La historia no es mia es una adaptacion al final pondre el nombre del autor y el nombre original de la historia.
los presonajes son propiedad de Stephanie Meyer
Sinopsis
los presonajes son propiedad de Stephanie Meyer
Sinopsis
Edward Cullen cree que
encontró a la mujer perfecta para que sea su esposa. Ella es doctora, como él.
Es brillante, como él. Y es rica igual que él.
Isabella “Bella” Swan cree
que su prometido es el hombre perfecto. Es guapo, exitoso y fue su primera…
Pero cuando la novia
de Edward huye con el prometido de Bella en el día de su boda, los dejan para
recuperarse mutuamente…
Capitulo 1
Señales reveladores
Isabella
Debería haber visto
las señales esa mañana. No eran enormes, pero estaban allí. Casi me había
resbalado y matado saliendo de la ducha, bien, esa era una gran y enorme señal,
pero las demás eran bastante pequeñas. No podía encontrar el zapato izquierdo
de mi par favorito de tacones rojos. Las perlas que él me había dado
cayeron de mi cuello y se esparcieron por todo el piso de la habitación. Y
cuando él apareció, veinte minutos después, Taigi no dejó de ladrarle,
como si mi perro supiera que el primero de marzo sería un día que viviría en la
infamia.
Tomando asiento en su
nuevo Mercedes azul medianoche, él no dijo nada mientras salíamos de la casa de
playa de los Hampton. Sus nudillos estaban casi blancos cuando agarró el
volante. La palma de su mano descansaba justo bajo sus labios, algo que ha
hecho un millón de veces durante los tres años que salimos, pero solo cuando
estaba realmente preocupado o molesto.
―¿Pet? ―Toqué su
pierna y saltó como si hubiese olvidado que yo estaba sentada a su lado.
Volteándose, sus ojos
marrones claros me miraron.
―¿Sí?
―¿Estás bien? Te ves
como si fuéramos a un funeral, no a una boda ―bromeé, sonriendo. Él negó y tomó
mi mano.
―Estoy bien. ―Me besó
la palma de mi mano―. Sólo cosas de trabajo. Espero que podamos hacer nuestra
ronda y salir de ahí antes que sea demasiado tarde.
Asintiendo,
miré de vuelta la playa mientras viajábamos. Peter, o Pet como yo lo llamaba,
era el propietario y fundador de ambas revistas, tanto de Class como de Rebel.
Era la razón por la que nos habíamos conocido, en realidad. Él había asistido a
una de mis aperturas de galería y le había gustado mi fotografía. Me dije que
nunca me contrataría con ninguna corporación o marca, me gustaba ser una trabajadora independiente. Pintaba y fotografiaba lo que
quería, lo que me importaba. Simplemente había algo en Peter Evans. No importa
cuántas veces negué sin rodeos su petición o ignoré sus correos, él nunca se
rindió. Después de todo, sin importar lo que Peter Evans quiso, trabajó hasta
que fue suyo. Con el tiempo, estuve de acuerdo con fotografiar su portada de
primavera. Se suponía que solo fuera una portada, pero tres años después era una
fotógrafa contratada y su prometida.
―Bienvenidos al Castillo Rojo ―dijo el valet cuando llegamos
a una mansión cerrada/privada. Cuando Pet habló con él, me encontré mirando
fijamente el paisaje decorado; todo estaba en hermosos tonos verdes y azules.
Proyectado en el pasto verde natural estaban las iniciales E&C, y alrededor
de ellas estaba una pequeña orquesta, sólo para los invitados llegando.
Solo cuando salí del auto fui capaz de ver lo que sería la
guinda del pastel: como si esta gente tuviera que demostrar que tenía dinero,
había unos pavos reales caminando alrededor.
Miré a Pet.
―¿Qué? ―Me miró, confundido.
Señalé todo.
―¿En serio? ―Fue todo lo que pude decir.
―Lo haces parecer como si nunca hubieras visto gente rica
antes. Deberías haberte puesto el vestido rojo que te elegí. ―Frunció el ceño y
tomó mi mano mientras caminábamos hacia los asientos para invitados.
Este era otro punto del cual tuve que haber visto las
señales, pero de nuevo, estaba ciega. Todavía puedo recordar el frío de su mano
mientras sostenía la mía. Cuando nos mezclamos con el resto de la élite de
Nueva York durante la hora del cóctel, me sentí como si estuviera de pie en
medio del Círculo Polar Ártico en bikini.
―Vaya, ella es hermosa ―susurré cuando la novia caminó por el
pasillo, su maquillaje perfecto a tal punto que su piel resplandecía. Su suave
cabello color miel brillaba y su vestido sin tirantes en forma de corazón se
ajustaba en cada curva. Sus ojos azules llenos de lágrimas no derramadas
mientras sostenía sus rosas fuertemente, caminando lento y estable. Durante un
rápido segundo pensé verla viéndonos.
Espero verme la mitad de bien el día de mi boda, pensé, mis ojos
nunca abandonándola mientras caminaba hacia el frente.
Pasó en un borrón. Un
momento el pastor decía algo, y el siguiente, Pet ya no sostenía mi mano.
―¡Charlotte! ―gritó, yendo hacia la mitad del pasillo.
Ella lo miró, contemplando a su novio, y de regreso a Pet.
Mi Pet. Qué…
―No lo hagas, Charlotte.
¿Qué… es… esto?
―Charlotte ―la llamó Pet.
¡Detente!, gritó mi mente.
Pero, para mi horror, ella le soltó la mano a su novio y
corrió hacia Pet.
No podía respirar. Me levanté, derribando mi silla.
―¡PET! ―grité.
Pero ellos ya estaban corriendo… de la mano.
Para este punto, cada invitado se levantó. Quienes me
rodeaban se alejaron, permitiendo a todos ver a la chica que acaban de dejar
botada. Conocía a la única persona que lo tenía peor que yo, y era el hombre al
frente. Por primera vez desde que había llegado aquí, realmente lo miré: alto,
piel marfil, negro cabello corto, penetrantes ojos verdes viendo a su novia
huir de él. Él estaba de pie allí todavía, demasiado impresionado, casi olvidé
mi propio dolor.
¿Por qué no había visto las señales?
Edward
Incluso si vivía hasta los ciento cincuenta años, nunca
olvidaría ese primero de marzo. Se suponía que sería uno de los días más
felices de mi vida. Después de dos años saliendo, finalmente le pedí a Charlotte
Michaels ser mi esposa.
Nos habíamos conocido como internos médicos en la
Presbiteriana de Nueva York, y durante el primer día ella había tenido la
atención de cada hombre en el hospital. ¿Qué era más sensual que la belleza y
cerebro?
Ella no solo se dedicó a su
trabajo, sino también a sus pacientes. Charlotte Michaels… Mi Charlotte era
tierna, dulce, centrada, y precisa. Sin importar la meta, trabajó para
alcanzarlo; me gustó eso de ella. Cada vez que estábamos alrededor del otro,
simplemente conectábamos. Ella y yo éramos tan parecidos en tantos niveles,
había momentos en que terminábamos la oración del otro. Nos volvimos cercanos
muy rápido, pero en realidad no comenzamos salir hasta que ambos nos hicimos
asistentes.
No podía imaginarme saliendo con alguien más.
―¿Estás nervioso? ―Mi hermano menor, Jasper, colocó su brazo
alrededor de mi hombro justo cuando estaba de pie en el vestidor.
Me aparté de su agarre, acomodando mis mancuernillas.
―¿Por qué estaría nervioso?
―Edward Cullen finalmente se está arriesgando. Simplemente no
puedo creerlo. Pensé que ustedes nunca iban a casarse. ―Me apartó para arreglar
su corbata.
Lo golpeé en la cabeza.
―¿En serio? ¿Incluso hoy pelean? ―Mi madre suspiró, entrando
a la habitación. Su cano cabello castaño estaba por sus hombros, y su suave
vestido besó el piso cuando se acercó y me abrazó. Las lágrimas en sus ojos ya
comenzaban a construirse.
―Ma, se está casando, no muriendo. ―Jasper rió.
Ella lo miró.
―Ahora. ―Frunció el ceño, mirándome―. ¿Estás seguro de… esto?
―Mamá. ―La sostuve por los hombros; estaba siendo ridícula―.
Te gusta Charlotte. Me gusta Charlotte. ¿Por qué no estaría seguro? Finalmente
estás consiguiendo la hija que siempre quisiste.
―Lo sé. ―Pasó su mano por mi mejilla. Incluso con los
tacones, todavía era una cabeza más baja que yo―. Simplemente no puedo apartar
este sentimiento. ¿Quién sabía que dejarte ir sería tan difícil?
Mi madre y sus dramas, pensé. Si solo nosotros hubiéramos
escuchado su instinto.
―Aún me tienes ―agregó Jasper, demostrando que era más como
ella que nuestro padre.
Lo miramos antes de alejarnos.
―¡Vaya! Está bien, ya veo qué pasa ―murmuró antes de caminar
hacia la puerta, dejando a nuestra madre riendo.
―Si tu padre estuviera con nosotros, estoy segura que estaría
orgulloso del hombre que te convertiste, Edward. Yo lo estoy. ―Se limpió un par
de lágrimas.
No estaba seguro qué más
hacer pero le di mi brazo. Nunca he sido el cariñoso, pero ese día sentí tantas
emociones diferentes.
Ella me agarró fuertemente cuando entramos al salón. Ella y Charlotte
se habían vuelto locas con las decoraciones, pero realmente lo disfrutaron, y
francamente no me preocupé. Sólo quería saltar a la parte importante.
Estaba de pie delante de toda mi familia y amigos con Jasper
a mi izquierda. Por fin la música comenzó, y mi mirada se disparó hacia las
puertas de la mansión, esperando por abrirse. Sabía que ella estaría hermosa,
pero estaba absolutamente radiante.
Dios, soy tan afortunado.
Con cada paso que daba, la sonrisa en mi rostro creció, hasta
que su mano estaba en la mía.
―Te ves hermosa ―susurré.
Sonrió, pero no contestó nada. En ese momento, cuando el
pastor comenzó a hablar, todos los momentos que habíamos compartido juntos
vinieron a mi mente: la primera vez que nos vimos… nuestra primera operación
juntos… primer beso… primera noche… Todo pasó por mi mente como una película,
los toques de luz de nuestra vida.
Y esto es sólo el comienzo de mucho más. Hoy es…
―Charlotte ―llamó alguien.
Escuchar su nombre ser llamado me devolvió de mis
pensamientos. Volteé la cabeza hacia el hombre parado en mitad del pasillo con
su mano extendida hacia mi futura-esposa.
―¿Peter? ―preguntó Jasper detrás de mí.
Peter… El hombre que llamó a mi Charlotte fue Peter Evans,
uno de los mejores amigos de Jasper. Nosotros no somos cercanos, pero lo
conozco.
―Charlotte ―llamó otra vez.
¡Suficiente!, gritó mi mente cuando di un paso adelante, pero era
demasiado tarde.
Charlotte soltó mi mano. Se fue y nunca miró hacia atrás
cuando corrió junto a él.
Me quedé ahí, demasiado impresionado para moverme o hablar.
Ese momento era el infierno en la tierra.
Por
horas, no pude hablar. Mi mente estaba en blanco. Traté de entender, pero mi
cerebro, mi corazón… ambos estaban impactados. Me recosté en el balcón del
vestidor, mirando hacia el océano hasta el atardecer. Solo entonces, recuperé
la función de mi cuerpo, y corrí. Estúpidamente, salí corriendo hacia el
frente. Todos los invitados, a excepción de la familia y el personal de
limpieza, se habían marchado. Cuando salí, vi a mi hermano arrancando el
“Recién Casados” del Pettley.
―Edward…
―Llaves. ―Caminé hacia el lado del conductor del auto. Cuando
abrí la puerta, vi una mujer vestida de azul parada frente a mí. Tenía largo
cabello marrón ondulado y la piel canela. Sus negros ojos estaban hinchados y
rojos, por lo visto de llorar. Estaba de pie con su cabeza en alto.
―Este es tu número, ¿cierto? ―Apuntó el número de teléfono en
la lista de contactos antes que rápidamente escribiera algo en su teléfono y añadiera―.
Por favor patéale el trasero. ―Se volvió hacia su taxi sin esperar por alguna
respuesta.
―¡Bella! ―le gritó Jasper antes de gruñir―: Jesús. Él era su
jodido prometido.
Sintiendo mi teléfono vibrar, lo saqué de mi bolsillo.
Él dejó su correo abierto en mi
teléfono. Recibí una confirmación para una habitación que ellos reservaron.
Prescott Hill
Montauk, NY
Habitación 1204
―Edward, no…
Ignorándolo, me metí en el auto, y sin pensar un segundo
conduje, la rabia creciendo con cada kilómetro. Agarré el volante, chirriando
mis dientes mientras pensaba. No estaban a más de veinte minutos de distancia
del caos que ellos habían soltado en mi vida.
Cuando llegué a Prescott Hills, estaba preparado para tumbar
la puerta. Inmediatamente los vi caminando cerca de mí, completamente
inconscientes, todavía tomados de la maldita mano.
―¡Edward! ―jadeó Charlotte, no más en su vestido, ahora
llevando jeans y una camisa de la tienda de regalo.
Ignorándola, mi puño se estampó en su mandíbula y él cayó
contra la pared, pero esto no me detuvo. Agarrándolo por el cuello, seguí
golpeando su rostro con mis nudillos.
―¡DETENTE! ¡Edward! Detente o llamaré a la policía, lo juro
―gritó ella.
Quería matarlo, pero por
algún milagro, me pude controlar.
―¿Llamar a los policías? ―Me quedé rígido, ignorando el dolor
en mi mano y en mi jodido pie―. ¿Qué te detiene, Charlotte? ¡Haz este día
incluso más especial!
Ella bajó la cabeza, cayendo de rodillas junto a él.
―Entiendo que odies…
―No entiendes nada. ―Lo detuve. No podía ni mirarlos. Me
volteé para irme pero me detuve, sacando mi teléfono para sacar una foto de su
ensangrentado rostro. No me dio verdadera satisfacción, pero qué demonios. Tal
vez a esa otra mujer podría darle algo de paz a su mente viendo esto.
Todo lo que podía preguntar
mientras manejaba era, ¿cómo? ¿Cómo pudo pasar esto?
5 comentarios:
HOLA. UNA HISTORIA GENIAL.
Aaaa!!! /0\
Tsk... que poca
Y el día de su boda :(
Pero bueno espero que a bella si le dé un poco de felicidad :/ aún que lo dudo
Pero ay!!! Va empezando bien la historia
Ya quiero leer mas!!!
Gracias :D
Me alegra q cuando menos le rompió la cara aun q ninguno d esos dos vale la pena 😉 gracias
me alegra mucho que los coprotagonistas malditos infieles no sean los tipicos repetidos en todo los fic como jacob o tanya
punto para ti por eso
Me encanto mucho esta historia no piedo creer q lleve a su prometida a una boda en la cual el va a robar a una mujer d otro.
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