sábado, 3 de septiembre de 2011

SEDUCIR ALA DONCELLA CAPITULO 13

Capítulo 13

Bella hubiera deseado que Alice estuviera allí con ella, pero el otro coche se había quedado atrás.

—Qué gusto tenerlo de regreso, señor Cullen—dijo una voz sin inflexión, arrancando a Bella de sus pensamientos.

Se volvió para encontrarse con el hombre, que presumía era el mayordomo, de pie delante de ellos. Su aspecto la hizo parpadear, ya que era guapísimo, con el cabello negro azabache, ojos verde esmeralda y un cuerpo que igualaba el de Edward en altura y amplitud.

—Gracias, Emmet—dijo Edward—. Es bueno estar de regreso. ¿Lady Dane está en casa?

—Sí, señor. Ha estado esperando vuestra llegada. Tengan la amabilidad de seguirme, por favor, usted y la joven dama.

Bella se sobresaltó al sentir la mano de Edward tocándole el codo.

—No mire boquiabierta, querida —dijo él, mientras seguían a Pierce subiendo la escalinata de la entrada, con un deje de brusquedad en el tono—. No es de buena educación.

Ella se sonrojó.

—Lo siento. Sólo estoy un poco sorprendida.

—Emmet está habituado a eso. Lady Dane es la envidia de todas las mujeres de la buena sociedad. Durante los últimos dos años, todas las matronas se han esforzado por robarle a Emmet, pero él está dedicado a ella.

Bella le lanzó una mirada a Edward.

— ¿Ellos son...?

—No, no lo son —respondió él con una pizca de reproche en la voz—. Lady Dane es muy circunspecta y, como quizás haya notado usted, socialmente Emmet está muy por debajo de ella. Cualquier relación entre ellos es imposible.

La joven suspiró.

—Nunca pude entender por qué la clase social es tan importante, especialmente si dos personas realmente se quieren. Me parece ridículo.

—Simplemente así es como son las cosas.

La amargura en las palabras de Edward la hizo levantar la vista, pero él no estaba mirándola. Tenía la vista fija al frente, mientras la puerta principal se abría ante ellos como empujada por una mano invisible.

Cuando él la hizo pasar al vestíbulo revestido de mármol, Bella se maravilló ante tanta opulencia. Un techo cubierto de pinturas se elevaba muy alto por encima de sus cabezas y obras de arte doradas se alineaban escaleras arriba a lo largo de la pared, donde una hermosa alfombra oriental en tonos de burdeos, verde y dorado colgaba sostenida por relucientes barras de latón. Sorteando la corpulencia de Edward, Bella miró a hurtadillas el interior del salón a su izquierda, vislumbrando el flocado verde de las paredes, las cortinas de muaré de seda y los muebles profusamente tallados esparcidos en el enorme ambiente, cuyo centro estaba ocupado por una chimenea de mármol verde.

— ¡Edward! —se oyó exclamar a una voz, que atrajo la mirada de Bella al descanso en la cima de la escalinata, donde estaba de pie una escultural mujer con un vestido de seda color crema.

Rosalie Hale era todo lo que Bella había temido que fuera y el corazón se le cayó a los pies cuando vio a la mujer deslizarse elegantemente escaleras abajo, con una sonrisa cálida y acogedora, y unos ojos que expresaban la alegría que le provocaba ver a Edward.

—Lady Rosalie. —Él se acercó para tomar la mano que se le ofrecía y depositar sobre ella un delicado beso—. Luce usted encantadora, como siempre.

Ella puso su mano sobre la de Edward.

—Estoy tan contenta de volver a verte. Espero que hayáis tenido un buen viaje.

—Muy bueno.

Se miraron a los ojos por un momento y Bella se sintió como una intrusa.

Luego Lady Rosalie se volvió a ella con una brillante sonrisa.

—Usted debe ser Lady Isabella. Dios mío, es usted preciosa, tal como lo decía Edward en su carta.

Sorprendida de que Edward hubiese hecho más que un comentario al pasar acerca de ella, Bella se volvió hacia él. Su sonrisa había sido reemplazada por un severo ceño fruncido dirigido a Lady Rosalie, quien parecía estar conteniendo la risa.

La anfitriona enlazó su brazo al de Bella, alejándola de Edward.

—Estoy muy contenta de que hayáis venido a hospedaros en mi casa. Tengo muchos planes para nosotras y estoy segura de que lo pasaremos excelente. Hace demasiado tiempo que no tengo una compañía de edad más cercana a la mía. ¿Puedo llamarla Isabella?

El buen humor en los ojos de su anfitriona hacía difícil para Bella encontrar en ella alguna cosa que le desagradara. Rosalie Hale parecía tan amigable como su tono al hablar, y sin duda sería bueno tener una amiga que pudiera guiarlas a Alice y a ella para manejarse dentro de la sociedad de Londres.

—Mis amigos me dicen Bella —respondió ella sonriendo a su vez.

— ¡Qué encantador! Le sienta bien. —Dándole a Edward un leve golpecito por encima de su hombro, le dijo—: No te quedes ahí parado, querido, sírvete un trago en el estudio si tienes ganas de quedarte. Yo llevaré a mi invitada a su habitación.

En un tono de disgusto que condecía con su expresión, Edward respondió:

—Lady Alice deber estar por llegar.

— ¡Maravilloso! —Mientras se encaminaban escaleras arriba, Rosalie apretó levemente el brazo de Bella—. Será una reunión de chicas, entonces. Tenemos tanto que discutir. Necesitaré algunos consejos acerca del baile que voy a ofrecer en vuestro honor.

— ¿Un baile? Oh, pero no debe usted molestarse.

Deteniéndose en mitad de la escalinata, Lady Rosalie miró fijamente a Bella.

— ¿Y por qué razón no debería hacerlo, querida? Todos los hombres están ansiosos por conocerla. La temporada está llegando a su apogeo. Va a hacer usted un debut espectacular.

—Lo que está diciendo —interpuso Edward desde el pie de la escalinata, con un brazo apoyado al descuido sobre la barandilla— es que ya es hora de arrojarla a usted al estanque de pirañas irónicamente llamado buena sociedad.

—Por el amor de Dios, Edward —le regañó Rosalie con las manos en las caderas mientras le enfrentaba—. Sólo porque tú estés hastiado de la sociedad no significa que todo en ella sea malo.

—Lo dice la reina de la sociedad.

—No sé qué te dio hoy, pero ese comentario no hacía falta.

Edward le sostuvo la mirada por un momento y luego la dejó caer.

—Tienes razón. Discúlpame. Quizás lo mejor sea que me vaya. Tengo cosas que hacer en Blackthorne.

—Imagino que sí —contestó ella, en tono disgustado—. Sabes que aún hay muchos rumores acerca de tu partida contra Vulturi, aunque el conde no ha dicho una palabra.

—Déjalos que murmuren. Yo gané la maldita casa de buena ley.

Girando bruscamente sobre sus talones, se dirigió hacia la salida y se marchó dando un portazo.

Rosalie lanzó un profundo suspiro y se volvió hacia Bella:

—Hombres —dijo, y luego le dio el brazo para continuar subiendo las escaleras.

— ¿Quién es Vulturi? —quiso saber Bella—. ¿Y por qué Edward le tiene semejante aversión?

—No estoy segura acerca de la razón de la tensión entre el conde y Edward. Simplemente existe. Siempre que trato de hacer hablar a Edward sobre el tema, guarda absoluto silencio. En cuanto a su primera pregunta, estoy hablando de Alec Vulturi, Conde de Vulturi. Una mujer no podría hallar un ejemplar masculino más atractivo ni un mejor partido.

Un destello travieso chispeó en sus ojos cambiantes al añadir:

—Y es por eso que encabeza la lista de los caballeros invitados a vuestra velada.

—Pero si a Edward no le agrada...

—Tanto mejor. El bribonzuelo tiene que llevarse su merecido.

Rosalie la hizo pasar a un dormitorio.

— ¿Le gusta éste? —preguntó la anfitriona.

—Es hermoso —dijo Bella, notando el contraste entre su espartana habitación de Moor's End y el lujoso contrapunto que ahora tenía ante sus ojos.

Cortinas transparentes enmarcadas por telas de terciopelo burdeos colgaban de las barras, haciendo juego con el dosel de la cama, sujeto a las cuatro columnas de la misma por borlas doradas. El cubrecama era de seda verde jade con hilos carmesí entrelazados formando una intrincado estampado de flores.

En la pared más lejana, una hermosa chimenea de piedra caliza contrastaba perfectamente con los otros colores salpicados alrededor de la habitación. Había también una encantadora mesa y unas sillas, el lugar ideal para disfrutar de un libro o una tranquila comida sin compañía.

A su lado, Lady Rosalie soltó una risita.

—Tiene usted una frescura tan maravillosa, Bella. Cada uno de sus pensamientos y emociones se refleja en su rostro. —Tomó de las manos a la joven—. De verdad estoy muy contenta de que esté usted aquí. No será tan malo. Confíe en mí.

—Yo confío. Es solo que Edward —se ruborizó—, es decir, el señor Cullen, espera que me case.

—Y supongo que usted no quiere casarse.

—Quisiera casarme algún día, pero en este momento hay otras cosas más importantes para mí.

—Si no es demasiado atrevimiento de mi parte, ¿puedo preguntarle si dejó usted a alguien en Cornualles? ¿A algún hombre que haya capturado su interés?

—No. —La imagen de Jacob se le cruzó fugazmente—. A nadie.

—Pues Edward parecía muy apurado por traerla aquí. Hace mucho que le conozco y nunca le había visto tan apasionado por una causa. Está totalmente decidido a verla a usted casada ¿Le ha expresado a usted alguno de sus motivos?

Él se había expresado con bastante elocuencia, pensó Bella. Quería librarse de ella lo más rápido posible. La consideraba una carga que no deseaba soportar ni un minuto más de lo necesario.

Ahogando un suspiro, se adentró en la habitación para que Rosalie no notara sus nervios ni su nostalgia por el hogar y los lugares familiares.

—Creo que mi tutor me cree demasiado salvaje y piensa que el matrimonio servirá para domarme.

—Pero no servirá, por supuesto.

Bella se paseaba por la habitación, pasando distraídamente los dedos sobre los muebles.

—Mi temeridad parece ser frustrante para la sensibilidad de mi tutor.

—Qué sorprendente —reflexionó Lady Rosalie, con un matiz de extrañeza en la voz—. No me refiero a vuestra naturaleza impetuosa, sino a la reacción de Edward ante ella. Rara vez se deja alterar por algo. Muchas mujeres han sugerido que no tiene corazón.

Si Bella no hubiese visto a Edward acunando a un gatito, salvándola de caer de un árbol o mostrando la angustia que sentía por la muerte de George, podría haber estado de acuerdo.

Sin embargo, el hombre que había aparecido después de la revelación de ella parecía tan frío y distante como si verdaderamente no tuviese sentimiento alguno. Si tan sólo no le conociera tan bien quizás le resultaría más sencillo resguardar a su corazón.

Bella dio un salto cuando Rosalie le tocó suavemente el hombro.

—Perdóneme. No quise sobresaltarla. —Hizo una pausa y luego preguntó—: ¿Algún problema?

—Estoy preocupada por muchas cosas.

— ¿Hay algo que yo pueda hacer para ayudarla? —preguntó Rosalie, sentándose en el borde de la cama—. Soy muy buena para escuchar.

Bella deseaba confiarse a ella, pero no podía involucrar a la marquesa en sus problemas. No quería atraer la ira de Edward sobre alguien más.

—Gracias, pero son cosas que tengo que resolver sola. Espero que comprenda usted.

—Entiendo perfectamente. Usted me recuerda mucho a mí. Pero ya sabe que puede hablar conmigo o con Edward sobre cualquier cosa que esté preocupándola. Como su tutor él tiene la responsabilidad de ayudarla en todo.

« ¿Y si él es parte del problema?» Bella casi deseaba poder volver atrás y ser simplemente dos personas que están conociéndose.

—Mi tutor tiene otros asuntos de los cuales ocuparse.

Y no podía evitar preguntarse si en la actualidad uno de esos asuntos sería una amante, dado que parecía haber tenido prisa por marcharse.

Sin preámbulos, Rosalie preguntó:

— ¿Siente usted algo por Edward, Bella?

—No —dijo la joven rápidamente, pero su negativa fue demasiado abrupta—. Por supuesto que no.

—Sospecho que a él usted le resulta muy tentadora. Sin ánimo de ofender, hay en usted una inocencia que a Edward le atraería. En realidad, envidio esa encantadora frescura que parece ser tan suya. Me recuerda lo que he perdido.

¿Estaría pensando en su marido? Bella se lo preguntaba. Al parecer, Rosalie se había enamorado de un tahúr y un granuja, alguien muy parecido a Edward. ¿Acaso el desengaño habría sido también el destino de Bella si ella se hubiese permitido sentir algo por Edward? ¿Encontraría él alguna vez alguien que pudiera curarle las heridas de su juventud?

—Me imagino que usted podría ser estimulante hasta para los hombres de la buena sociedad más hastiados de la vida —continuó Rosalie—. No tengo duda de que tendrá candidatos para elegir y que estará entrando a la iglesia antes de que termine la temporada.

Eso era exactamente lo que Bella temía. Y aun así sus pensamientos volvieron a concentrarse en Edward. Se sentó en la cama junto a Rosalie.

— ¿Alguna vez Edward le ha contado algo de su vida? Simplemente siento curiosidad, sabe. Cada vez que yo saco el tema, él se retrae.

—Supongo que no lo sabe usted, ¿verdad?

— ¿Que no sé el qué?

Rosalie la miró con ojos llenos de tristeza.

—Edward perdió a toda su familia.

Bella le clavó la mirada, mientras su mente regresaba al día en que Edward le había dicho que su familia se había ido.

— ¿Quiere usted decir que están muertos?

—Se supone que sí. Nadie lo sabe con certeza. La mayoría de la gente no está al tanto de esto. Yo lo sé porque mi curiosidad, como la suya, fue más fuerte que yo y contraté a un alguacil de Bow Street para averiguar lo que pudiera. Me contó cada cosa... —Sacudió la cabeza—. Ningún niño debería vivir como vivió Edward.

—Sé que era pobre.

—Más que pobre. Vivía en una pequeña cabaña sobre el Támesis, al borde del mercado, donde el hedor de las aguas negras y del pescado podrido lo impregnaba todo. Su padre conducía un carro, transportando la pesca del día. Edward, sus hermanos y hermanas tenían que limpiar el pescado y venderlo de casa en casa a aquéllos que tenían poco más que ellos. Los ricos rara vez ponen un pie en esa parte de Londres. Su padre estaba más tiempo sin trabajar que trabajando. Bebía mucho y golpeaba a sus hijos con frecuencia. Edward nunca fue a la escuela, Bella.

— ¿Es decir que nunca aprendió a leer y escribir?

—Aprendió, con el tiempo. Creo que Tahj le enseñó. Pero era prácticamente un ignorante. Es sorprendente que haya llegado tan lejos en la vida. Ahora es muy rico, principalmente porque tiene una habilidad innata para los negocios y por su inteligencia para cerrar tratos. Y nunca hubo un hombre que supiera leer una baraja de naipes como Edward. Pero, lo que es aún más importante, sabe leer a las personas.

Bella aún se sentía paralizada por lo que acababa de enterarse. Edward detestaría enterarse de que sentía compasión por él.

— ¿Qué le sucedió a su familia?

—No lo sé —respondió Rosalie con un suspiro—. Al parecer todos desaparecieron cuando Edward tenía unos diecisiete años. No estoy segura de cómo terminó en la India, hay algo acerca de esa época de su vida que también mantiene en secreto. El hombre lleva sobre los hombros cargas muy pesadas, pero rehúsa hablar de ellas. Le estoy contando esto, Bella, porque percibo que usted tiene buenos sentimientos hacia él y aunque Edward preferiría no querer a nadie, creo que él también alberga sentimientos por usted. Vi el modo en que la miraba cuando usted estaba distraída. Usted ha abierto algo en el interior de él, algo que él había cerrado mucho tiempo atrás y creo que usted podría ser exactamente lo que él necesita. Yo deseé una vez ser esa persona, pero aunque Edward proteste diciendo que él no es un caballero, sí que lo es. Bella miró de reojo a su anfitriona.

— ¿Usted y él...?

—No —Rosalie sacudió la cabeza—. Pero no fue por falta de intentos de mi parte. Aunque él siempre ha sido un buen amigo. Estuvo apoyándome cuando murió Royce.

—Lamenté mucho enterarme de que perdió usted a su marido.

—Se lo agradezco, pero yo no era más que una pantalla para Royce. Mi marido prefería a los hombres, sabe.

Bella trató de ocultar su mirada atónita.

—No hace falta que sea cortés. Cuando me casé con Royce, yo sabía que él no me amaba, pero mi confianza sufrió aún más cuando no mostró interés alguno en tocarme. Cuando me enteré de sus preferencias, me lo tomé muy mal.

—Pero eso no tenía nada que ver con usted.

—Lo sé, pero a menudo la verdad no es un bálsamo. No me enorgullece mi comportamiento después de que me enteré del secreto de Royce. Fue durante esos días de descontrol en que conocí a Edward. Le debo mucho. —Levantó la barbilla—. Pero ya es suficiente de esto. Tenemos un baile para el cual prepararnos. Y le prometo, mi querida, que su debut será el tema del que se hablará durante toda la temporada.

6 comentarios:

vsotobianchi dijo...

wow muy buen capi, me encanto, Rosalie y Bella se tona que seran buenas amiga.

Vianey dijo...

Un capitulo muy interesante, pobre edward que pasado tan triste; sin duda Rose, Bella y Alice seran muy buenas amigas y edward se morira de celos.

lorenita dijo...

interesante cap. con cada capitulo me enamoro más de Edward..ha sufrido mucho y necesita a alguien que le ayude a sanar su corazón..y ese alguien es Bella..

Ligia Rodríguez dijo...

Bueno, cada vez se van descubriendo mas y mas cosas! Definitivamente esto se pone bueno!!!

joli cullen dijo...

jsjroice marics

MARISSA dijo...

DE SEGURO EL TAL ALEX VULTURI LE VA A GUSTAR ISABELLA Y A ED LE VA A DAR UN ATAQUE DE CELOS Y RABIA.VEREMOS COMO SE DESARROYA LA HISTORIA ESPERO QUE SE PONGA MAS EMOCIONANTE.

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina