jueves, 17 de agosto de 2017

Chico de Juguete capitulo 2



Capitulo 2

Mierda, su pene lo estaba matando.

Edward Cullen apretó el puno, resistiendo la urgencia de jalarla hacia sus brazos y violarla. Si, violarla porque exactamente así era como se sentía sobre ella. La mujer temblando con indignación ante él, cazaba sus sueños, su vida, su cuerpo. Desde el primer momento en que su mirada cruzo la suya, el supo que la quería; incluso a los dieciocho, el sabia que ella seria suya un día.

Ella curvo sus dedos en su palma y soltó su brazo a su lado, evidentemente
Dándose cuenta que él no estaba rompiendo su munición – su consolador.


—.Que le paso al imbécil que estabas viendo la ultima vez?—No es que le importara. Sin el imbécil mencionado bloqueando su camino, el podría haberla hecho temblar. E incluso si el imbécil permanecía en la escena, el encontraría una forma de hacerla suya.

—Rompimos —Ella se inclino más adentro en la puerta, cruzando sus brazos sobre sus deliciosos senos, sus hombros tirando aunque ella intentaba parecer indiferente.— Y no era un imbécil. Era mi prometido. Nos íbamos a casar.

—Si, lo sé. Entonces, .que sucedió?

—Lo que suceda en mi vida personal no es de tu incumbencia. Solo dame la bolsa
Y podemos cortar con todo esto. —Un suspiro exasperado cayó de sus labios. Ella
Corrió su mano a través de su cabello húmedo y empujo contra la pared. El aroma de duraznos colgaba en el aire mientras ella estaba ante él. Su pene se tenso contra la fábrica de su jean. Hombre, quería hundir su pene en su calentura como si su vida dependiera de ello, pero tenía que pisar con cuidado. Bella Swan no era como cualquier otra mujer que conociera. El hechizo que lo forzaba a regresar a ella, habían sido seis años. El era mayor ahora, más fuerte y más capaz de hacerla suya. El tiempo había llegado, pero temía malograr todo y perderla antes de tener la oportunidad de tenerla por vida.

—Dame la bolsa, Edward —Ella solía usar lo que él pensaba que era su voz más severa. ¿Cuantos años pensaba que el tenia, cinco? El pensamiento lo irritaba porque nada lo mantendría alejada de sus brazos.

—.Vendrás a la boda conmigo?

—No, casi certeramente no. Ahora dale aquí —Ella intento agarrar el consolador.
Él lo alzo fuera de su alcance. Ella se balanceo en sus dedos de los pies intentando quitarlo de sus manos, perdida en su balance, y fue forzada a soportar su palma en su pecho para prevenir caerse encima de él. El sostuvo su mano con la otra. Su toque quemo a través de la cabeza de Dios Demonio en su camisa y el golpeteo acelerado de
Su corazón. Ella jadeo. Su pene se retorció. Aparto su mano de un tirón, furia y confusión bramando de su mirada antes de alejarse de él.

—No voy a hacer esto contigo. No voy a ser aspirada en este juego de niños que insistes jugar conmigo; uno, porque soy una adulta madura, y dos, estas actuando como nada más que el adolescente engreído que aun eres…

Dios, ella llego a él. El lanzo el consolador en una silla, la cogió por la cintura, y la lanzo contra una pared desnuda. Su respiración zigzagueaba fuera de su boca, su garganta se balanceaba, y sus senos pesaban. El vestido grueso que usaba se partió, revelando una longitud de su muslo y una pequeña parte de su coño.

La presiono hacia abajo con su cuerpo y su pene se ubico en su barriga, vigilando su reclamación. Ella necesitaba verlo como un hombre y no un chico. Mierda, el podía hacerla suya. Podía hacerla venir cientos de veces. Podía enseñarle a su cuerpo a responderle solo a él. Pero primero, ella tenía que verlo como un hombre que quería follarla fuerte, largo, rápido, lento, dulce, todo el tiempo, en cualquier sitio, y en cualquier lugar.

Pero no así. El quería salir con ella, cortejarla, y pretenderla. Hacerla enamorarse de él. Por que se imaginaba que ella sería así de fácil, no tenía ni idea. Prácticamente se había burlado de él la primera vez que se conocieron. La sabia que ella no pensaba que él era dulce y lindo y luego no le prestó más atención. Su plan para hacerla suya
Fallaría si decidía tomar la ruta generalmente más aceptada. Ella le había disparado en una palpitación. Lo que necesitaba era algo para sorprenderla, lanzarla fuera de un pedestal hasta que el rogara por su toque.
Nunca se imagino encontrarla en una tienda de sexo, comprando un consolador, pero tal vez esa aproximación seria la única ganadora.

—.Estas mojada para mi, Bella?

El azul de sus ojos se oscureció. Un profundo sonrojo rosado cubrió su piel. Sus esfuerzo por mantener el control fueron saboteados con cada respiración que ella tomaba. Sus dedos anhelaban tocarla. Su boca ansiaba lamerla. Su cuerpo gritaba por ella. Su corazón le pertenecía, pero ella lo había pisoteado y arrojado de regreso a su cara sin una mirada hacia atrás. La tenia que moldearla para que sea suya. Esta era la única manera.

—No, no lo estoy —Su negación sonaba entrecortada, ronca. Sus labios temblaron mientras el deslizaba su muslo entre el de ella. El calor de su piel se disparo sobre él, penetrando su ropa, y se estableció en sus venas. Ella tenía que estar mojada si era así de caliente. Ella busco reunir la baya alrededor de su desnudez. El capturo sus manos en una suya y las ato en lo alto de su cabeza. Sus tetas se arquearon hacia adelante. Su lengua ansiaba limpiar sus picos de diamante.

—Tus ojos dicen que estas mojada para mí.

****

Bella se retorció bajo su agarre. Su cuerpo tan cerca del suyo encendía el fuego que desesperadamente ella quería alejar de él. Ahora el sabría. Su nudillo se derivo sobre sus labios, por abajo en su garganta, dentro del valle entre sus senos, descendiendo contra su ombligo, y luego más abajo hacia su protuberancia. Frenética de haberla encontrado más mojada de lo que había predicho, ella estableció una lucha. Una lucha inútil porque él se elevaba sobre ella, su fuerza incuestionable. Ella tenía una mejor oportunidad empujando una roca. El no podía tocarla.

—Edward, por favor, déjame ir.

—Dime que no estás mojada—. Su voz rasposa le hizo cosquillas en el oído y reverbero a través de todo su cuerpo. Su mirada susurraba sobre sus labios, ligeramente partidos pero establecidos en dos líneas duras. El hecho que el tenia algo que probar, perforo cada esperanza de escapar del. Su lengua rozo su mandíbula.
Fuego líquido ardía en su coño. Instintivamente, ella gimió y se retorció contra él. El peso de su pene recostado contra ella creaba un hechizo que alteraba la mente, lo suficientemente potente para mandarla de rodillas y rogarle que la time del modo que él quisiera.

Ella no podía luchar esta batalla. No cuando su mente y cuerpo rayaba en finales separados del mismo argumento, forzándola a situarse delante de él, entregándose a él sin tener la intención de detener eso. Ella lo quería. Dios la ayude, ella lo quería. Pero no podía tenerlo. El era muy joven. .Porque, oh, porque para alguien que guiaba su vida de acuerdo a un régimen estricto, ella tenia que sentir hambre por Edward Cullen, alguien con la capacidad de descarrillar su seguridad y reservada vida?

Su nudillo acaricio sus protuberancias, cada tierno azote jalando un millon de grados de calor de su cono. El se deslizo mas abajo. Ella apretó los muslos, atrapando la mano entre ellos.

—Abre tus piernas para mi, querida.

Ella sacudio su cabeza, soltando su barbilla para evadir el oscuro deseo en sus ojos.
El se inclino sus rodillas para bajar su altura y luego empujo su barbilla con su dedo hasta que ella lo miro. Ese fue un error. Un gran e irreparable error. Ella se ahogo en la intensidad de su mirada, hipnotizada por este chico quien ahora la veia como un hombre. Un hombre que la quería. Sin palabras y acciones, el debilito su estancia. Ella cayo por el, obedeciendo su comando como no lo haria con ningun otro hombre. Sus piernas se partieron. El no rompio su atencion de sus ojos mientras el deslizaba un solo dedo dentro de ella. Ella mordio su labio, fuerte, y le dio la bienvenida al dolor, cualquier cosa para distraerla del surrealismo de la situacion. Pero nada podría distraerla lo suficiente para no notar como su cuerpo se abrazaba a el. El sonido de su dedo, lentamente y deliberadamente nadando en su humedad, hizo eco alrededor de la habitacion.

—Por favor —.Que le estaba rogando? .Que se detenga? No, ella quería mas. Su cuerpo hambriento por doce meses de sexo, rogaba por mas. El removio su dedo. Ella casi muere por el vacio y lloriqueo en dolor. El soltó sus manos. Ella apretó su muneca, sus dedos acariciando el cuerpo de la extensa pulsera de pinchos y el contraste de su piel blanca contra su musculosa piel bronceada subiendo su dedeo hasta la ultima muesca. Ella quería beber de su machismo, la sensualidad que emanaba sin esfuerzo, la fiera fuerza que el escondia tan descuidadamente. Ella quería que la derribe e sumerja su pene dentro de ella, rompiendo a través de sus paredes, exponiendola. Pero el nunca podría. Ella tenia que enderezarlo.

—Edward…

El ahueco su coño y luego relajo en dos dedos. Todos los pensamientos volaron. Su pulgar acaricio su clitoris, sobrecargando su cerebro con sensacion sobre sensacion. El alimento su sexualidad descuidada; ella quería aspirarlo por completo.

Ella empujo sus palmas contra su pecho, rechazandolo al mismo tiempo que su
clitoris se mecia contra la yema de su pulgar. Dos dedos se volvieron tres, llenándola profundamente. El tierno masaje de su clitoris con su pulgar se convirtio en expertos y rapidos golpes que llamaba cada nervio centrado dentro de ello, por su sensacion de placer.

—No puedo—. Aun ella intento detenerse. Se supone que esta seria la voz de la madurez entre los dos, no la patetica impotente dictada por un cuerpo bajo su comando.

—Vente para mi, Bella. Vente para mi —Su demanda destrozo el ultimo centello de control que le quedaba—. Di mi nombre y vente para mi. —Su boca se cerro sobre su seno. Ella perdio el poco balance que mantenia mientras su pezon se hincho aun mas bajo los calientes azotes de su talentosa lengua. Sus dedos empujando hacian juego con sus respiraciones imprudentes.

—Ahora —dijo el alrededor de su pezon, y su pulgar emitio el ultimo toque. Ella se desplomo y cayo en sus brazos, muy debil para resistir los espasmos poderosos del orgasmo barriendo sobre su cuerpo entero. El la sostuvo hasta que su ultima contraccion fue mucho mas alla y su aliento insertandose en duros jadeos. Lentamente, ella se desplego de el. La realidad tomandose su tiempo para arrastrarse dentro. Ella evadio mirarlo. ¿Como podia? Ella la dejo tocarla, le permitio hacerla venirse.
Practicamente le rogo que la folle con sus dedos. Ella era horrible, solo locamente horrible. Por suerte, el no la detuvo mientras ella se bamboleo lejos de el, enderezando su bata mientras lo hacia. Mordio su nudillo para no estar furiosa consigo misma por permitirse tal acto irreparable tome lugar. ¿En que estaba pensando? Se dio la vuelta para enfrentarlo.

—Ese fue un error. Uno que debemos olvidar inmediatamente —Su voz tensa por la ronquera de su garganta, pero ella se mantuvo rigida y severa.

—No va a suceder, querida —El se mantuvo ahi, en su pantalon de vaquero desgastado, cinturon de cuero grueso, camisa negra, un reloj gigante en su otra muñeca, tatuajes alzandose hacia arriba en un brazo, sobre su esculpido biceps y desapareciendo debajo de la manga corta de su camisa, el mundo a sus pies, todo joven, lleno de pene y semen.

El llevo su mano a su boca, con la que la habia tocado. Sus dedos seducidos sobre sus labios. Inhalo su aroma antes de lamer su sabor. Ella temblo. Su coño dolia por ser tocado de nuevo. Ella cruzo sus brazos para evitar que sus pezones hurguen a través de su bata.
Con su otra mano, el cogio la Curiosa bolsa de Coito de la silla. Maldita sea, si hubiese estado pensando apropiadamente, podría haber devuelto lo que se estaba volviendo su peor compra.


—Recogeme a las tres.

—.Que?

—A la boda de manana. Recogeme a las tres.

—Por supuesto que no voy a ir a la boda contigo. No quiero tener nada que ver contigo. ¿No lo entiendes?

—Oh, claro que si. Lo entiendo alto y claro. Me quieres. Quieres que te folle por
atras, quieres que jale tu cabello mientras hago que comas mi semen —El cerro la distancia entre ellos. El aire alrededor de ella desaparecio. Se forzo a si misma a no agitarse, no rogarle que termine lo que habia empezado—. Te he visto observandome, Bella. Se que tu cuerpo se pone caliente por mi. Pero, .por que arreglar con esto— alzo la bolsa—, cuando puedo darte una cosa real y mucho mas?

—Porque... porque si quisiera la cosa real, hubiese salido y encontrado un hombre quien es…

—.Que? .Con la edad apropiada? .Es la unica cosa que me mantiene de follar contigo?
—No tiene que haber nada mas. Es una razon suficientemente valida que puede sostenerse por si misma—. No pudo evadir el quiebre en su voz. Edad apropiada la hacia sonar noventera, pero ni siquiera tenia veinte.

—¿Tienes miedo de lo que diga la gente?

—Dios, si—. Lo acuso lejos de el. Solo podia tomar bastante de su cercania antes de que sus hormonas empezaran a planear en contra de ella.

—Es solo un numero, Bella.

—Y esa es una manera tan cliche de verlo. Nada puede venir de esto. Soy diez años mayor que tu, y nunca, saldre con un hombre menor que yo—La idea demolio su romance ideal, un romance hilado de cuentos de hadas de una edad bastante joven, donde su principe encantado siempre era mayor que ella. Asi que Dean no era su principe encantado, y tal vez si ella salia, encontraría al verdadero, pero seguramente no era menor que ella. Tenia que ponerle las cosas claras inmediatamente—. Estas perdiendo el tiempo conmigo, Edward.

Un escudo enigmatico velo sus rasgos.

—No cambia nada. Recogeme a las tres —Camino hacia la puerta, su equipaje en una mano, la otra en el pomo de la puerta”

—.Y si no lo hago?


El se volteo para enfrentarla sin dejar de sostener el pomo de la puerta. —En ese caso, puede que sea forzado a coger un vuelo fuera de Sudafrica. Pero no te preocupes, dejare esto con mi tia. Estoy segura que ella no tendra ningun problema en regresartelo.

1 comentario:

Kar dijo...

Genial y muy Hot Hot Hot

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
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De noche y de Dia
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Y sea tu marca de heroina