lunes, 25 de junio de 2018

Un Alma Compartida Capitulo 16

Isabella

Nuestro picnic improvisado llegó a su fin poco después de que Vanessa se quedara dormida. La pobre empezó a sudar con el leve calor, por lo que la llevamos a casa para terminar su siesta en la comodidad de su propia cama.

Dejé a Edward hacer lo que fuera que hacía por las tardes, y subí a ducharme y cambiarme para ir a trabajar. Decidí comodidad sobre clase y me puse una camiseta negra llana sobre mis pantalones de mezclilla, terminando con zapatos negros que serían claramente mi muerte, es decir, si no podía aprender a caminar en ellos.

¡Era como caminar sobre zancos, por el amor de Dios!


Atusé mi largo cabello, ondulado, tomándolo en mis manos y arrugándolo mientras ligeramente lo rociaba con spray, y luego me lavé la cara y volví a aplicar maquillaje, espesando el delineador de ojos un poco para un efecto dramático de ojo de gato. Coloqué brillo ligeramente con algo que era de color rosa y olía a pastel, y el olor era tan delicioso que quería comerlo.

No te preocupes. No lo hice. Lamer tus labios no cuenta.

Con mis pies descalzos, bajé las escaleras de dos en dos, siendo tan silenciosa como pude mientras me dirigía a la cocina. Tenía hambre y recordé que había sobras de brownie de nuestro almuerzo. Abrí la nevera, me aferré a la puerta y miré dentro, inclinándome para ver más de cerca.

Los brownies habían desaparecido.

Hmmm.

Rebusqué.

También tenía rodajas de manzana, queso y magdalenas de Carmen.

Fruncí el ceño. No me estaba volviendo loca. Sé que las puse allí cuando regresamos a la casa. Incluso escondí los brownies detrás del zumo para que nadie los tocara

Lo comprobé de nuevo, buscando profundamente en la nevera.

Nope. Se habían ido.

El frutero se encontraba en el mostrador de la cocina, y aunque tenía plátanos maduros, manzanas brillantes y peras verdes, quería esos malditos brownies. Así que empecé a buscarlos.

Mientras me encontraba en la planta baja, fui a comprobar a Vanessa, y sonreí cuando vi a Esme sentada en la silla junto a su cama, leyendo. Me vio y levantó la mano en un saludo. Volví, mis ojos recorrieron la pequeña princesa durmiendo profundamente en su cama.

Eso sólo dejaba un lugar.

Regresé por las escaleras, pero giré a la derecha y caminé por el pasillo hacia la oficina de Edward. Me dijo que se fue hasta allí para trabajar, pero tuve la sospecha de que él también podría tener otra razón para ir allí.

La puerta se encontraba entreabierta, menos de un centímetro, y eché un vistazo.

¡Lo sabía!

Abrí puerta y lancé un victorioso:

—Te atrapé.

Edward hizo una pausa, había un brownie a medio camino de su boca.

Mis pies me llevaron a su escritorio, donde su computadora se encontraba abierto. Tomé el brownie de su mano, lo metí en mi boca, gemí de placer cuando la amarga dulzura golpeó mi lengua, y luego me enderecé y balbuceé:

—Oh, lo siento. ¿Ibas comerte ese brownie estratégicamente escondido?

Sus labios se achicaron y me miró.

—Sí, lo iba a hacer.

Tuve que taparme la boca para no reírme por lo apagada que sonaba su voz.

—Lo siento. Sé que no debo tomar la comida de alguien. En las calles, ese tipo de cosas podría matar a una persona.

Su expresión se volvió sombría ante la mención de mi tiempo sin hogar.

—Está bien.

Sin esperar una invitación, sobre todo porque no creía que fuera a tener una, saqué la silla de invitados y me senté frente a él. Sé que sólo pasaron unos días desde que le pregunté, pero quería saber si hizo algún progreso.

—¿Tuviste suerte encontrando a los Black ya?

Su mandíbula se apretó, acercó su computadora y comenzó a escribir.

—No.

Asentí lentamente.

—Bueno.

De repente, cerró la tapa de la computadora y preguntó:

—¿Por qué quieres encontrarlos? Alice me dijo lo que te hicieron, son la razón por la que te encontraras sin hogar. —Hizo una pausa—. No son buenas personas, Isabella.

Bueno, alguien estaba un poco juzgador hoy.

—Ni siquiera los conoces, Edward. Me llevaron con ellos cuando tenía doce años, odiaba al mundo, y me dieron un hogar —hice hincapié—. Un error no deshace todo el bien que hicieron. Y, por cierto, no me mandaron a la calle. Lo hice por mi cuenta.

Se inclinó sobre la mesa, sus ojos dorados eran duros.

—Porque te hicieron sentir insegura.

Cierto, pero no lo admitiría. Me encogí de hombros, sintiéndome impotente.

—Si no quieres ayudarme a encontrarlos, está bien. Voy a encontrar a alguien más que lo haga. —Me puse de pie, volviéndome hacia la puerta.

Su voz me hizo detenerme a medio paso.

—No puedo controlar la información, Isabella. Tal vez no sean buenas noticias. ¿Entiendes eso?

Sosteniendo el marco de la puerta, me quedé de espaldas a él y reiteré:

—Sólo quiero que sepan que estoy bien.

No escuché la respuesta. Mis pies me llevaron a nuestra habitación, donde pasé el resto de la tarde tumbada de espaldas en la cama gigante de la que me había enamorado.

La noche comenzó bien. Al enterarme de que mi turno detrás de la barra sería compartido con Zafrina, la alta belleza afroamericana que llevaba un loco y hermoso cabello afro, en lugar de con Rosalie, me hizo gritar mentalmente y dar volteretas.

No me importaba Rosalie, pero no teníamos un interés común... aparte de Edward, por supuesto. Y tenía la sensación de que no nos pondríamos de acuerdo en eso.

Los hombres acudieron a la barra para que les sirviéramos, y aunque estaba lleno, Zafrina y yo lo mantuvimos bajo control. Durante la noche, vi a Zafrina servir tragos a hombres y beberlos ella misma. Había hecho esto varias veces, y me pregunté cómo no se tambaleaba sobre sus pies. La chica tenía aguante.

Por eso, cuando un grupo de hombres compró una ronda de tragos y añadieron uno extra para mí, miré a Zafrina. Ella sonrió y asintió. Así que fui por ello.

Cogí el vaso, lo llevé a mi boca, y lo vertí, escuchando a los hombres vitorear y animar mientras farfullaba y tosía.

Mierda, ardía.

Tosiendo a todo pulmón, levanté mis manos e hice una mueca a través de una sonrisa, mostrando a todos que estaba bien. Gritaron y aplaudieron un poco más y, por suerte, se quedaron cerca de mi lado de la barra.

Sabía que las propinas serían asombrosas esta noche. Los hombres tenían dinero para gastar, y con cada ronda, dejaron una agradable suma para mí.

Mi cuerpo empezó a sentirse caliente por todas partes y mi cabeza daba vueltas ligeramente. Y esto fue sólo después de ese primer trago.

Después del quinto, apenas podía estar de pie sin balancearme de lado a lado.

El sexto trago fue el final.

Riendo, me aferré a la barra, porque el suelo daba vueltas a mi alrededor. Me estaba tragando.

Tengo decírselo a Edward. Es cuestión de salud y seguridad en el trabajo, si alguna vez vi una.

Zafrina estaba a mi lado antes de saberlo, estaba tumbada en el suelo detrás de la barra.

—Isabella, nena, ¿qué pasa?

Me eché a reír a carcajadas.

—Oh, Dios, Zafrina. El suelo no deja de moverse. Detenlo. Me duele el estómago.

—Mierda —pronunció Zafrina mientras se alejaba de mí.

Pasó un minuto, o podría haber sido una hora, regresó con Alice, que se arrodilló a mi lado, tomando mi brazo y ayudándome a ponerme de pie. Me llevó por la puerta detrás de la barra, a la trastienda. Me ayudó a sentarme y suspiró:

—Jesús, Isabella, ¿qué mierda? No se supone que bebas cuando estás en tu turno. Estás en un montón de problemas si Emmett se entera.

¿Qué?

Parpadeé las luces blancas que atacaban mi visión.

—Pero, vi a Zafrina hacerlo. Cuando la miré buscando el visto bueno, asintió. Pensé que estaba bien.

—Espera, ¿qué? —Entonces se echó a reír—. Oh, Dios mío. —Su risa se intensificó—. Por favor, ¿dime que Rosalie te habló de las botellas marcadas que mantenemos detrás de la barra?

En ese momento, Rosalie entró en la trastienda.

—¿Oye, está bien Isabella? Me pareció verla desmayarse.

Alice se puso de pie, conteniendo la risa.

—¿Le dijiste a Isabella sobre nuestra mezcla especial?

Rosalie frunció el ceño.

—No, creí que lo hiciste tú cuando la trajiste para su lección.

Alice no pudo contenerlo. Echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír.

Mientras, yo me echaba a llorar.

—¿Estoy despedida?

Rosalie habló en voz baja para sí misma.

—Oh, Dios, no lo sabía. —Luego se cubrió la boca con la mano y se rió—. ¡Ella no lo sabía!

Se rieron ruidosamente, gritando y doblándose. Y ahí estaba yo, gimiendo mientras las lágrimas bajaban por mis mejillas.

—¿Estoy despedida?

—No —pronunció Alice a través de una sonrisa—. No, Isabella. Fue mi error. Cargaré con la culpa de ello. No estás despedida, te lo prometo.

No la creí. Tiré mi cabeza hacia atrás y gemí:

—Pero a Emmett no le importará.

Tomé una respiración profunda y balbuceé:

—¡Es un idiota!

Desde detrás de mí llegó un calmado:

—Por favor, Isabella. No te reprimas. Dime cómo te sientes.

Me volví para ver a Emmett frunciendo el ceño hacia mí desde la puerta e hice lo único que podía hacer. Tiré mi culo borracho en el suelo y lloré un poco más.

Alice resopló.

—Me olvidé de hablarle sobre la mezcla especial. Es mi culpa.

Emmett negó con la cabeza.

—Esto es malo para el negocio. Se tiene que ir.

El rostro de Alice se torció dramáticamente. Se burló de su hermano.

—¿Por un error? ¿Uno que ni siquiera fue culpa de ella?

—No es mi problema, Alice —murmuró, y lloré más fuerte.

—Oh, Dios —sentada, jadeé—. Por favor no me despidas. Haré lo que sea. Por favor.

Rosalie habló entonces, y estuve sorprendida por su apoyo.

—Emmi. No hagas esto. Ella necesita este trabajo.

Se detuvo un momento antes de que murmurara:

—Ten corazón.

Emmet miró a Rosalie un largo rato antes de girarse para salir.

—Esta es la primera y única vez. No más. La próxima vez, se irá.

Mi cara marchada se giró hacia Rosalie. Parpadeé un segundo antes de susurrar:

—Gracias.

Para mi mayor sorpresa, me ayudó a levantarme y me sentó en el sofá de cuero. Alice me trajo un vaso de agua y un par de aspirinas.

—Todavía tenemos una noche completa por delante. Puedes descansar y dormir la mona, boozerella.

La cabeza me daba vueltas, y no necesitaba que me lo dijeran por segunda vez. Y dejé caer mi cabeza justo cuando mi estómago dio un fuerte pellizco de desaprobación ante la elección de mi noche de copas. Gemí:

—Nunca beberé otra vez.

—Eso es lo que todos dicen —murmuró mientras ambas se dirigían hacia la puerta, apagaban la luz y me dejaban dormir la noche que nunca debería haber ocurrido.

Edward
No pasó mucho tiempo para darme cuenta de que Isabella ya no trabajaba en el bar. Alice se hizo cargo de ella.

Esperé. Y esperé. Y cuanto más tiempo lo hacía, una sensación de frío recorría mi espalda.
Una actitud protectora irracional me atravesó.

Caminé, moviéndome alrededor de las mesas y clientes acercándose a la barra. Alice me vio justo cuando me incliné sobre la barra. No quise hacerlo, pero gruñí:

—¿Dónde está?

Levantó las manos en un gesto conciliador.


—No te enojes con ella también. No fue su culpa, ¿de acuerdo? Me olvidé de decirle sobre de la mezcla de la casa. —Resopló una carcajada—. Tomó un par de aspirinas y está durmiendo.

Había pasado cerca de media hora desde que me diera cuenta de su desaparición. Mis ojos se dirigieron inmediatamente al lado del escenario.

—Mierda —gruñí. Observando a Alice, pregunté en tono acusador—: ¿Cuánto tiempo ha estado Mike fuera de su puesto?

Su rostro palideció.

Negué con la cabeza ante la decepción. Atravesé la barra hacia la puerta, y me dirigí por el largo pasillo, hasta la puerta cerrada a la trastienda. Levantando la mano, traté de girar la perilla, pero sentí resistencia.

—Abre la puerta —ordené.

—Ocupado —respondió con molestia.

Mi pecho se empezó a levantar. Respiré fuertemente a través de mi nariz, mi cólera ardía y burbujeaba como un río de lava fundida en mis entrañas.

—Abre la puerta —pronuncié con los dientes apretados.

—¡A la mierda! ¡Vete a la mierda! —gritó Mike.

Fue entonces cuando sucedió.

Todo se apagó. Mi pulso se desaceleró. Las luces se apagaron a mí alrededor. Los sonidos se volvieron sordos en mis oídos hasta que no quedó nada.

Se hizo el silencio.

Siempre temí que volviera. Lo controlaba bien. No ocurrió durante años. Así no.

Pero no tenía miedo esta vez. Lo abracé y dejé que tomara el control.

Mis manos se apretaron en puños, y di un solo paso atrás antes de correr hacia la puerta con mi hombro por delante.

La sentí agrietarse bajo mi peso, pero no se rompió.

Mis piernas me llevaron atrás y golpeé mi hombro contra la puerta de nuevo.

Otro crujido, y la madera se preparó para ceder bajo la más mínima cantidad de presión.

Alice gritó detrás de mí.

—Edward, ¿qué estás haciendo?

Mike gritó con incredulidad:

—¡Estás loco!

Me aparté, levanté mi pierna, y di una patada tan fuerte como pude.

La puerta se rompió y la arrojé hacia el interior. Mis ojos recorrieron la habitación y me encontré con él de pie junto al sofá de cuero, metiendo su camiseta en sus pantalones.

Vi rojo.

Nada podría haberme impedido llegar a él entonces.

Nada.

Isabella se quejó en voz baja y se retorció débilmente en el sofá, desmayada, y Alice corrió a arrodillarse a su lado.

—¿Qué le hiciste? —pregunté al hombre sorprendido, agarrando su camisa con mi mano.

Mike se mantuvo firme.

—Nada —dijo detrás de su barba—. No hicimos nada.

—Edward —habló Alice en voz baja. Me giré hacia ella, mirándola correr sus dedos sobre el lado del cuello de Isabella—. Tiene un chupetón.

Justo cuando levantaba mi brazo para matar a golpes a Mike, unos brazos rodearon mi estómago y mi pecho. Me volví para gruñirle a la persona, pero encontré a Jasper allí de pie, mirándome a los ojos.

—Cálmate hermano. Está bien.

Mi corazón latía con fuerza. Necesitaba aliviar mi rabia. Sin alivio, sólo empeoraría, y luego lastimaría a alguien que me importaba.

Como la última vez.

—No está bien —jadeé—. No está bien.

Emmett apareció a mi lado.

—Va a estar bien, Edward. Te tengo. Nos encargaremos de ello. —Entonces habló a alguien detrás de él—. Cierra. Se acabó la fiesta. Saca a todo el mundo.

Rosalie frunció el ceño mientras se inclinaba sobre Isabella.

—Esto no tiene sentido. No estaba tan mal antes. —Miró a Jasper—. Creo que él podría haberle dado algo.

Un fuerte gruñido se me escapó. Dio un paso atrás el hombre, sabiendo muy bien que lo mataría si colocaba mis manos sobre él. Mis manos en forma de puños fueron a mi cabeza y se estrellaron contra mi frente.

Emmett tomó mis manos, apartándolas, impidiéndome hacerme daño.

Viendo rojo, mis fosas nasales se abrieron mientras trataba de mantener mi respiración bajo control. Mike no parecía tan seguro ahora. Se veía aterrorizado.

Me alegré. Debía estarlo.

Emmett maldijo en voz baja.

—Alice, lleva a Isabella de nuevo a casa de Edward. Llama a Laurent; que la revise.

Se volvió a Mike, pero habló con calma.

—¿Qué le diste?

—Nada —dijo a la defensiva—. Está borracha.

Emmett se apartó de mi lado y se acercó al sofá. Levantó la mano de Isabella y la dejó caer. No se movió ni un centímetro. Puso una mano en su frente y frunció el ceño antes de moverse hacia Mike.

—Voy a preguntarte una última vez, M. ¿Qué le diste?

Él abrió la boca para responder, pero Emmett lo interrumpió.

—Tengo a un médico en espera. Él puede hacerse cargo de ella de una manera discreta. Si la llevamos al hospital, y encuentran algo dentro de ella que no debería estar allí, irás a la cárcel por asalto, como mínimo. O peor aún, si lo añades a la bebida. Si me dices lo que le diste, podrás salir de aquí siendo un hombre libre... después de darte una paliza, por supuesto. —Miró a Mike—. Un chico guapo como tú en la cárcel... —Inclinó la cabeza—. Serías muy popular.

Mike se ruborizó; sus pupilas estaban dilatadas. Era alto. Estaba sudando.

GHB. —Tragó saliva—. Le di GHB.

Los brazos de Jaz se aflojaron. Podía oír el rugido procedente de su garganta. Emmett dijo con desprecio, con los ojos bajos, disgustado:

—Alice, llévala a casa. Rose, necesitará tu ayuda.

La sangre rugía en mis oídos mientras decía entre dientes:

—No le quites la ropa, Alice.

Era una advertencia y conociendo a Laurent, no se atrevería a ir en mi contra.

Las mujeres ayudaron a Isabella con facilidad, debido al hecho de que era muy pequeña. Miré con impotencia que su cabeza colgaba hacia un lado, con los ojos parcialmente abiertos, pero claramente no viendo nada. Una capa de sudor cubría su frente, y tenía un gran chupetón en el lado de su cuello.

Mi sangre ardía.

¿Este hombre pensó que tenía derecho a tocar a mi Ratón?

Nadie tenía derecho a tocar a mi Ratón.

La encontré, y voy a conservarla.

La idea me sorprendió. No supe eso hasta este momento, hasta que creí que estaba en peligro real.

Quería a Isabella.

La quería más que a nada, pero era tan frágil en este momento. Esperaría hasta el momento adecuado.

Ella sería mía.

Le mostraría que la vida conmigo podía ser buena. Le haría ver más allá de mi parte dañada, la haría ver lo poco bueno que tenía dentro. No podía darle romance, u ofrecerle matrimonio. No podía darle más de lo que tenía para dar. Pero se lo daría, lo que necesitara. Se reiría y sonreiría como la madre que amaba, y sería feliz conmigo. Lo juré allí mismo.

Los tres nos quedamos a solas con Mike, flexioné mis manos, troné mis nudillos.

Jaz sacó algo de su bolsillo y me lo entregó.

—Diviértanse, ustedes dos.

Hizo un gesto a Emmett y, a regañadientes, salió detrás de Jasper, dejando el destino de Mike en mis manos.

Mike me miró desde su lugar contra la pared, con los ojos muy abiertos.

—Lo siento.

—No, no lo haces —respondí mientras me ponía las manoplas en los dedos de la mano derecha—. Cuando haya terminado contigo, lo harás.

Tomó una hora completa aliviar mi furia. Con cada grito y gemido que sacaba de la excusa repugnante de hombre, mi rabia menguaba.

Mientras mi calma llegaba, Mike encontraba el miedo.

Y con cada golpe, patada, y cabezazo, Mike descubrió cómo se sentía el arrepentimiento.

 GHB: Es una sustancia depresora del Sistema Nervioso Central, se conoce vulgarmente como: éxtasis líquido, aunque produce un estado contrario al éxtasis. Utilizado antiguamente como anestésico general. Consumir alcohol con G.H.B. puede llevar a una sobredosis aunque la cantidad haya sido relativamente pequeña.



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Hola a todas que les parecio el capitulo de hoy.
Hoy le toco a edward casi no hay muchos capitulos de Edward Mayormente son de Isabella asi viene en el libro
no se les olvide mañana martes habra un adelanto del siguiente capitulo en el grupo de Elite Fanfiction.

13 comentarios:

Unknown dijo...

Oh por Dios drogaron al ratón,
Pobre mike no sabe la q le espera Hahahahahahahahaha
Y por fin Edward acepta lo q siente por bella Hahahahahahahahaha
Buen capitulo Annel gracias hasta el miércoles

Unknown dijo...

Hola Annel, venía dentro de todo normal el capitulo, hasta que aparecio Mike en escena, es un maldito abusador, nom sólo intento aprovecharse de Bella estando borracha, si no que tambien la drogo! Algo positivo de esta situación es que finalmente Ed se dio cuenta que siente algo por Bella, es muy lindo. Tambien me sorprendio la actitud de Rosalie, al menos se comporto muy bien, tal vez ella siente algo por Emmett, digo por la forma en que se dirigio a él.
Gracias y hasta luego.

desiblack dijo...

muy buen capitulo, cuando publicas el siguiente?

Kari Salinas dijo...

Mike es un desgraciado pero que bueno que recibió su merecido solo espero que no traiga consecuencia para Edward pobre Bella

Kar dijo...

Hola hola Annel bueno Mujer que penso que una asadores con la suya, maldito abusador no soy violenta pero se lo merecía, así que Edward saco su frustración y su coraje
Gracias Annel te leones el siguiente
Saludos y besos 😘😘😘😘

Anónimo dijo...

Muy buen capitulo, me encantaría que el siguiente fuera más largo, para compensar los capítulos que no subiste. Por favor pequeña.
Espero con ansias el siguiente!

carola dijo...

Bien merecido se tiene la golpiza! Mike es un imbecil!Y edward un angel guardian, me encanto el capitulo. Cariños :)

TataXOXO dijo...

Ohhhh no.... menos mal que Edward se dio cuenta... solo espero que puedan hacer que ella responda y no haya pasado a mayores, que puedan hacer que vuelva bien....
Besos gigantes!!!!
XOXO

Unknown dijo...

OMG!! Algo bueno y malo de este cap.
Bueno, buenísimo por qué edward ya vio que quiere a bella, y luego cuando se puso en modo posesivo ����������
Malo por qué pobre bella, tsk... estupidos hombres que solo poniendo cosas pueden ligar ��
Muchas Gracias y claro que estaré al pendiente del adelanto.
Ya quiero ver si va a hacer una jugada edward ����

crysty.katy dijo...

oh que tremendo episodio bien merecida que tiene la paliza

saraipineda dijo...

Graciassssssssssss

cari dijo...

Ese asqueroso abusar de Bella edward x favor partele toda su cara al infeliz nadie toca a tu ratón enséñale lo q le pasa a los cerdos como el 😠😠😠 Gracias Annel

vani dijo...

Hola, lo q más me llamo la atención es que Edward le interesa bella.
Todo indicaba q no se interesaba tanto.
Gracias por el capítulo.

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina