lunes, 30 de octubre de 2017

Amarte en Secreto Capitulo 13

Capitulo 13



Una vez que finalmente construí el coraje para ir afuera, me senté en la mesa del comedor y bebí el agua situada en mi lugar. Mi boca todavía se sentía seca. Se sentía como si la habitación diera vueltas.

—¿Estás bien? —preguntó mi madre.

Le debería estar preguntando esto a ella. Asentí, agarrando su agua también y bebiéndomela toda. Necesitando ser fuerte para ella, no podía permitirme perder mi mierda hoy.

 Ellos no habían bajado todavía.

Después de que la misteriosa mujer apareciera detrás de Edward a través del cristal, inmediatamente se dio la vuelta y desapareció de la vista. Me tomó unos pocos minutos moverme de mi punto en el jardín.

Él tenía una novia… o una mujer.


 Incluso aunque esto debería haber cruzado mi mente como una posibilidad después de siete años, no era algo que entrara en la ecuación cuando me imaginé viéndolo de nuevo.

El sonido de dos pares de pisadas descendiendo por las escaleras al unísono causó que me pusiera rígida y me sentara más recta en mi silla.

Paso.

Paso.

 Paso.

 Cuando entraron al comedor, mi cuerpo entró en una lucha o huida por el modo en que la adrenalina bombeaba a través de mí.

Quizás debería haberme parado o dicho algo, pero sólo me quedé pegada a mi silla.

Mi madre caminó hacia Edward y lo empujó en un abrazo. —Edward, es muy bueno verte. Siento mucho lo de tu padre. Sé que ustedes tuvieron un tiempo duro, pero él te amaba. Lo hizo.

 El cuerpo de Edward se notaba rígido, pero no se separó de ella. Simplemente dijo—: Lo siento por ti.

Mientras de mala gana dejaba que mi madre lo abrazara, sus ojos se dirigieron a mí y se quedaron ahí. No podía decir qué pensaba, pero estaba casi segura de que eran las mismas líneas que corrían a través de mi propia cabeza.

 Esta reunión nunca se suponía que debía pasar.

Después de que mamá le dejó ir, la compañía de Edward fue a abrazarla. —Sra. Cullen, soy Kate, la novia de Edward. Lo siento mucho por su perdida.

 —Llámame Renee. Gracias, cariño. Encantada de conocerte.

 —Siento que tuviese que ser bajo estas circunstancias —dijo mientras acariciaba la espalda de mi madre.

Mis ojos se clavaron en su manicura francesa. Era pequeña, y la forma de su cuerpo era bastante similar al mío. Su largo cabello rubio caía en cascada por su espalda en rizos. Era preciosa.

 Por supuesto, lo era.

Mis entrañas se sentían como si se estuvieran retorciendo.

 Edward caminó lentamente hacia mí. —Bella…

 El sonido de mi nombre rodando fuera de su lengua me llevó momentáneamente siete años atrás en un instante.

—Edward. —Me levanté de mi silla—. Lo… Lo siento mucho… por Charlie —tartamudeé, y mis labios empezaron a temblar. Se sentía como si todo el aire dejara mi cuerpo cuando se paró frente a mí, e inhalé el viejo olor familiar de cigarrillos y colonia. Había pasado mucho tiempo, pero emocionalmente, se seguía sintiendo como si fuera ayer.

Como si fuera ayer.

 La única diferencia era que la persona que dejaba mi habitación ese día todavía era esencialmente un niño, y la persona frente a mí ahora era claramente un hombre.

 Levanté la vista, lo miré y me maravillé ante cuánto había crecido, incluso más guapo. Mis características favoritas todavía se encontraban ahí pero con algunos cambios. Sus ojos grises todavía brillaban, pero ahora era a través de esas gafas negras. Todavía llevaba su aro en el labio, pero ahora tenía un poco más de vello facial. Una camiseta negra a rayas con las mangas arremangadas se abrazaba a su pecho, que ahora era más grande, incluso más definido.

Sólo se quedó parado mirándome. Finalmente me acerqué a abrazarlo y sentí su caliente mano en mi espalda. Mi corazón latía tan  rápido, se sentía como si pudiera detenerse por completo. Una cosa que aparentemente no había cambiado y era la forma en que mi cuerpo reaccionaba instantáneamente a su toque. Justo cuando cerré mis ojos, escuché una voz detrás de él.

—Tú debes ser la hija de Renee. Ustedes dos parecen gemelas.

Me separé de él repentinamente y le tendí mi sudorosa mano. —Sí… hola, soy Bella.

Ella no la tomó. En su lugar, sonrió con lástima y me abrazó. —Soy Kate. Encantada de conocerte. Lo siento por lo de tu padrastro. —Su cabello olía como esperaba que lo hiciese, a limpio, delicado aroma para emparejar con su aparentemente dulce personalidad.

—Gracias —dije.

La tensión en el aire era palpable mientras los tres sólo estábamos parados en un incómodo silencio.

 Carmen caminó dentro llevando un asado que adornó con espárragos en un plato ovalado. Usé la oportunidad para escapar de la situación y me ofrecí a ayudarla a llevar el resto de las cosas, dejando a Edward y Kate ahí parados.

 Mis nerviosas manos hurgaron la cubertería que Carmen me mandó recolectar del cajón de la cocina. Cerré mis ojos y tomé una profunda respiración antes de volver a entrar en el comedor.

Eleazar hablaba mientras caminaba alrededor distribuyendo la cubertería. Un paso torpe era bueno para mí mientras los tenedores y cucharas seguían deslizándose fuera de mis trépidas manos. Sin nada más que hacer, entonces me senté en frente de donde Edward y Kate se hallaban sentados. Mis ojos se quedaron pegados al reflejo de mi cara en mi plato.

 —¿Así que cómo se conocieron, chicos? —él les preguntó.

 Levanté la vista.

Kate sonrió y miró adorablemente a Edward. —Los dos trabajamos en el centro juvenil. Yo dirijo el programa después de la escuela, y Edward es un consejero. Comenzamos como amigos. Realmente admiraba cuán bueno era con los niños. Todos lo aman. —Puso una mano en la de él—. Ahora, lo hago, también.

 Pude ver por la esquina de mi ojo que ella se inclinó y le besó. El vestido negro que llevaba de repente se sintió como si me sofocara.

—Eso es muy dulce —dijo Carmen.

—¿Edward, cómo está llevando esto Esme? —preguntó Eleazar.

 —No lo está haciendo bien —dijo abruptamente.

 Levanté la vista en cuanto le escuché hablar. No había hablado durante todo el tiempo desde que dijo mi nombre.

Kate apretó su mano. —Intentamos que viniera, pero no creía que pudiese soportarlo.

Nosotros.

Ella era cercana a su madre.

Esto era definitivamente serio.

 —Bueno, entonces es mejor que se haya quedado —dijo Carmen.

Probablemente incómoda ante la mención de Esme, mi madre tomó un largo trago de su vino. Sabía que era la primera razón de que Esme no se presentara hoy.

Kate se volvió hacia mí. —¿Dónde vives, Bella?

 —Vivo en la ciudad de Nueva York, realmente, llegué a la ciudad un par de días atrás.

 —Eso debe ser excitante. Siempre quise visitarla. —Se giró hacia Edward—. ¿Quizás podríamos visitarla alguna vez? Tendríamos un lugar donde quedarnos.

Él asintió una vez, luciendo extremadamente incómodo mientras jugaba con su comida. En un punto, pude sentir sus ojos en mí. Cuando me volví hacía él, lo confirmé, nuestros ojos se encontraron por un rápido segundo antes de que moviera su mirada a su plato.

—Edward nunca me dijo que tenía una hermanastra —dijo Kate.

Nunca me mencionó.

 Mi madre habló por primera vez. —Edward sólo vivió con nosotros por un corto tiempo cuando eran adolescentes. —Me miró—. Ambos no se llevaban demasiado bien entonces.

Mama no sabía nada sobre lo que realmente pasó entre Edward y yo. Así que, desde su perspectiva, esa declaración era precisa.

 La profunda áspera voz de Edward cortó derecho a través de mí. —¿Es eso cierto, Bella?

 Dejé caer mi tenedor. —¿Es cierto el qué?

—¿Que no nos llevábamos bien?

Seguramente, el oculto significado de su pregunta era sólo para que yo lo entendiera. No estaba segura de por qué se burlaba de mí en medio de lo que ya era una incómoda situación.

—Tuvimos nuestros momentos.

Sus ojos quemaron en los míos, y su voz disminuyó. —Sí, lo hicimos.

 De repente, ardía. Su boca se extendió en una sonrisa. —¿Cómo solías llamarme?

—¿Qué quieres decir?

—¿Querido Hermanastro, no es así? ¿Por mi brillante personalidad? —Se giró hacia Kate—. Era un miserable jodido entonces.

Un miserable “jodido”. No quiso decirlo de esa manera, pero no podía ayudar a dónde fue con eso mi cabeza.

 —¿Cómo sabías sobre el apodo? —pregunté.

Sonrió.

Sonreí. —Oh, bien. Solías escucharme a escondidas.

—Suena como si esos fueran unos momentos divertidos —dijo Kate mientras miraba inocentemente entre Edward y yo.

—Lo fueron —dijo él, mirándome con una mirada que difícilmente era inocente.

***

Kate y yo ayudamos a Carmen a llevar los platos a la cocina. En cuarenta minutos, estábamos programados para estar en la funeraria para las horas de visita.

 Su voz me sobresaltó. —¿Qué es lo que haces, Bella?

No me sentía cómoda entrando en detalles sobre mi trabajo en este momento, así que mantuve mi respuesta genérica. —Trabajo en un puesto administrativo en la ciudad, sólo cosas sin sentido, realmente.

Sonrió y me sentí como una idiota, para mi gusto tenía algunas arrugas por la risa e indicios de patas de gallo alrededor de sus ojos.

 Me esforzaba al máximo aquí.

—A veces, sin sentido puede ser bueno. Trabajar con niños es satisfactorio pero es agotador. No hay nunca un momento aburrido.

 Los dos miramos a través de la puerta corredera de cristal. Edward se hallaba de pie solo en el jardín, sumido en sus pensamientos, con las manos en los bolsillos.

—Estoy muy preocupada por él —dijo, mientras lo miraba—. ¿Puedo preguntarte algo?

 Esta conversación empezaba a incomodarme. —Claro.

 —No quiere hablar de su padre. ¿Sucedía algo malo entre ellos?

Su pregunta me tomó por sorpresa. No era mi lugar para hablar con ella acerca de la relación de Charlie y Edward. Sabía casi nada yo misma.

—Solían discutir mucho y Charlie podría haber sido muy irrespetuoso con Edward, pero sinceramente aún no sé qué causo todo eso.

Eso era todo lo que obtendría de mí.

—Estoy preocupada de que esté guardándose las cosas. Su padre acaba de morir, y casi no muestra ninguna emoción. Quiero decir, si mi padre muriera, sería un desastre.

Lo sé.

Continuó—: Me temo que todo lo golpeará a la vez. No está bien. No está durmiendo. Le molesta, pero no quiere hablar de ello o permitirse llorar.

Me dolía el corazón oírla decir eso, porque me preocupaba por él, también.

—¿Has intentado hablar con él? —le pregunté.

 —Sí. Sólo dice que no quiere hablar de ello. Casi no vinimos aquí para el servicio. Sabía que lo lamentaría, así que lo presioné y presioné y finalmente, cedió.

Guau. Realmente no iba a venir.

 —Estoy feliz de que lo hicieras.

—Realmente lo amo, Bella.

No tenía ninguna duda de que lo hacía y mientras la escuchaba decir lo que hizo me dolía el estómago, el lado más lógico de mí se sentía feliz de que Edward encontró a alguien que se preocupaba por él de esa manera. No sabía qué decir. No podía exactamente decirle que tal vez me sentía de la misma manera.

 Me preocupaba por él, también.

 Tal vez eso no tenía sentido después de tanto tiempo, pero mis sentimientos por él son tan fuertes hoy como lo eran hace siete años. Y al igual que antes, tendría que ocultarlos.

Puso su mano en mi brazo. —¿Me harías un favor?

 —Está bien...

 —¿Irías allá... a ver si consigues hacerle hablar al respecto?

—Ummm...

 —¿Por favor? No sé a quién más pedírselo. No creo que vaya a estar preparado para todo lo de esta noche.

Miré de nuevo hacia Edward, a su fuerte apariencia y cómo destacaba en el jardín. Esta podría ser mi única oportunidad de hablar con él a solas, por lo que acepté.

—De acuerdo. Me abrazó.

—Gracias. Te debo una.

En ese caso, me encargaré de Edward. No pude evitar que mis pensamientos estuvieran fuera de control.

Ese abrazo hizo que me percatara de que era absolutamente posible que genuinamente pudiera llegar a gustarte alguien por la que te sentías locamente celosa.

 Respiré profundo y me dirigí a través de las puertas correderas de cristal. El cielo empezaba a volverse gris como si estuviera a punto de abrirse una tormenta eléctrica.

 No era el momento apropiado para darse cuenta de lo increíble que su culo se veía a través de los ajustados pantalones negros de vestir que llevaba, pero sin embargo, lo hice. Una brisa sopló alrededor en las ondas sexys negras de su cabello.

Me aclaré la garganta para anunciarme a mí misma.

 No volteó, pero sabía que era yo.

 —¿Qué estás haciendo aquí, Bella?

—Kate me pidió que viniera a hablar contigo.

Se encogió de hombros, su risa llena de sarcasmo. —Oh, en serio.

—Sí.

—¿Ustedes dos comparaban notas?

—Eso no es gracioso.

 Finalmente se dio la vuelta para mirarme, soplando el humo de lo último de su cigarrillo antes de tirarlo inmediatamente al suelo y aplastarlo con el pie. —¿Crees que te habría enviado hasta aquí para hablar conmigo si supiera que la última vez que estuvimos juntos, follábamos como conejos?

A pesar de que me sorprendió escucharlo reconocer eso, envió un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. —¿Tenías que decirlo de esa manera?

—Es la verdad, ¿no es así? Jodidamente enloquecería si supiera.

 —Bueno, no seré quien se lo diga, así que no tienes que preocuparte. Nunca haría eso.

 Mi ojo comenzaba a crisparse.

 Levanta la ceja. —¿Por qué me guiñas?

—No lo hago... mi ojo se está crispando porque…

 —Debido a que estás nerviosa. Lo sé. Solías hacer eso cuando te conocí. Me alegra ver que hemos llegado al punto de partida.

 —Supongo que algunas cosas nunca cambian, ¿verdad? Han pasado siete años, pero sólo parece como…

 —Como si fuera ayer —repitió—. Parece que fue ayer y eso es una mierda. Toda esta situación lo es.

—Suponíamos que nunca sucedería.

Su mirada se posó en mi cuello y luego de vuelta a mis ojos. —¿Dónde está él?

—¿Quien?

—Tu novio.

 —No estoy comprometida. Lo estaba... pero ya no. ¿Cómo sabías que me comprometí?

Me miró atónito y luego bajó la mirada al suelo durante tanto tiempo antes de esquivar mi pregunta—: ¿Qué pasó?

—Es una larga historia, pero fui yo la que le puso fin. Se trasladó a Europa para un trabajo. Simplemente no estaba destinado a ser.

—¿Estás con alguien ahora?

—No. —Cambié el tema acerca de mí—. Kate es muy agradable.

 —Es una maravilla; una de las mejores cosas que me ha pasado, en realidad.

Puñetazo en el estómago.

 —Está muy preocupada por ti, porque no has mostrado ninguna emoción. Me preguntó si sabía cuál era la historia entre tú y Charlie. No supe qué decir, porque hay muchas cosas que todavía no sé.

—Sabes más que ella y no fue porque así lo decidiera. La conclusión es, que era un padre de mierda, y ahora, está muerto. Realmente, eso es todo lo que mi mente puede procesar en este momento. Esto ni siquiera me ha impactado todavía.

—Fue un shock.

—Mi madre se lo está tomando realmente muy mal —dijo.

 —¿Cómo lo hacía antes de esto?

—Se encontraba mejor de lo que era en ese entonces, sin embargo no al cien por ciento. El veredicto aún no se sabe todavía, sobre lo que la muerte de Charlie le hará a su estado mental.

 Repentinamente, el viento se intensificó y brumosas gotas de lluvia comenzaron a caer. Miré hacia el cielo y luego hacia abajo a mi reloj. —Tenemos que irnos dentro de unos minutos.

—Vuelve adentro. Dile que estaré allí en un minuto —dijo.

 No le hice caso y me quedé allí de pie. Me sentía como un fracaso. No llegué a ninguna parte con él.

 Mierda. Mis ojos empezaron a aguarse.

—¿Qué estás haciendo? —espetó.

—Kate no es la única que está preocupada por ti.

—Es la única que tiene el derecho a estarlo. No necesitas preocuparte por mí. No soy de tu incumbencia.

Me dolió mucho más que cualquier otra cosa que me hubiera dicho alguna vez.

 En ese momento, se echó violentamente hacia atrás y pisoteó cualquier pedazo de mi corazón que le di hace tantos años. Me decepcionó que lo idealizara todo este tiempo, en comparación con todos mis novios, lo puse en un pedestal cuando Carmenmente no se preocupaba por mis sentimientos.

—¿Sabes qué? Si no me sintiera tan mal por lo que estás pasando ahora, te diría que besaras mi culo —le dije.

 —Y si quisiera ser un idiota, diría que me estás pidiendo que te bese el culo porque te acordaste cuánto jodidamente te encantó cuando lo hice. —Pasó rozándome—. Cuida de tu madre esta noche.

El último par de horas había sido una chocante montaña rusa emocional, la tristeza, los celos y ahora... la ira. Rabia pura. Las lágrimas comenzaron a caer de mi cara en una corriente que hacía juego con la intensidad de las gotas de lluvia que caían ahora de manera constante después de que me dejó sin habla en el jardín.

***

“No sabía que Charlie tenía un hijo”.

 No podía contar el número de veces de lo que una persona que nos visitaba en la línea de recepción había dicho. Me hizo sentir muy mal por Edward a pesar de que me aplastó antes.

El olor de las flores mezcladas con el perfume de una docena de mujeres al azar era sofocante.

La mayoría de las personas que acudieron al velorio eran o amigos de trabajo de Charlie de la concesionaria de automóviles o vecinos. La línea enroscada alrededor de la esquina, y fue un poco inquietante ver a la gente tener conversaciones sencillas, a veces riendo mientras esperaban para visitar el féretro. Era como un cóctel sin alcohol, y me enfurecía.

 Me puse de pie al lado de mi madre quien se rompió por completo después de ver el cuerpo sin vida de su marido por primera vez desde el ataque al corazón. Le froté la espalda y sostuve sus pañuelos e hice lo que pude para ayudarla a mantenerse el tiempo suficiente para hacerlo a través hasta el final.

 Kate convenció Edward para estar en la alineación de la familia a pesar de su resistencia inicial. Creo que se sentía demasiado agotado para combatirla.

El maquillaje en la cara de Charlie lo hizo parecer rígido y casi irreconocible. Fue devastador verlo allí tendido y me trajo recuerdos de cuando mi padre murió.

Edward no iría hasta el ataúd o incluso lo miraría para el caso. Se quedó allí, estoico, y dándoles la mano robóticamente a las personas, mientras que Kate respondía en su nombre mientras que las personas repetían la misma frase.

"Lo siento por tu pérdida."

 "Lo siento por tu pérdida."

 "Lo siento por tu pérdida."

Edward parecía que se encontraba a punto de romperse, y sentí como yo era la única que lo sabía.

 Tuve que ir al baño en un punto, así que le dije a mi madre que estaría de vuelta. No fui capaz de encontrarlo y, finalmente, me dirigí abajo a una zona de estar vacía. Olía un poco a humedad, pero fue un alivio escapar del ruido de la multitud.

Al entrar en la tranquilidad de la planta baja, por fin vi la señal para el baño en el otro extremo de la habitación.

Cuando salí, el vello de mi cuerpo se tensó al ver Edward solo en uno de los sofás. Se apoyaba en sus rodillas con ambas palmas de las manos apretadas a cada lado de la cabeza. Cuando bajó las manos, todavía miraba hacia abajo. Sus orejas estaban rojas, y su espalda subía y bajaba por la pesadez de su respiración.

Este era un momento privado, y yo me entrometía inadvertidamente en él.

 Tal vez fue la ruptura que vi venir antes por la expresión de su cara arriba. Sin embargo, no quería que me viera. El problema fue que tuve que pasarlo para llegar a las escaleras.

 A pesar de molestarme anteriormente, la necesidad de consolarlo fue abrumadora, pero sabía posterior a lo que me dijo, que no era mi lugar.

 Así, caminé lentamente por delante de él.

Cuando llegué al pasillo donde se hallaban las escaleras, el sonido de su voz me sobresaltó—: Espera.

 Me detuve en seco y me volví hacia él. —Necesito llegar al piso de arriba con mi mamá.

—Dame unos minutos.

 Le quité la pelusa blanca al material negro de mi vestido y me dirigí hacia él, sentándome a su lado en el sofá. El calor de su cuerpo con su pierna presionada contra la mía no pasó desapercibido para mí.

 —¿Estás bien? —le pregunté.

Me miró y negó con la cabeza.

Reprimiendo las ganas de abrazarlo, coloqué mis manos firmemente en mi regazo.

No es tu lugar.

 Luego, cada parte de mí lo sintió cuando puso su mano en mi rodilla. Con ese solo toque deshizo cualquier progreso que había hecho en las horas desde nuestro altercado en el jardín.

 —Por lo que te dije antes... Lo siento —dijo.

 —¿Qué parte?

—Todo eso. No sé cómo manejar esto... Charlie... tú... nada de eso. Todo parece surrealista. En el avión aquí, recé para que por algún milagro no te presentaras.

 —¿Por qué?

—Debido a que esta situación es bastante difícil.

—No creí que te volvería a ver nunca. Ciertamente no esperaba que fuera tan difícil, sentirme así después de siete años, Edward.

—¿Así como?

 —Así como si el tiempo no hubiera pasado. Para mí, es porque me he guardado todo. En mi mente, nunca te he dejado ir, y con eso se han visto afectadas mi relación y mi vida. Era manejable antes, aunque... antes de esto. De todos modos, realmente no debería estar hablando de ello. No importa ya. Amas a Kate

—Lo hago —dijo bruscamente.

Al oírle confirmar eso fue tan vehemente que causó que mis ojos inesperadamente se mojaran. —Es una buena persona. Pero verte con otra persona después de la forma en que dejamos las cosas sigue siendo muy difícil para mí. Al ver que sufres es aún peor.

Había vomitado completamente mis palabras y dije exactamente lo que tenía en mi mente porque una vez más, no estaba segura de si sería la última vez que estaríamos solos. Era importante que supiera cómo me sentía. Negué con la cabeza en repetidas ocasiones. —Lo siento. No debería haber dicho eso.

 La gente de arriba parecía estar a miles de kilómetros de distancia. Podrías haber oído caer un alfiler cuando estábamos solos.

 Miraba hacia abajo cuando su mano me sorprendió, ya que aterrizó en mi mejilla. Lentamente se deslizó hacia abajo y la envolvió alrededor de mi cuello.

—Bella... —Exhaló con un nivel de emoción que sólo vi de él en otra ocasión hace siete años.

Cerré los ojos y me di cuenta de que por un momento estábamos de vuelta en ese lugar. Me encontraba con el viejo Edward; mi Edward. Esto era algo que nunca pensé que llegaría a sentir nuevamente. Mantuvo su mano en mi garganta y apretó ligeramente. Era inocente, pero había

una fina línea que se dibujaba con cada segundo que pasaba. Su pulgar se deslizaba hacia atrás y adelante sobre mi cuello lentamente. La sensación de sus ásperos dedos callosos calentó todo mi cuerpo. No entendía lo que pasaba, y no sabía si él lo hacía, tampoco. Recé para que nadie viniera abajo porque el segundo en que eso pasara, mi Edward se habría ido.

—Te hice daño —dijo, sus dedos todavía se cerraron alrededor de mi piel.

 —Está bien —le susurré. Mis ojos aún seguían cerrados.

Edward movió rápidamente su mano de mí cuando oímos pasos.

 —Ahí estas —dijo Kate mientras caminaba hacia donde nos sentamos en el sofá—. No los culpo a ustedes dos por querer tomar un respiro. La noche ha sido exhaustiva.

 Inmediatamente me levanté y le ofrecí probablemente la sonrisa más falsa que jamás había sido evocada en mi vida. Mi corazón todavía corría por lo que acababa de experimentar.

—El sacerdote se prepara para llevar una oración. Quería asegurarme de que no te lo pierdas —le dijo ella—. ¿Te sentirías bien si regresamos al piso de arriba?

 —Sí... uh... Estoy bien —dijo—. Vámonos.

Me dio una mirada rápida que era difícil de leer antes de girarse hacia la escalera con Kate. Los seguí y vi como puso su mano en la parte baja de su espalda, la misma mano que acababa de envolver alrededor de mi cuello hace un minuto.

***

 Después del velorio, Eleazar y Carmen invitaron a algunas personas a su casa para tomar el té y comer algunos pasteles. Mi madre se sentía obligada a ir, lo que significaba que debía quedarme con ella y llevarla a casa.

Mamá y yo fuimos las últimas en salir de la funeraria, así que para cuando llegamos a la casa, el comedor estaba lleno de gente. La casa olía a café recién hecho y los bollos de arándano de Carmen apenas acababan de salir del horno.

Sin embargo, me hubiese gustado haber ido a casa y dormir. Mañana sería otro largo día con el funeral. Ni siquiera sabía cuándo volvería Edward a California y asumí que no se quedaría mucho más tiempo mañana.

Edward y Kate no se encontraban en ninguna parte. Aunque no era de mi incumbencia, no pude dejar de preguntarme dónde estaban y lo que hacían.

Tan pronto como tenía el pensamiento, Kate apareció en la sala de estar, llevando un bollo en un plato de papel. Cambió su vestido negro a unos shorts casuales y una camiseta. Llevaba el cabello recogido en una cola de caballo y parecía más joven sin algún tipo de maquillaje.

—Hola, Bella. ¿Puedo unirme? —Se sentó a mi lado antes de que pudiera responder.

—Seguro. —Me deslicé al sofá de dos plazas.

—Me alegro de venir aquí —dijo—. La casa de Eleazar y Carmen es muy bonita, ¿verdad? Me alegra que nos hayamos quedado aquí en vez de un hotel.

—Lo es.

 —Espero tener una casa algún día, pero con nuestros salarios en el centro juvenil, pasará un tiempo antes de que ocurra. Nuestro apartamento de vuelta a casa es muy pequeño.

Nuestro apartamento.

—¿Cuánto tiempo llevan juntos?

—Sólo unos pocos meses. Hemos estado juntos casi un año. Edward era reacio a alejarse aún más de su madre, pero finalmente cedió. Esme fue buena durante mucho tiempo. Lo sabes, ¿verdad?

—Sí. Sabía que tenía problemas.

—Bueno, el año pasado ha sido mucho mejor. En realidad tiene un novio ahora... pero cuando se enteró de que Charlie murió, lo tomó muy duro, estamos preocupados por lo que podría tener una recaída.

—¿Dónde está Edward ahora?

—Está arriba.

 —¿Cómo está?

—En realidad... está actuando muy extraño esta noche.

—¿Qué quieres decir?

Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie escuchaba la conversación. —Bien, bien, salimos del velorio un poco temprano y regresamos aquí. Él...

—¿Él qué?

Se inclinó y susurró—: Quería tener sexo.

Estuve a punto de devolver todo mi té.

¿Por qué en nombre de Dios está diciéndome esto?

Tosí. —¿Eso es inusual?

—No, quiero decir... tiene un gran apetito sexual, pero esto era diferente.

Enorme apetito sexual...

 Hice lo mejor para jugar casual y pretender que no me sentía enferma del estómago durante esta conversación, estaba segura de que sería traumatizarme. —¿Diferente?

—Nos dimos vuelta aquí, e inmediatamente me arrastró por las escaleras y empezó a rasgar mi ropa. Era como si lo hiciera para enterrar sus sentimientos, y olvidarse de esta noche. Y entendí eso. Pero luego, una vez que empezamos, no pudo terminar. La mirada en sus ojos... era como si su mente estuviera en otro lugar. Luego, corrió al baño, cerró la puerta y escuché la ducha abierta.

—¿Dijo algo después?

—No. Nada.

—Debe haber tenido algo que ver con todo lo que ocurrió esta noche —dije.

Y por eso, no me refiero a cuando su mano tocó alrededor de mi cuello, Kate.

 —No puedo dejarlo así —dijo.

 —¿Qué significa dejarlo?

—¿No te dijo? No puedo quedarme para el funeral.

—¿Por qué?

—Mi vuelo sale a las nueve de la mañana. Mi hermana se casará mañana por la noche. Lo sé... una boda de viernes por la noche, ¿no? Creo que sólo tengo esta semana para reducir el costo del lugar a la mitad. Pero todavía es una mierda para el resto de nosotros que tienen que trabajar o tienen una vida. Soy su dama de honor. El momento no podía ser peor.

 Ella se iba.

—¿Cuándo regresará Edward?

—Su vuelo es el sábado por la noche.

—Oh.

Cruzó sus piernas y le dio un mordisco al bollo. —¿Siempre fue así de complejo? Quiero decir, cuando era más joven.

—Desde el corto tiempo que lo conocí, diría que sí... sí. Sus libros de escrituras son un buen ejemplo de eso.

Inclinó la cabeza. —¿Su escritura... libros?

¿No lo sabía?

—Ah... eh... sólo algo con lo que jugó. No debería haber sacado el tema. Es irrelevante.

—Guau, tengo que preguntarle sobre eso. No puedo creer que no sabía que a le gustaba escribir. ¿Libros sobre qué?

¿Cómo podría no decírselo?

Empecé a entrar en pánico. —Sólo ficción. No le digas que te dije. —Sacudí mi cabeza, instándola a hacerlo—. No debería haber dicho nada.

Su voz era fría. —No. No era necesario.

Ambas volteamos al mismo tiempo para ver a Edward parado frente a nosotras.

Mierda.

 La fría mirada que me dio fue todo el indicador que necesitaba para saber que cometí un gran error. Pero ya era demasiado tarde. Ahora, él era el único que debía hacer el control de daños.

Kate acarició el asiento junto a ella. —Ven aquí, bebé. ¿Por qué no me dijiste que solías escribir? Eso es genial.

—No es gran cosa. Era un pasatiempo que tenía cuando era adolescente.

No era un pasatiempo; era su pasión.

¿Por qué no está escribiendo más?

—No puedo creer que nunca me lo dijiste —dijo.

La ignoró. —Bueno, ya lo sabes.

Esperaba que me mirara así al menos podría decir una disculpa silenciosa, pero nunca me dio la oportunidad.

Carmen entró en la habitación. —¿Edward, puedo traerte algo? —preguntó.

 —Algo fuerte.

 —Ya lo tienes.

Ella volvió con tres chupitos llenos de algún tipo de licor ámbar. Edward inmediatamente derribó los dos primeros.

Kate me susurró—: ¿Ves? Prométeme que mantendrás un ojo en él por mí, ¿de acuerdo?

 Edward golpeó el último chupito después de terminar su contenido. —No tiene que mantener un ojo sobre mí —arrojó.

 —Sabes lo mal que me siento por dejarte solo.

—No deberías hacerlo. Voy a estar bien. Estaré en casa antes de que te despiertes el domingo en la mañana.

Se habría ido antes de que me diera cuenta.

Ella apoyó su cabeza en su hombro. Edward llevaba puesto unos pantalones vaqueros, y tenía sus pies desnudos. Eso provocó un flashback de la noche en que inicialmente se abrió a mí en mi habitación cuando me di cuenta por primera vez qué hermosos eran sus pies cuando los tenía desnudos. Intenté alejar mis pensamientos porque  cuando Kate me pidió que mantuviera un ojo sobre él, no creo que se refiriera a comérmelo con los ojos.

 Mi madre entró en la sala de estar. —Cariño, creo que debo llegar a casa y descansar para mañana.

—Está bien, nos iremos. —No pude salir de este sofá lo suficientemente rápido.

Kate se puso de pie. —Bella, no te veré otra vez. No puedo decirte lo bueno que fue conocerte. Espero que nos veamos nuevamente.

—Igualmente —mentí.

Le abracé, miré detrás de su hombro a Edward y murmuré—: Lo siento. —Esperando que me perdonara por dejar al gato fuera de su bolsa9 sobre su escritura. Sólo me miró con una expresión indescifrable. Mientras que no podía entender por qué nunca se lo mencionó si iban en serio, eso no importa. Una vez más sobrepasé mis límites cuando se trataba de él. A pesar de lo que pasara entre nosotros en el funeral, ya no tenía ningún lugar real en su vida. Hice un voto allí y mantendría la distancia de él mañana, a menos que me buscara.
No me necesita. Él la tiene. Eso sería mi mantra10.

 Abrazó a mi madre. —Renee, por favor, acepte mis más sinceras condolencias otra vez. Siento que tenga que estar en California para la boda de mi hermana mañana.

 —Gracias —dijo mi madre. Me di cuenta que se sentía agotada.

Kate me susurró al oído—: Gracias por dejarme desahogarme de esas cosas antes, también.

—En cualquier momento.

Gracias por traumatizarme.

 En otra vida, esta chica pudo haber sido mi mejor amiga. Me di cuenta de que era el tipo de persona que puedes llamar a cualquier hora de la noche para ventilar todos tus problemas. Era tan agradable, y me sentía tan mal por la cantidad de alivio que sentía al saber que se estaría yendo en un avión mañana por la mañana.

Ahora, el único obstáculo sería conseguir salir a través de las próximas veinticuatro horas. Entonces, Edward estaría en un avión también, y fuera de mi vida de nuevo.

¿Verdad?

Absolutamente no resultó ser tan simple.




9 Revelar un secreto o una sorpresa por accidente. 10 Liberar la mente.

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bueno que les parecio el reencuentro de ellos y de edward no este solo.
bueno nos vemos el miercoles con otros dos capitulos gracias por leer

6 comentarios:

Kar dijo...

Wow!!! entiendo como se sienten Bella, me golpeeo la realidad...
Gracias Annel 😘

carola dijo...

Xq edward es tan cruel? Xq no quiere darse una oportunidad con bella? Q dolor y tristeza tan grande sentiria yo en el lugar de bella, creo q no podria parar de llorar. Bella es muy fuerte. Me encanta la historia😍😘

Belu dijo...

Gracias por los capi! Pobre bella, Edward siempre haciéndola sentir mal... es como que en ese sentido sigue igual. Espero los próximos cap , tal vez lo entendemos un poco más

vani dijo...

Gracias Gracias por la historia y por publicar tan seguido..
..

cari dijo...

Bella solo tu le aguantas todo y el te trata mal t hace daño el daño q le hacen lo cobra contigo otra ya lo habría mandado a ver a esme, es tan hijo d Esme bipolar, tonto. GRACIAS ;)

Kamile Patzz-Cullen dijo...

Waoo que capitulo.. La pobre Bella tener que aguantar a Edward solo porque esta enamorada...

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina