del hombre mientras él se mecía de atrás hacia adelante en su interior, pero ambos eran indiferentes. Los únicos sonidos en la habitación eran los gimoteos de ella y los profundos gemidos de él.
De repente, Edward se elevó y se alejó de ella, se sentó y llevó las caderas de Bella contra sus muslos, de manera que ambos pudiesen ver mientras él se movía dentro y fuera de ella.
Se aferró al frente de los muslos de Bella. El pulgar se hundía en su calor, rozando sobre el tenso y abultado nudo que era tan exquisitamente sensitivo.
Al ver lo que él le estaba haciendo y sentir el pene en su interior, el cuerpo de Edward musculoso y hermoso, Bella se sintió arrojada al abismo.
Echó la cabeza hacia atrás al tiempo que un intenso clímax le sacudió todo el cuerpo. Las profundas pulsaciones empujaron contra él y a su alrededor mientras le arremetía una y otra vez… y él se retiró mientras su cálido simiente se derramaba sobre el vientre de Bella.
Ella cerró los ojos, saciada y exhausta. Edward tomó el paño sobre la mesa junto a la cama, lo introdujo en la pequeña vasija de agua junto a ella, y la limpió con ternura. Luego, los brazos rodearon los hombros de Bella y la abrazó.
Ella quería decir tantas cosas, pero ninguna palabra acudió a su boca.
—¿Me odias? —preguntó él en voz baja.
Bella abrió los ojos y encontró a Edward mirándola fijo.
—No, no te odio.
Él se veía tan serio que ella quiso tranquilizarlo, pero no pudo. Él había encendido algo en ella que nunca había querido sentir. Tenía que mantenerlo a distancia.
—Necesito estar sola unos momentos para pensar —le dijo. Edward la besó suavemente en la frente, luego se vistió. Un instante después, la puerta se cerró en silencio tras él.


4 comentarios:

nydia dijo...

me encanto y dios ya no pueden vivir el legos el uno del otro pero creo que ella se irá a pesar de todo...............Besos nena sigue asi.....

sory78 dijo...

Creo que Edward esta siendo demasiado egoísta yo no creo que vaya a dejar a Jessica por lo que le dice al final si lo odia algo quiere decir.... yo también creo que Bella se va...

V dijo...

Sin duda estos dos no pueden estar separados, pero sin duda las cosas no seran nada faciles.

marissa dijo...

edward hace mal en no hablar con jessica,total el que calla otorga.bella se va a ir y el muy tonto lo va a permitir.gracias por la adaptacion y tomartew tu tiempo para nosotras tgus seguidoras tiene un buen block

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina