viernes, 26 de julio de 2019

Capitulo 6 Pacto de hermanos


Capítulo 6

Lo siguiente que supe fue que algo ruidoso y estridente sonaba en mis oídos.

¿Qué...? Me di la vuelta en la cama y me cubrí la cabeza con una almohada. Haz que se detenga.

Oye, enano, despierta. —De repente la almohada fue arrancada de mi cabeza y alguien quitó las sábanas y mantas de mi yo tembloroso.

¡Oye! —Me senté en la cama y lo miré. Devuélvemelos.

Bien. —Cullen arrojó el bulto de la ropa de cama sobre mi cabeza. Vuelve a dormir y gana diez lametazos por faltar al desayuno. A ver si me importa.

Eso hizo que me levantara de inmediato.

¿Qué hora es?

Casi seis y media. Tienes tiempo suficiente para una ducha rápida. Él arqueó una ceja. Si quieres una, claro está.


Nunca había pasado tanto tiempo sin ducharme en mi vida y me sentía horrible, sucia y pegajosa y completamente poco femenina. Pero no había manera de hacer nada al respecto.

No dije miserablemente. Supongo que sólo voy a vestirme. Cullen frunció el ceño.

Vas a tener que superar esa modestia de la push eventualmente. Si no tomas una ducha pronto empezarás a apestar la habitación. No podemos tener eso.

Lo sé. Crucé los brazos sobre mi pecho protectoramente. Es sólo que... no puedo ahora. Sigue adelante, no quiero retrasarte.

Ya he tenido una ducha y afeitado. Se pasó una mano por la mandíbula y me miró especulativamente. ¿Cuántos años tienes de todos modos, dieciséis años? ¿Diecisiete? ¿No deberías tener ahora mismo aunque sea un tipo de pelusilla como la del melocotón creciéndote?

Los hombres de mi familia no tienen vello facial hasta dentro de un tiempo le dije, pensando rápido. Es algo hereditario.

Cullen se encogió de hombros.

Está bien. Vale, si no vas a tomar una ducha, es mejor que te vistas para que así podamos bajar al comedor.

Bien. —Tomé ropa interior limpia y me fui hacia el armario donde me encerré. A través de la puerta de madera, oí suspirar Cullen.

¿De verdad vas a vestirte y desvestirte en el armario todos los días?

dije con firmeza. Vendé rápidamente mis pechos y comencé a hurgar en la camisa del uniforme poco familiar. Todavía no estaba acostumbrada a usar ropa de hombres, todos los botones parecían estar en el lugar equivocado.

Estás siendo ridículo, ya sabes me dijo Cullen. Pero lo que sea que te haga feliz.

Terminé de ponerme el uniforme y salí del armario.

La privacidad me hace feliz dije colocándome frente al espejo.

Mirando mi reflejo, me preguntaba si me vería lo suficientemente varonil. Algo faltaba, la corbata. La puse alrededor de mi cuello y traté de resolver el lió con poco éxito. El uniforme azul marino y las botas que Riley había encontrado para mí me quedaba bastante bien, pero la tira larga y delgada tela roja era un misterio. Yo había visto a Jasper poner uno en varias ocasiones, pero nunca me había preguntado realmente como lo hizo. Ahora traté de recordar mientras me miré en el espejo.

¿Era por encima, alrededor, y abajo? No, eso no se ve bien. Tal vez abajo, alrededor y por arriba…

Aquí. Mis manos fueron apartadas y de la nada Cullen estaba delante de mí, rápidamente y expertamente anudó el lazo rojo con una pequeña flor Sangre y Honor cosida en el centro. Nunca conocí a nadie más desamparado en mi vida murmuró mientras trabajaba. ¿Nunca has llevado una corbata antes?

No dije con sinceridad. Esta es mi primera vez en la escuela. Tuve tutores la mayor parte de mi vida, por razones de salud. Lo cual era cierto, excepto que habían sido motivos de salud de mi hermano, no míos.

No es de extrañar que seas tan completamente despistado e ingenuo. Cullen dio un paso atrás y miró a mi corbata. Ya está.

Gracias. Me lleve una mano a la garganta. Se siente muy apretado. ¿Estás seguro de que se supone que debe ser así?

Aquí. Aflojó la corbata un poco. Yo hubiera sospechado que él me lo había hecho apretado a propósito porque estaba irritado conmigo, pero se le veía cómodo.

Gracias le dije de nuevo, aunque todavía me sentía como si estuviera siendo estrangulada. Me dije a mí misma que la corbata, al igual que el vendaje a través de mis pechos, era algo a lo que tendría que acostumbrarme.

Vamos. El Desayuno es en diez ordenó. No te olvides de la tableta.

La agarré y lo seguí a toda prisa por la puerta y bajando las escaleras. Al llegar a la última escalera que conduce al primer piso, vi que Broward y varios de sus compinches estaban esperando en la parte inferior. Cullen les vio el mismo tiempo que yo.

Sigue dijo en voz baja cuando dudé. No digas nada, y no hagas contacto visual. Hice lo que me dijo, pegándome a su lado y manteniendo mis ojos en el suelo.

Hola, freshie. Oí burlarse a Demetri mientras pasábamos, pero no levanté la vista ni respondí.

Retrocede Demetri, él está conmigo gruñó Cullen.

Demetri se rió.

¿Sólo pasaron una noche juntos y ya son todo besos, Cullen? ¿Es por eso que el pequeño freshie está pegado a tu culo?

Cullen se detuvo, así que yo también. Poco a poco mi compañero de cuarto se volvió hacia Demetri. Me atreví a mirar hacia arriba y vio que el rostro de nuestro agresor se había vuelto ligeramente pálido. Por alguna razón él realmente le temía a Cullen. Me pregunté por qué.

Sabes malditamente bien que no es así. Cullen señaló con un dedo al pecho carnoso de Demetri. Jameson no es nada más que una molestia para mí, pero desde que has hecho tu misión en la vida de matarlo, tengo que tenerlo cerca. Se inclinó hacia Demetri y lo miró fijamente, sus ojos azules se entrecerraron con irritación. Es sólo un pequeño chico despistado, Demetri. Búscate una vida y déjalo solo.

No lo creo. Demetri le devolvió la mirada, con sus pequeños ojos de cerdo entrecerrados con rabia. Creo que voy a atraparlo en algún momento, cuando no estés alrededor y golpearé su pequeño culo. ¿Qué piensas de eso?

Creo que será mejor que tengas cuidado. Cullen enarcó una ceja. O estarás haciendo la difícil decisión entre la caña y la pala. Y todos sabemos cual vas a elegir

Demetri retrocedió bruscamente, su rostro tornándose a un feo color púrpura.

¿De qué infiernos estás hablando, Cullen?

Estoy seguro de que tú lo sabes. —Cullen hizo un gesto con la cabeza hacia mí. Vamos, pequeñín, vamos a llegar tarde para el desayuno.

¿Crees que fue una buena idea? pregunté mientras caminábamos por el campus en los tempranos rayos de sol de la mañana. ¿Haciéndole saber que ya sabes lo que vi?

Tiene que saber que alguien que no tiene miedo de enfrentarse a él tiene esa información. Cullen me dio una rápida mirada de soslayo. Alguien que puede vencerlo en una pelea.

Yo podría vencerlo en una lucha justa protesté. Lo desafié a un duelo de esgrima ayer, antes de que, um, me rescataras. Pero se negó.

¿Un duelo? Cullen me dio una mirada de incrédula y se echó a reír. ¿Hablas en serio?

Por supuesto que lo digo en serio le dije con tanta dignidad como pude reunir—. ¿De qué otra forma los caballeros resuelven los conflictos? Cullen frunció el ceño mientras caminaba, sus largas zancadas devoraban la tierra de modo que tuve que trotar para mantener el ritmo.

En primer lugar, Demetri no es un caballero, es un matón. Así que no esperes ningún tipo de conducta honorable de él. En segundo lugar, la gente ya no lucha en duelos, así que no desafíes a nadie a uno.

Muy bien le dije secamente. Siento ser una molestia para ti.

Él suspiró.

No esperes que me disculpe, es verdad. Tener un enano como tú detrás de mí es pesado.

¿Por qué preocuparse entonces? pregunté, con imprudencia. ¿Por qué no ignorarme y seguir tu propio camino?

No sé por qué me molesto. Él frunció el ceño. Tal vez... tal vez porque me recuerdas a alguien.

Quería preguntarle a quién le recordaba pero en ese momento llegamos al comedor. Sin esperarme, Cullen entró y tomó una bandeja. Estaba a punto de seguirlo cuando oí una voz en mi oído.

Bueno, bueno... ¿abandonado otra vez? Por otra parte, supongo que lo del verdadero amor nunca se hace realidad.

Me volví para ver Emmett allí de pie, con una pequeña sonrisa de superioridad tirando de las comisuras de sus labios delgados.

Oh, um, hola. No estaba muy segura de qué decirle después de nuestro encuentro incómodo de anoche. Pero Emmett no esperó a que continuara. Sin decir una palabra, se marchó hacia el comedor y se llevó una bandeja de la pila que tenía más cerca.

Le miré por un momento, con irritación... entonces recordé la mirada de dolor en sus ojos anoche. Era cierto que había robado mi primer beso, un acto que me pareció difícil de perdonar. Pero él era ingenioso, divertido, encantador, y también de los únicos tres estudiantes que habían estado dispuestos a hablar conmigo en primer lugar. Tomando una decisión, me abrí paso en el comedor y tomé un lugar en la fila detrás de él.

Emmett le dije. Él fingió no oírme, pero vi su espalda delgada rígida y sabía que me había escuchado. Emmett continué. Sie... siento lo de anoche.

¡Shhh! Se volvió hacia mí, con un ceño en su rostro. ¡Baja la voz! ¿Deseas
conseguir que los dos seamos molidos a golpes?

Lo siento dije mientras ofrecíamos nuestras bandejas y nos daban un poco de comida aguada para el desayuno de los hoscos trabajadores de la cafetería. Sólo estoy tratando de explicarme.

Bueno, espera a que nos sentemos. Me condujo en silencio hasta el final de la tercera mesa, luego se sentó y empujó su bandeja. Muy bien, habla.

Puse mi bandeja a un lado también.

Nunca pensé... yo soy de Victoria le dije entrecortadamente. No sabemos... hay un montón de cosas que no hacemos allí. Yo no entiendo lo que... lo que quieres de mí.

Emmett suspiró.

Obviamente no. Aunque es difícil de creer que alguien pueda ser tan despistado. Estaba prácticamente lanzándome a ti.

Eso es lo que Cullen dijo también le dije. Me refiero a que yo sea ingenuo, uh, despistado.

Sus ojos se estrecharon.

¿Y el rumor que sigo escuchando? ¿Sobre ti y Riley?

Hice una mueca.

Eso es una mentira de principio a fin. Yo nunca...

No, por supuesto que no lo harías. Emmett se palmeó su cabello perfectamente peinado. Si no lo harías conmigo, entonces ciertamente no lo harías con Riley. Sinceramente, su forma de actuar es desesperada y triste.

Repugnante.

Estoy de acuerdo. Me estremecí. De todos modos, pensé que estabas siendo amable anoche. Y sinceramente, me vendría bien un amigo por aquí. ¿Así que podemos empezar de nuevo? ¿Por favor?

Bueno... Emmett vaciló y luego levantó las manos dramáticamente. Qué demonios, está bien. Amigos.

Gracias. Le tendí la mano. ¿Las estrechamos?

Los pálidos ojos verdes Emmett bailaban.

Mmmm, no estamos siendo muy masculinos Hoy, así que, muy bien, ¿por qué no?

Tomé su mano, la sacudí dos veces, y la dejé ir. Me dio una mirada extraña y luego sonrió.

Tú no sabes qué demonios estás haciendo aquí, ¿verdad, Swan?

Es mi primera vez en la escuela le dije, incómodo. ¿Mi apretón de manos
no fue tan masculino?

Hablando contigo, alguien podría pensar que es tu primera vez para todo. Él suspiró. Vamos, me estoy quedando sin barras de proteína, así que será mejor comer mientras esta esté caliente. Si hay algo peor que la papilla caliente, es la papilla fría.

Sintiéndome aliviada de tener por lo menos un amigo, saqué mi cuchara de mi humeante bandeja y me pregunté si volvería a probar comida real otra vez.

Llegué a Cálculo Interdimensional sin ningún problema y me senté en el lado lejano de la clase. Cullen, noté, estaba sentando cerca del frente, y Demetri y su grupo ocupaban la parte de atrás. Cuando me vio mirándolo, el matón me dio una mueca desagradable. Sostuve sus ojos por un momento y luego, deliberadamente, me volteé. Cuando alcé la mirada, vi que Cullen había estado observando nuestro intercambio. Me frunció el ceño, sacudiendo su cabeza. Luego el maestro pidió orden a la clase y no hubo nada más que hacer, más que tomar notas lo más rápido que pude en mi tableta.

Mientras progresaba la lección, estaba aliviada de encontrarla fácil y familiar, todo lo que el profesor, el Sr. Blinski, estaba diciendo, ya había sido cubierto
ampliamente por el tutor de matemáticas de Jasper. Sin embargo, no todos parecían comprender los conceptos que el pequeño y calvo Sr. Blinski estaba soltando rápidamente. Demetri estaba dormitando en la parte de atrás de la habitación, lo que pensé que era extraño ya que él ya había reprobado una vez la clase. Pero su actitud relajada definitivamente no era la norma, vi unas cuantas miradas confundidas mientras el profesor hablaba. Cullen, en particular, fruncía el ceño preocupado. Finalmente, levantó su mano.

—Ahora, es obvio que M es isomorfa a la línea real, así que tenemos un isomorfismo del subconjunto de dimensión 2 a la de dimensión 1. —El Sr. Blisnki apuntó a la pizarra blanca donde la ecuación en cuestión estaba escrita en azul—. Luego sigue que M x M es un toroide en R>4 o C<2 a="" aire="" ce="" clase="" con="" cullen="" de="" definici="" desaprobaci="" despu="" dijo="" el="" en="" eso="" frunciendo="" hasta="" hay="" infinito="" la="" mano="" n.="" n="" no="" notar="" ntonces="" o:p="" o="" pareci="" permite="" preguntas="" s="" sabe="" ser="" si="" sr.="" uno="" x="" ya="">

—Pero señor, sólo necesito aclarar un concepto…

—Hubiera entendido si hubiese hecho su tarea anoche. —El ceño fruncido de Blinski se profundizó.

—Sí hice mi tarea —protestó Cullen—. Eso tampoco tuvo sentido.

—Sr. Cullen, una palabra más de usted y se va al edificio de Administración para unos azotes. —La cara del Sr. Blinski estaba roja con irritación—. Debes guardar todas las preguntas para después de clase. ¿Estoy siendo claro?

—Sí, señor. —Cullen parecía arrancar las palabras con los dientes—. Muy claro.

—Excelente. Entonces continuemos. —Y el Sr. Blinski prosiguió.

Fruncí el ceño. ¿Todos los profesores aquí en la Academia eran tan inflexibles? Difícilmente parecía justo si lo eran. El tutor de matemáticas de Jasper, el Señor Prestillo, siempre había estado dispuesto a responder preguntas enseguida y explicar cualquier concepto que no entendiera hasta que lo captara.

Esa era una de las razones por la que era tan buena en la materia. La otra era que simplemente tenía un talento natural por entender y aplicar las matemáticas y teorías espaciales. Más de una vez, el Señor Prestillo me había dicho que hubiese sido una excelente navegante de naves espaciales si no hubiese sido mujer, por supuesto.

La lección avanzó rápidamente y el Cálculo Interdimensional terminó antes de saberlo. Cuando sonó la campana, salté con el resto de estudiantes para ir a mi siguiente clase. Me moví rápidamente, intentando dejar tanto espacio entre mí y Demetri como podía, sin molestar a Cullen. Él aún tenía una mirada frustrada en su cara mientras esperaba a hablar con el profesor. Habló con Sr. Blinski en voz baja, apuntando a la pizarra blanca y luego a su tableta una y otra vez, pero lo que sea que el profesor le estaba diciendo, no parecía satisfacerlo. Finalmente, sacudió su cabeza y se unió a la manada de cadetes deambulando hacia su próxima clase.

Pensé en preguntarle qué estaba mal e intentar discutir la ecuación, pero a último minuto decidí no hacerlo. Sólo porque estaba dispuesto a actuar como mi protector parte del tiempo, no significaba que podía ser visto hablándole a un humilde cadete de Tercera Formación. Mejor no presiono mi suerte haciéndolo enojar. Así que me quedé atrás, estudiando la mirada frustrada en su rostro y deseando poder ayudar.

Por alguna razón, mientras lo observaba, pensé sobre cómo se había sentido sentarse en su regazo anoche. Aunque el episodio había sido extremadamente breve, mi cerebro parecía haber memorizado cada parte de éste. La mirada en sus penetrantes ojos azules, la calidez de su piel, y el perfume limpio masculino que parecía ser su aroma natural, estaban impresos en mi mente. Y la forma en que me había consolado cuando lloré, había sido tan calmante y dulce. ¿Por qué era tan amable un momento y luego se enojaba o irritaba conmigo al siguiente? ¿Algún día seríamos amigos o eso era imposible? Reflexioné sobre ello mientras iba en camino a mi siguiente clase.

El resto del día continuó al mismo paso y estuve contenta de ver que estaba adelantada en cada tema. Al menos ser excelente académicamente aquí no iba a ser un problema. Ahora, si sólo pudiera mantenerme lejos de Demetri y encontrar una forma de tomar una ducha, podría encontrar soportable mis dos años en la Academia.

Cullen y yo nos separamos después de nuestra segunda clase juntos, Navegación Astronómica, pero sí lo vi, aún estudiando su tableta en la mesa de la Cuarta Formación en el almuerzo. Emmett y yo comimos juntos y él me dio noticias chismosas sobre mis profesores y algunos de nuestros compañeros de clase. Nadie más se ofreció unirse a nuestro grupo pero estaba satisfecha de tener al menos un amigo, así que no me molestó.

Lo que sí me molestaba era la cuestión de cómo iría mi última clase, educación física obligatoria. No me había olvidado que Demetri iba a tomarla conmigo y no sonaba como el tipo de clase donde podía evadir al mantón sólo por escoger un asiento al otro lado de la habitación.

—Oye, Swan, ¿qué te pasa? —Emmett hizo un puchero desde el otro lado de la mesa—. Que buen amigo resultaste ser. Ni siquiera escuchaste el chisme jugoso que acabo de decirte sobre Simmons.

—Lo siento. —Me forcé a arrastrar mis ojos de la mesa de Cuarta Formación donde Demetri y sus camaradas estaban lanzando leche de sus narices y riendo a carcajadas como gnomos—. Sólo estoy preocupado.

—¿Sobre qué? ¿Demetri? —Miró mi mejilla magullada.

—Tuve otro encuentro con él esta mañana —confesé—. Si Cullen no hubiese estado ahí…

—¿Quieres decir que te rescató? —Los ojos verdes pálido de Emmett se iluminaron—. ¡Qué romántico!

—Fue más como que me protegió —corregí—. Pero él realmente no quería hacerlo, piensa que soy una peste.

—Si realmente pensara eso, ahora estarías hecho paté de Tercera Formación — Emmett dijo a sabiendas—. Así que, ¿qué sucedió?

Me encogí de hombros.

—Sólo un poco de charla. Pero estoy preocupado porque tengo mi última clase
con Demetri y Cullen no estará ahí. ¿Qué voy a hacer?

—¿Qué clase es?

Le dije y Emmett alzó sus cejas rubias y dio un silbido largo y bajo.

—Oh, querido, eso no es bueno. No es bueno en lo absoluto.

Empecé a sentir pánico. —¿Por qué no? ¿Qué puedo hacer?

Emmett me dio una mirada compasiva.

—El único consejo que puedo darte es que nunca estés a solas con él. Quédate con la clase, en medio del grupo si puedes. El Entrenador Marco, el profesor de Educación Física, no le gusta presionar. Es un gran fanático del juego limpio y el buen espíritu deportivo, así que no dejará que Demetri te moleste. Quédate dónde él pueda verte lo más que puedas.

—De acuerdo —asentí—. ¿Algo más?

—Sí, aléjate de las duchas. —Emmett se inclinó a través de la mesa y me apuntó con un dedo—. Ellos tienen esas duchas individuales ahí, en la parte de atrás del gimnasio.

—¿Las tienen? —Mi corazón empezó a golpear ante el pensamiento—. ¿Quieres decir del tipo donde realmente puedes tener privacidad mientras te duchas?

—Bueno, sí, mi pequeño maniquí. —Emmett frunció el ceño—. Pero las duchas están al otro lado del edificio y de la oficina del entrenador, está oscuro ahí. Cualquier cosa podría pasar si Demetri te atrapa a solas. Así que no importa lo sudoroso que estés, sólo ven directamente a tu dormitorio justo después de clase. Después de todo, siempre puedes tomar una ducha antes de RLO, ¿verdad?

A regañadientes, asentí.

—Sí.

Pero por dentro, maldije mi suerte. Una ducha refrescante y caliente justo a mi alcance, pero ese gran matón de Demetri iba a impedirme tomar una. ¡No era justo!

—Bien. —Emmett sonrió, inconsciente de mi confusión interna—. Entonces deberías de estar bien. —Frunció el ceño—. A pesar de ser el más pequeño de la clase.

Suspiré.

—No puedo evitar eso.

—Lo sé —dijo de manera confortante—. Aunque no te preocupes, eres pequeño pero fuerte. No hubieras llegado hasta aquí si no lo fueras, ¿verdad?

—Claro —dije inciertamente. Pero al momento no me sentía nada fuerte. Sólo quería pasar por la próxima clase de educación física sin ser asesinada o que descubrieran mi secreto.

La clase de fitness fue tan mala como me temía que sería.

Para empezar, yo era la más pequeña de los estudiantes en el grupo de chicos de Tercera y Cuarta Formación, y la más pequeña en general de lejos. Y me di cuenta por las miradas poco amistosas que recibí de los otros cadetes que el rumor que Demetri había extendido sobre mí, me había precedido. Cualquier esperanza que pudiera haber tenido de hacer amigos había terminado antes de empezar.

—Oye, novato —llamó Demetri cuando entré en el gimnasio grande, generando ecos—. ¿Por qué tardaste tanto en vestirte? ¿Tuviste que ir al edificio de administración para probar tu ropa de gimnasia?

En realidad lo que me había llevado tanto tiempo era que esperé hasta que él y su séquito salieran del vestidor. Tan pronto como se fueron, me había vestido tan rápido como era posible, agradecida de que la ropa de gimnasia que había estado esperando en mi armario fuese un poco ancha. La delgada camiseta de material no cubría tanto como mi chaqueta gruesa del uniforme mis vendas del pecho, aunque aún así parecía estar bien escondido.

No respondí a la provocación, sólo mantuve alta la cabeza y seguí caminando porque no había nada más que pudiera hacer. Sin embargo, podía sentir el ardor en mis mejillas y supe que mis compañeros de clase tomarían mi rubor avergonzado como una señal de que Demetri decía la verdad. Hubo algunas risas crueles cuando tomé mi lugar en la fila, pero nadie hablaba en voz alta porque en ese momento el instructor, el entrenador Marco, entró e hizo sonar su silbato.

—Muy bien, señoritas, cálmense. —Era un hombre corpulento, de cejas negras gruesas y tupidas y nariz ganchuda. Había una expresión sin sentido en sus ojos color marrón oscuro. No era el tipo de maestro que querías hacer enojar, decidí mientras él continuaba—. Hoy continuamos nuestra serie de deportes de de la antigua Tierra, con un juego llamado el quemado.

Hubo gemidos de varios de los allí reunidos cadetes, pero Demetri tenía una sonrisa desagradable en su rostro tonto que me preocupaba. ¿Que era el "quemado” y cómo se jugaba? Temía que estaba a punto de descubrirlo de la forma difícil.

—Bueno, ahora, a formar dos equipos —continuó el entrenador Marco—. Demetri, eres el capitán del equipo A y Jake, eres del B. Organícense mientras traigo el equipo.

—Grandioso. —Demetri se adelantó junto con otro estudiante de Cuarta Formación que no había visto antes—. Me quedo con Felix. Jake asintió.

—Yo con Sam.

Y así siguió. Como era de esperar, me eligieron última y con muchas protestas por parte de los otros miembros del equipo B, donde terminé quedando. Traté de no sentirme herida y me recordé que mi baja estatura no era mi culpa.

Después de todo, era una chica. Incluso si nadie más en la habitación aparte de mí lo sabía, tenía perfecto derecho a ser pequeña. Pero no importaba lo mucho que me lo dijese a mí misma, aún picaba ser llamada “enano” y mantenida en la parte de atrás de la línea.

Muy pronto el Entrenador Marco regresó, empujando un carro grande lleno de pelotas de goma duras de color rojo del tamaño de la cabeza de alguien.

—Está bien, señoritas —gritó—. Vengan a por ellas. Vamos, no tenemos todo el día.

Los cadetes de ambos equipos corrieron hacia adelante, agarraron la mayor cantidad de bolas que podían llevar, y regresaron a la línea divisoria negra en el centro del gimnasio. Me quedé allí, sin querer involucrarme demasiado. Yo estaba bien con los juegos uno vs. uno como esgrima o el ajedrez, pero gracias a mi educación y mi sexo, nunca había jugado un deporte de equipo en mi vida.

—Vamos, chico nuevo, ¿cuál es tu nombre? —Levanté la mirada y me di cuenta de que el entrenador Marco me miraba.

—Swan, señor —le contesté.

—Bueno, no seas tímido, Swan, levántate y agarra algunas pelotas.

—No se preocupe, entrenador, Swan está bien así —gritó Demetri. Él y sus amigos seguían merodeando alrededor del carrito de las pelotas. Rugieron a carcajadas y el resto de los cadetes los siguieron mientras me acercaba para recoger la última pelota remanente de goma dura bola en la parte inferior del carro. La apreté contra mi pecho, su superficie fría y dura y nudosa bajo mis dedos. Me sentí como si estuviera a punto de estallar.

—¿Qué quieres decir, Demetri? —dije, mientras el entrenador daba la vuelta.

—Creo que ya sabes, novato —se burló.

Puse mi cara tan inocente como fue posible.

—Si estás diciendo que tengo algún tipo de habilidad especial con este equipo, no lo hago. No puedo dejar de notar, sin embargo, que tú pareces saber manejarlo muy bien. —Asentí con la cabeza a la manera en que se aferraba a dos de las bolas en las manos—. ¿Esa es una habilidad que se adquiere con el tiempo o simplemente eres naturalmente bueno para sostener, quiero decir manosear las pelotas?

El rostro de Demetri se ensombreció.

—¡Tú, pequeño...!

—Eso es suficiente, señoritas. —El entrenador Marco había girado y estaba frunciendo el ceño, tanto a Demetri como a mí—. Vamos a la línea. Vamos, ahora.

Demetri apuntó con un dedo.

—Ese comentario te va a costar caro, novato. —Luego se volvió y se dirigió a la línea gruesa negra pintada en el suelo de plástico que dividía el gimnasio.

Todos los otros cadetes ya estaban allí de pie y yo sabía que habían escuchado nuestro intercambio.

Mientras caminaba a la línea, mentalmente me di una patada. ¿Por qué había salido de mi camino para irritarlo así? Como si no tuviera suficientes problemas como estaba.

Mi angustia se vio agravada por el hecho de que me había sorprendido un poco a mí misma, hablando de manera cruda. Una broma como la que había hecho a costa de Demetri nunca habría salido de mis labios en Victoria. Pero aquí me había parecido natural combatir fuego con fuego, el devolver lo que el agresor repartía. Me preguntaba con inquietud si estaría maldiciendo y escupiendo y arañándome a mí misma como el resto de los cadetes en el momento en que saliese de la Academia—si salía con vida, obviamente. Y por la expresión del rostro feo de Demetri, cada vez era menos probable.

El entrenador Marco sopló el silbato de plata que llevaba al cuello.

—Pelotas en la línea, damas —gritó sin dejar rastro de ironía—. Luego cinco pasos atrás.

Todos los cadetes colocaron sus pelotas de goma dura a lo largo de la línea negra y dieron cinco pasos hacia atrás.

—Bien. —El entrenador Marco asintió con la cabeza—. Ahora, a mi silbato, corren y las agarran. Recuerden las reglas, si reciben un golpe con una pelota, están fuera. Si pasan sobre la línea, están fuera. Si alguien toma la pelota que lanzaron, están fuera. Y sólo golpes al cuerpo, nada a la cabeza ni a la cara.

¿Entendido?

Murmuramos nuestro asentimiento, incluida yo, pero no podía evitar sentir la tensión en el aire.

Los chicos a mí alrededor estaban tensos con anticipación, inclinándose hacia las bolas, listos para lanzarse y agarrarlas y empezar a arrojarlas unos a otros. Me hubiera gustado correr en la otra dirección, pero sabía que no iba a funcionar. Sombríamente, me dispuse a correr junto con los otros.

El silbido estridente resonó en el gimnasio y luego el aire se llenó con el sonido de los cadetes gritando, chillando zapatos deportivos y golpes fuertes, y los golpes suficientemente lentos para esquivarlos fueron recogidos uno a uno. Por suerte, yo no era uno de ellos. Para mi sorpresa, había encontrado finalmente una situación en la que mi tamaño jugaba a mi favor.

Me acercaba y alejaba de los cadetes mayores, girando y agachándome mientras Demetri y su equipo lanzaban más y más bolas en mi dirección. Agarré varias, enviando a los que las habían arrojado fuera del juego. De hecho, lo estaba haciendo tan bien, que mi propio equipo finalmente comenzó a notarme.

—¡Mira eso! —Un cadete con el pelo rizado de color marrón y gafas me señaló—. El enano es rápido.

Mi capitán del equipo, Jake, me hizo un gesto de aprobación.

—¡Muy bien, pequeñín!

—Gracias. —Agarré otra pelota lanzada por Felix, y se la pase a él—. Ser pequeño tiene sus ventajas a veces.

—No va a ser una ventaja si te atrapa Demetri después del partido. —Jake esquivó una pelota con facilidad mientras hablaba. Su capacidad atlética natural hacía fácil ver por qué el entrenador Marco lo había elegido como capitán—. Harías mejor en mantenerte al margen de él.

—Lo estoy intentando. —Esquivé otra bola—. Él no está haciéndolo fácil.

—Mala suerte para ti, entonces. —Jake me dio una mirada de lástima y corrió para atrapar una pelota al otro lado de la cancha.

Al otro lado de la línea negra, Demetri estaba poniéndose más y más furioso. Me di cuenta por la forma en que su cara se puso roja, púrpura. Su equipo le pasaba bolas para tirarme a mí pero fallaba cada intento.

Sabía que debería dejar que me golpease y todo terminaría. Tal vez ganándome podría airear su ira. Pero mi orgullo se levantó y no me lo permitió. Siempre había tenido una vena competitiva fuerte en mí y me negaba a perder el partido a propósito, sin importar las consecuencias.

Antes de darme cuenta, Demetri y yo éramos los únicos que quedábamos en pie.

—Vamos, nuevo. —Él me hizo una seña, dos bolas en cada mano—. Ven aquí y toma tu medicina.

—No lo creo. —Esquivé uno de los balones con facilidad. Podría haberlo atrapado y enviado fuera, ganando el juego para mi equipo, pero no importaba lo orgullosa que fuese, no era estúpida. Hacer a Demetri perder delante de los otros cadetes era demasiado peligroso. Así que seguí esquivando las bolas mientras las tiraba hasta que finalmente el entrenador Marco hizo sonar su silbato y declaró el partido un empate.

Sentí una sensación de alivio mientras caminaba hacia adelante con los otros para poner las bolas de vuelta en el carro.

Algunos de mis compañeros de equipo parecían irritados de que no hubiese ganado la partida, pero en general, recibí más miradas de admiración que enojadas. Jake me sonrió y me dio un puñetazo en el hombro ligeramente.

—Buen juego, Swan. —Asintió con la cabeza al todavía ceñudo Demetri—. Y buena decisión.

—Gracias. —Le devolví la sonrisa, contenta de que entendiese por qué no había sido capaz de ganar.

—Muy bien, señoritas. —El entrenador Marco nos hizo un gesto aburrido—. Los veré mañana misma hora, mismo lugar.

Se dirigió a su oficina y yo estaba a punto de comenzar a caminar hacia los vestuarios, sin pasar por las duchas, cuando oí que alguien me llamaba. Me volví justo a tiempo para ver a un gran objeto volador rojo viniendo hacia mi cabeza. No había tiempo para esquivar al balón, y me golpeó de lleno en la nariz y me caí al suelo, los picos de dolor agudo exquisitamente explotando hacia el exterior a través de mi cara.

Di un grito ahogado y puse mi mano sobre mi nariz, que ya estaba inundada de sangre.

—Oigan, miren eso, chicos. —Demetri se acercó a mí, sus gruesos labios curvados en una mueca desagradable.

—Parece que no es tan rápido después de todo. —Me señaló—. Estás fuera, novato. —Por alguna razón, esto hizo que sus compinches rugieran de la risa.

Lágrimas de rabia y de dolor me llenaron los ojos, pero no había nada que pudiera hacer. El entrenador Marco no había visto el incidente ya que había desaparecido en su oficina y el resto de mis compañeros ya se encontraban en la ducha y no es que me fuesen a ayudar. Podían admirar mi velocidad en la cancha, pero estaba bastante segura de que ninguno de ellos estaba dispuesto a recibir una paliza por mí.

—Aww, pobre bebé. —Demetri hizo una mueca de simpatía fingida—. Miren chicos, está llorando.

—Tú, malvado —le dije, mi voz saliendo espesa y ronca—. ¿Por qué no me dejas en paz?

—Déjame en paz —imitaba Felix en voz alta y Alec se hacía eco:

—Sí, Demetri, solo déjame en paz.

Los tres se reían mientras iban a las duchas, dejándome mientras acariciaba mi nariz sangrante y contemplaba la herida en mi palma.

Miré fijamente la espalda de Demetri, y algo oscuro y nuevo se agitó en mi corazón. Era el odio que sentía; creciendo dentro de mí un odio tan negro y virulento como la vid de la flor de la Sangre y del Honor. Me hizo apretar mi mano libre en un puño y murmurar una maldición poco propia de una dama en voz baja—palabras que nunca me había atrevido a decir antes. Yo nunca habría dejado pasar tal epitafio por mis labios mientras vivía en la Push pero aquí parecía encajar perfectamente en la situación. Ni siquiera me ruboricé al decirlo.

A medida que fui poco a poco poniéndome de pie, todavía ahuecando mi nariz herida, una cosa quedó clara: estar en la Academia me estaba cambiando.

Quedaba por ver si se trataba de un cambio para bien o para mal, pero yo sabía que nunca volvería a ser la misma.
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hola que les parecio el capitulo hoy creen que nuestro querido Jaz logre tomar un baño nos vemos en el proximo capitulo

2 comentarios:

Kar dijo...

Hola hola nena me acabo de poner al corriente y creeme que historia tan genial, lambeo el tiempo que perdió en lo leerla pero aquí estoy y la voy a seguir hasta el final
Gracias nena
Saludos y besos

Ana dijo...

Muchas gracias por el capítulo, hay un trozo que se lee mal, en clase con Cullen

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina