Sentir
lujuria por el vecino-demasiado-joven-caliente-al-tacto sobrino de su vecina al
cortar el césped en el caliente sol era algo, y algo malo para su brillante
reputación. Pero encontrarlo en la tienda de sexo donde ella hace su
adquisición de gratificación artificial para aliviar su insinuada molestia
sexual en primer lugar es algo muy diferente y las forzosas reglas puritanas de
treinta-y–cuatro años de Bella Swan la hicieron salir volando con la cara roja por las puertas del
Curious Coition pagándole con la mercancía en la mano.
Ya que él
estará en casa de su tía durante unos días, de veinticuatro años de edad, Edward
Cullen quiere hacer las cosas de buena vecindad y devolver el huérfano juguete
sexual a su legítima propietaria. Sólo que en este caso el legítimo propietario
es la misma mujer que quiere en su cama, su corazón y su vida.
Él no
está por encima de sujetar la herramienta de placer por encima de él y
amenazando a su buena reputación en un intento de mostrarle la realidad con él,
no importa su edad.
Capitulo 1
Millones de mujeres hacían esto prácticamente todos los días, en todo
el mundo, ¿no? Así que, ¿qué era lo que estaba mal con ella?
Absolutamente nada, decidió Bella Swan.
Inhalo un último aliento valiente, tiro de las mangas de su
camiseta hasta sus codos, deslizo sus gafas de sol en su cara para protegerla
del sol de media Mañana de Ciudad del Cabo, Sudáfrica y salió del asiento del
conductor de su coche.
Se sentaba en la silla de directora financiera de una gran empresa
de cosméticos, por el amor de Dios, comprar un consolador no debería ser un asunto
federal. Además su propia simpatía, o lo que quedaba de ella, dependía de que
ella tuviera un orgasmo gritando por cortesía de un pene de plástico ya que la
variedad humana le había fallado en todos los casos posibles. Si, estaba vencida
desde más de un año.
Con falsa confianza de una mujer de 34 años de edad, ella abrió la
puerta de la tienda “Curious Coition sex” y entro antes de que cambiara de
idea. Una gran cantidad de dispositivos sexuales inundaron su vista,
obligándola a retirar sus gafas de sol para una visión mas intima. Durante un
minuto, se mantuvo en silencio en la entrada, su mirada rápidamente hizo
inventario de cosas que no sabía que existían, y mucho menos cómo funcionaban.
Ropa intima a la izquierda de ella; cadenas, abrazaderas, y
látigos a su derecha. Los azulejos bajo sus zapatos ilustraban cuerpos desnudos
todos entrelazados con pasión. Muñecas inflables con gruesos labios rojos
colgadas del techo por encima de su cabeza. Giro alrededor con un extraño
asombro, absorbiendo la sensualidad propia de la tienda como si se tratase de
un ser vivo.
Una televisión de pantalla grande montada en la pared cobro vida
ante sus ojos. Trago como la pareja de la pantalla estaba involucrada en sexo
explicito, anunciando la asombrosa crema vaginal comestible. Sus muslos se
movieron nerviosamente y las sensaciones calientes y desesperadas sucedieron
entre sus piernas cuando el actor porno había chupado el coño de la actriz. Dios,
necesitaba venirse: con fuerza, rápido, con algo grueso y solido dentro de ella
o enloquecería mientras se comía con los ojos al no-tocar-alguna-vez chico que pasaba
las vacaciones en la casa de su pariente frente a la de ella. Quien hacía que
ella se mojara y se sintiese culpable al mismo tiempo. Esta era la mejor opción
sin dudar. La más segura y definitivamente más sana.
—Hola, solo grite si necesita ayuda —Una voz la despertó de su
asombro.
Volvió su cabeza en dirección al cajero que estaba de pie detrás
del mostrador, su brillante sonrisa y pelo largo con rastas, extrañamente
tranquilo y reconfortante donde todo lo demás a su alrededor representaba nada más
que un tabú. Con apenas un vistazo en la dirección del cajero, engancho un
vibrador de aspecto seguro de la plataforma, lo coloco nuevamente en su lugar y
eligió otro que venía con varios accesorios y todo lo demás que conducía a la complacencia
de cada fantasía sucia y mucho mas. Repentinamente la ansiedad apuñalo su resolución
mientras se acercaba al mostrador. Estaba así de cerca de realizar esa misión
clandestina y no quería nada más que abandonar la tienda en relativa seguridad.
—.Sera esto todo? —pregunto el cajero, su brillante sonrisa
naranja más amplia que antes.
—Sí, gracias. —Bella no se atrevió a mirarlo a los ojos. Ella aun
no había llegado tan lejos; en cambio perdió el tiempo con su monedero mientras
el cajero conto el dinero efectivo y registro la venta. Deseaba que le diera
solo el pene falso y perder la sola idea de meterlo dentro la bolsa diseñada de
Curious Coiton.
Quería conseguir salir
fuera de ese lugar ya, preferiblemente armada con la mercancía seleccionada en
su bolso de mano. Un baño largo mas tarde y tal vez hasta velas, y luego serian
solo ella y el consolador, erradicando cualquier pensamiento malsano que
abrigara sobre el que no podía tener.
—Es uno de nuestros Best sellers. Estoy seguro que lo disfrutara. .Podría trabajar un poco más despacio?
—.Hace un dia encantador fuera, verdad? —continuo—. Le deberia
decir que tenemos política de no devolución, lamentablemente, así que si…
—Eso está bien. Yo... —Cualquier cosa más que Bella pensó en decir
murió en sus labios cuando las cortinas de terciopelo que colgaban de un carril
detrás del cajero se separaron. Su agobiado corazón se salto un latido y sus maniáticos
nervios quemaron su piel. Su cerebro giro fuera de control, ahogandola en la incredulidad.
Resistio las ganas de frotar los ojos por si su vision se sentía propensa a
jugar trucos baratos en ella ahora mas que nunca. Pero no, él, totalmente
caliente y completamente fuera de razon de sus limites la encontró desfilando
en una tienda de sexo a plena luz del día, era real, magnifico y al instante la
reconocio.
Su fija mirada atractiva paso rozando sobre el paquete colgando de
la mano del cajero de camino hacia el bolso y luego aterrizo atras de ella.
Ardiente sangre caliente se elevo en sus mejillas. Doblo sus brazos y luego
froto el borde de la mandibula con una de sus manos, con sus sensuales labios
curvados en una sonrisa asesina. Dientes brillantes, blancos se burlaron de
ella. No podía apartar la mirada, no cuando su altura irresistible exigia que
le mirase solamente a el.
La diversion se alineo en el gris de su iris cuando se relajo
contra la vitrina alta al lado de el, disfrutando de su malestar, y no
haciendolo en secreto. Esto no podia estar pasandole a ella. La clase de
verguenza que nunca había experimentado antes, dicto su proximo movimiento.
Huir, dejando su compra en las manos del cajero. Sin una mirada hacia atras, se
apresuro a salir de la tienda. Se nego a cuestionar sus travesuras juveniles
cuando se zambullo en su coche y comenzo la ignicion. El unico sonido mas alto
que su resucitado corazón dentro de su pecho, eran las ruedas de su coche que
chillaban en protesta cuando huyo de lo que ella llamo la escena del crimen.
¿En serio? De todas las personas
en el mundo que podría haber conocido en una tienda de sexo, .tenia que ser el?
La razon principal para su estado de animo irritable, que broto de una carencia
de la jodienda adecuada, reanimada por la mera vista de el. Echarle un vistazo
desde la ventana cuando el cortaba el
cesped era una cosa, encontrarse con el en una tienda de sexo y
pillada con favores sexuales flagrantemente era otra. Pero cuando ella habia
despertado esa
manana de una noche de sonar acerca de el, su cono mojado e
insatisfecho
habia dictado todas sus acciones impulsivas. Ella no podia
soportar otra noche
sintiendose tan sexualmente privada. Queria una satisfaccion
instantanea, así que entro en su coche, condujo hasta la ciudad y encontro una
tienda de sexo.
Ahora lamentaba no haber tenido mas paciencia, comprar la maldita
cosa por internet y esperar sin embargo un tiempo largo para que se lo
entregaran. La paciencia, penso, nunca fue la cualidad mantenida mas alta.
Ademas, si quería hacer algo, siempre lo hacia ella misma.
Las cosas iban a su manera, su consolador comprobado por internet probablemente
llegaria a su puerta en una furgoneta con un pene pintado en el
lateral, sirenas sonando, y una escolta de
policias, y todo el vecindario lo sabria.
Gimio. Mierda, ella conocia a la tia de el. .Y que hacia en una
tienda así de todos modos?
Bajo su cabeza mientras conducia por la carretera, con la
esperanza de nunca interactuar con la tia o el sobrino de nuevo. Pensamientos
de traslado revolotearon a través de su cerebro. Se metio en su casa, cerro con
llave la puerta, corrió las cortinas y marcho sobre el suelo mientras se mordia
las sus unas. Que lio. .Como habia ido todo tan irremediablemente mal tan
rapido?
Ella todavia recordaba su encuentro hace 6 anos, cuando concluyo
su saludo al llamarla senora Swan junto con una sonrisa arrogante. Ella le había
sonreido de vuelta, divertida por su juventud y la semilla de la arrogancia subdesarrollada
asomando por debajo de la superficie. Ahora… ahora 6 anos mas tarde, en la edad
de 24 años, llego en un paquete diferente por completo.
Cuando no tenia negocios, se quedaba embelesada cuando el
trabajaba y el sudor le caia por su larga y esbelta espalda.
No habia nada divertido en el, ya no mas. Se habia convertido
rapida y
solidamente. Su sonrisa burlona sellada rapidamente en su memoria,
reduciendola a 4 en lugar de a 34. Pero ah, tenia que ser Edward Cullen, quien deliberadamente
la despojo de esos pensamientos cuando su cuerpo salto a modo hambre sexual por
la mera vision de el. El tenia 24 años de edad, y en caso de que no
comprendamos plenamente las matematicas, 10 años mas joven que ella. Diez
grandes, amplios, e inflexibles años. Toda una decada. 3365 dias mas joven, dar
o tomar un ano bisiesto o dos.
Ella se escondio en su cocina y preparo una taza de te de
manzanilla, algo para calmar sus crispados nervios. Asi que el la habia
confundido con la guardia baja por su injusta sorpresa. No importa. A partir de
ahora lo evitaria. Ella soplo en su taza llena de vapor y luego tomo un sorbo.
Ella lo podría manejar. Por supuesto que podría. Era experimentada sofisticada,
madura, excediendole en grado de todos modos, pero sobre todo en edad,
basicamente dandole ventaja. Correr a fuera de la tienda de sexo como una
virgen no auguraba nada bueno para ella en el ministerio chic y sin su cita
para la noche tampoco, pero era bastante adulta para descartarlo sin pensarlo
dos veces.
Llevando su taza al cuarto de bano, lleno la bañera y agrego
aceite de baño de melocoton bajo el grifo que corria. Se desnudo y hundio su
cuerpo en el agua sedosa, dispuesta a lavar su desastrosa excursion de una vez por
todas.
La lujosa agua molesto su piel. Dirigio una mano sobre sus pechos
e inmediatamente se pusieron tiesos. La tension monto encima de sus muslos, todos
sus nervios agitados hasta su estomago y mas abajo, instalandose un golpe erotico en su clitoris. Se inclino hacia atras, desesperada
por aliviar la lujuria residual que persistia en su cuerpo. Sus ojos cayeron
cerrados. Una vista cruda de Edward usando nada mas que su sonrisa presumida se
materializo ante sus ojos.
El agua salpico los lados de la banera de porcelana cuando se
alzo. Froto sus sienes, tratando de alejar la presencia de su mente. Ella no
podia sentirse atraida por un chico mucho mas joven que ella. .Que era esto,
alguna clase de crisis pre-pre-mitad de vida?
Despues de que Dean la abandonara hace un año atras, despues de un compromiso aparentemente bueno, se cerro de frivolidades sexuales,
poniendo su trabajo antes que nada. Lo habia dejado durante demasiado
tiempo. Si se encontraba con cualquier hombre que cortaba el cesped en un
reluciente cuerpo caliente, quería saltar a sus huesos. Edward Cullen estaba
simplemente en el momento adecuado en el lugar correcto en su cabeza y tan
facilmente seria eliminado a partir de dicho momento y lugar.
Alcanzo su taza cuando el timbre sono. Un suspiro pesado cedio sus hombros mas en el agua. .Podia fingir que no se encontraba en casa
este sabado por la manana? Maldita sea, su coche estaba aparcado fuera y ella
no podia ir a cualquier parte sin el. Espero un minuto mas, esperando que su
invitado no deseado se rindiera.
No hubo suerte.
Cubrio su cuerpo con una bata gruesa y fue a abrir la puerta,
cepillando su pelo húmedo fuera de su cara mientras iba. Se giro hacia la
puerta abierta y se paro para impedirla cerrarla otra vez. La Señora Cullen estaba
parada en su puerta, una bandeja de galletas en sus manos y una radiante
sonrisa en su rostro.
—Hola, querida. Solo hornee un lote extra y quise que tuvieras
algunas.
Son para la boda de manana. .Interrumpi tu baño, cariño?
-- No… para nada. Gracias, señora Cullen. Estoy segura de que son deliciosos.
--ella agarro la bandeja de la mano de la mujer mayor y tuvo toda la intencion
de decirle adios. Ella no pudo enfrentarla, no con su fiasco en el sex shop tan
fresco en su memoria.
--Edward los ama. Ese muchacho come como un caballo, te lo digo
yo. Dios sabe donde pone todo. Ah, pero es tan bueno tenerlo visitando a su
anciana tia.
Bella forzo a su memoria a bloquear la mencion de su nombre. Un
profundo rubor cubria ya su piel, y no podia faltar mucho para que se
derrumbara por completo abochornada frente a la señora Cullen. Tenia que
deshacerse de ella rapidamente. En el instante en que su atencion se volvio
hacia la calle, a un coche que se aproximaba, Bella empezo a decir adios y tuvo
la puerta a medio cerrar.
—Oh, mira, es Edward.
Ella no quiso mirar, de verdad. .Pero quien hubiera podido no
hacerlo cuando el llego manejando uno de esos horrendos jeeps anticuados que se
veian como si estuvieran a punto de dejar un rastro de piezas a su paso?
—Gracias por las galletas, señora Cullen. De verdad tengo que
irme.
—Oh, espera un minuto. Tu aun no lo has saludado apropiadamente.
Estoy tan orgullosa de ese muchacho. Esta convirtiendose en un hombre tan
amoroso y cuida tan bien de su madre. — los ojos de la señora Cullen se
empanaron mientras veia a su sobrino bajar de su excusa de auto.
¿Si? .Sabia ella que el frecuentaba sex shops los sabados por la
manana? No solo eso, el ademas era alguna clase de VIP; .o que mas podría haber
estado haciendo detras del mostrador si no fuera un comprador normal, como
ella?
—Edward. —lo llamo la señora Cullen. No, ella tenia que escapar de
esto.
—Tal vez en otro momento, realmente me tengo que ir.
El estiro el brazo a través de la ventana abierta y saco un
paquete que seco su boca e hizo que su corazón se contrajera. Con unas cuantas
zancadas mas, habia llegado a su puerta.
Su mirada se adhirio a la bolsa que el sostenia con indiferencia.
Dios, .por que se veia como su consolador huerfano, el que ella habia comprado
y dejado?
Ella volteo su mirada para encontrarse con la suya, que se veia
bromista. Si, el sostenia su consolador en las manos. En frente de su tia. Sangre
caliente se agolpo en sus mejillas. Ella sujeto la bandeja de la senora Cullen,
temerosa de que se escurriera entre sus sudorosas palmas y se estrellara contra
el suelo. No pudo soportarlo mas.
—Tu querias a alguien que cortara tu cesped, Bella. Tal vez Edward
pueda ayudarte. — continuo la señora Cullen, ignorando la mirada de odio que
ella le dirigio a Edward, y la mirada de desafio combativo que el le
devolvio--. Tal vez pueda regar tus flores, tambien.
El bajo la cabeza, su mirada vacilando sobre el area entre las
piernas de ella, guardada a salvo por la bata de felpa, pero no lo suficiente
cuando un calor infernal se manifesto alli.
—Estoy seguro de que puedo regar sus flores por usted, señorita Swan,
si quiere. —el sonido de su profunda voz la penetro, calentando su
sangre y haciendo que se que se ruborizara como una virgen otra vez.
Claramente, el estaba jugando con ella. .Cuanto tiempo le quedaba antes de que
el le pasara la bolsa que sostenia y explicara que era el vibrador que ella
habia olvidado en el sex shop que habia visitado esa manana? Ella no le daria
la oportunidad, no con ese calvo chip en su hombro.
—Ya ves. Perfecto. Oh, y dime que puedes llevar a Edward contigo a
la boda.
Yo me ire muy temprano con la camioneta, y no quiero que el maneje
esa trampa mortal de auto suyo por las montanas. El maneja demasiado rápido para
mis nervios, sabes, y prefiero tenerlo en una pieza mientras me visita. .Te importaria,
querida? Oh, esto es perfecto. Ahora ustedes dos tienen mucho de que hablar con
el cesped y las flores, y yo me perdere mi programa de TV favorito.
La señora Cullen apenas le dio oportunidad de negarse, pero en el
momento en que ella le dio la espalda a la puerta, Bella lo agarro de la
muneca y lo arrastro dentro de la casa. Ella cerro la puerta detras suyo y, entonces,
dejo la bandeja en la mesa de la entrada.
—.Que diablos estas…?
—.Que? —su sonrisa retadora le hizo olvidar lo que iba a decir—.Te
traje tu mercancia, viendo que ya habias pagado por ella. Pense que estaba
siendo considerado.
—Ja. .Considerado? Tu estabas practicamente refregandolo en la
cara de tu tia. Mira, es el consolador que Bella compro, .ves, tia? —Bella se
apoyo en la puerta. Ella no podia arriesgarse a perderlo ahora. Lo que
necesitaba desesperadamente era una tactica de control del peligro. Okay,
respira profundo, cálmate—. Gracias. Aprecio que lo hayas hecho. —ella estiro
la mano, esperando que él se lo entregara. El no se movió. Infinitos
sentimientos de lujuria e ira la recorrieron. Pero más lujuria, mucha más
lujuria—. Por favor.
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