Capitulo 11
Edward
Algo había cambiado
después de la visita de Isabella al baño de damas anoche. Antes de eso, estaba
siendo usualmente sarcástica, encantando los pantalones de un investigador
farmacéutico de sesenta años de edad, solo siendo nada más que quien es.
Después, sin embargo, estuvo callada y retraída. Cuando volvimos a su
apartamento, no me invitó a entrar, y a su beso le faltaba el fuego habitual
que ardía entre nosotros. Asustado de presionar, esperé a ver qué pasaría el
día siguiente. Nada había pasado.
Y aquí estaba yo, sentado en mi oficina el sábado por la tarde mirando una pila
de prospectos. Mi concentración se había ido a la mierda desde que esa mujer
invadió mi vida.
Tomé mi teléfono,
luego lo tiré de nuevo a mi escritorio. A las tres, había repetido el mismo
movimiento veinte putas veces. Eventualmente, me quejé conmigo mismo por el
tonto que era y digité un rápido mensaje.
Edward: Sobrevivimos a los dos eventos. ¿Todavía tenemos un trato?
Miré fijo al maldito
teléfono hasta que los puntos empezaron a saltar. Mi nivel de ansiedad creció
cuando comenzaron, luego se detuvieron, y luego comenzaron de nuevo. Ningún
pensamiento era necesario para mensajear que nuestro contrato de exclusividad
estaba sellado. ¿Qué estás pensando, Isabella
Swan Venedetta?
Isabella: ¿Seguro que eso es lo que quieres?
No hubo pausa
mientras escribía mi respuesta.
Edward: Es lo que he querido desde el primer día. Estas pequeñas pruebas
fueron tu idea.
Isabella: Estoy nerviosa.
La llamé, en lugar de
jugar a adivinar lo que realmente
estás pensando por mensajes de texto. Respondió al primer tono.
—¿Qué te dijo?
—¿Irina?
—¿Quién más?
—Ya te lo dije.
—Dime de nuevo. Me
estoy perdiendo algo.
—No recuerdo sus
palabras exactas.
—Dime lo que
recuerdas.
—Bueno. Básicamente
me acechó mientras orinaba. Luego me dijo que estaba haciendo un tipo de
servicio de chica, advirtiéndome de ti.
—Sigue.
—No fue mucho más.
Dijo que yo no valía la pena su tiempo y que me daría cuenta eventualmente.
Luego me dijo que te preguntara por qué te empeñaste tanto en destruir la
compañía del esposo de su mejor amiga.
—Ya te había hablado
de Alec y Tanya. Es un competidor.
Se quedó callada por
un minuto.
—Busqué en Google
sobre ti y Alec esta mañana.
Sacando una
respiración profunda, me recosté en mi silla.
—Y….
—Había un montón de
artículos sobre cómo estás tratando de hacer una adquisición hostil de su
compañía.
—Eso es correcto.
—Todos los artículos
decían que estás pagando el valor del mercado por casi el doble. No sé mucho
sobre negocios, pero ¿por qué harías eso, si no fuera para destruir a un hombre
porque aún tenías sentimientos por la mujer que te robó? ¿La mujer cuyo nombre
está tatuado en tu cuerpo?
—¿De eso se trata
todo esto?
—Estoy nerviosa, Edward.
Me siento como si pudieras tragarme entera.
—He estado tratando
de hacerlo.
—Sí, eso también.
Pero ya sabes a qué me refiero.
—¿Tienes miedo de que
vaya a lastimarte?
Suspiró.
—Sí.
—La compañía de Alec
posee una participación de veintitrés por ciento en Industrias Pembrooke. El
año pasado, compré el veintiocho por ciento de Pembrooke bajo una corporación
extraoficial de la que soy el único accionista. Si adquiero la compañía de Alec,
viene con sus acciones de Pembrooke. Eso me daría el cincuenta y un por ciento
de la propiedad y el control de intereses. Ese interés vale más que el doble de
la compañía de Alec. Los analistas asumen que es debido a un rencor desde que
él era mi antiguo empleado.
—¿Así que ya no estás
enamorado de Tanya?
—No. Y si estás
preocupada, podrías haber venido a mí, Isabella.
—Lo siento. Supongo
que solo estoy totalmente asustada por lo que está pasando entre nosotros.
—Como yo. Pero,
¿sabes de lo que me di cuenta?
—¿De qué?
