CAPÍTULO 3
La mandíbula de
Alice cayó y sus ojos se abrieron cuando Jasper cerró la puerta detrás de
ellos. Malditamente increíble. Ella había sido
introducida un poco en el bondage y la dominación por uno de sus novios, pero
nada como esto.
Había una mesa con floggers y otros
dispositivos, un taburete con restricciones, lo que estaba segura era un arnés
colgante de esos que parecen una hamaca, cadenas colgando del techo, una
especie de máquina con una rampa de metal, y en la parte superior de la rampa
agarraderas y apoyos para brazo y vientre, todas de cuero acolchado. Había
restricciones de muñecas en las agarraderas y restricciones en la parte inferior
de la rampa. Lo que más le llamó la atención, sin embargo, fue la jaula alta de
metal contra una pared.
—Um, ¿Jasper? —Lo miró a los ojos y
se humedeció los labios. —¿Qué estas planeando hacerme?
Le tomó un lado de la cara con una de
sus manos y rozó sus labios sobre los de ella.
—No es lo que me propongo hacerte, es lo que pretendo hacer contigo.
Su estómago dio una voltereta, una vez más.
—¿Cómo sabes que quiero hacerlo?
Movió los
labios a su oreja y con suavidad la mordisqueó.
—Todos los juegos sexuales que
jugamos cuando éramos adolescentes... hemos crecido y también lo han hecho
nuestros juguetes. Y deseas probarlos. Quieres que te folle en todas las formas
imaginables. Admítelo.
Jasper le soltó el brazo mientras le
levantaba la cabeza y la miraba a los ojos. Al mismo tiempo, llevó las manos a
sus pezones y apretó, lo que la hizo jadear por el simple placer de lo que
había hecho. Ella trató de tragar, pero su garganta estaba seca.
El coño de Alice dolía y sus pezones
se pusieron más duros a medida que tomaba los pechos y apretaba los pezones
entre sus dedos pulgar e índice. Tenía que admitir que se sentía tan erótico
estar con las muñecas esposadas y a merced de Jasper.
Movió las manos de sus pechos a su
culo, levantó la falda y le masajeó los globos desnudos, separándolos y
liberándolos de nuevo. —¿Estás lista para jugar?
—Sí. —Se
sorprendió por la facilidad con que le contestó. —Estoy lista.
La comisura de su boca se volvió una sonrisa
devastadoramente sexy.
—Elije una
palabra de seguridad.
Palabra de seguridad. Palabra de
seguridad. Oh, sí, el ex-novio que le había introducido en el bondage y la
dominación había mencionado que la gente muy metida en el BDSM, elegía una
palabra que podría usar en cualquier momento que pensara que las cosas se
habían ido demasiado de las manos.
Los recuerdos
de esa tarde le pegaron duro.
—Sucio, maloliente, mentiroso,
engañoso bastardo y prostituta. — Tuvo un momento de furia en sus palabras, al
recordar a su ex-mejor amiga, y su ex novio.
Jasper la miró sorprendido.
—Uh, ángel. Eso es un poco mucho. Tal
vez es mejor que me digas de dónde vino eso.
Los hombros de Alice se desplomaron y
negó con la cabeza, todavía incapaz de creer lo que había encontrado. Ella le
dijo a Jasper acerca de su día de infierno y cómo terminó encontrando a su
novio con su mejor amiga.
En el interin, le desabrochó las
esposas, las volvió a colocar en la bolsa en su cinturón y le frotó las
muñecas.
—Por supuesto, eso fue antes de que
me detuvieras por exceso de velocidad y tirar basura—, dijo mientras le
masajeaba el ligero dolor en los hombros.
—Tu día apestó—Besó la parte superior
de su cabeza. —Y me gustaría patearle el culo al hijo de puta. Pero ¿no te
parece que terminó muy bien?
Ella le sonrió.
—Ser follada por un policía a un lado
de la carretera fue definitivamente caliente.
Él levantó una ceja.
—¿Cualquier policía?
Ahora que sus brazos estaban libres,
los envolvió alrededor de su cintura y se acurrucó contra su pecho. Respiró
hondo su aroma masculino. Olía tan condenadamente bien.
—Definitivamente no cualquier policía
podría haberlo hecho. Jasper dio una risa suave.
—Acerca de la palabra de seguridad. ¿Por qué no
eliges sólo una?
—Si insistes—dijo con una sonrisa
mientras su mejilla descansaba sobre su pecho. —Bailarina. Siempre quise ser
una cuando era niña.
Cuando levantó el rostro y lo miró a
los ojos, tenía una expresión seria en su cara.
—Apostaría a que sabes cómo funciona esto. Alice se encogió de
hombros.
—En realidad no—Ella tuvo la
sensación de que no le caería bien si admitía haber practicado un poco de bondage
con un antiguo novio. —Es sólo una de esas cosas que he aprendido con los años.
—Uh-huh.
—En serio—Hizo todo lo posible para parecer inocente. Le dio un
manotazo en el culo, duro, y ella gritó.
—Me dirás
siempre la verdad o te castigaré.
Su rostro enrojeció mientras le
frotaba una de las mejillas de su culo con la mano.
—Un antiguo novio solía atarme de vez
en cuando, pero nunca nos metimos en BDSM.
—Tienes varios castigos
pendientes—Ahora estaba frotando las dos mejillas del culo. —Cinco razones. El
exceso de velocidad, tirar basura, sobornar a un oficial de policía,
mentirme... y dejarme.
En sus últimas palabras contuvo el
aliento y lo miró a los ojos. Bajó la boca y tomó la suya en un beso duro que
le hizo girar la cabeza. Dominó su boca con la lengua, los dientes y los
labios. En el momento en que terminó de besarla estaba tan mareada que casi no
podía quedarse parada.
Cuando por fin levantó la cabeza y se
las arregló para recuperar el aliento, dijo: —Te referirás a mí como oficial
Cullen, u oficial en todo momento.
¿Entiendes?
Wow. Esto iba un poco más allá de lo
que jugaban cuando eran adolescentes. La hizo calentar lo suficiente como para
humedecerse entre sus muslos y sus pezones dolían en el aire fresco de la sala
de bondage.
—¿Cinco
castigos, oficial? —preguntó, volviendo a sus sentidos. ¿Cinco?
—Más si
te los mereces—Dio un paso atrás. —Desvístete, pero déjate los tacones.
El coño de Alice positivamente dolía
ahora. Se quitó el suéter y Jasper lo tomó, junto con las otras piezas de ropa
de las que se despojó. Cuando no llevaba nada, sino sus tacones, le dio una
sonrisa de pura satisfacción masculina.
Fue a una larga mesa de roble
construida en la pared y puso su ropa sobre la misma. Mientras lo observaba, se
dirigió a una caja fuerte alta, la abrió con una combinación, y luego se quitó
el cinturón de armas y lo puso en la caja fuerte, junto con cualquier otro
equipo que traía con él, como su radio de hombro. Terminó y cerró la puerta de
la caja antes de pasar a la mesa y mirando sobre ella, vio que él había
mantenido las esposas, sin embargo.
Uh-oh.
Mientras miraba por encima de su mesa
de "juguetes" finalmente se detuvo en algo que parecía un cinturón de
castidad, pero había tanto un consolador y como un dilatador anal en él.
Ella se estremeció, mientras él se le
acercó con un tubo de lo que estaba segura que era lubricante, junto con el artilugio.
Cuando llegó hasta ella, recorrió con
un dedo su espalda por la columna hasta su culo.
—¿Alguna vez
has sido follada en el culo antes?
Alice pensó en mentir, pero sabía que
iba a ver a través de ella y que significaría el castigo número seis.
—Un par de veces—Ella se quedó
mirando el dilatador. —Pero yo no creo que algo tan grande haya estado en mi
culo.
—Este es el castigo número uno por
exceso de velocidad—Tomó el tubo, sacó un poco de lubricante y lo aplicó
generosamente en el dilatador. —Vas a usar esto en todo momento hasta que lo
saque de ti.
Whoa.
—Sí, oficial.
Hizo colocar a Alice sus manos sobre
una mesa acolchada y pararse con sus piernas abiertas. Se sintió tan abierta y
vulnerable a él, y realmente, realmente caliente. Ella dio un grito agudo,
luego un gemido mientras empujaba el tapón en su culo. El apretado anillo de su
ano, no quería dejarlo entrar, pero resbaló el dilatador hasta que se sintió
llena y quiso retorcerse por las sensaciones.
Luego tomó el consolador, sin
necesidad de lubricación tan mojada como estaba, y lo clavó en su coño, lo que
la hizo jadear por la repentina invasión. El ató el
arnés de modo
que tanto el
consolador como el
dilatador se mantuvieron cómodamente en su interior. Mientras ella se
estaba acostumbrando a la sensación de ellos, se fue a poner de nuevo el
lubricante en la mesa con todos sus juguetes.
—El castigo número dos es por tirar
basura—dijo mientras volvía a estar delante de ella. —No hay orgasmo sin mi
permiso. ¿Entiendes?
—Sí, oficial—Alice estaba
prácticamente temblando de la necesidad de llegar ahora mismo a causa del
dilatador en el culo y el consolador en su coño. Por no hablar de que estaba
desnuda, con sólo sus zapatos de tacón alto y un arnés en frente a su ex novio
de secundaria que se había convertido en un infierno de hombre bien parecido y
era policía.
Él la apartó de
la mesa acolchada y caminó lentamente a su alrededor.
—Maldita sea, que eres hermosa. Eres
aún más hermosa de lo que eras cuando estábamos en la escuela secundaria.
—Yo estaba pensando lo mismo de ti,
Oficial Cullen—dijo cuando la enfrentó de nuevo.
Esbozó una
sonrisa lenta.
—Ahora, el tercer castigo—Su mirada
vagó de la habitación y se detuvo en la jaula alta.—Por sobornar a un oficial
de policía, definitivamente necesitas cumplir un tiempo en la cárcel.
Su corazón
empezó a tronar.
—¿Me vas a
encerrar, oficial?
—Puedes apostar tu dulce culo a que
lo haré—Le pellizcó una de las mejillas del culo como si marcara su punto y
ella gritó.—Leí tus derechos, te he procesado, y ahora te voy a encerrar.
Jasper le cogió del brazo y ella casi
tropezó con él, mientras iban a la celda que era de cuatro pies por cuatro. Las
barras eran brillantes, gruesas, de forma cuadrada, y la celda era de más de
seis pies de altura.
El vientre de Alice se retorció
mientras él la ponía en la jaula y cerraba detrás de ella. Jasper caminó
alrededor de la celda y se detuvo en el lado opuesto a la puerta.
—Ven aquí—ordenó y ella obedeció,
sintiendo el dilatador y el consolador con cada paso que daba.
—Pon tus brazos entre los barrotes—.
Una vez más, hizo lo que le dijo y él la había esposado a la jaula en dos
segundos.
Lo miró, sintiéndose esclavizada,
pero caliente y excitada al mismo tiempo.
—¿Qué vas a hacer conmigo ahora,
Oficial Cullen? —preguntó con un temblor en su voz.
Él comenzó a
desabrocharse los pantalones del uniforme.
—De rodillas.
Alice se arrodilló, los enlaces que
conectaban las esposas haciendo un sonido de traqueteo, ya que pegaban en el
travesaño por encima de ella que cruzaba transversal todo alrededor de la
jaula. Esto causó que sus brazos subieran por encima de su cabeza. Antes de que
Jasper terminara de desabrochar su pantalón, se agachó y le pellizcó los
pezones.
—Hermosa, murmuró.
Ella se arqueó en su toque y gimió
por todas las sensaciones que la bombardeaban al mismo tiempo. Liberó sus
pezones y terminó de aflojar sus pantalones para que su pene y los testículos
fueran liberados. Con las dos manos llegó a través de los huecos y la llevó
frente a los barrotes, al mismo tiempo que presionaba la cabeza de su erección
contra sus labios.
La visión de su polla le hizo
retorcerse y abrió los labios con avidez y lo aceptó en su boca.
Jasper gimió cuando Alice comenzó a
girar la lengua por la cabeza de su pene y lo largo de su longitud.
Mierda. Sólo la sensación de su boca
sobre su pene le llevaba cerca de un clímax poderoso. No había querido venirse
todavía, pero se sentía tan bien y se veía tan podidamente caliente, desnuda
con tan sólo los tacones y el arnés. Sabía que tenía que estar cerca del
orgasmo por la forma en que ella se retorcía y los gemidos que hacía mientras
bajaba sobre él.
Apretó su puño más fuerte en su pelo,
amando las hebras de seda contra sus dedos. Su Belleza Americana estaba
resultando ser un juguete sexual bien Americano con el que tenía la intención
de jugar todo el tiempo que pudiera. Ella lo miró con sus grandes ojos azules y
vio su polla deslizar dentro y fuera de su boca.
Esta mañana, él nunca habría pensado
que tendría a Alice Brandon en una jaula a su merced y excitada ante la
perspectiva de todo lo que quería hacerle. Hacer con ella.
Maldita sea, pero su boca estaba tan
caliente, tan húmeda. Chupó más fuerte y un sonido sordo se alzó en su
garganta. Empujó su cadera un poco más rápido y ella hizo suaves suspiros que
causaron mas sensaciones construyéndose en su ingle.
En realidad se sentía un poco
mareado, mientras su ángel chupaba su polla. Ella era más experimentada ahora y
la idea le provocó una punzada de celos en el pecho. Alice debería haber sido
suya todos estos años. De nadie más.
Jasper apretó los dientes y se centró
en la sensación de sus labios envueltos alrededor de su erección. Verla así,
esposada, de rodillas y tomándolo profundo era tan erótico que su climax llegó
rugiendo hacia él como un tren de carga.
Gritó mientras se estrellaba contra
él, y tuvo que soltar su pelo y aferrarse a las barras de la celda para evitar
caer de rodillas. Ella siguió chupando su polla, sacando cada gota de semen hasta que no pudo
soportarlo más.
La respiración de Jasper era dura y
pesada mientras sacaba la polla de la boca de Alice. Lo miró con esos ojos
azules inocentes y se lamió los labios.
—Cuánto tiempo sin verte, Alice—se
oyó la voz de Carslie. Jasper miró para ver a Carslie casualmente apoyado en el
marco de la puerta, con una mirada despierta en su rostro.
Alice gritó y tiró de las esposas
contra los barrotes de la jaula, todo su cuerpo volviéndose de una rosa
atractivo.
Jasper metió el pene y los testículos
de vuelta en el pantalón del uniforme y subió la cremallera. Él y sus hermanos
habían compartido mujeres antes. Había pasado una noche muy caliente con Edward
y Isabella antes de que los dos se comprometieran. Ahora Isabella estaba fuera
de los límites, y con razón. Los otros dos hermanos de Jasper, Carslie y Emmet,
eran aún solteros y a todos ellos le gustaba compartir sus juguetes.
Pero esto era diferente. Esta era Alice.
—¿Sientes que puedes dejar que me una
a ti esta noche, hermano? —dijo Carslie mientras sus ojos se detenían en el
cuerpo de Alice.
Ella abrió la boca y disparó su
mirada para encontrar la de Jasper. Le sonrió a su hermano, pero no fue fácil.
Por primera vez, cuando uno de sus hermanos quería participar, lo que sintió
fue dominio y posesión.
—No ésta
vez—dijo Jasper. —Ella es mía.
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