Isabella
Observé
con asombro silencioso como la familia extendida Cullen se reunía, abrazos,
besos y tanto charlas como risas salía de la gente de la izquierda, la derecha
y el centro. Normalmente, en situaciones como esta, me habría sentido fuera de
lugar, pero de alguna manera este increíble grupo de personas me incluyó como
si no fuera la gran cosa.
No me
importaba lo que pensaran.
Era una
gran cosa, para mí.
Habíamos
hecho el viaje de media hora para asistir a la pequeña boda que Edward explicó
que se celebraría en el club de su primo, el White Rabbit. Nunca había oído
hablar del lugar, pero cuando llegamos allí, inmediatamente entendí la
apelación.
Lo
entendí. Sí.
Jodidamente
sexy.
¿Cómo no
iba a ser sexy un club temático de Alicia en el país de las Maravillas? Desde
el gigante gato Cheshire de bronce, a la caprichosa pintura artística en las
paredes, mi pecho golpeaba con pesar por no llevar la cámara buena que Sasha
había comprado para Bleeding Hearts. No importaba; saqué mi teléfono y retraté
felizmente casi todo lo que estaba a la vista.
Edward
me dijo que teníamos que vestirnos elegantes esta noche, y cuando me mandó con
Alice a comprar un vestido de noche apropiado, las dos regresamos discutiendo.
Todavía no podía justificar gastar cientos de dólares en algo que sólo me
pondría una o dos veces.
Hicimos
un compromiso al final, comprándome un impresionante vestido negro que costó
ciento cincuenta dólares. Era un vestido estilo cóctel, y aunque no era lo que
había sido enviada a comprar, pude verme usando este pequeño atuendo una y otra
vez, haciendo valer mi dinero totalmente. Cuando llegué a casa y lo modelé para
Edward, estuvo de acuerdo en que era encantador.
Él se
puso un traje negro, una fresca camisa blanca de lino y una corbata negra. Esme
vistió a Vanessa en un vestido de color rosa pálido, un lazo rosa pastel
sosteniendo sus rizos juntos. Me senté en el asiento trasero con mi pequeño
ángel regordete y no me sorprendió en absoluto cuando se quedó dormida durante
el viaje. Era tan relajante ser un pasajero que sentí que podría haberme unido
a ella.
Podría
parecer extraño celebrar una boda en un miércoles por la noche, pero después de
que Edward explicara que sólo iba a ser un pequeño asunto y que el club
probablemente sería abierto al público durante los fines de semana, tuvo un
poco de sentido.
Llegamos
al club, nos estacionamos y caminamos. Edward me llevaba a su lado y sostenía
la mano de una soñolienta Vanessa cuando entramos en la fiesta.
Estaba
nerviosa por conocer a más de la familia. Pero no debería haberlo estado.
El
primo de Edward, Garret, nos recibió en la puerta, agarrando a Edward y
lanzándolo en un gran abrazo de hombre antes de retroceder y besarle ambas
mejillas. Cuando Garret miró a Vanessa, su rostro cambió. Parecía que al tipo
le encantaban los niños. Se puso de rodillas, sonrió y extendió los brazos
hacia Nessa. Nessa, reconociendo algo bueno cuando lo veía, no dudó en abrazar
al hombre, y él la levantó, besando su mejilla. Cuando Edward nos presentó,
podría haberme desmayado.
¿Por
qué?, preguntas.
Porque
fue algo como esto:
—Ella es
Isabella. No tenía hogar. La encontré. Me la voy a quedar. Me ama. Así que nos
vamos a casar.
Y yo
morí. La vergüenza se filtraba fuera de mí como baba derramándose. Mi hermoso
prometido me había hecho, sin saberlo, sonar como una maldita buscadora de oro.
Me
atraganté con una carcajada.
—Él no
quiso decir eso —le dije a Garret, mis mejillas encendidas.
Garret
sonrió, y su único hoyuelo salió a saludar. Nessa lo picó con un pequeño dedo y
Garret lo mordisqueó suavemente.
Oh
mi señor. Estos hombres Cullen eran impresionantes, todos y cada uno de ellos.
Edward
frunció el ceño hacia mí.
—Eso es
exactamente lo que quise decir, Ratón.
Miré
hacia él, me paré de puntillas, y susurré:
—Tal vez
pero no exactamente, cariño. ¿Está bien? Gracias.
Su rostro
se suavizó un grado.
—No
me avergüenzo de ti, Isabella.
Garret
tosió una carcajada antes de venir y envolver su brazo libre alrededor de mis
hombros, llevándonos dentro.
—Lo que
sea, Isabella. No te estoy juzgando, cariño. Vengan a conocer a la familia.
Vi a
Alice y a Emmett hablando con otro hombre que se parecía mucho a Garret, y
cuando nos acercamos, el hombre me vio, se separó y vino hacia mí como un toro
va hacia un payaso de rodeo, solo que felizmente. Él nos alcanzó, se inclinó un
poco, envolvió sus brazos alrededor de mí y me levantó en un abrazo de oso
gigante. Chillé mientras me sacudía como una muñeca por un momento, me colocó
sobre mis pies y se hizo hacia atrás, sonriendo.
—¡Mujer
de Edward! Soy Nahuel, el novio, tipo fresco, primo.
No pude
evitar sonreír. Este chico estaba loco.
Lo
miré de arriba abajo. Llevaba un sofisticado traje de tres piezas con
zapatillas blancas y todavía parecía celestial. Cuando mis ojos llegaron a su
rostro y se posaron en su sonrisa, otro hoyuelo Cullen salió a jugar y mi
estómago se revolvió. Nahuel puso su brazo alrededor de mí jalándome a su
costado, sacudiéndome un poco.
—No
seas tímida, cosa pequeña. —Sonrió, y juro que sus dientes brillaron—. Somos
familia.
Fue
entonces cuando Edward se acercó y Nahuel retrocedió, abriendo sus amplios
brazos. Edward sonrió, caminando entre sus brazos. Más abrazos y besos se
intercambiaron entonces un grupo de bonitas mujeres apareció, junto con otros
dos hombres que eran sexys como el infierno, claro está.
¿Qué
diablos le ponen al agua aquí?
Una
morena con una gran sonrisa y ojos verdes se adelantó y miró a nuestra hermosa
princesita, que ahora descansaba su cabeza sobre el hombro de Garret y chupaba
su dedo. Chica inteligente. La mujer sonrió suavemente.
—Hola,
cariño. ¿Y tú quién eres?
—Este
pequeño ángel es Vanessa. —Garret hizo un gesto con su barbilla hacia Edward—.
Edward, esta es mi esposa, Estella. Estella, bebé. Edward, mi primo.
Su
rostro se iluminó y su entusiasmo fue completamente genuino. Se acercó y abrazó
a un rígido Edward, frotando una mano arriba y abajo de su espalda.
—Oh,
vaya. ¡Hola!
Ella
se echó hacia atrás y sin una presentación, se adelantó y puso sus brazos
alrededor de mí.
—¡Soy
Estella!
Escondí
mi sorpresa lo mejor que pude y le devolví el abrazo.
—Isabella.
Ella
rió en voz baja.
—No.
Estella. Con una E.
Le
sonreí. Ella era linda.
—Lo sé.
Quise decir mi nombre es Isabella.
Jadeó.
—¡Isabella!
—Se señaló—. ¡Y Estella! —Miró a su marido con ojos muy abiertos y habló
lentamente— Isabella y Estella. Eso es tan genial.
Garret
se rió en voz baja y luego se echó a reír, sacudiendo la cabeza. Tina envolvió
su brazo alrededor de mí.
—Íbamos
a traer a nuestras niñas con nosotros, pero —se encogió—, no conseguimos mucho
tiempo a solas. Cuando la madre de Garret se ofreció a cuidar a todos los
pequeños —resopló una carcajada—, casi se los lancé.
Su
sonrisa se desvaneció, se detuvo a medio paso y su rostro se volvió de dolor.
—Eso
sonó terrible. —Sus labios se fruncieron—. Soy una madre horrible.
Yo
reí. Era adorable.
—No,
eso suena un poco razonable, en realidad.
—¿En
serio? —preguntó, verdaderamente preocupada.
Asentí.
