martes, 30 de enero de 2018

Enredos de Amor Capitulo 1

La historia no es mia es una adaptacion al final pondre el nombre del autor y el nombre original de la historia. 
los presonajes son propiedad de Stephanie Meyer
Sinopsis

Edward Cullen cree que encontró a la mujer perfecta para que sea su esposa. Ella es doctora, como él. Es brillante, como él. Y es rica igual que él.

Isabella “Bella” Swan cree que su prometido es el hombre perfecto. Es guapo, exitoso y fue su primera…

Pero cuando la novia de Edward huye con el prometido de Bella en el día de su boda, los dejan para recuperarse mutuamente…







Capitulo 1 
Señales reveladores

Isabella

Debería haber visto las señales esa mañana. No eran enormes, pero estaban allí. Casi me había resbalado y matado saliendo de la ducha, bien, esa era una gran y enorme señal, pero las demás eran bastante pequeñas. No podía encontrar el zapato izquierdo de mi par favorito de tacones rojos. Las perlas que él me había dado cayeron de mi cuello y se esparcieron por todo el piso de la habitación. Y cuando él apareció, veinte minutos después, Taigi no dejó de ladrarle, como si mi perro supiera que el primero de marzo sería un día que viviría en la infamia.
Tomando asiento en su nuevo Mercedes azul medianoche, él no dijo nada mientras salíamos de la casa de playa de los Hampton. Sus nudillos estaban casi blancos cuando agarró el volante. La palma de su mano descansaba justo bajo sus labios, algo que ha hecho un millón de veces durante los tres años que salimos, pero solo cuando estaba realmente preocupado o molesto.

―¿Pet? ―Toqué su pierna y saltó como si hubiese olvidado que yo estaba sentada a su lado.

Volteándose, sus ojos marrones claros me miraron.

―¿Sí?

―¿Estás bien? Te ves como si fuéramos a un funeral, no a una boda ―bromeé, sonriendo. Él negó y tomó mi mano.

―Estoy bien. ―Me besó la palma de mi mano―. Sólo cosas de trabajo. Espero que podamos hacer nuestra ronda y salir de ahí antes que sea demasiado tarde.

Asintiendo, miré de vuelta la playa mientras viajábamos. Peter, o Pet como yo lo llamaba, era el propietario y fundador de ambas revistas, tanto de Class como de Rebel. Era la razón por la que nos habíamos conocido, en realidad. Él había asistido a una de mis aperturas de galería y le había gustado mi fotografía. Me dije que nunca me contrataría con ninguna corporación o marca, me gustaba ser una  trabajadora independiente. Pintaba y fotografiaba lo que quería, lo que me importaba. Simplemente había algo en Peter Evans. No importa cuántas veces negué sin rodeos su petición o ignoré sus correos, él nunca se rindió. Después de todo, sin importar lo que Peter Evans quiso, trabajó hasta que fue suyo. Con el tiempo, estuve de acuerdo con fotografiar su portada de primavera. Se suponía que solo fuera una portada, pero tres años después era una fotógrafa contratada y su prometida.

―Bienvenidos al Castillo Rojo ―dijo el valet cuando llegamos a una mansión cerrada/privada. Cuando Pet habló con él, me encontré mirando fijamente el paisaje decorado; todo estaba en hermosos tonos verdes y azules. Proyectado en el pasto verde natural estaban las iniciales E&C, y alrededor de ellas estaba una pequeña orquesta, sólo para los invitados llegando.

Solo cuando salí del auto fui capaz de ver lo que sería la guinda del pastel: como si esta gente tuviera que demostrar que tenía dinero, había unos pavos reales caminando alrededor.

Miré a Pet.

―¿Qué? ―Me miró, confundido.

Señalé todo.

―¿En serio? ―Fue todo lo que pude decir.

―Lo haces parecer como si nunca hubieras visto gente rica antes. Deberías haberte puesto el vestido rojo que te elegí. ―Frunció el ceño y tomó mi mano mientras caminábamos hacia los asientos para invitados.

Este era otro punto del cual tuve que haber visto las señales, pero de nuevo, estaba ciega. Todavía puedo recordar el frío de su mano mientras sostenía la mía. Cuando nos mezclamos con el resto de la élite de Nueva York durante la hora del cóctel, me sentí como si estuviera de pie en medio del Círculo Polar Ártico en bikini.

―Vaya, ella es hermosa ―susurré cuando la novia caminó por el pasillo, su maquillaje perfecto a tal punto que su piel resplandecía. Su suave cabello color miel brillaba y su vestido sin tirantes en forma de corazón se ajustaba en cada curva. Sus ojos azules llenos de lágrimas no derramadas mientras sostenía sus rosas fuertemente, caminando lento y estable. Durante un rápido segundo pensé verla viéndonos.

Espero verme la mitad de bien el día de mi boda, pensé, mis ojos nunca abandonándola mientras caminaba hacia el frente.

Pasó en un borrón. Un momento el pastor decía algo, y el siguiente, Pet ya no sostenía mi mano.

―¡Charlotte! ―gritó, yendo hacia la mitad del pasillo.

Ella lo miró, contemplando a su novio, y de regreso a Pet.

Mi Pet. Qué…

―No lo hagas, Charlotte.

¿Qué… es… esto?

―Charlotte ―la llamó Pet.

¡Detente!, gritó mi mente.

Pero, para mi horror, ella le soltó la mano a su novio y corrió hacia Pet.

No podía respirar. Me levanté, derribando mi silla.

―¡PET! ―grité.

Pero ellos ya estaban corriendo… de la mano.
Para este punto, cada invitado se levantó. Quienes me rodeaban se alejaron, permitiendo a todos ver a la chica que acaban de dejar botada. Conocía a la única persona que lo tenía peor que yo, y era el hombre al frente. Por primera vez desde que había llegado aquí, realmente lo miré: alto, piel marfil, negro cabello corto, penetrantes ojos verdes viendo a su novia huir de él. Él estaba de pie allí todavía, demasiado impresionado, casi olvidé mi propio dolor.

¿Por qué no había visto las señales?



Edward

Incluso si vivía hasta los ciento cincuenta años, nunca olvidaría ese primero de marzo. Se suponía que sería uno de los días más felices de mi vida. Después de dos años saliendo, finalmente le pedí a Charlotte Michaels ser mi esposa.

Nos habíamos conocido como internos médicos en la Presbiteriana de Nueva York, y durante el primer día ella había tenido la atención de cada hombre en el hospital. ¿Qué era más sensual que la belleza y cerebro?

Ella no solo se dedicó a su trabajo, sino también a sus pacientes. Charlotte Michaels… Mi Charlotte era tierna, dulce, centrada, y precisa. Sin importar la meta, trabajó para alcanzarlo; me gustó eso de ella. Cada vez que estábamos alrededor del otro, simplemente conectábamos. Ella y yo éramos tan parecidos en tantos niveles, había momentos en que terminábamos la oración del otro. Nos volvimos cercanos muy rápido, pero en realidad no comenzamos salir hasta que ambos nos hicimos asistentes.
No podía imaginarme saliendo con alguien más.

―¿Estás nervioso? ―Mi hermano menor, Jasper, colocó su brazo alrededor de mi hombro justo cuando estaba de pie en el vestidor.

Me aparté de su agarre, acomodando mis mancuernillas.

―¿Por qué estaría nervioso?

―Edward Cullen finalmente se está arriesgando. Simplemente no puedo creerlo. Pensé que ustedes nunca iban a casarse. ―Me apartó para arreglar su corbata.

Lo golpeé en la cabeza.

―¿En serio? ¿Incluso hoy pelean? ―Mi madre suspiró, entrando a la habitación. Su cano cabello castaño estaba por sus hombros, y su suave vestido besó el piso cuando se acercó y me abrazó. Las lágrimas en sus ojos ya comenzaban a construirse.

―Ma, se está casando, no muriendo. ―Jasper rió.

Ella lo miró.

―Ahora. ―Frunció el ceño, mirándome―. ¿Estás seguro de… esto?

―Mamá. ―La sostuve por los hombros; estaba siendo ridícula―. Te gusta Charlotte. Me gusta Charlotte. ¿Por qué no estaría seguro? Finalmente estás consiguiendo la hija que siempre quisiste.

―Lo sé. ―Pasó su mano por mi mejilla. Incluso con los tacones, todavía era una cabeza más baja que yo―. Simplemente no puedo apartar este sentimiento. ¿Quién sabía que dejarte ir sería tan difícil?

Mi madre y sus dramas, pensé. Si solo nosotros hubiéramos escuchado su instinto.

―Aún me tienes ―agregó Jasper, demostrando que era más como ella que nuestro padre.

Lo miramos antes de alejarnos.

―¡Vaya! Está bien, ya veo qué pasa ―murmuró antes de caminar hacia la puerta, dejando a nuestra madre riendo.

―Si tu padre estuviera con nosotros, estoy segura que estaría orgulloso del hombre que te convertiste, Edward. Yo lo estoy. ―Se limpió un par de lágrimas.

No estaba seguro qué más hacer pero le di mi brazo. Nunca he sido el cariñoso, pero ese día sentí tantas emociones diferentes.

Ella me agarró fuertemente cuando entramos al salón. Ella y Charlotte se habían vuelto locas con las decoraciones, pero realmente lo disfrutaron, y francamente no me preocupé. Sólo quería saltar a la parte importante.

Estaba de pie delante de toda mi familia y amigos con Jasper a mi izquierda. Por fin la música comenzó, y mi mirada se disparó hacia las puertas de la mansión, esperando por abrirse. Sabía que ella estaría hermosa, pero estaba absolutamente radiante.

Dios, soy tan afortunado.

Con cada paso que daba, la sonrisa en mi rostro creció, hasta que su mano estaba en la mía.

―Te ves hermosa ―susurré.

Sonrió, pero no contestó nada. En ese momento, cuando el pastor comenzó a hablar, todos los momentos que habíamos compartido juntos vinieron a mi mente: la primera vez que nos vimos… nuestra primera operación juntos… primer beso… primera noche… Todo pasó por mi mente como una película, los toques de luz de nuestra vida.

Y esto es sólo el comienzo de mucho más. Hoy es…

―Charlotte ―llamó alguien.

Escuchar su nombre ser llamado me devolvió de mis pensamientos. Volteé la cabeza hacia el hombre parado en mitad del pasillo con su mano extendida hacia mi futura-esposa.

―¿Peter? ―preguntó Jasper detrás de mí.

Peter… El hombre que llamó a mi Charlotte fue Peter Evans, uno de los mejores amigos de Jasper. Nosotros no somos cercanos, pero lo conozco.

―Charlotte ―llamó otra vez.

¡Suficiente!, gritó mi mente cuando di un paso adelante, pero era demasiado tarde.

Charlotte soltó mi mano. Se fue y nunca miró hacia atrás cuando corrió junto a él.

Me quedé ahí, demasiado impresionado para moverme o hablar. Ese momento era el infierno en la tierra.

Por horas, no pude hablar. Mi mente estaba en blanco. Traté de entender, pero mi cerebro, mi corazón… ambos estaban impactados. Me recosté en el balcón del vestidor, mirando hacia el océano hasta el atardecer. Solo entonces, recuperé la función de mi cuerpo, y corrí. Estúpidamente, salí corriendo hacia el frente. Todos  los invitados, a excepción de la familia y el personal de limpieza, se habían marchado. Cuando salí, vi a mi hermano arrancando el “Recién Casados” del Pettley.

―Edward…

―Llaves. ―Caminé hacia el lado del conductor del auto. Cuando abrí la puerta, vi una mujer vestida de azul parada frente a mí. Tenía largo cabello marrón ondulado y la piel canela. Sus negros ojos estaban hinchados y rojos, por lo visto de llorar. Estaba de pie con su cabeza en alto.

―Este es tu número, ¿cierto? ―Apuntó el número de teléfono en la lista de contactos antes que rápidamente escribiera algo en su teléfono y añadiera―. Por favor patéale el trasero. ―Se volvió hacia su taxi sin esperar por alguna respuesta.

―¡Bella! ―le gritó Jasper antes de gruñir―: Jesús. Él era su jodido prometido.

Sintiendo mi teléfono vibrar, lo saqué de mi bolsillo.

Él dejó su correo abierto en mi teléfono. Recibí una confirmación para una habitación que ellos reservaron.

Prescott Hill

Montauk, NY

Habitación 1204

―Edward, no…

Ignorándolo, me metí en el auto, y sin pensar un segundo conduje, la rabia creciendo con cada kilómetro. Agarré el volante, chirriando mis dientes mientras pensaba. No estaban a más de veinte minutos de distancia del caos que ellos habían soltado en mi vida.

Cuando llegué a Prescott Hills, estaba preparado para tumbar la puerta. Inmediatamente los vi caminando cerca de mí, completamente inconscientes, todavía tomados de la maldita mano.

―¡Edward! ―jadeó Charlotte, no más en su vestido, ahora llevando jeans y una camisa de la tienda de regalo.

Ignorándola, mi puño se estampó en su mandíbula y él cayó contra la pared, pero esto no me detuvo. Agarrándolo por el cuello, seguí golpeando su rostro con mis nudillos.

―¡DETENTE! ¡Edward! Detente o llamaré a la policía, lo juro ―gritó ella.
Quería matarlo, pero por algún milagro, me pude controlar.

―¿Llamar a los policías? ―Me quedé rígido, ignorando el dolor en mi mano y en mi jodido pie―. ¿Qué te detiene, Charlotte? ¡Haz este día incluso más especial!

Ella bajó la cabeza, cayendo de rodillas junto a él.

―Entiendo que odies…

―No entiendes nada. ―Lo detuve. No podía ni mirarlos. Me volteé para irme pero me detuve, sacando mi teléfono para sacar una foto de su ensangrentado rostro. No me dio verdadera satisfacción, pero qué demonios. Tal vez a esa otra mujer podría darle algo de paz a su mente viendo esto.

Todo lo que podía preguntar mientras manejaba era, ¿cómo? ¿Cómo pudo pasar esto?




5 comentarios:

Lizdayanna dijo...

HOLA. UNA HISTORIA GENIAL.

Anónimo dijo...

Aaaa!!! /0\
Tsk... que poca
Y el día de su boda :(
Pero bueno espero que a bella si le dé un poco de felicidad :/ aún que lo dudo
Pero ay!!! Va empezando bien la historia
Ya quiero leer mas!!!
Gracias :D

cari dijo...

Me alegra q cuando menos le rompió la cara aun q ninguno d esos dos vale la pena 😉 gracias

Anónimo dijo...

me alegra mucho que los coprotagonistas malditos infieles no sean los tipicos repetidos en todo los fic como jacob o tanya
punto para ti por eso

Laura Natalia dijo...

Me encanto mucho esta historia no piedo creer q lleve a su prometida a una boda en la cual el va a robar a una mujer d otro.

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina