Capitulo 12
—Charlie está muerto.
Al principio, parecía que podría ser un sueño. Fue en medio
de la noche, había bebido de más mientras salía con unos amigos a Greenwich
Village la tarde anterior. Cuando el teléfono marcó las 3:00 a.m., mi
corazón empezó a latir con temor, y escuchar esas para lo había detenido casi
en su totalidad.
—¿Mamá?
Ella se ahogaba entre sollozos. —Charlie está muerto, Bella.
Tuvo un ataque al corazón. Estoy en Mass General. Ellos no pudieron
salvarlo.
—Mamá, respira. Por favor.
Mi madre lloraba de manera descontrolada, haciéndome sentir
indefensa ya que no podía hacer nada desde mi apartamento en Nueva York.
Su matrimonio con Charlie se había mantenido sólido a través
de los años, aunque en los últimos meses, tenían momentos difíciles. Charlie
nunca tuvo la misma falta de respeto hacía mi madre como Edward, pero siempre
había tenido altas y bajas en su temperamento, hacía un poco difícil vivir con
él.
La verdad era que, mi madre había perdido a su alma gemela
cuando mi padre murió hacia algunos años atrás. El matrimonio con Charlie
siempre fue por estabilidad y comodidad. Aun con sus modestos ingresos como
vendedor de carros, él nos proveyó muy bien. Mamá nunca trabajó, no era del
tipo que podía manejarse sola. Charlie había sido la primera persona en
acercarse años después de que Papá se fuera. Siempre tuvo la impresión de que Charlie
estaba mucho más enamorado que ella de él. Sin embargo, su pérdida convertiría
su vida patas arriba. Conmigo viviendo lejos, él se había convertido en su
mundo entero, sin mencionar, que éste era el segundo esposo que había perdido
prematuramente. No sé cómo ella lo manejará.
Empecé a temblar. —Oh Dios mío. —Respiré profundo, intentando
recomponerme—. Lo siento. Lo siento tanto, Mamá.
—Estaba muerto incluso antes de que llegáramos al hospital.
Me levanté e inmediatamente saqué mi maleta del armario. —Escucha, iré a buscar
un lugar en donde rentar un auto a esta hora. Trataré de estar allá por la
mañana. Mantente en contacto por teléfono y déjame saber cuándo llegues a casa.
¿Alguien está contigo?
Ella sorbió la nariz.
—Eleazar y Carmen.
Eso me hacía sentir mejor. Eleazar era una de los amigos más
antiguos de Charlie, quién se mudó junto con su esposa a los suburbios de
Boston años después al ser transferido debido al trabajo.
Cuando finalmente pude
localizar un lugar abierto donde rentan un auto, me puse en marcha por la
carretera alrededor de las cinco de la mañana.
Durante las cuatro
horas de camino a Boston, mi mente trataba de procesar que significaba la
muerte de Charlie. ¿Tendría que dejar mi trabajo y regresar con mamá a Boston?
¿Ella tendría que trabajar por primera vez en su vida para sostenerse? ¿Cuánto
tiempo tendría que suspender mi trabajo? Y entonces, me di cuenta.
Edward.
Edward.
Oh Dios mío. Edward. ¿
Sabrá lo de Charlie? ¿Vendrá a Boston para el servicio?
¿Tendré que enfrentarlo?
Mi mano ansiosamente
agarró el volante apretándolo, mientras mi otra mano cambiaba de estación
radial, una y otra vez incapaz de encontrar algo que ahogara el ruido en mi
cabeza.
Incluso luego de siete años y un compromiso fallido con otro
hombre, los pedazos de mi corazón aún se encuentran en las manos de mi
hermanastro. Y ahora, mi corazón duele por él otra vez pero de una manera
diferente, porque, no solo mi madre perdió a su esposo, Edward también perdió a
su padre.
Charlie era muy joven para morir. Hay que aceptar que, su
relación con Edward era horrible, pero el hecho de que nunca hicieron las paces
me entristecía. Nada despertaba mis emociones como lo hacía Edward. Incluso
mudarme lejos de mamá y Charlie nunca lo cambió para mí.
Dos años después de
graduarme de la Universidad Comunitaria en Boston, me transferí a una
Universidad más pequeña, en las afueras de Manhattan, en donde me gradué en
artes liberales. Justo al salir, conseguí un puesto administrativo en la
ciudad. He vivido en Nueva York desde hace tres años, y fue allí donde conocí a
Tim
Estuvimos juntos por dos años. Tim trabajaba en la venta de
softwares y viajaba mucho. Vivimos juntos por el último año de nuestra relación
antes de que lo transfirieran a Europa a un puesto en ventas. Él aceptó el
puesto sin consultarlo conmigo, y cuando me rehusé a mudarme con él, la
relación terminó. La mudanza me empujó a tomar una decisión, que eventualmente
hubiese tenido que tomar. Era un buen tipo, pero en general, la pasión que
tenía había desaparecido. Incluso al inicio de la relación, nunca estuvo la
adrenalina y las mariposas que experimenté en mi corto tiempo con Edward.
Cuando acepté la propuesta de Tim, esperaba que las cosas cambiaran y me
naciera amarlo cómo él se merecía. Eso nunca sucedió.
Tuve dos novios antes
de Tim, y fue exactamente lo mismo. Comparaba mis sentimientos por ellos con mi
loca atracción por Edward. Incluso cuando sabía que Edward ya no estaba en mi
vida, no parecía ayudar a terminar de hacer las comparaciones de los demás con
él, ambas, sexuales e intelectuales. Aunque no se mostraba en la superficie, Edward
se encontraba en lo profundo. Había muchas capas en él, y su escritura las
exhibía. Habrá muchas cosas que no sabré y muchas que no se revelarán. Pero
sabía que quería encontrar a alguien con las mismas cualidades. Una cosa que mi
tiempo con Edward me enseñó, fue que el cumplimiento y el deseo sexual son tan
importantes para mí como una conexión emocional.
Mis otros novios eran
buenos tipos, pero, eran demasiados normales. Eso, era triste, pero prefería
estar sola a entregarme a alguien con quien no sentía esa chispa. Y en realidad
esperaba que algún día volviera a conocer a alguien con quien tuviera una
conexión verdadera.
El Bienvenido a Massachusetts me hizo sentir ansiosa.
Lo que se avecinaba en los próximos días era totalmente desconocido. Tendría
que ayudar a mamá con los arreglos del funeral, ese fue el detonante para que
los recuerdos vinieran a mi mente, era exactamente lo mismo que hicimos con mi
padre.
Conduje hacia nuestra
entrada, el Nissan de Charlie se encontraba aparcado a la izquierda, y la
visión de eso me hizo estremecer. Usando mi llave entré a la casa, encontrando
a mi madre totalmente pálida en una cocina a oscuras, sosteniendo una taza de
té. Ella siquiera me notó entrar.
—¿Mamá?
Ella alzó la mirada, sus ojos rojos e hinchados. Corrí hacia
ella y la abracé. Los platos sucios de la cena de mamá y Charlie de la noche
anterior aún seguían en el fregadero, encendí las luces trayendo una repentina
e inesperada realidad, de cómo la vida puede cambiar en un instante.
—Estoy aquí ahora. Estoy aquí. Solo déjame saber qué es lo
que necesitas que haga. Todo estará bien. Te ayudaré a superarlo. Vas a estar
bien.
Ella habló con taza
pegada a la boca. —Él simplemente despertó a mitad de la noche quejándose del
dolor y colapsó antes de que los paramédicos vinieran.
Froté su espalda. —Lo siento mucho.
—Gracias a Dios que estás aquí, Bella.
—¿Dónde está… ya
sabes… dónde está ahora?
—Ellos lo llevaron a donde será el funeral. Carmen se está
encargando de los arreglos por mí. Ella y Eleazar han sido de mucha ayuda. No
sería capaz de hacerlo… no de nuevo. La estreché entre mis brazos. —Lo sé. Esa
noche, dormí junto a ella así no tendría que estar sola. Sentí irreal estar
durmiendo justo donde Charlie durmió la noche anterior, ahora, él se ha ido.
***
El siguiente día fue
borroso: gente llevaba con cacerolas y flores, mi madre se encerró en su cuarto
a llorar, Victoria para a dar sus condolecías. Crecimos alejadas durante los
años en los que me mudé, pero siempre hacíamos tiempo para vernos cuando venía
aunque fuera por un café.
Así que, cuando mamá
tomó una siesta por la tarde, Victoria y yo hicimos una caminata al Dunkin
Donuts de la cuadra siguiente. Fue una pizca de normalidad y otra
totalmente irreal.
—¿Cuánto tiempo te tomarás fuera del trabajo?
—Los llamé esta mañana. Me dieron un día por duelo y tomaré
el resto de la semana como vacaciones. Llevaré a mamá de vuelta a la ciudad
conmigo mientras asimila todo lo que está pasando.
—¿Se han comunicado con Edward?
Tan solo la mención de
su nombre sentía un nudo en el estómago.
—Eleazar y Carmen se han contactado con los demás. Estoy
segura que lo han llamado. Él y Charlie han estado distanciados de acuerdo con
mi madre, no estoy segura si incluso él vendrá.
—¿Qué harás si él
decide aparecer?
9Mordí nerviosamente mi dona con crema de vainilla. —¿Qué puedo
hacer?
Victoria sabía de mi noche con Edward. Le había contado
pequeñas partes pero me guardé muchas especificaciones. Algunas eran demasiado
íntimas para compartirlas, y no quería devaluar lo que significó para mí.
Aunque solo fue una noche, mi mente se llenó con información para futuras
experiencias.
Ella saboreó su café
helado. —Así que… creo que tendremos que esperar y ver…
—Mi madre es mi prioridad. No puedo perder el sueño pensando
si Edward vendrá.
Eso era todo en lo que podía pensar.
Esa noche, Eleazar y Carmen
fueron por mí y mi madre para la cena. Ellos insistían en que saliera de la
casa luego de contarles que pasó el día llorando encerrada en su habitación
mientras los demás habían venido a dejar comida.
Durante la cena, mi madre estaba tranquila, apenas tocando su
pollo y albóndigas. En su lugar bebió mucho vino Zinfandel.
La esquela fue programada para el día después de mañana. El
agujero en mi estómago crecía a cada segundo.
Solo necesitaba saber.
Finalmente,
pregunté—: ¿Se han contactado con Edward? —Tragué el nudo en mi garganta
esperando la respuesta de Carmen.
—Sí. Hablé con él hoy. Estaba abatido, no tenía claro si
vendría o no.
Con solo saber que ella le había hablado mi corazón empezó a
latir más rápido.
—¿En dónde se
encuentra?
—Sigue viviendo en California, no muy lejos de Esme.
—¿Tiene su número?
Ella miró a su marido y dijo tímidamente—: Um… Eleazar se
mantuvo en contacto con él. Cuando se enteró de la mala relación que él tenía
con Charlie. Eleazar trató de intervenir hace algunos años. Edward y él se
llevaron bien en el proceso. Charlie nunca supo de eso en realidad.
Miré a Eleazar, como
si mantuviera en secreto toda la información que me interesaba.
—¿Qué está haciendo él
ahora? —Mi voz sonaba temblorosa.
—Él se graduó de la Universidad en Trabajo Social. Está
trabajando con jóvenes desfavorecidos. La última vez que hablamos fue hace unos
seis meses.
—En serio…
Guau.
Esa es más información que la que he tenido en todos estos
años. Eso me hizo tanto feliz como triste saber que lo estaba haciendo bien y
triste solo porque ya no lo conocía y no conocer al hombre en el que se había
convertido.
Aclaré mi garganta. —Así que… ¿no sabes si él vendrá?
—No. Él no estaba
seguro —dijo Carmen—. Creo que estaba en shock. Le di todos los detalles para
que él supiera.
Mi corazón se apretó
en agonía ante la idea de lo que pasaba por la mente de Edward donde sea que se
encontrara en este momento.
***
El olor de los lirios me enfermaba. Todos enviaban del tipo Stangazer
los cuales eran los que más apestaban. Me ofrecí a manejar todos los arreglos
que habían sido enviados a la Funeraria Thomas.
El servicio daría
comienzo a las cuatro, pero después de eso, se supone que iríamos con Eleazar y
Carmen para tomar algo ligero para comer. Mi madre me acompañó para acomodar
todos los arreglos en las esquinas de la habitación en donde estaría el ataúd.
También pusimos una foto de Charlie y nosotros a lo largo de los años. Me
entristeció que no hubiera una foto de Charlie y Edward.
La funeraria olía como una mezcla de ambientador de madera y
humedad. No quería regresar después a ver el cuerpo de Charlie o la reacción de
mi madre.
En el viaje de regreso con Eleazar y Carmen, sostuve la mano
de mi madre. Ella lo estaba llevando mejor de lo esperado, aunque me encontraba
segura que había tomado algo de Xanax para aliviar la tensión.
Cuando llegamos a
casa, me sentía aliviada de que no hubiese algún auto que no conociera en la
entrada. Eso significaba que solo seríamos nosotros cuatro para el almuerzo.
Mi alivio rápidamente se convirtió en pánico cuando vi la
maleta negra afuera del armario de la entrada. Carmen abrazó a mi madre
mientras veía ansiosamente en los alrededores.
Demasiado nerviosa
para formular la pregunta que quería hacer, me quedé en silencio mientras
sentía mi pecho apretarse. Entonces, tomé una respiración profunda y pregunté —:
¿De quién es la maleta?
—Edward está aquí, Bella. Está arriba.
Mi corazón empezó a
latir furiosamente, y sentí que no podía respirar. De repente necesitaba aire.
—Disculpen —dije, caminando afuera hacia el patio.
No preparada para
verlo, me quede mirando los tulipanes rojos del jardín. Una parte de mi
verdaderamente no creía que se hallara aquí debido a la relación su relación
volátil con Charlie, aunque el temor que había estado sufriendo durante este par
de días era prueba de que estaba preparada para ello.
No sabía que le diría.
El aire fresco de primavera revolvía mi cabello, miré al
cielo como si el cielo fuese a dejar caer una bomba en mí. Tal vez tuve mi
respuesta ya que un trueno retumbó a la distancia.
Llámalo intuición o instinto, algo me hizo girar y ver hacia
las puertas francesas del balcón de la segunda planta que da vista al jardín en
dónde me encontraba.
Detrás de la ventana, lo vi, lo vi a él.
Edward.
Se quedó mirándome con una toalla rodeando su cintura.
Siempre me pregunté cómo luciría después de siete años, pero, incluso mis más
salvajes sueños no hicieron justicia a la realidad.
Su cabello desordenado ahora era reemplazado por largas ondas
sexis que se curvaban alrededor de sus orejas. Llevaba gafas.
Se veía sexy incluso con gafas.
Incluso desde aquí, podía ver el gris penetrante de sus ojos.
Su cuerpo entintado era más grande, más marcado que antes.
Levantó un cigarrillo a sus labios, y aun con la sorpresa de
verlo, me decepcionó que aún seguía fumando.
Edward sacó el humo y siguió viéndome. Él no sonreía. Solo me
veía fijamente. Su intensa mirada solo hizo que mis sentidos se pusieran en
alerta máxima lanzando mi cuerpo fuera de control.
Mi cabeza latía, mis ojos estaban llorosos, mis oídos
golpeaban, mi boca acuosa, mis pezones endurecidos, mis manos temblaban, mis
rodillas se sacudían y mi corazón… no puedo describir lo que sentía en mi
pecho.
Antes de que pudiera procesar todo, una mujer con cabello
rubio apareció por detrás de él y envolvió sus brazos alrededor de su pecho.
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