—Asustados o no, lo
que sea que está pasando, va a suceder. Ninguno de nosotros tiene la
capacidad de detenerlo. Entonces, por qué no traes tu culo aquí abajo a mi
oficina, y me dices en persona que lo sientes por saltar a conclusiones.
—¿Es eso un código
para saltar a tu escritorio y jugar al jefe y la secretaria?
Gruñí.
—Trae tu culo aquí
abajo.
Rió entre dientes. Me
alegró que mi constante sufrimiento, al menos, pudiera ser divertido para ella.
—No puedo, Cullen.
—Deja de joderme, Isabella.
—No lo hago. En
realidad, no puedo ir. No estoy en casa.
—¿Dónde estás?
—Ayudando a Rosalie
en una feria. Estamos a pocas horas al norte.
Murmuré algo
inarticulado.
—¿Cuándo vas a estar
de vuelta?
—En la mañana. El
espectáculo no termina hasta después de la noche, y Rosalie es lo suficiente
peligrosa conduciendo en el día. Además, hará cientos de perforaciones hoy en
la feria, y tendrá los ojos cruzados para cuando haya terminado. Así que nos
vamos a quedar en el hotel al otro lado de la calle del espectáculo.
—¿Qué vas a hacer
todo el día?
—Ayudar. Limpio la
zona antes de que ella perfore y sostengo las manos de las gallinas.
No estaba seguro de
querer saber la respuesta, pero le pregunté de todos modos.
—¿Qué vas a limpiar?
—Lo normal. Orejas,
narices, ombligos, lenguas, pezones, un pene o dos.
—Dilo de nuevo.
—Es clínico.
—Sí, eso me hace
sentir mejor acerca de que limpies la polla de un hombre. Estoy seguro de que
Rosalie tiene su Certificado en Medicina.
—Relájate. No es la
gran cosa.
—Sí. Tienes razón.
—¿La tengo?
—Seguro. —Cubrí
parcialmente el teléfono y grité a mi secretaria, quien no estaba hoy—.
¿Elizabeth? ¿Puedes venir aquí un minuto?
—¿Elizabeth? ¿Es tu
nueva secretaria?
—Sí. Voy a lavar sus
tetas.
Isabella se rió entre
dientes. La mujer se rió de mí. De nuevo.
—¿Qué es tan
gracioso?
—He visto en persona
cómo tratas a las secretarias. Estoy bastante segura que no te dejaría lavar
sus pies, mucho menos sus tetas.
Por desagracia,
probablemente tenía razón.
—¿Cuándo te veré?
—Mañana por la noche.
—De acuerdo.
—Te recogeré a las
seis.
—Funciona para mí.
Tengo que irme. Un tipo grande y tatuado entró al stand de Rosalie. Por lo
general, son los que más necesitan agarrar las manos.
—Maravilloso. Ahora
voy a imaginarte frotando la polla de un musculoso mientras él te come con la
mirada y se pone duro.
—Tienes una
imaginación muy vívida.
—Mañana. Isabella.
—Hasta luego,
Trajeado.
Unos minutos después
de colgar, mi teléfono zumbó con un texto de ella.
Isabella: Sí, tenemos
un trato.
***
Necesitaba alejarme
de esa mierda con Irina, mostrarle que no había nada que temer cuando se
trataba de mí. Incapaz de concentrarme en cualquier cosa que no fuera ver a Isabella
esta noche, salí de la oficina temprano, lo que parecía ser la norma
últimamente. Si no fuera el dueño de la compañía, ya habría despedido mi culo.
De regreso a mi
condominio, conseguí cortar las verduras para la pasta primavera que estaba
planeando hacer. Yo no era un cocinero gourmet de ninguna forma, pero podía
hacer una buena pasta al dente. Le había enviado un mensaje a Isabella antes para
hacerle saber que había un cambio de planes; iba a cocinar para nosotros en mi
casa. Se sentía como el cambio correcto después del fiasco de la gala.
Necesitaba dejarla entrar en mi espacio y mostrarle más de mi lado casual.
Acababa de encender
la televisión montada en la pared de mi cocina, seleccionado un espectáculo de
la lista de DVR cuando sonó el teléfono.
Isabella llamando. Agarré una toalla
para limpiar mis manos antes de responder.
—Hola, preciosa.
—Hola… —Hizo una
pausa—. ¿Qué es esa música en el fondo?
—La televisión.
Mierda.
Tratando
frenéticamente de bajarle el volumen, pronto me di cuenta de que el control del
volumen no estaba funcionando. Mi factor de genialidad estaba a punto de caer
en picado.
—¿Era esa la
secuencia de apertura de Hospital General?
—No —mentí.
—Sí, lo era.
Joder. Atrapado en el
acto.
Me reí culpablemente.
—Está bien, lo era.
Me atrapaste.
—¿Ves telenovelas?
—Solo esta.
—Y aquí pensando que
no teníamos nada en común…
Me aclaré la garganta
y me rendí a la vergüenza.
—¿Tú también la ves?
—En realidad, solía…
ya no tanto.
—Nunca me metí en eso
hasta que mi madre se enfermó cuando estaba en la secundaria. Ella estaba
obsesionada con HG. Cuando estaba acostada en la cama, me acurrucaba con ella a
las tres de la tarde y la acompañaba hasta que terminaba. Terminaron
interesándome algunas historias y seguí viéndolo después de que muriera. Me
recuerda a ella.
Se quedó callada y
luego dijo:
—Edward… eso es…
vaya… yo… eso es realmente precioso.
Sintiéndome de repente
emocional, cambié rápidamente el tema.
—¿A qué se debe esta
llamada telefónica?
—Quería saber si
podía llevar algo.
—Nada más que tu
hermoso trasero, nena.
—En serio. Quiero
llevar algo.
—Lo tengo cubierto.
—Bueno. Vino
entonces.
Chica terca.
—Mi chofer te
recogerá en una hora.
—De acuerdo.
Me detuve un momento
y luego susurré su nombre.
—Isabella…
—¿Sí?
—No puedo jodidamente
esperar a verte.
***
Estaba tan inmerso en
organizar nuestra mesa, que había olvidado hacerle saber al portero que solo
enviara a Isabella directamente arriba.
Cuando llamó para
notificarme de mi visitante, decidí meterme un poco con ella.
—Por favor, ponga a
la señorita Swan en el teléfono —dije.
Vino a la línea:
—¿Sí? —Mi pene se
estremeció ante el sonido de su voz. Isabella ni siquiera estaba enfrente de
mí, pero solo saber que estaba abajo estaba poniéndome duro.
—¿Cómo puedo
ayudarla, señorita?
Se rió.
—¿Esto es el Hospital
General?
Pequeña sabelotodo.
—Si interpretas a una
enfermera traviesa, puede ser. Devuélvele el teléfono y trae aquí tu
culo.
Cuando el portero
regresó a la línea, le di instrucciones de que le mostrara los ascensores a Isabella.
Su golpeteo era rítmico y alto, y Blackie inmediatamente empezó a ladrar.
Hablé con mi perro
mientras caminaba hacia la puerta:
—Sí. Sí. Solo espera
a que la veas.
Mi corazón empezó a
bombear más rápido al momento en que abrí y divisé la belleza impresionante que
parecía. Su cabello estaba suelto, pero tenía un aire salvaje y ondulado. Los
extremos todavía eran verdes, y usaba una blusa de color esmeralda sin mangas,
pero cubría todo su escote. Había un lazo atado en la parte superior. Los
impecables pantalones negros parecían haber sido pintados en sus piernas. En
general, era un conjunto coquetamente conservador comparado con su atuendo
habitual. Sus labios normalmente rojos brillantes también estaban desnudos como
si supiera que los estaría comiendo más tarde.
Luchando duro para
contenerme de acosarla, coloqué mis manos a regañadientes en mi costado. Prometí
no tocarla o besarla aún, temiendo que no podría ser capaz de detenerme. Así
que, iba a refrenarme tanto como pudiera. Esta noche era para mostrarle que
podía confiar en mí.
Abalanzarme en ella
afuera de la puerta lo negaría.
—Entra. —Tomé una
larga inhalación de olor floral cuando entró en la habitación.
El perro
inmediatamente empezó a saltar por encima de ella
—Déjala en paz,
Blackie.
Viéndose divertida,
me entregó una botella de vino que llevaba, se agachó y lo levantó. Blackie
estaba lamiéndola por toda la cara.
Maldición, quería
eso.
Quitándole el perro,
dije:
—Y tú pensaste que
sería yo el que tendrías encima.
—Está siendo muy
bueno, señor Cullen.
—Estoy tratando —dije
con sinceridad.
Ella cubrió su boca:
—¡Oh, por Dios!
Blackie. Acabo de caer en cuenta. ¡De Hospital General! Se llama así por ese
Blackie.
—Es correcto.
Señaló mi rostro:
—No estás
avergonzado, ¿verdad?
—No.
—¡Porque tus orejas
se están poniendo rojas!
Mierda.
—Creo que es dulce, Edward,
especialmente que el programa te recuerda a tu madre.
Gracias por compartir eso conmigo.
—No creo haberle
dicho a nadie sobre eso. Tienes una forma de volverme papilla, Swan
—Bien. —Sonrió.
Rodeando mis palmas lentamente, dije:
—Ya que estamos en el tema. Vamos a
ver qué tan bueno es tu conocimiento de Hospital General.
Ella lanzó la sonrisa
más linda de nuevo cuando aceptó mi reto:
—Adelante.
—Hay una cosa más
sobre mí; un identificador importante; que tiene una conexión con Hospital
General.
—¿Qué consigo si
acierto correctamente?
—Un beso especial de
mí después.
—Oh, ¿sí? Uno
especial, ¿eh?
—Te daré una pista.
—Está bien.
—Rima con órgano.
—Oh, esa línea de
nuevo. Está bien… Cullen… tu apellido. —La comprensión pareció golpearla—. ¡Eso
es! Oh Dios mío. ¡También ese nombre es de Hospital General!
—La conexión del
apellido es pura coincidencia, por supuesto, pero la A de mi segundo nombre es
por Antony.
Ella asintió con
comprensión:
—Antony Cullen… ¡como
el personaje!
—Mi madre pensó que
era brillante.
—Tu madre suena como
que era muy inteligente.
—Ella era…
inteligente, graciosa, brillante, llena de vida… muy parecida a ti, de hecho.
—Caminé hacia el mostrador de granito y abrí el Sauvignon blanc que había
traído. Entregándole su copa de cristal, dije—: ¿Puedo mostrarte alrededor?
Tomando nuestro vino,
dimos un recorrido por el condominio. A Isabella le encantaba particularmente
la chimenea eléctrica en mi dormitorio. No podía esperar para follarla justo
delante de ella algún día.
Finalmente dimos la
vuelta alrededor de la sala y nos detuvimos enfrente de la ventana de piso a
techo con vistas al horizonte de Manhattan.
Ella vio las
espectaculares luces de la ciudad:
—Siempre soñé con
tener una vista como esta.
Mientras tanto, yo no
estaba viendo nada más que a ella:
—Esta vista es tuya.
Te puedes venir aquí cuando quieras.
—Puedo venirme aquí,
¿eh?
—No lo quise decir
así.
—Oh, lo sé. Estás
extrañamente cortés y políticamente correcto esta noche. ¿Qué se te metió, Edward
Antony Cullen?
—¿No me quieres
cortés? Estoy tratando de no joder nada esta noche. Después de lo que
pasó en la gala…
—Estás bien. Eres
bueno tal como eres. Me encanta lo sincero que siempre eres conmigo sobre tus
pensamientos y sentimientos. —Se agachó y agarró mi suéter de lana, haciendo
que mi polla doliese. Me sentí desenredarme muy rápidamente mientras ella
seguía—. De hecho, prefiero la sinceridad franca que cualquier otra cosa.
Siempre quiero que me digas la verdad, incluso si tienes miedo de que me pueda
ofender. No creo que entiendas cuánto necesito la verdad.
—No creo que
entiendas cuánto te necesito. —Ahora que sus manos estaban sobre mí, era hombre
muerto—. Y te daré todo lo que necesites. ¿Quieres la verdad
absoluta?
—Sí. Dime lo que
quieres.
—¿De qué manera? ¿En
la vida? ¿Ahora mismo? Sé específica.
—¿Qué quieres
realmente en este mismo momento?
—¿No vas a criticarme
por mi respuesta?
—Mientras sea
realmente lo que estás pensando… no.
Mi voz era gruesa:
—Quiero tu lengua en
mi polla.
Síp. Había perdido el
control.
Sus pestañas
parpadearon seductoramente:
—¿Qué más?
—Después de que me
tomes en tu boca, quiero desnudarte y comer tu coño justo antes de que te folle
por detrás con tus manos pegadas contra la ventana.
—¿Luego qué?
—Quiero correrme
dentro de ti.
—¿Luego?
—Luego… comeremos
pasta en la cama desnudos.
Ambos soltamos risas
antes de que todo se volviera serio de nuevo.
Ella miró a mi sala:
—¿Cuándo se puso tan
oscuro todo de repente?
—No lo sé. No me he
dado cuenta de mucho más aparte de ti desde que entraste por esa puerta. Esa es
la verdad.
—Gracias por ser
sincero conmigo, Edward.
Fue lo último que
ella dijo antes de colocar sus dedos en el lazo de su escote, desatándolo
lentamente. Bueno, joder. Al parecer esta fue la recompensa por mi sinceridad.
Desabrochó los botones, y su blusa de satén cayó al suelo. Cuando desabrochó su
sostén de encaje negro desde el frente, sus tetas surgieron. A pesar de que
estaba oscuro, las luces de la ciudad dejaron entrar la suficiente iluminación
para que pudiera ver sus pezones fruncidos por el aire frío.
Dejando escapar una
respiración temblorosa, dije:
—Déjame calentarte.
—Me agaché y chupé su pecho sin piedad en mi boca. Soltó un gemido al segundo
en que mis labios tocaron su piel.
Isabella enterró sus
dedos en mi suéter, tirando y sacándolo sobre mi cabeza. Presionando mi pecho
desnudo en el suyo, tomé su lengua en mi boca y chupé lentamente. Mi polla,
ahora completamente dura, estaba estallando a través de mis vaqueros contra su
estómago. Entonces, la sensación de su pequeña mano deslizándose sobre mi
entrepierna borró el último pedazo de control dentro de mí.
De repente se dejó
caer de rodillas.
Estaba terminado.
Mi corazón parecía
estar latiendo más rápido de lo que podía manejar cuando desabrochó y tomó mi
polla. Sentí que el tiempo se detuvo cuando me miró y deslizó su anillo de la
lengua en círculos lentos a través de mi corona que ya estaba mojada y lista
para su boca. Mi cabeza pareció caer involuntariamente de la sensación que solo
podía describirse como éxtasis absoluto.
Esto.
Esto era el cielo.
Cuando de repente
bajó su mandíbula, tomándome por completo, mis bolas se tensaron en un intento
desesperado por no correrse de inmediato bajando por su hermosa garganta. Me di
cuenta que estaba en un problema más grande de lo que alguna vez había
imaginado, porque no había forma en que pudiera dejarla ir ahora que sabía cómo
se sentía.
Todo en lo que podía
pensar era que no podía esperar a estar adentro de ella, que quería reclamar
cada centímetro de ella, cada orificio. Quería poseerla, pero la verdad era
que… ella me poseía. Estaba tan jodido.
—Despacio, bebé.
Mi teléfono celular
empezó a sonar. Mierda. No había forma en el infierno en que estuviera
respondiendo eso. Cuando el teléfono de la casa empezó a sonar inmediatamente
después, mi estómago cayó porque sabía que era mi abuela. Meme era la única
persona que tenía mi número de teléfono fijo. El contestador automático lo
tomó.
—¿Señor Cullen? Soy
Cambria Lynch, la trabajadora social de su abuela. Tuvo una caída muy mala hoy
y está en el Hospital Westchester. Le estoy llamando informarle. —El resto del
mensaje sonaba ahogado.
Isabella soltó mi
polla de su boca y saltó hacia atrás cuando procesó las palabras en el
contestador automático. Corrí al teléfono y lo levanté, pero Cambria ya había
colgado.
Metiéndome de nuevo
en los pantalones, estaba en una niebla completa cuando volví a mirarla:
—Tengo que dirigirme
al hospital.
Isabella empezó a
ponerse su ropa frenéticamente:
—Voy a ir contigo.
Prácticamente tropecé
sobre Blackie, que al parecer estaba alterado, porque estaba montando su
juguete en el suelo. Recé para que una de las mejores noches de mi vida no se
convirtiera en una de las peores.
4 comentarios:
Graciaaaas 😉
OMG pobre Edward ya q tenia lo q quería ahora tiene q salir volando al hospital 🔥😘❤ gracias
xD pobrecito de mi edward cuando por fin iba a dejar de tener su problema de bolas azules :/
Hay pero que no le haya pasado nada malo a Meme
Gracias :D
Pobte Edward q justo cuando esta teniendo relaciones sexuales con Bella pasa el accidente.😯😯
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