—También
necesitas tiempo para ti.
Ella me
sonrió antes de girarse hacia Garret, quien estaba mirando a su hermano y de
mala gana entregándole a Nessa a Nahuel. Ella se fue de buena gana y Nahuel
fingió comer sus mejillas regordetas. Dios, estos hombres estaban destruyendo
mis ovarios, un dulce acto a la vez. Ella sonrió y se rió a través de la
succión de su pulgar. Tina me dijo:
—Dios
mío, es hermosa, Isabella.
Sonreí,
empujando hacia abajo el hecho que no tenía derecho a sentirme orgullosa de Nessa.
—Lo
sé. Y creo que ella también lo hace.
Tina
rodó sus ojos.
—Oh,
lo sé. Las niñas saben jugar con sus papás. Y sólo empeora a medida que crecen,
confía en mí.
Mentalmente
tomé nota.
Estella
me llevó hacia las otras mujeres, quienes me sonrieron.
—Ella es
Isabella. Es la esposa del primo de Garret.
Otra
morena habló, pero su cabeza tenía un tinte de rojo en ella y sus ojos verdes
eran los más brillantes que jamás hubiera visto.
—¿Cuál
primo?
—Edward
—le dije, y luego añadí—. Y no estamos casados. No todavía de todos modos.
El rostro
de Estella se aflojó.
—¡Oh! Lo
siento. Solo lo asumí.
Lo
descarté con una sonrisa.
—Está
bien. De verdad. Vanessa es la hija de Edward.
Un hombre
de piel aceitunada pronunció:
—Soy
Benjamin. —Jaló a su costado a una mujer bajita con el cabello castaño chocolate
y grandes ojos marrones—. Y esta es mi Tia.
La morena
de cabello castaño rojizo sonrió.
—Soy
Charlotte. —Ella señaló el alto hombre rubio ceniciento meciendo una sexy sombra—.
Y ese es mi esposo, Alec. —Levantó la mano y señaló a la hermosa mujer rubia junto
a ella—. Ella es Jane. —Se inclinó hacia delante y simuló susurrar—: Es nuestra
lesbiana residente.
Me atraganté
con una risa cuando Jane me guiñó un ojo.
—Hola.
Encantada de conocerlos a todos.
Ésta era
la recepción de una boda, ¿cierto?, pregunté con cautela:
—¿Dónde
está la novia?
Charlotte
rodó los ojos.
—Reneesme,
mi hermana. Nahuel la embarazó. Solo tiene algunos meses así que ya sabes.
—Solo que no lo sabía. Mi expresión confundida debe haberme delatado, porque
sus cejas se levantaron y sonrió antes de explicar—. Está en el cuarto de baño,
vomitando.
Estella
sonrió feliz luego se encogió de hombros.
—Nos
sucede hasta a las mejores, ¿cierto?
Nahuel se
acercó con Nessa, y todas las chicas hicieron ruidos cursis mientras él
hablaba.
—Dile a Reneesme
que la dejo. —Puso su mejilla en la cabeza de Vanessa y la niña sonrió
alrededor del pulgar que estaba chupando. Nahuel suspiró luego sonrió—. Hay
otra mujer en mi vida.
Jane
parpadeó a la niña.
—¿Mira
esas pestañas?
Charlotte
sonrió.
—¿Y
ese cabello rizado?
Lola se
adelantó y pasó sus dedos por la mejilla de Nessa.
—Oh, Dios
mío, es malditamente adorable. —Me miró con un gesto arrugado—. Estoy
enamorada.
Pero Nessa
parpadeó hacia Alec de apariencia dura, sonriendo fuertemente. Charlotte
chasqueó su lengua.
—Por
supuesto elige que le guste el más grande hijo de puta en el grupo.
Probablemente
le recuerda a su papá, pensé.
Nessa se
inclinó hacia adelante, estirando sus brazos hacia Alec. Entonces él sonrió y
su rostro se transformó. Era asombrosamente atractivo. Se acercó y la tomó de
los brazos de Nahuel. Él se echó hacia atrás para mirarla mientras ella apoyaba
la cabeza en su hombro. Su voz era baja y áspera.
—Es
porque tiene buen gusto.
Entrecerré
los ojos hacia ella.
—No se me
ha escapado que solo va con hombres. —Me volví hacia Estella—. ¿Solo empeora a
medida que crecen? —Estella asintió solemnemente. Resoplé dejando salir un
suspiro—. Mierda. Voy a tener que vigilarla con ojo de halcón.
Las
chicas se rieron mientras los hombres sonrieron y entonces alguien envolvió sus
brazos alrededor de mí. No tuve que mirar. Me hundí en él y sonreí, colocando
una mano sobre la suya en mi cintura. Estella anunció felizmente:
—Este es
el primo Edward.
—Hola
—murmuró detrás de mí.
Algunos
saludos se intercambiaron antes de que Tina suspirara con satisfacción, su
rostro volviéndose suave.
—Se ven
bien juntos.
Edward
dijo un divertido:
—Yo
también lo creo. Gracias.
Una joven
con largo cabello castaño oscuro y ojos verdes salió de la nada. Llevaba un
elegante vestido de boda con encaje de color blanco que mostraba su pequeña
panza.
—Uf, lo
siento, chicos. —Suspiró con cansancio, pero parecía ridículamente feliz—.
Estúpido Nahuel y su poderoso esperma.
Estella
se rió entre dientes.
—Reneesme,
estos son Edward y Isabella. Edward es primo de Nahuel.
La novia
se volvió hacia nosotros.
—Vaya,
hola. No conocemos a muchos del otro lado de la familia. Es bueno que pudieran
estar aquí. —Sonrió amablemente mientras Nahuel ponía sus brazos alrededor de
ella y besaba su cabeza—. Muchas gracias por haber venido.
Nahuel
explicó:
—Mi padre
y el padre de Edward eran hermanos. —Le sonrió a Edward—. ¿Recuerdas la mierda
en la que solíamos meternos?
Edward
negó con la cabeza.
—No. Pero
sí recuerdo la mierda en que solían meterse y me culpaban a mí.
El grupo
de personas se echó a reír y Nahuel se encogió de hombros.
—Eso es
porque eras un blanco fácil, hermano.
Garret
negó con la cabeza.
—Nah.
Solo es que tú eras un idiota.
—Sí. —Nahuel
infló el pecho—. Estúpidamente impresionante.
Me reí
para mis adentros. Estos chicos eran geniales.
Después
de todo el alboroto, no lo admitiría, pero me alegraba de haber venido. Fue agradable
oír hablar sobre Edward entre los familiares que, obviamente, lo amaban.
Emmett y
Alice paseaban y Alice me entregó una copa. La tomé con gratitud y Nahuel hizo
un gesto con la barbilla hacia Emmett.
—Edward
casándose. Alice tiene a Jasper envuelto alrededor de su dedo meñique. —Estuve
segura que fui la única persona que notó que la expresión Alice se volvió
amarga, pero Nahuel continuó—. ¿Cuándo vas establecerte, Emmett?
Emmett
sonrió con picardía.
—¿Quién
sabe, hombre? —Hizo una pausa antes de añadir un tanto críptico—. Nunca se sabe
lo que está escrito en las estrellas.
Garret le
dio un codazo Emmett.
—Sí.
¿Quién sabe? —Le sonrió a su primo—. Incluso Emmett podría encontrar a una
mujer que aguantara su ancho culo.
Estella
se burló.
—Disculpe,
señor, pero recuerdo conocerte y eras el mayor hijo de puta que hubiera
conocido. —Nos miró y lanzó un sincero—: Casi me meo del miedo. Era tan frío.
Me asustaba.
Garret
jaló a su esposa hacia él y la apretó con fuerza.
—Sí,
bueno, tuve que conocerte para descongelarme, bebé.
Nawww.
Eran
estúpidamente lindos. Como que los amaba.
Alice
se aclaró la garganta y forzó una sonrisa.
—No sé
sobre el matrimonio. Es tan... final. —Trató de encogerse, pero vi la tristeza
en su demacrado rostro.
Maldito Jasper.
¿Qué le estaba haciendo? Iba a retorcerle el maldito cuello.
Alice
suspiró.
—Vaya.
Suenas como yo. —Jaló a Alice y enlazó su brazo con el de ella, sonriendo todo
el tiempo—. Ven acá. Acabas de convertirte en mi nueva mejor amiga.
La
conversación fluyó sin esfuerzo durante toda la noche y mis mejillas empezaron
a doler de lo mucho que estaba sonriendo y riendo. Me sentía a gusto con esta
gente. Eran buenas personas, mujeres que habían conocido a sus compañeros, y
hombres quienes habían aprendido a amar.
Me aferré
a Edward e imaginé dónde estaría si no lo hubiera conocido. Un fuerte
escalofrío bajó por mi espalda y mi estómago se anudó incómodamente.
La idea
era demasiado dolorosa para considerarla.
Llegamos
a casa después de la boda de Nahuel y Reneesme justo pasada la una de la mañana
y lo curioso fue que al final no quería irme. Me lo estaba pasando genial con
las chicas y Tina me había invitado a su boutique para hacer algunas compras.
Prometió que el noventa por ciento de sus prendas tenía un precio razonable,
con el otro diez por ciento siendo totalmente exorbitante porque era enviado
desde Italia.
Las
chicas eran adorables y no podía recordar la última vez que conecté con un
grupo de personas tan pronto como lo había hecho con ellos. Prometí ir con
Alice y echar un vistazo a la Boutique de Safira.
¿Mañana
era demasiado pronto?
Dicen
que todo lo bueno se termina, y yo estaba preocupada de que se acercara el
final para lo nuestro.
Sucedió
tres días después, cuando acababa de entrar en la casa y oí a Edward soltar un
rugido animal desde la cocina. Mi corazón se aceleró y me apresuré a
encontrarlo.
Lo
encontré inclinado contra la mesa de la cocina con su ropa deportiva, con
aspecto de querer partir algo por la mitad.
—Cariño
—pregunté con cautela—. ¿Qué sucede?
Fue
entonces cuando noté un trozo de papel arrugado en su mano. Respiraba tan
pesado que su pecho se sacudía. Di otro paso cauteloso hacia adelante, apoyando
una mano en su espalda.
—¿Bebé?
Cerró los
ojos y escupió:
—Eleazar
Denai quiere la custodia de Vanessa. —Suspiró fuertemente—. Me llevará a los
tribunales.
Fruncí el
ceño.
—¿Con qué
pruebas?
Edward
gruñó:
—No
lo sé, Isabella, mierda. ¿Cuándo van a dejarme en paz?
Intenté
no tomarme de forma personal su enfado. Sabía que no estaba enojado conmigo,
después de todo.
—Iré
contigo —le dije, sin tono de pregunta.
Edward
sacudió la cabeza.
—No. Iré
solo.
No quería
ser la voz de la razón, pero si yo no lo hacía, ¿entonces quién?
—Cariño,
sabes cómo te pones cuando estás enojado. Puedes enloquecer un poco —dije con
calma—. Déjame ir. No diré nada. Sólo déjame estar ahí para ti.
Sí,
claro, seamos honestos. Me asustaba que Edward fuera a matar al imbécil.
Me paré
detrás de él y apoyé mis manos en sus caderas, inclinándome contra su cuerpo,
besando su espalda.
—Déjame
ir, amor. Por favor. Me mantendré al margen, lo prometo.
Se
volvió en mis brazos y me miró fijamente.
—No te
quiero al margen. Te quiero aquí, a salvo, con Vanessa.
Parpadeé.
—Pero si
esto me pasara a mí, ¿me dejarías ir sola?
Frunció
el ceño.
—Por
supuesto que no.
—Y por
eso es que voy contigo.
Aunque a Edward
no le gustó, accedió, e hicimos una parada rápida en casa de Alice donde Edward
llamó a Emmett, y entonces nos dirigimos a la residencia Denali.
Me daba
pena el idiota.
Eleazar Denali
abrió la puerta, y tuve que admitir que no se veía como me lo imaginaba. Me
imaginaba a un tipo bajo, regordete con cabello oscuro, y quizás barba. En
realidad era un tipo alto y delgado, con cabello gris canoso, una nariz rígida,
ojos oscuros y fríos, y una expresión de disgusto permanente.
Eleazar
nos hizo pasar sin decir nada y le dijo a su aparentemente muda mujer, Vera,
que trajera café. Ella se fue sin decir nada e Eleazar hizo una mueca.
—Así que
has recibido la carta.
Edward
estaba demasiado tenso para sentarse. En cambio, se quedó de pie a mi lado, y
yo me senté en un sofá de cuero.
—Sí.
Quiero saber qué diablos estás pensando Eleazar, porque no tendrás a mi hija.
Pasé dos duros años sin ella, y que se caiga el cielo antes de que renuncie a
ella ahora.
Eleazar
estudió a Edward.
—Has
cambiado —dijo—. Hay algo distinto en ti. No puedo encontrar qué es. Estás…
—frunció el ceño— sereno o algo así.
Edward
gruñó:
—Dime
lo que quieres.
Observé
con cuidado a ambos hombres. Tenía gas pimienta en mi bolso y no tenía miedo de
usarlo. Yo no era una flor delicada cuando se trataba de mis seres queridos.
Eleazar
bufó.
—No
tienes nada que yo quiera, Cullen. Ya no.
Edward
apretó los dientes.
—No vas a
conseguir un centavo de mí. Ya no más.
El hombre
mayor enrojeció.
—Mi hija
ha muerto, imbécil. La dejaste embarazada y luego decidiste que no la querías.
Ella te amaba. Por supuesto que se deprimió. lidió con tu crueldad durante años
antes de terminar quitándose la vida.
Inspiró
hondo y soltó un:
—Y es
todo tu culpa. —Se enderezó y ajustó tu corbata—. Eres tóxico. Vanessa estará
mejor sin ti. Nosotros la amamos.
Edward
tragó, con la mandíbula dura.
—Piensa
en lo que estás haciendo. Podría ser lo último que te pase por la cabeza en tu
vida.
Eleazar
sonrió malévolamente.
—¿Es eso
una amenaza, Cullen?
Edward
respondió con tranquilidad.
—No es
una amenaza. Los accidentes ocurren.
Eleazar
se puso de pie cuando su mujer entró con café en una bandeja.
—Se ve
que ya no tenemos nada por discutir. Por favor váyanse.
Me puse
de pie y tomé la mano de Edward mientras él le decía:
—Nos
vemos en los juzgados.
Nos
volvimos, y la mano de Edward se aferró a la mía de forma dolorosa. Justo
cuando íbamos a abrir la puerta, se abrió con violencia y Tanya apareció.
Parecía estar en una misión y no tenía tiempo de decir hola. Entró como si
fuera la dueña del lugar y con una sonrisa juguetona, murmuró:
—Madre.
—Miró a su padre y no pudo ocultar el disgusto—. Donante de esperma
inconsecuente.
Y allí
estaba, nuestro diminuto ángel de la venganza. Dicen que lo bueno viene en
envase pequeño. Estábamos a punto de presenciar lo cierto que hay en ese dicho.
Eleazar
se tensó.
—Te
dije que nunca volvieras.
Tanya
bufó.
—Como si
lo fuera a hacer voluntariamente. Por favor viejo. —Sonrió maliciosamente—.
Vine por Edward.
Eleazar
movió la cabeza.
—Entonces
llévatelo. Hemos acabado.
Miré con
sorpresa que Tanya se reía.
—Realmente
eres otra cosa. —Caminó hacia el sofá y se sentó—. Tú no quieres a Vanessa.
Sólo estás molesto porque tu niña de oro se ha ido. Y lo entiendo. También la
extraño, pero lo que estás haciendo, es un asco.
Se
sentó derecha y miró a Eleazar a los ojos.
—¿Quieres
jugar sucio, papá? —Sonrió como la Mona Lisa—. Quizás deberías revisar tus
defensas; buscar una palanca. —El rostro de Eleazar se oscureció.
La
sonrisa de Tanya se desvaneció y fue sustituida por preocupación fingida.
—Sin
embargo, tu búsqueda será probablemente inútil. —Sacudió la cabeza con
inquietud—. Ya que muchos ladrones están fuera estos días.
Es una
pena, de verdad.
La cara
de Eleazar palideció mientras susurraba:
—¿Qué has
hecho, Tanya?
Tanya se
puso de pie.
—Te voy a
decir lo que he hecho. He hecho cuatro copias de ese libro de contabilidad.
—Hizo una pausa momentánea—. Puede tener el original de regreso, pero si
quieres seguir adelante con esta batalla por la custodia de una niña que no
quieres —su voz bajo una nota—, voy a ventilar todos tus trapos sucios, todos.
Cada cadena de noticias conocerá los pormenores de Zakon.
Su padre
se adelantó y parecía que estaba listo para atacar, pero se contuvo.
—Vas a
matarme.
Ella se
encogió de hombros.
—Así que
vas a ser un mártir de la causa.
No estaba
segura de lo que estaba viendo fuera correcto, pero la frente de Eleazar
comenzó a brillar con sudor mientras se ahogaba.
—Vas a
morir.
Tanya
cruzó los brazos sobre el pecho.
—Sí,
ya pensé en eso. Mira, sí me pasa algo, he dado instrucciones estrictas para
entregar una copia del libro al FBI. Las otras tres copias... —se veía tan
satisfecha de sí misma cuando suspiró—, ¿quién sabe a dónde van a ir a parar?
Eleazar
parecía a punto de gritar.
Tanya
se inclinó hacia delante y murmuro:
—Por
cierto, ¿mamá sabe que tú eras el que le suministraba a Irina la metanfetamina?
Al oír el
grito sofocado de su madre, Tanya se volvió hacia nosotros, encogiéndose.
—Mierda.
—Ella habló a través de un lado de su boca—. Eso es difícil.
Un
espeso silencio nos envolvió. Nos quedamos allí, empapados en como Tanya Denali
simplemente había tratado a su padre. Finalmente, aplaudió y dijo:
—Muy
bien, así que ahora nosotros nos vamos, y tú nunca nos volverás a ver. Nunca.
Si incluso tratas de buscar la manera de estar con Nessa, voy a aplastarte como
el puto insecto que eres, desgraciado, resentido.
Su
dura expresión vaciló un momento para revelar una profunda tristeza.
—Te amé
una vez. —Se volvió hacia su madre—. Tienes que dejarlo, ma. Es una locura
—advirtió a su mamá—. ¡Sal mientras puedas!
Los puños
de Eleazar estaban apretados y pronuncio con los dientes comprimidos:
—Tú,
irrespetuosa puta.
Tanya lo
ignoró, sin dejar de mirar a su madre.
—Llámame
si me necesitas. Te apoyaré en lo que quieras. —Sonrió ante la tranquila mujer
mayor que ahora tenía lágrimas en los ojos—. Te quiero mamá. Siempre lo he
hecho. Siempre lo haré.
Giró
sobre sus talones y nos indicó con un gesto que nos fuéramos.
—Vamos.
Vámonos.
Tanya nos
llevó a nuestro coche y murmuró:
—Vayan.
Nos encontraremos en casa de Alice.
Edward no
se detuvo a hacer preguntas.
Subimos
al coche y nos dirigimos allí.
Tanya y
Alice nos estaban esperando cuando nos bajamos del coche. Extendí mis brazos.
—¿Qué
demonios fue eso?
Alice se
volvió a Tanya y le dio un codazo en el hombro.
—Eso es
lo que tú llamas tener un juego.
Edward se
acercó con cautela.
—Por
favor, dime que no era un farol.
Tanya le
sonrió.
—No.
Alice tiene una copia, y lo mismo ocurre con Emmett. Mi abogado tiene una, y la
última copia del libro de contabilidad está en un lugar secreto. —Suspiró—.
Papá estará realmente jodido si se mete contigo otra vez.
—¿Por
qué? —preguntó—. ¿Por qué me estás ayudando?
Tanya
miró hacia el suelo antes de hablar en voz baja.
—Tú
dijiste que una vez fuimos como una familia. Y en una familia cuidan unos de
otros. —Hizo una pausa—. Siempre me sentí más en casa aquí que allí.
Luego Edward
hizo algo extraño.
Dio un
paso adelante, envolvió sus brazos alrededor de Tanya, y la abrazó. Y no se trataba
de un abrazo corto. Duró un minuto entero, por lo menos. Tanya se apoyó en él,
alcanzando y agarrando su chaqueta con fuerza mientras aceptó la rara muestra
de afecto de un hombre que rara vez las daba.
Me
paralicé, sonriendo como una loca.
Él se
echó hacia atrás y tomó su mejilla.
—Gracias,
Tanya. Estoy en deuda contigo.
Pero ella
negó con la cabeza.
—No me
debe nada. Sólo deseo que Vanessa sea feliz, y ella es feliz aquí.
Eso era
ella, un pequeño bebé.
Me asaltó
un pensamiento.
—¿Estamos
seguros de que Eleazar prestará atención a la advertencia? Él es tan arrogante.
No parece el tipo que se preocupa de una amenaza.
Tanya
levantó la frente.
—Oh, la
escuchará. —Se rió entre dientes—. Le envié un correo electrónico con una copia
de los documentos sólo para que supiera que no estoy jugando.
—Whoa
—declaré—. Tanya, eres una maldita bastarda hija de puta —le sonreí en
agradecimiento—, y eso me gusta. Buena suerte para ti.
Entonces
Nas nos interrumpió:
—Tanya va
a estar aquí por un tiempo, sólo hasta que vuelva recuperarse.
Tanya
palideció.
—A menos
que tú no quieras que lo haga.
Edward
respondió con sinceridad:
—Quédate
todo el tiempo que quieras. Tenemos mucho espacio.
Alice le
dio un codazo a Tanya y le susurró:
—Pregúntale.
Tanya
arrugó las cejas y negó con la cabeza discretamente.
Alice
puso los ojos en blanco.
—Sólo
pregúntale.
—¿Preguntarme
qué? —inquirió Edward.
Tanya
negó con la cabeza, mirándolo ligeramente avergonzada.
—No es
importante.
Alice
suspiró ruidosamente.
—Te das cuenta
de que está cortada oficialmente, ¿verdad? —Edward asintió, pero se encogió de
hombros.
Alice
murmuró incómodamente:
—Necesita
un trabajo, ya sabes, para vivir.
Edward
miró a Tanya.
—¿Puedes
servir bebidas?
—No lo
sé. Nunca lo he intentado —respondió ella.
¡Ooh!
¡Ooh!
Levanté
la mano como un niño de primer grado, sin moléstame en ocultar mi emoción.
—Yo
puedo enseñarle. —Miré a Tanya con una sonrisa—. Yo te puedo enseñar. —Me
encogí de hombros—. Si yo pude aprender, tú también puedes. Yo era terrible
cuando empecé.
Alice
inclinó la cabeza, medio riéndose ante el recuerdo.
—Realmente
lo eras.
Me
indigné.
—¡Oye!
Se volvió
hacia Tanya y se encogió de hombros.
—Ella lo
era en realidad.
Edward
asintió.
—Está
bien, está decidido entonces. Vas a trabajar en el club.
Los hombros
de Tanya se desplomaron de alivio y dejó escapar un sincero
"Gracias".
Edward se
limitó a responder:
—Somos
familia. Cuidamos los unos de los otros.
Oh,
hombre, así es como conseguirás una chica esta noche.
5 comentarios:
Me encanta que Tanya se haya portado de esa forma, que haya ahuyentado alnidiota y que toda la familia de Edward sea taaaaan bonita ;)
Besos gigantes!!!
XOXO
X fin alguien pone en su lugar a ese viejo hdp q solo sabe molestar ojala ya deje a Edward vivir en paz con su bebe q bueno q tienen a Tania de su lado, gracias ❤😘💕
Hola hola Annel parece que por ahora hay tranquilidad en el paraíso de Bella y Edward, va viento en popa el negocio y se van a casar, veamos como siguen las cosas
Gracias por el capítulo
Saludos y besos
Muy buena acción la de Tanya. Maldito bastardo, Eleazar sólo quiere joderle la vida a Edward.
tanya es mi nueva idolaaaaaaaaa
me encantaaaaa
pateo en las bolas al idiota de su padre
me encanto que hiciera eso por ed
que hiciera eso por su sobrina nessie
que fuera leal por su querida familia
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