martes, 12 de septiembre de 2017

Dulce Asesino Capitulo 3

La historia no es mía es una adaptación 

 Los personajes son propiedad de Stephanie Meyer

CAPITULO 3

Durante el siguiente par de días evité la casa de enfrente. Todavía echaba algún vistazo ocasional por la ventana durante los entrenamientos, pero mis días de espionaje obsesivo se habían acabado. Entonces la noche del sábado, Heather Monroe fue asesinada y las cosas lentamente empezaron a cambiar.

Mi padre y yo veíamos las noticias de las once, esperando el resumen de los deportes cuando dieron la trágica historia sobre la chica. No sabía que Heather Monroe era de Novi, y tristemente, no me sorprendí al oír la historia sobre una chica que había sido encontrada golpeada y apuñalada treinta y siete veces (vivía en el área metropolitana de Detroit). Pero cuando su foto apareció en la pantalla, me sorprendí al ver a una chica de quince años, alta, flaca, pelirroja y con ojos color avellana.

Había algo inquietante en la imagen, y no sólo porque yo tenía quince años y era alta, flaca, pelirroja y de ojos avellana. Era algo más que eso. Heather Monroe podía haber sido mi hermana gemela. Sabía que no era la única pensando eso, porque mi padre apagó el televisor inmediatamente, besó la cima de mi cabeza y me dijo lo mucho que me quería. Después se marchó de la habitación.


Esa misma noche soñé con Edward por primera vez. Me encontraba de pie en su garaje y la pared de detrás de mí estaba completamente pintada como una diana. Sentía miedo. Necesitaba escapar, pero mis piernas no se movían.
Edward estaba allí, y cuando me miró con esos ojos azules, me perdí en ellos. —Bella —me llamó, susurrando mi nombre casi con reverencia.

Entonces empezó a lanzarme cuchillos. No podía moverme. La única cosa que podía hacer fue apretar mis ojos con fuerza y esperar al dolor, pero el dolor no llegó. Abrí los ojos de nuevo y los cuchillos habían aterrizado en mi ropa, sujetando mis brazos y piernas a la diana que tenía detrás. Estaba atrapada.

Él caminó hacía mi, admirando su objetivo. Mi respiración se hizo menos profunda con cada paso que daba en mi dirección. —Bella —susurró de nuevo mientras llevaba la punta de un cuchillo al lado de mi cara—. Relájate.

Bajó la cuchilla por mi mejilla y después por el costado de mi cuello tan suavemente que podrían haber sido sus dedos acariciándome.

Después dejó caer el cuchillo al suelo. Me estremecí al oír el ruido, y fue entonces cuando me besó. Me besó, y me besó, y me besó hasta que pensé que mi cuerpo se derretía desde la pared hasta convertirse en un pequeño charco en el suelo.
Alguien empezó a aporrear la puerta del garaje, gritando mi nombre. Sabía que debería pedir ayuda, pero no conseguía hacerlo. No cuando sus besos me hacían sentir tan bien. Los golpes se hicieron más y más fuertes hasta que al final, mi madre entró en mi habitación y me sacudió. Me desperté con un grito ahogado y mi madre se preocupó de inmediato.

—Sólo era un sueño, mamá —le dije, tratando de no ruborizarme porque todavía podía sentir en mí los labios de Edward—. Una pesadilla, creo.

Sonrió comprensivamente y después retiró mi pelo hacia atrás para mirar mis puntos—. ¿Cómo está tu cabeza esta mañana?

Lo pensé durante un segundo. —Bastante mejor. El dolor de cabeza se ha ido.
—Me siento mal teniendo que dejarte cada día —dijo mi madre con un suspiro—.

Debería haber pedido algunos días libres en el trabajo, pero con el crucero tan próximo realmente no tengo tiempo.

—No te preocupes —le dije rápidamente, no queriendo que se sintiese culpable.
Ella y papá se van a un crucero al final del verano por su vigésimo aniversario.

Nunca han tenido unas vacaciones reales antes, y no creo que los haya visto tan entusiasmados en su vida. Han sido los padres más fáciles desde que reservaron el viaje. Ni siquiera me castigaron cuando me suspendieron en la escuela el último mes por las lamentaciones de Gabby Reese después de que me llamase lesbiana.

No había necesidad de matar sus estados de ánimo por un accidente sin importancia.

—De todas formas duermo la mayor parte del tiempo —le aseguré—. Y realmente hoy me siento mucho mejor. Creo que incluso podría ir a hacer skate después. Me muero de ganas de salir de casa un rato.
Mamá frunció el ceño pero luego suspiró. —Sólo sé cuidadosa, y recuerda…

—Ponerme los patines siempre después del casco —terminé por ella, asintiendo ante mi comprensión.
La preocupación de mamá se fundió en una sonrisa. —Ahora tengo que ir al supermercado, ¿quieres algo?

—¿Rocky Road y Mint Chip?

Mamá rió. —Supongo que realmente te estás sintiendo mejor. —Se levantó de mi cama y se paró en la puerta—. Tómatelo con calma hoy, Bellsi.

—¡Lo he tomado con calma! —le grité antes de que mi madre pudiese decir nada cuando entré en casa más tarde esa noche cubierta de sRosere. Me incliné en el fregadero de la cocina y empecé a lavar la sRosere de mis manos y cara—. Fue sólo un pequeño juego de mancha en el parque, ¡y no he devuelto el golpe!

—¿Qué sucedió? —me preguntó papá desde algún lugar de la sala.

—Me di con un codo en la nariz. No te preocupes, estoy segura de que no está
rota. ¿Puede alguien acercarme una maldita toalla?

De repente conseguí lo que había pedido. Más de lo que había pedido. Fui empujada contra un cuerpo y mi cabeza suavemente inclinada hacia atrás hasta que fue apoyada en el hombro de alguien. Después el paño que había pedido fue presionado suavemente en mi palpitante nariz. Grité instintivamente y traté de escapar de mi inesperado captor, pero el brazo alrededor de mi cintura era un tornillo.

—Hay maneras más fáciles de conseguir mi atención que hacerte sRoserar continuamente, Bella —susurró el objeto de mi pesadilla. Sus labios rozaron mi oreja, la respiración tan cálida como lo había sido en mi sueño.

Por un instante, pensé que me había quedado K.O. durante el juego y que tenía otra pesadilla. Luché para liberarme del abrazo para encontrar a Edward mirándome con divertida perversión.

—¿Cuál es el problema contigo? —jadeé.

Edward levantó la toalla ensRoserentada con una perfecta máscara de inocencia.

—Sólo intentaba ayudar.

Tomé la toalla de sus manos con rabia, y di un paso seguro lejos de él mientras intentaba detener la hemorragia nasal por mí misma. —¿Qué estás haciendo aquí?

Rosalie entró en la cocina y sacó algo de la nevera. —Bella, ¿esta es tu forma de tratar a un invitado? Este es Edward —me informó—. ¿No estás emocionada por conocer finalmente a tu príncipe azul?

—Es bueno conocerte al fin —asintió Edward. La conocedora sonrisa que me dedicó envió dos tipos diferentes de escalofríos a través de mí.

—Sí —dije sarcásticamente—. Al fin.

Me alegré cuando Rosalie rompió el incómodo silencio, y más cuando entrelazó su brazo alrededor del de Edward. —La cena está lista —dijo, empujándolo hacia el salón—. Puedes sentarte a mi lado. —Fue un alivio tener esa sonrisa asesina dirigida a alguien más aparte de mí esta vez.
Me retiré a la seguridad de mi habitación y tomé una respiración profunda cuando la puerta se cerró con seguridad detrás de mí. Mientras cambiaba mi camiseta llena de sRosere, pensé en la persona del piso de abajo que esperaba cenar con mi familia. Así que le gustaba lanzar cuchillos a maniquíes y no tenía sentido del espacio personal, lo cual no era una verdadera razón para tenerle miedo. Quiero decir que Mike Newton no tenía problema en invadir mi espacio personal mientras golpeaba mi cara esta tarde, y no le tuve miedo. De hecho, la siguiente vez que estuviera con Mike en el juego, sería él quien realmente lo sintiera. Pero aun así, había algo muy inquietante acerca de Edward y me molestaba realmente. Bajé decidida a no dejar que ese chico me intimidara. Después de todo, ningún chico lo había hecho antes.

—¡Aquí estás! —exclamó mi padre con orgullo cuando entré en el comedor—. Esta es nuestra hija menor, Bella.

Mi padre gesticuló hacia mí y después pasó su mano por la mujer que había visto conduciendo el BMW. Era aún más sorprendente de cerca, y parecía extrañamente fuera de lugar en nuestra vieja y sucia mesa. —Bella, esta es nuestra nueva vecina Esme Cullen y, por supuesto, ya conoces a su sobrino, Edward Masen.

Intenté prepararme a mí misma cuando miré en la dirección que mi padre señalaba, pero no me sirvió de nada. Me encontré con los ojos de Edward y al instante toda mi resolución salió volando por la ventana. Mi corazón se aceleró, mi adrenalina se disparó y juzgando por la forma en la que Edward me miraba (como un depredador acechando a su presa), empezaba a pensar que él podía oler mi miedo.

—Hola —murmuré, sentándome en el asiento que me habían guardado, el cual por desgracia se encontraba directamente frente al de Edward. Pegué los ojos a mi plato.

—Bella, ¿dónde están tus modales? —me regañó mamá, algo que hacía muy a menudo.

Levanté la vista entonces, pero al menos ahora me sentía molesta en lugar de intimidada. Edward me sonrió y traté de mantener el tono de mi voz cuando dije—: Gracias por ayudarme.

—¿Ayudarte? —repitió Rosalie con incredulidad—. Bella, él te rescató. —Luego se giró hacia Edward, brillando de admiración—. Salvaste su vida.

Edward me lanzó otra sonrisa. —Fue un placer.

Rápidamente Rosalie trató de recuperar su atención. —No sé cómo pudiste mantener la calma —dijo—. Había mucha sRosere. Debes ser realmente valiente.
—O quizá simplemente le gusta la sRosere —me quejé en voz baja.
—En realidad —habló la tía de Edward, asustándome. Por un momento me pregunté si me habría escuchado, pero sonreía—, Edward es bueno es las situaciones de emergencia. Está certificado tanto en reanimación cardiopulmonar como en primeros auxilios, y ha sido entrenado en defensa personal.

¿Ser un experto lanzador de cuchillos se considera autodefensa? Quise preguntar.

—¿En serio? —arrulló Rosalie, apoyando la mano en su brazo—. ¡Eso es genial!

—Sí, tengo grandes esperanzas de que él sea un buen médico algún día —continuó presumiendo la señora Cullen.

—¡Un médico! —exclamó Rosalie—. Sí, después de verte en acción estoy segura de que serás un gran doctor.

—Quizá debería —dijo Edward a la ligera—. Me parece que podría utilizar una parte del personal en esta casa simplemente para Bella.

Todo el mundo rió por eso, excepto yo, por supuesto. Para mi horror todo lo que pude hacer fue ruborizarme. Fue mi madre quien finalmente me echó una mano y reclamó la atención fuera de mí. —¿Entonces estás estudiando para eso? —le preguntó a Edward—. Supongo que empezarás la universidad en otoño.

—No, a penas tengo diecisiete. Seré senior en otoño. Lo cual es algo bueno porque no tengo ninguna idea sobre qué hacer. Necesito tiempo para pensar en ello.

Mi madre sonrió con simpatía. —¿Cambiar de instituto en tu último curso? Debe ser duro.

La señora Cullen suspiró. —Me sentí mal por tener que mudarnos, pero él está siendo muy maduro.

Pillé a mi padre mirando a Rosalie con una sonrisa en su cara, y no pude evitar mi sonrisa tampoco. Rosalie iba a ser senior también, y si mi padre nos hubiese cambiado de instituto ese año, ella habría empezado la tercera guerra mundial.

Papá me guiñó un ojo y luego dirigió su atención de vuelta a la conversación.
—No va a ser tan malo —dijo Edward y me miró de nuevo—. El vecindario ya ha resultado ser mucho más emocionante de lo que esperaba. —Todo el mundo rió de nuevo, y hubo más miradas en mi dirección—. Más ahora que al menos tengo un par de amigas para hacerme compañía durante el verano.

—Oh, ¡más de un par! —Rosalie prácticamente rebosaba de emoción—. Puedo presentarte a un montón de gente este verano. De hecho, hay una gran fiesta en la playa este viernes. Sé que no es exactamente el tipo de playa a la que estás acostumbrado en California, pero será divertido. Mi amiga Alice tiene una casa en el lago con un bote y motos acuáticas. La mitad de la clase senior irá.

—No estoy segura sobre esa fiesta, Rosalie —interrumpió mi madre con voz cautelosa.

—Oh, no te preocupes, mamá. Los padres de Alice estarán allí. Es una barbacoa, no una rave.

—No es eso cariño, confío en los padres de Alice. Pero ¿después de lo que les ha sucedido a esas chicas? Simplemente no sé si es una buena idea estar fuera hasta tan tarde los fines de semana ahora mismo.

—¿Qué chicas? —preguntamos al unísono Rosalie, Edward y yo.

—¿Te refieres a las dos víctimas apuñaladas? —preguntó la tía de Edward y mi madre asintió.

—¿Recuerdas la chica que vimos en las noticias la semana pasada? —me preguntó papá de repente—. La que…

La voz de papá se fue apagando y me estremecí. —Heather Monroe

—No fue la única. Hubo otra chica el fin de semana anterior. Apuñalada en Farmington Hills. Encaja en el mismo perfil.

Me estremecí de nuevo. Podría decir por la mirada que tenía mi padre en la cara que con “el mismo perfil” se refería a una copia en carbón de mí misma. Pasó un momento entre nosotros, el cual Rosalie interrumpió con un impulsivo—: ¿Estás diciendo que un asesino en serie anda suelto ahora mismo?

Mi rostro palideció y mi padre rápidamente nos aseguro que no era así. —No pareces muy convencido —le dije, porque él no lo estaba.

—Los asesinatos pueden estar conectados —dijo Edward de la nada—. Pero no se pueden considerar asesinatos en serie a menos que haya tres o más.

La señora Cullen debió de ver la mirada que le echaba a su sobrino, porque dijo—: No, él tiene razón. Estuve viendo un informe especial sobre ello la otra noche. De hecho la policía está bastante segura de que las dos muertes son coincidencia.

—¿Están seguros? —preguntó mi madre.
La señora Cullen se encogió de hombros. —Parecen bastante seguros.
Mamá miró de nuevo a Rosalie. —¿Cuándo es la fiesta?

—El viernes.

—¿Y los padres de Alice estarán allí?

Rosalie asintió. —Y algunos de sus amigos también.
Mamá miró a papá y luego otra vez a Rosalie. Finalmente suspiró.

—No puedes ir por tu cuenta, y espero que estés en casa para tu toque de queda habitual.

—Ahí lo tienes —dijo Rosalie dirigiéndose a Edward—. Tienes que venir conmigo porque no puedo ir sola.

Edward frunció el ceño confuso. —¿No irá Bella también?

Rosalie resopló, lo que hizo que Edward estuviese aún más confuso hasta que vio
la mirada de disgusto en mi cara.

—Prefiero enfrentarme con el asesino en serie.

—¡Bella! —Mi madre. Otra vez con la reprimenda.

Por un momento, todo el mundo recordó que había comida en la mesa. Me alegré por el silencio, pero podía sentir los ojos de Edward en mí. Lo desafié con un vistazo, y después deseé no haberlo hecho porque me miraba con la misma intensa —y— divertida mirada que ya le había visto varias veces, y me recordó a mi sueño.

Cuando el teléfono sonó devolviendo la vida a la cocina fue como un pequeño milagro de la vida. Rosalie saltó, pero antes de que pudiese dar dos pasos, mi madre gritó—: ¡Siéntate, Rosalie!

—Pero mamá…

—Pero nada. Estamos en medio de una agradable cena con compañía.

—¡Pero me has quitado mi teléfono! ¡Ni siquiera tengo mensajería de voz ahora!

—Tenemos contestador automático.

—Pero...

Mamá finalmente silenció las protestas de Rosalie con una mirada, y yo reí.
Rosalie es adicta a su teléfono móvil, pero el mes pasado tuvo una factura de unos doscientos dólares de más, y mis padres se lo confiscaron. Tendrá que estar con los pies en la tierra durante todo el verano. Yo no tengo uno, simplemente porque nunca lo he necesitado. Sólo tengo que hablar con los J y están a punto de regresar. La mayoría del tiempo ni siquiera se molestan en llamar a la puerta antes de entrar. Aún así, cuando mis padres me ofrecieron dejarme usar el móvil de Rosalie durante el verano después de que se lo confiscaran, lo tomé sólo para fastidiarla. Está enterrado en algún lugar del caos que es mi armario.

Rosalie me pilló riéndome de ella y me lanzó una mirada asesina. Comencé a sacarle la lengua en venganza, pero entonces el contestador cogió la llamada en la cocina. Cuando escuché tres voces muy desagradables gritar “¡Swaaaaaaaaan!” me olvidé de molestar a mi hermana y salí disparada de mi silla.

—¡Bella! —me llamó mi madre en un tono de advertencia.

—¡Mamá! ¡Están en el campamento! ¡No puedo devolverles la llamada!

Mi padre, bendita su calva cabeza, razonó con mi madre y atendí, con la esperanza de pillar a mis mejores amigos antes de que colgasen. —¿Qué pasa perdedores? —dije sin aliento.

Por un momento todo lo que pude oír fue caos, y luego alguien dando un puñetazo a alguien más. Aparentemente Jasper ganó la pelea por el control sobre el teléfono porque dijo—: ¡Nunca lo adivinarás!

La emoción en su voz me hizo olvidar a los demás en la otra habitación.

—¿Qué?

—¡Llegamos al partido de escaramuza con “Las alas”!

—¿Los Alas Rojas de Detroit? ¿En serio están jugando con ellos?

—Franzen, Zetterberg, Howard… —dijo Jasper, y Jacob gritó en el fondo—. ¡Todos ellos!

—¡DE NINGUNA JODIDA MANERA! ¡APESTÁN CHICOS!

—¡Bella! —gritó mamá desde el comedor—. ¡Ese lenguaje!

Eché un vistazo en su dirección e inmediatamente vi a Edward mirándome. Algo en la expresión de su rostro me molestó. —Discúlpenme —llamé a mamá—. Lo cogeré en la oficina.

—Seguimos teniendo compañía —me respondió, ligeramente molesta.

—¡Cinco minutos!

Tomé el teléfono inalámbrico más allá del baño de la planta baja, y me dejé caer en la silla del escritorio de mi padre mientras los J se turnaban para enganchar el teléfono del uno al otro y contarme todo sobre el increíble verano que tenían sin mí.

Fue Jacob quien eventualmente dijo—: ¿Así que estuviste en el hospital por una lesión en la cabeza? ¿Qué pasa con eso? ¿No puedes sostenerte a ti misma en la cancha sin nosotros?

—Por favor —resoplé—, tuve que recurrir a jugar en el parque hoy, y batí a esos chicos a pesar de que Mike Newton reventaba mi cara.

—¿Newton te aplastó la cara? —dijo James en el fondo (debían de tenerme en el altavoz)—. ¡Bien! Siempre quise tener una razón para encararlo.

—Lo siento, James. Él estará muerto mucho antes de que lo cojas.

—¡Rómpele uno de sus dientes por mí!

—Será un placer —le prometí.

—Ahora en serio, Swan —dijo Jacob otra vez—. ¿Por qué estuviste en el hospital?

—Fue muy estúpido. Mi primera conmoción cerebral y ni siquiera fue en un partido. Bruno salió de su patio. Saltó sobre mí sin que llevase puesto mi casco. Casi me desRosero hasta la muerte por el camino. Hay una enorme mancha allí ahora.

—Fantástico.

—Sí, también voy a tener una cicatriz bastante desagradable.

—Entonces, ¿quién fue la herramienta? —quiso saber Jasper.

—¿Qué herramienta?

—Llamamos la semana pasada y un chico respondió. Dijo que no podías hablar porque acababas de regresar del hospital y dormías.

—¿Él contestó al teléfono? —casi grité. Por alguna razón, la idea de Edward hablando con los J era horrible.

—¿Quién es?

—Sólo un chico. Él y su tía se han mudado a la casa de la muerta señora Cromsfield cruzando la calle.
—¿Juega a algo?

Reí. —No a ningún juego que sería beneficioso para ti a menos que estés pensando en cambiarte a otro equipo, si entiendes lo que digo.

—¿Es gay? —jadeó James. Oí un montón de risitas al fondo.

—Es lo suficientemente guapo como para ser gay —dije—. Es como la versión masculina de Rosalie. Vestido como un modelo de JCrew, pelo a la moda, probablemente tiene legiones de chicas zombies a su entera disposición. Rose ha estado babeando por él desde que apareció.

—Suena como una mala película de terror —dijo James al mismo tiempo que Rosalie aparecía en la puerta de la oficina.

Una mala película de terror era la descripción exacta para ella.
Carrie específicamente me vino a la mente (al final, cuando se vuelve psicópata y acaba con todos en la fiesta de graduación). —¡Bella! —dijo entre dientes—. ¡Edward está en el baño! ¡Probablemente puede oír cada palabra que estás diciendo!

—Bueno, no es como si no fuese evidente —espeté, irritada porque ella hubiese estado escuchando mi conversación. Con mi mejor voz de cabeza hueca dije—: Oh, Edward, ¡eres tan valiente! ¡Me gustaría jugar todo el tiempo al doctor contigo!

—Rodé los ojos, volviendo a mi voz normal—. Creo que en realidad un poco de su saliva cayó en el plato de él.

Los chicos reían a carcajadas a través del teléfono. A Rosalie le salía una terrorífica sombra roja, más enfurecida de lo que la había visto nunca, y Edward eligió ese preciso momento para pasearse por la oficina. Pensé que las rodillas de Rosalie iban a fallarle, pero de alguna manera se las arregló para largarse de la habitación.

Edward la miró marcharse durante un instante, pero rápidamente volvió su atención hacia mí. —Te echamos de menos en la cena —dijo con una sonrisa—. Tu madre me mandó para arrastrarte de vuelta. —Cuando no le respondí, añadió—: Estoy dispuesto a utilizar la fuerza si es necesario.

Con los J al teléfono, me sentía como si estuvieran de pie aquí conmigo. Tomé un poco de valor de ellos, finalmente capaz de responder a Edward apropiadamente en lugar de fundirme en un gran charco de gallina. Rodé mis ojos hacia él, y suspiré en el teléfono. —Tengo que irme. Mi madre está exagerando porque estamos cenando. Ustedes, apestan, espero que al menos me consigan algunos autógrafos.

Dije adiós, y cuando terminé la llamada, Edward todavía seguía ahí parado. Se encontraba apoyado contra la puerta, mirándome, con los brazos cruzados sobre el pecho.
—¿Qué? —espeté.

—Eres muy interesante cuando estás en tu zona de control —dijo, pensativo.

—¿Se supone que eso es un cumplido?

—Más que ser lo suficientemente guapo para ser gay, estoy seguro.
Mi estómago me dio un vuelco. Había escuchado lo que dije. Me armé de valor, negándome a dejar que me intimidase de nuevo. —Si no te gusta lo que has escuchado, no espíes la próxima vez.

Intenté pasarlo para salir de la oficina, y su mano salió disparada, bloqueando mi salida. —Una parte me gustó —dijo—. Me gustó la parte donde dijiste que querías jugar al doctor conmigo.

No estoy segura de cómo tu estómago puede derrumbarse sobre sí mismo y tu corazón puede dar un tirón en tu pecho al mismo tiempo, pero el resultado final cuando me sucedió, hizo que mi pie cayese hacia al de Edward lo más fuerte de lo que fui capaz. Se tambaleó hacia atrás sorprendido, y escapé rápidamente.

Cuando volví a sentarme, Rosalie me miraba airadamente desde el otro lado de la mesa. ¿Alguien sabía que nunca encontraría su presencia tranquilizadora?

—¿Dónde está Edward? —preguntó la señora Cullen de pronto. Levanté la vista, dándome cuenta de que no me había seguido. Bien, pensé. Me encogí de hombros y llené mi boca con enchiladas.

—Eleanor, no seas tan grosera —dijo mi madre.

—¿Qué? No se dónde se ha ido. Me dijo que volviese aquí, y eso he hecho.

—¿Eleanor? —preguntó Cullen—. ¿Cómo en Roosevelt?

—¡Exactamente! —dijo mi madre, olvidándose de mi actitud. Siempre se emociona cuando alguien muestra interés por mi nombre. Probablemente porque no suele suceder—. Es exactamente por lo que la llamamos así, porque es nuestra pequeña patriota. Nacida el cuatro de julio. Está a punto de cumplir sus dulces dieciséis en unas pocas semanas.

—¡Oh! ¡Feliz cumpleaños! Cumplir años el cuatro de julio tiene que ser divertido.

—Oh, sí, es una verdadera explosión. —Intenté no ser demasiado sarcástica, pero creo que no funcionó muy bien—. Es en mitad del verano, y en vacaciones, así que ninguno de tus amigos está por aquí. Además de que consigues fantásticos nombres patrióticos como Eleanor.

Mi madre, que estaba sentada a mi lado, me pellizcó por debajo de la mesa muy sutilmente. —Lo siento —me quejé. Entonces realmente traté de ser sincera. No sé qué es lo que iba mal conmigo. Normalmente no era tan gruñona—. Prefiero Bella —le dije a la tía de Edward.

Entonces regresó Edward, sonriendo amablemente a todos. —¿Qué me he perdido?

La señora Cullen estuvo más que feliz de explicárselo. —Eleanor… perdona, Bella, nació en el día de la Independencia. Está a punto de cumplir…

—Los dulces dieciséis —terminó Edward por ella. Me miró entonces como si nada hubiese pasado entre nosotros. Como si yo no me hubiese estado riendo de él con mis amigos y le hubiese pisoteado el pie cuando me impidió el paso—. ¿Vas a hacer algo especial? ¿Alguna fiesta? ¿Una gran cita con tu novio?

Sabía que quería hacerme pasar un mal rato, pues él ya sabía que yo no tenía novio, pero Rosalie rió tan fuerte que se atragantó con la comida y tuvo un ataque de tos. Edward, me di cuenta, no parecía tener ninguna prisa por ir en su rescate.

—Voy a comprarme un coche —dije, contestando indirectamente a las preguntas de Edward, porque de hecho tenía exactamente cero planes para mi cumpleaños—. He estado ahorrando. Mi padre va a venir conmigo este sábado para elegir uno.

—Oh, Bella, cariño. —Mi padre aclaró su garganta y me miró con pesar—. ¿No te lo dije? No puedo ir este fin de semana. Último minuto en la feria de comercio Des Moins.

—¡Pero papá! ¡Lo prometiste!

—Lo sé niña, pero tengo que ir. Iremos tan pronto como pueda. No te morirás si esperas a una semana después de cumplir los dieciséis, ¿no?

Mi corazón se hundió. Mi padre era una de las pocas personas en esta ciudad que no trabajaba para Ford, Chevy, o GM. Es el director de ventas del medio oeste de una compañía que fabrica equipos médicos como máquinas de resonancia magnética. Siempre tiene que pasar un día o dos de aquí para allí. Especialmente los fines de semana.

No pude evitar deslizarme en mi silla y malhumorarme. Era oficial. Ese era el peor verano de mi vida. Dulces dieciséis, para algunos.

—Si usted quiere —dijo Edward después de un minuto—, puedo llevar a Bella en su lugar el sábado.
Levanté la vista sorprendida, pero Edward le hablaba a mi padre. Desgraciadamente pareció que a mi padre le gustaba su sugerencia. —¿Sabes mucho sobre coches? —le preguntó a Edward.

—Lo suficiente. Pero soy realmente bueno con los vendedores.

—Eso es cierto —dijo su tía, riendo—. Este chico puede regatear incluso el mejor y bajar hasta los peniques del dólar.

Gemí interiormente. Habiendo sido un vendedor la mayor parte de su vida, mi padre miraba ahora a Edward con una mezcla de orgullo y desafío. —¿Entonces? —preguntó, echándose hacia atrás en su silla, cruzando los brazos. Miró a mi madre interrogativamente y ella asintió con entusiasmo.

—No veo ningún problema —dijo mamá—. Bella ha estado muy emocionada con esto. Probablemente prefiera ir con alguien cercano a su edad de todas formas. —

Después me miró—. ¿Qué opinas, Bella? ¿Puede Edward sustituir a tu padre en ese momento?

—Lo haré por ti, cariño —añadió papá. Parecía que realmente se sentía mal.
Suspiré. Si decía que no justo entonces, dañaría los sentimientos de papá y mamá probablemente se enfadaría. Conociéndola, conseguiría mi coche cuando Rosalie consiguiese su teléfono móvil de nuevo.

—Bien, supongo. —Y después, sólo porque sabía que mi madre lo esperaba, murmuré—: Gracias. —A Edward. No levanté la vista pero de todas formas vi la sonrisa en su rostro.

Rocky Road: El helado sabor Rocky Road, es una variante del helado sabor chocolate, creado en 1929 y considerado muy popular en los Estados Unidos.
Mint Chip: Mint Chocolate Chip es un helado sabor menta con chispas de chocolote.  



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hola a todas que les parecio la cena  hoy subire dos capitulo  asi que viene el siguiente capitulo.

2 comentarios:

cari dijo...

Gracias nena Edward es muy persistente no baja la guardia con Bella aun q la Rosalía este babeando x el aun q Edward me da escalofríos ;p nos leemos

Lizdayanna dijo...

Hola. Me imagino que a ese plan se unirá Rosalie.

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina