《La historia no es mía es una adaptación de la autora CHEYENNE McCRAY los personajes son propiedad de Stephanie Meyer 》
*historia contiene escenas de sexo explicito todo relacionado con BDSM**
ARGUMENTO:
Alice
Brandon ha tenido un día del infierno, lo que incluye atrapar a su novio y a su
mejor amiga teniendo un affaire. Además de eso, es detenida por un policía…
quien resulta ser su novio de la secundaria, el que dejó cuando se graduaron.
Pero
las cosas se ponen calientes demasiado rápido. A un lado de la carretera.
En contra de su coche. Con las luces azules y rojas destellando.
Lo que
está sucediendo es un tema tabú, una línea que Jasper Cullen nunca soñó que
cruzaría. Sin embargo, no puede creer en su suerte. La chica típicamente
americana de la que se había enamorado años atrás, estaba ahora a su merced en
más de un sentido. Él tiene una celda muy especial y algunas esposas sólo para
ella, por no mencionar algunas otras sorpresas traviesas. Un pequeño tiempo
detrás de las rejas podría ser todo lo que Alice necesita para convencerse de
ponerse bajo su protectora custodia para siempre.
CAPÍTULO 1
Alice Brandon
aceleró el motor de su pequeño deportivo convertible plateado mientras volaba
por uno de los más oscuros caminos secundarios de Tucson. El ruido del potente
motor cortaba a través de la noche y el viento soplaba su cabello alrededor de
su cara. No le importaba que el clip se hubiera caído o que los extremos de los
mechones picaran sus ojos y sus mejillas.
¡Maldito sea él! Ese hijo de puta total.
La parte de
atrás de los ojos de Alice dolían y apretó los dientes. No iba a llorar más por
un hijo de puta como James Wright.
Tragó una
bocanada de aire fresco de la noche y las luces de Tucson le guiñaban como una
alfombra reluciente. El camino en que estaba no era exactamente desolado, sólo
era un poco alejado de la ciudad y algunas de las casas más agradables fueron construidas
dispersas, de tal manera que había una milla entre cada casa, si no más.
Cuando atrapó a
James en la cama con su ex mejor amiga victoria, Alice había estado observando
por un momento, incapaz de creer lo que veía. Había llegado a casa de James con
comida china, entró en su apartamento con la llave que le había dado y escuchó
ruidos provenientes de la habitación.
Ruidos que
sonaban sospechosamente como la cabecera de la cama golpeando contra la pared,
y sonidos de gemidos y lamentos.
Todo se había
sentido irreal. Dejó su bolso en el sofá, junto con la comida. Sus oídos
zumbaban y su piel se sentía estrecha a medida que avanzaba por el corto
pasillo hasta la puerta de su dormitorio.
James estaba
entre los muslos de victoria, follándola lentamente. Ambos estaban desnudos y
su mejor amiga se estiraba entre sus cuerpos y masajeaba sus bolas.
—Eso es, bebé—se quejó James. —No eres un pescado frío en la cama. victoria hizo
una risita y luego la besó mientras ella retiraba la mano y envolvía sus
piernas alrededor de sus caderas.
¿Pescado frío?
¡Pescado frío!
Alice había
agarrado la cosa más cercana a ella, uno de sus zapatos para correr en el
umbral, el inicio de un rastro de ropa que llevaba a la cama.
La recogió del
suelo, y con toda la furia acumulada en ella, la había arrojado directo a la
cabeza del imbécil.
Hizo una mueca
con cierta satisfacción mientras guiaba el coche deportivo por la carretera
desierta, superando el límite de velocidad por unos buenos cincuenta kilómetros
por hora.
Había dado a
James un buen golpe, lo suficiente para hacerlo casi caer de victoria y dejar
una huella inmediata en la mejilla de la suela del zapato para correr.
—¿Qué carajo?
—James se había visto momentáneamente desorientado, hasta que miró a Alice y la
vio de pie con las manos apretadas en puños. Extendió su mano hacia el lado de
la cabeza. —¡Perra!
—¡Alice! —Gritó
victoria, tratando de trepar por debajo de James, pero él la inmovilizó. —Puedo
explicarlo! ¡En serio!
—Váyanse al
infierno los dos—. Alice estaba tan enojada que todo su cuerpo temblaba. —Y
espero que disfruten de su mutua compañía mientras se pudren allí.
Ella había
girado, cogió el bolso del sofá, junto con la bolsa de comida china para
llevar, y cerró la puerta detrás de ella.
Ahora, el olor
de la comida sentada a su lado en el asiento del acompañante estaba haciendo
revolver su estómago.
Fuego y furia la
arrasaron. Quitó la mano derecha del volante, cogió la bolsa de papel de comida
para llevar y arrojó la bolsa de comida china del convertible, sin importarle
una mierda lo que ensuciaba. Todo el mundo podía irse al infierno.
Luces rojas y azules brillaban detrás de ella.
—¡Mierda!
—Resistió golpeando su cabeza contra el volante mientras desaceleraba el coche.
Genial. Justo lo que necesitaba.
Joder. Joder. ¡Joder!
Alice apretó los
dientes movió el coche hacia la banquina, aparcó el convertible y apagó el
motor. Dejó las luces encendidas y las dos manos en el volante, claramente
visibles, como le habían dicho una vez que tenía que hacer cuando era detenida
por un oficial de policía.
Su corazón latía
con fuerza y solo su rabia a James y victoria le impedía llorar.
¡Qué gran día de mierda!
Desde el
principio. Un compañero de trabajo había estado sobre ella de nuevo y había
presentado una denuncia por acoso sexual con recursos humanos, su hermano y la
cuñada, que odiaba dejaron un mensaje que venían de Spokane a quedarse con ella
durante una semana, su madre llamó porque necesitaba dinero de nuevo, y Alice
había tenido un neumático desinflado en la mañana y había llegado tarde a
trabajar. Había ganado algunos puntos extra.
No.
Su jefe era un total hijo de puta
Así que, para
colmo, su mejor amiga -ex mejor amiga- y su novio estaban engañándola, y ahora
había sido capturada por exceso de velocidad. Y, probablemente, por tirar
basura, también.
¿Podría empeorarlas cosas? No te burles de Dios, Alice.
¿Podría empeorarlas cosas? No te burles de Dios, Alice.
Sus hombros
cayeron y esperó a que el policía se detuviera e hiciera su día aún mejor.
Tierra y rocas crujían bajo los neumáticos del patrullero, y el brillo de las
luces intermitentes la hizo parpadear. Los brillantes destellos de las luces
rojas y azules casi la cegaron por su espejo retrovisor, el motor del
patrullero tenía un poderoso repiqueteo mientras veía al policía acercándose
del lado del conductor del coche. Ella podía ver su uniforme, pero no su
rostro.
El rostro de la fatalidad.
Ella movió su
mirada desde el espejo retrovisor y miró directo a la oscuridad. Las luces
dispersas de las casas en la carretera desierta estaban borrosas y sus ojos
quemaban.
No voy a llorar.¡ No voy a
llorar!
—Licencia y
registro, señora—dijo una voz profunda y sexy que sonaba... familiar. Demasiado
familiar.
Ella inclinó la cabeza y su mandíbula se abrió.
¿Jasper Cullen?
Bajó el
portapapeles y en los destellos de luz vio los planos de su duro rostro y su
expresión de sorpresa.
—¿Alice? —dijo
su nombre de esa manera que nunca había dejado de hacer que su ropa interior se
humedeciera y sus pezones se pusieran duros.
—Hola, Jasper—logró decir con voz débil.
Sí, se había burlado de Dios y su día sólo empeoró.
El policía que
acababa de detenerla era el mismo hombre al que había abandonado al final de su
último año de escuela secundaria.
La polla de
Jasper Cullen se endureció a la vista de la Belleza Americana que había sido su
primera experiencia sexual, ambos habían sido vírgenes en la escuela
secundaria, pero no mucho después de que habían empezado a salir en su tercer
año, las cosas habían avanzado bastante rápido.
Había caído
enamorado de la rubia de ojos azules. Muy duro. Después de dos años de
noviazgo, había arrancado su corazón, partido en dos y pisoteado las partes
cuando le dijo que las cosas no iban más entre ellos porque se iba al Este a la
universidad y que sería muy difícil mantener una relación.
Toda la
planificación que habían hecho, ambos irían a la Universidad de Arizona y
entonces él entraría en la academia de policía. Obtendrían puestos de trabajo
sólidos, se casarían y tendrían tres hijos. Los dos se
habían reído y, ahora que lo pensaba, amado. Pero ella había
roto con todo eso cuando dejó Tucson.
En este momento
ella estaba mirándolo con esos grandes ojos azules que incluso ahora le hacían
querer besarla. El cabello de Alice se había enredado alrededor de su cara y el
jersey que llevaba se había desviado de sus hombros, dejando al descubierto la
parte superior de sus brazos donde su blusa sin mangas terminaba, suficiente
carne para intrigar a un hombre. Sus pechos eran más generosos de lo que
recordaba.
Con el
portapapeles en la mano, él preparó sus palmas en la puerta de su convertible y
la miró de pies a cabeza. Recordó succionar esos pezones que ahora estaban en
punta debajo de su blusa. Había sido el cielo puro deslizarse entre esos muslos
magníficos que eran visibles debajo de una falda corta que se había subido tan
alto, que apenas cubría su pubis y un coño que amaba follar.
—Alice Brandon. —Dijo su nombre con fuerza y ella hizo una mueca de
dolor.
—¿De nuevo en la ciudad y dando un pequeño viaje de placer?
La garganta de Alice trabajó mientras tragaba.
—Es bueno verte, Jasper.
—Uh-uh, —Jasper
ajustó su agarre sobre la puerta de su coche y apretó la mandíbula. —Cincuenta
kilómetros por hora sobre el límite de velocidad, por no hablar de tirar una
bolsa por la ventana directo a mi patrullero. Apuesto a que es muy bueno verme.
—¿Lo siento? —Mordió su labio inferior mientras fijaba su mirada en
ella.
—He tenido el día más jodido de mi vida, ¿de
acuerdo? Y ahora un par de multas sólo lo completan perfectamente.
Jasper se apartó del coche.
—Fuera del vehículo.
—¿Qué? —Los ojos de Alice se
agrandaron. —¿Me vas a arrestar?
—¿Quiere ser
acusada de desobedecer la orden directa de un oficial de policía, señorita
Brandon?
Cerró los ojos
brevemente y luego los abrió. Sus hermosos senos subieron y bajaron cuando ella
dio un profundo suspiro.
—Por supuesto que no, Oficial Cullen.
Alice no podría
haber tenido la intención de encenderlo con la forma en que dijo su nombre,
pero su pene fue del dolor a duro como una roca. Él sólo podía imaginarse
llevándola a casa, esposada y flagelándola en su habitación especial de
bondage. ¿Qué pensaría ella si él la encerrara y la follara a través de los
barrotes? ¿O deslizara su bastón de mando en su coño? La castigaría por haberlo
dejado, asegurándose de que ella disfrutara cada minuto de ello.
Mierda. Esta línea de pensamiento lo estaba matando.
Verla abrió una
compuerta de emociones que él había enterrado, quince años atrás. Él había
matado el amor, la lujuria, evidentemente, todavía estaba ahí.
Retrocedió y Alice abrió la puerta y salió.
Ante las luces
rojas y azules, se fijó en su diminuta falda rojo oscuro que tenía que estar
jalando hacia abajo, y el suéter rojo sobre una camiseta roja sin mangas. Sus
piernas estaban desnudas de cualquier media, tal y como le gustaban sus
mujeres.
Puso su portapapeles en el capó.
—Extiende tus manos en el capó del coche, amplía tu postura.
—¡Estás bromeando!
—Ahora.
Gruñendo en voz baja, lo que sonó como hijodeputa,
le obedeció.
Cuando ella se
inclinó un poco, su postura ampliada, se fue detrás de ella y se quedó parado,
dejándola anticipar lo que iba a hacer con ella.
—¿Estás aquí de
visita Alice? —Dijo mientras su mirada viajaba por toda la longitud de su
espalda, deteniéndose a descansar en su lindo culo.
—Vivo aquí
ahora. —Dio un audible suspiro. —Sólo volví de Boston para estar cerca de mi
mamá, ¿de acuerdo?
Sus manos se morían de ganas de tocarla. Dios, cómo la había extrañado.
No se dio cuenta de cuanto hasta este preciso momento.
—¿Estás aquí para quedarte? —Él mantuvo la voz baja y con autoridad.
—¿Esto es parte
de ser arrestada? ¿Preguntas a la gente que detienes hasta que ruegan ser
encarcelados?
Bien podrían
haber saltado chispas anta las luces de su coche patrulla, sólo por el tono de
su voz. Todavía tenía agallas, él podría decir eso de ella. Se permitió una
sonrisa porque no podía ver su rostro, de espaldas todavía a él.
Jasper se acercó a ella para captar la suave fragancia de su perfume.
Después de tantos años todavía olía igual. Dulce e irresistible.
Apenas resistió
tocarla. Habían hecho un montón de juegos de rol, cuando eran novios, y uno de
ellos fue "cachéame", donde él era el policía y ella era el conductor
que había detenido. Incluso una prostituta que había tomado en custodia. Habían
tenido una gran imaginación en aquel entonces.
Ella debía haber
estado pensando en la misma línea, ya que cambió su postura un poco y su voz
salió un poco ronca.
—Entonces, va a registrarme, Oficial Cullen, ¿o a mirar mi culo?
Un gruñido bajo
retumbó en la garganta de Jasper y casi lo dejo salir, la agarró por las
caderas y presionó la erección en su culo.
—¿Quieres ser
cacheada, ángel? —Le preguntó, usando el apodo que le había regalado cuando
empezaron a salir.
La oyó tomar una aguda respiración.
—Ha sido un largo tiempo—susurró.
—Demasiado tiempo—dijo antes de que pudiera detenerse.
Volvió la cabeza
y lo miró por encima del hombro. En las luces, vio que sus labios estaban
húmedos, debía haber pasado su pequeña y preciosa lengua rosa sobre ellos. Su
mirada se encontró con la de él y la sostuvo.
—Cachéame—dijo
en un ronroneo bajo y sensual que decía "fóllame" y le dieron ganas
de agarrarla y golpear su polla en su coño ahora.
Alice miró hacia
otro lado, arqueó la espalda, inclinó su rostro hacia el cielo.
Su corazón
tronó. Su Belleza Americana se parecía más a una diosa en estos momentos. Su
pelo azotado por el viento formaba un halo dorado alrededor de su cabeza con
las luces del coche reflejando en el brillo de su pelo. Sus pechos estaban en
altos y firmes, y su parte inferior redondeada sólo rogaba por sus manos o su
polla.
—¿Tratando de
escapar de una infracción? —Descansó las manos a cada lado de ella en el capó
caliente del coche, logrando mantener su cuerpo alejado de tocar el de ella…a
duras penas.
—Por supuesto que no. —Le temblaba la voz. —Estoy cooperando con la ley.
Jasper no pudo resistirse a acariciar su cabello. Olía tan
condenadamente bien.
Alice dio un pequeño gemido y se
movió hacia atrás para que su culo estuviera en contacto con su ingle.
Mierda. No debía
tener el pensamiento que estaba teniendo. No debería estar haciendo lo que
estaba haciendo. Él era un policía, por amor de Dios, y nunca había cruzado una
línea como lo haría si le hiciera a Alice lo que su cuerpo pedía a gritos
hacer. Para hacer frente a los últimos quince años.
Se apartó para
no inclinarse más sobre ella, y que no estuviera presionando su culo contra su
polla. Su aliento salió duro y desigual.
—Cachéame—dijo
en esa voz baja, seductora que lo había puesto de rodillas tantos años atrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario