Capitulo 2
Mierda, su pene lo estaba matando.
Edward Cullen apretó el puno, resistiendo la urgencia
de jalarla hacia sus brazos y violarla. Si, violarla porque exactamente así era
como se sentía sobre ella. La mujer temblando con indignación ante él, cazaba
sus sueños, su vida, su cuerpo. Desde el primer momento en que su mirada cruzo
la suya, el supo que la quería; incluso a los dieciocho, el sabia que ella
seria suya un día.
Ella curvo sus dedos en su palma y soltó su brazo a su
lado, evidentemente
Dándose cuenta que él no estaba rompiendo su munición
– su consolador.
—.Que le paso al imbécil que estabas viendo la ultima
vez?—No es que le importara. Sin el imbécil mencionado bloqueando su camino, el
podría haberla hecho temblar. E incluso si el imbécil permanecía en la escena,
el encontraría una forma de hacerla suya.
—Rompimos —Ella se inclino más adentro en la puerta,
cruzando sus brazos sobre sus deliciosos senos, sus hombros tirando aunque ella
intentaba parecer indiferente.— Y no era un imbécil. Era mi prometido. Nos íbamos
a casar.
—Si, lo sé. Entonces, .que sucedió?
—Lo que suceda en mi vida personal no es de tu
incumbencia. Solo dame la bolsa
Y podemos cortar con todo esto. —Un suspiro exasperado
cayó de sus labios. Ella
Corrió su mano a través de su cabello húmedo y empujo
contra la pared. El aroma de duraznos colgaba en el aire mientras ella estaba
ante él. Su pene se tenso contra la fábrica de su jean. Hombre, quería hundir
su pene en su calentura como si su vida dependiera de ello, pero tenía que
pisar con cuidado. Bella Swan no era como cualquier otra mujer que conociera.
El hechizo que lo forzaba a regresar a ella, habían sido seis años. El era
mayor ahora, más fuerte y más capaz de hacerla suya. El tiempo había llegado,
pero temía malograr todo y perderla antes de tener la oportunidad de tenerla
por vida.
—Dame la bolsa, Edward —Ella solía usar lo que él
pensaba que era su voz más severa. ¿Cuantos años pensaba que el tenia, cinco?
El pensamiento lo irritaba porque nada lo mantendría alejada de sus brazos.
—.Vendrás
a la boda conmigo?
—No,
casi certeramente no. Ahora dale aquí —Ella intento agarrar el consolador.
Él
lo alzo fuera de su alcance. Ella se balanceo en sus dedos de los pies
intentando quitarlo de sus manos, perdida en su balance, y fue forzada a
soportar su palma en su pecho para prevenir caerse encima de él. El sostuvo su
mano con la otra. Su toque quemo a través de la cabeza de Dios Demonio en su
camisa y el golpeteo acelerado de
Su
corazón. Ella jadeo. Su pene se retorció. Aparto su mano de un tirón, furia y confusión
bramando de su mirada antes de alejarse de él.
—No
voy a hacer esto contigo. No voy a ser aspirada en este juego de niños que insistes
jugar conmigo; uno, porque soy una adulta madura, y dos, estas actuando como
nada más que el adolescente engreído que aun eres…
Dios,
ella llego a él. El lanzo el consolador en una silla, la cogió por la cintura,
y la lanzo contra una pared desnuda. Su respiración zigzagueaba fuera de su
boca, su garganta se balanceaba, y sus senos pesaban. El vestido grueso que
usaba se partió, revelando una longitud de su muslo y una pequeña parte de su
coño.
La
presiono hacia abajo con su cuerpo y su pene se ubico en su barriga, vigilando su
reclamación. Ella necesitaba verlo como un hombre y no un chico. Mierda, el podía
hacerla suya. Podía hacerla venir cientos de veces. Podía enseñarle a su cuerpo
a responderle solo a él. Pero primero, ella tenía que verlo como un hombre que quería
follarla fuerte, largo, rápido, lento, dulce, todo el tiempo, en cualquier
sitio, y en cualquier lugar.
Pero
no así. El quería salir con ella, cortejarla, y pretenderla. Hacerla enamorarse
de él. Por que se imaginaba que ella sería así de fácil, no tenía ni idea. Prácticamente
se había burlado de él la primera vez que se conocieron. La sabia que ella no
pensaba que él era dulce y lindo y luego no le prestó más atención. Su plan
para hacerla suya
Fallaría
si decidía tomar la ruta generalmente más aceptada. Ella le había disparado en una
palpitación. Lo que necesitaba era algo para sorprenderla, lanzarla fuera de un
pedestal hasta que el rogara por su toque.
Nunca
se imagino encontrarla en una tienda de sexo, comprando un consolador, pero tal
vez esa aproximación seria la única ganadora.
—.Estas
mojada para mi, Bella?
El
azul de sus ojos se oscureció. Un profundo sonrojo rosado cubrió su piel. Sus esfuerzo
por mantener el control fueron saboteados con cada respiración que ella tomaba.
Sus dedos anhelaban tocarla. Su boca ansiaba lamerla. Su cuerpo gritaba por ella.
Su corazón le pertenecía, pero ella lo había pisoteado y arrojado de regreso a
su cara sin una mirada hacia atrás. La tenia que moldearla para que sea suya.
Esta era la única manera.
—No, no lo estoy —Su negación sonaba entrecortada,
ronca. Sus labios temblaron mientras el deslizaba su muslo entre el de ella. El
calor de su piel se disparo sobre él, penetrando su ropa, y se estableció en
sus venas. Ella tenía que estar mojada si era así de caliente. Ella busco reunir
la baya alrededor de su desnudez. El capturo sus manos en una suya y las ato en
lo alto de su cabeza. Sus tetas se arquearon hacia adelante. Su lengua ansiaba
limpiar sus picos de diamante.
—Tus ojos dicen que estas mojada para mí.
****
Bella se retorció bajo su agarre. Su cuerpo tan cerca
del suyo encendía el fuego que desesperadamente ella quería alejar de él. Ahora
el sabría. Su nudillo se derivo sobre sus labios, por abajo en su garganta,
dentro del valle entre sus senos, descendiendo contra su ombligo, y luego más
abajo hacia su protuberancia. Frenética de haberla encontrado más mojada de lo
que había predicho, ella estableció una lucha. Una lucha inútil porque él se
elevaba sobre ella, su fuerza incuestionable. Ella tenía una mejor oportunidad
empujando una roca. El no podía tocarla.
—Edward, por favor, déjame ir.
—Dime que no estás mojada—. Su voz rasposa le hizo
cosquillas en el oído y reverbero a través de todo su cuerpo. Su mirada
susurraba sobre sus labios, ligeramente partidos pero establecidos en dos líneas
duras. El hecho que el tenia algo que probar, perforo cada esperanza de escapar
del. Su lengua rozo su mandíbula.
Fuego líquido ardía en su coño. Instintivamente, ella gimió
y se retorció contra él. El peso de su pene recostado contra ella creaba un
hechizo que alteraba la mente, lo suficientemente potente para mandarla de
rodillas y rogarle que la time del modo que él quisiera.
Ella no podía luchar esta batalla. No cuando su mente
y cuerpo rayaba en finales separados del mismo argumento, forzándola a situarse
delante de él, entregándose a él sin tener la intención de detener eso. Ella lo
quería. Dios la ayude, ella lo quería. Pero no podía tenerlo. El era muy joven.
.Porque, oh, porque para alguien que guiaba su vida de acuerdo a un régimen
estricto, ella tenia que sentir hambre por Edward Cullen, alguien con la
capacidad de descarrillar su seguridad y reservada vida?
Su nudillo acaricio sus protuberancias, cada tierno
azote jalando un millon de grados de calor de su cono. El se deslizo mas abajo.
Ella apretó los muslos, atrapando la mano entre ellos.
—Abre tus piernas para mi, querida.
Ella sacudio su cabeza, soltando su barbilla para evadir el oscuro
deseo en sus ojos.
El se inclino sus rodillas para bajar su altura y luego empujo su
barbilla con su dedo hasta que ella lo miro. Ese fue un error. Un gran e
irreparable error. Ella se ahogo en la intensidad de su mirada, hipnotizada por
este chico quien ahora la veia como un hombre. Un hombre que la quería. Sin
palabras y acciones, el debilito su estancia. Ella cayo por el, obedeciendo su
comando como no lo haria con ningun otro hombre. Sus piernas se partieron. El
no rompio su atencion de sus ojos mientras el deslizaba un solo dedo dentro de
ella. Ella mordio su labio, fuerte, y le dio la bienvenida al dolor, cualquier
cosa para distraerla del surrealismo de la situacion. Pero nada podría distraerla
lo suficiente para no notar como su cuerpo se abrazaba a el. El sonido de su dedo,
lentamente y deliberadamente nadando en su humedad, hizo eco alrededor de la habitacion.
—Por favor —.Que le estaba rogando? .Que se detenga? No, ella quería
mas. Su cuerpo hambriento por doce meses de sexo, rogaba por mas. El removio su
dedo. Ella casi muere por el vacio y lloriqueo en dolor. El soltó sus manos.
Ella apretó su muneca, sus dedos acariciando el cuerpo de la extensa pulsera de
pinchos y el contraste de su piel blanca contra su musculosa piel bronceada subiendo
su dedeo hasta la ultima muesca. Ella quería beber de su machismo, la
sensualidad que emanaba sin esfuerzo, la fiera fuerza que el escondia tan
descuidadamente. Ella quería que la derribe e sumerja su pene dentro de ella,
rompiendo a través de sus paredes, exponiendola. Pero el nunca podría. Ella tenia
que enderezarlo.
—Edward…
El ahueco su coño y luego relajo en dos dedos. Todos los
pensamientos volaron. Su pulgar acaricio su clitoris, sobrecargando su cerebro
con sensacion sobre sensacion. El alimento su sexualidad descuidada; ella quería
aspirarlo por completo.
Ella empujo sus palmas contra su pecho, rechazandolo al mismo
tiempo que su
clitoris se mecia contra la yema de su pulgar. Dos dedos se volvieron
tres, llenándola profundamente. El tierno masaje de su clitoris con su pulgar
se convirtio en expertos y rapidos golpes que llamaba cada nervio centrado dentro
de ello, por su sensacion de placer.
—No puedo—. Aun ella intento detenerse. Se supone que esta seria
la voz de la madurez entre los dos, no la patetica impotente dictada por un cuerpo
bajo su comando.
—Vente para mi, Bella. Vente para mi —Su demanda destrozo el
ultimo centello de control que le quedaba—. Di mi nombre y vente para mi. —Su
boca se cerro sobre su seno. Ella perdio el poco balance que mantenia mientras
su pezon se hincho aun mas bajo los calientes azotes de su talentosa lengua.
Sus dedos empujando hacian juego con sus respiraciones imprudentes.
—Ahora —dijo el alrededor de su pezon, y su pulgar emitio el
ultimo toque. Ella se desplomo y cayo en sus brazos, muy debil para resistir
los espasmos poderosos del orgasmo barriendo sobre su cuerpo entero. El la
sostuvo hasta que su ultima contraccion fue mucho mas alla y su aliento insertandose en duros
jadeos. Lentamente, ella se desplego de el. La realidad tomandose su tiempo
para arrastrarse dentro. Ella evadio mirarlo. ¿Como podia? Ella la dejo
tocarla, le permitio hacerla venirse.
Practicamente le rogo que la folle con sus dedos. Ella era
horrible, solo locamente horrible. Por suerte, el no la detuvo mientras ella se
bamboleo lejos de el, enderezando su bata mientras lo hacia. Mordio su nudillo
para no estar furiosa consigo misma por permitirse tal acto irreparable tome
lugar. ¿En que estaba pensando? Se dio la vuelta para enfrentarlo.
—Ese fue un error. Uno que debemos olvidar inmediatamente —Su voz
tensa por la ronquera de su garganta, pero ella se mantuvo rigida y severa.
—No va a suceder, querida —El se mantuvo ahi, en su pantalon de
vaquero desgastado, cinturon de cuero grueso, camisa negra, un reloj gigante en
su otra muñeca, tatuajes alzandose hacia arriba en un brazo, sobre su esculpido
biceps y desapareciendo debajo de la manga corta de su camisa, el mundo a sus
pies, todo joven, lleno de pene y semen.
El llevo su mano a su boca, con la que la habia tocado. Sus dedos
seducidos sobre sus labios. Inhalo su aroma antes de lamer su sabor. Ella
temblo. Su coño dolia por ser tocado de nuevo. Ella cruzo sus brazos para
evitar que sus pezones hurguen a través de su bata.
Con su otra mano, el cogio la Curiosa bolsa de Coito de la silla.
Maldita sea, si hubiese estado pensando apropiadamente, podría haber devuelto
lo que se estaba volviendo su peor compra.
—Recogeme a las tres.
—.Que?
—A la boda de manana. Recogeme a las tres.
—Por supuesto que no voy a ir a la boda contigo. No quiero tener
nada que ver contigo. ¿No lo entiendes?
—Oh, claro que si. Lo entiendo alto y claro. Me quieres. Quieres
que te folle por
atras, quieres que jale tu cabello mientras hago que comas mi
semen —El cerro la distancia entre ellos. El aire alrededor de ella
desaparecio. Se forzo a si misma a no agitarse, no rogarle que termine lo que
habia empezado—. Te he visto observandome, Bella. Se que tu cuerpo se pone
caliente por mi. Pero, .por que arreglar con esto— alzo la bolsa—, cuando puedo
darte una cosa real y mucho mas?
—Porque... porque si quisiera la cosa real, hubiese salido y
encontrado un hombre quien es…
—.Que? .Con la edad apropiada? .Es la unica cosa que me mantiene
de follar contigo?
—No tiene que haber nada mas. Es una razon suficientemente valida
que puede sostenerse por si misma—. No pudo evadir el quiebre en su voz. Edad
apropiada la hacia sonar noventera, pero ni siquiera tenia veinte.
—¿Tienes miedo de lo que diga la gente?
—Dios, si—. Lo acuso lejos de el. Solo podia tomar bastante de su
cercania antes de que sus hormonas empezaran a planear en contra de ella.
—Es solo un numero, Bella.
—Y esa es una manera tan cliche de verlo. Nada puede venir de
esto. Soy diez años mayor que tu, y nunca, saldre con un hombre menor que yo—La
idea demolio su romance ideal, un romance hilado de cuentos de hadas de una
edad bastante joven, donde su principe encantado siempre era mayor que ella.
Asi que Dean no era su principe encantado, y tal vez si ella salia, encontraría
al verdadero, pero seguramente no era menor que ella. Tenia que ponerle las
cosas claras inmediatamente—. Estas perdiendo el tiempo conmigo, Edward.
Un escudo enigmatico velo sus rasgos.
—No cambia nada. Recogeme a las tres —Camino hacia la puerta, su
equipaje en una mano, la otra en el pomo de la puerta”
—.Y si no lo hago?
El se volteo para enfrentarla sin dejar de sostener el pomo de la
puerta. —En ese caso, puede que sea forzado a coger un vuelo fuera de Sudafrica.
Pero no te preocupes, dejare esto con mi tia. Estoy segura que ella no tendra
ningun problema en regresartelo.
1 comentario:
Genial y muy Hot Hot Hot
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