Capitulo 12
Isabella
Tuve el estómago
revuelto todo el trayecto hasta el hospital.
Pobre Edward.
La preocupación en
sus ojos era evidente mientras seguía con la mirada perdida hacia delante. Su
conductor había tomado el resto de la noche libre, por lo que Edward nos llevó
en su BMW al Westchester.
Puse mi mano en su
pierna.
—Va a estar bien.
—Sí —dijo, sin
apartar la vista de la carretera.
Una hora después,
llegamos al Hospital Westchester. Edward tomó mi mano mientras nos dirigíamos
hacia la entrada.
—Mi abuela está aquí.
Lil Cullen. ¿Dónde puedo encontrarla? — preguntó Edward a la mujer en la
recepción.
—Habitación 257
—contestó.
El viaje en ascensor
fue extremadamente tenso. El olor a antiséptico del hospital me hizo enfermar
del estómago. Cuando llegamos a la habitación, un médico y una enfermera estaban
de pie junto a la cama de Lil.
Inmediatamente la
reconocí como la anciana con el cabello azul de las imágenes en el teléfono de Edward.
Mi corazón se abrigó por la forma en que sus ojos se iluminaron cuando lo vio.
—Edward. ¿Quién te
dijo que estaba aquí?
—Cambria llamó.
¿Estás bien?
—No quería que te
preocupara.
—Hizo lo correcto.
¿Qué pasó?
—No lo recuerdo. Me
resbalé y caí, pero no sé cómo sucedió. Están diciendo que me rompí la cadera.
El doctor de sexo
masculino le tendió la mano.
—Sr. Cullen, soy el
Dr. Spork.
—Doctor, ¿podemos
hablar fuera por un momento?
—Por supuesto.
Edward salió de la
habitación con el médico y la enfermera los siguió.
Me habían dejado sola
con Lil.
Todavía había estado
mirando hacia la puerta cuando su voz me sobresaltó.
—Tú debes ser Isabella.
Me descolocó que
supiera mi nombre, que él me hubiera mencionado.
—Así es. Es un placer
conocerte, Lil. —Sonreí y me senté en la silla junto a su cama.
—Ahora puedo ver por
qué está tan prendado de ti. Tienes una belleza oscura y natural que es rara de
encontrar.
—Muchas gracias.
Su voz sonaba cansada
y débil.
—Edward es muy
reservado. Tal vez nunca me dará la oportunidad de estar a solas contigo de
nuevo, así que perdóname si te estoy soltando una gran cantidad de cosas a la
vez...
Tragué saliva, no
esperaba un interrogatorio.
—Está bien.
—Sé que, a veces, mi
nieto puede ser un absoluto imbécil.
Dejé escapar el
aliento que había estado sosteniendo y reí.
—Sí. Lo descubrí
bastante rápido cuando nos conocimos.
—Y oí que le diste un
mal rato.
—Lo hice.
—Bien. Pero sabes, él
no es así realmente en el fondo.
—Estoy empezando a
verlo.
—Cuando su madre
murió lo interiorizó todo. Le tomó mucho tiempo salir por ahí, y la única vez
que corrió el riesgo se quemó.
—¿Tanya?
Lil parecía
sorprendida.
—Así que, te ha
hablado de ella...
—Bueno, sé un poco.
Sé que ahora ella está con su ex amigo, Alec.
—Sí. Esa situación
fue mala. En muchos sentidos, deshizo cualquier progreso que había hecho
después que mi hija Esme murió. Sinceramente, no estaba segura si Edward alguna
vez abriría su corazón a alguien nuevamente. Pero tengo la sensación de que
podría estar sucediendo contigo.
Oírla decir eso me
hizo sentir como que mi corazón iba a estallar.
—No sé qué decir.
—No tienes que decir
nada. Solo quería asegurarme que supieras que hay mucho más de lo que él
muestra. Parece que sabes más de lo que pensaba que sabías, lo cual es bueno.
Solo no permitas que te convenza de que es irrompible.
—Tengo más miedo de
que él me quiebre a mí, para ser honesta.
—No tengas miedo de
salir herida. Es mucho mejor que no experimentar nada trascendental. Incluso la
alegría temporal es mejor que nada en absoluto. Tienes miedo de resultar herida
como yo tengo miedo de morir. Eso no quiere decir que no voy a vivir cada día
al máximo.
Puse mi mano sobre la
suya.
—Gracias por ese
consejo.
Edward entró en ese
momento exacto.
—Oh, oh. Me huele a
que se está armando lío.
El rostro de Lil se
iluminó una vez más cuando entró en la habitación.
—Aunque me gustaría
que no hubieras venido hasta aquí, estoy muy feliz de haber conocido a Isabella.
Espero no arruinar tu noche.
—No. Solo
estábamos... comiendo pasta. —Me miró brevemente e intercambiamos una mirada de
complicidad.
—¿Qué te dijo el
médico sobre mí? —preguntó Lil.
—Cree que necesitas
una cirugía de cadera. Te van a mantener aquí por un par de días, luego te
pasará a un centro de rehabilitación. Voy a trabajar con Cambria para
asegurarme que te pongan en un centro de primera calidad.
—No quiero que te
estreses por mí.
—Podrías haberte
golpeado la cabeza. Ni siquiera recuerdas cómo sucedió. Por supuesto que estoy
preocupado. Me alegro que no haya sido peor, Meme.
—Yo también —dije.
Nos sentamos con Lil
por otra hora antes de regresar a la ciudad.
Edward puso música
clásica y permanecimos completamente callados durante el viaje. Cuando
finalmente entró en Manhattan, fui la primera en hablar.
—¿Estás bien?
—Sí... estoy bien. Es
solo que...
—¿Qué?
—Simplemente me
golpeó más que nada esta noche que ella es la única familia que tengo. Mi madre
era hija única. Mi abuela es literalmente... eso.
Cuando ella muera, no
voy a tener a nadie más. Es solo un tipo de pensamiento sombrío.
—Algún día tendrás tu
propia familia.
Me tomó por sorpresa
con una pregunta que no vi venir.
—¿Quieres hijos, Isabella?
Solo podía darle la
respuesta honesta.
—No estoy segura.
—¿No estás segura?
—No puedo decir que
estoy cien por ciento segura. Espero estar segura en el momento en que
tenga que tomar una decisión.
—¿Las dudas que estás
teniendo son debido a la situación con tu padre?
—En parte. Aunque, en
realidad no lo he analizado demasiado. Es solo que no me siento absolutamente
segura de que la maternidad sea para mí.
Lucía pensativo con
mi respuesta. Tal vez no era lo que quería oír, pero no quería mentirle. Era la
forma en que siempre me había sentido.
Mirándolo, le
pregunté:
—¿Me vas a llevar a
casa?
—No planeaba hacerlo.
—Una mirada de decepción se apoderó de su rostro—. ¿Por qué... quieres ir a
casa?
—Solo pensé que tal
vez con todo lo que pasó con Lil...
—¿Pensaste que me
gustaría estar solo? No. No quiero estar solo, Isabella. Estoy cansado de estar
solo. Te quiero en mi maldita cama esta noche. No tenemos que hacer nada. Yo...
solo quiero abrazarte mientras me quedo dormido. Es lo que quiero si
está bien para ti.
A pesar que me daba
miedo, no quería nada más.
—Está bien. Sí.
Edward nunca tuvo la
oportunidad de cocinar su plato de pasta. Ya que era tarde, nos detuvimos por
comida para llevar en Szechuan y la llevamos arriba a su apartamento. Pasamos
los contenedores de papel de ida y vuelta el uno al otro mientras estábamos
sentados con las piernas cruzadas sobre el piso de su sala de estar viendo Hospital
General.
—Podría acostumbrarme
a esto —dijo, sorbiendo un fideo en su boca.
Un encanto
atípicamente juvenil brilló en su rostro en ese momento.
Mi corazón se
encogió. Esta noche era la primera vez que realmente me di cuenta que las cosas
entre nosotros se estaban tornando serias. Por mucho que su pregunta acerca de
si quería niños me había sacudido antes, me di cuenta que no había vuelta
atrás. Necesitaba ver a dónde nos llevaba la marea. Como dijo Lil, sería mejor
salir herida que nunca conocerlo.
Después de limpiar, Edward
me condujo en silencio a su dormitorio. Observé mientras se sacaba el jersey
por la cabeza. Admirando el tatuaje que Emmet había grabado en el costado de Edward,
me lamí los labios, deseando desesperadamente probar su piel.
Se dirigió al baño y
volvió con pantalones de pijama negros. Luego me lanzó una camiseta azul.
—Quiero que duermas
con mi camiseta.
Observó con atención
mientras me desabrochaba la blusa. Su boca parecía que estaba babeando, y sus
ojos estaban pegados a mi pecho mientras pasaba la camiseta sobre mi cabeza.
Me metí en su enorme
cama, mi cuerpo de inmediato se hundió en el mullido colchón, un colchón de
espuma de memoria. Esta cama era adecuada para un rey o para Cullen.
Se puso detrás de mí
y envolvió mi cuerpo con sus brazos. Su respiración se ralentizó, y me di
cuenta que se estaba quedando dormido, tranquilo como un bebé. Pronto lo seguí.
***
Eran las cuatro a.m.
cuando algo me despertó. Edward estaba girado hacia mí, con los ojos abiertos.
—Me encanta verte
dormir.
Mi voz estaba
atontada.
—Si hubiera sabido
que me estabas mirando, no hubiera podido hacerlo.
Se rió entre dientes.
—¿Qué te despertó?
—No lo sé. Tal vez
fue solo mi intuición.
—¿Sabes lo que
pienso?
—¿Qué?
—Creo que querías
mirar debajo de la manta.
—Y yo que pensaba que
el sucio bastardo que hay en ti había tomado la noche libre.
—Nunca. Siempre está
aquí, incluso cuando está en silencio. —Se rió, y su sonrisa casi me derritió.
Cerró sus dedos con los míos—. En serio, aunque, creo que algo te está
agobiando.
—¿Cómo lo sabes?
—Tus ojos.
—Tu abuela me dijo
que no debería tener miedo de salir lastimada.
—Es una mujer sabia.
Deberías escucharla. ¿Pero puedo decirte un secreto?
—Sí.
—Me aterras, Isabella.
—Siento lo mismo.
—Pero esa es la razón
principal por lo que lo sé.
—¿Sabes qué?
—Que esto podría ser
de verdad.
De verdad.
—Tengo que aprender a
dejar de preocuparme por el mañana, simplemente disfrutar el ahora —susurré.
Edward llevó mi mano
a su boca y la besó.
—Nadie sabe lo que
ocurrirá de un día para el otro, pero si el mundo se fuera a terminar mañana,
no hay lugar en el que preferiría estar que aquí contigo. Eso me dice todo lo
que necesito saber.
Cuando presionó sus
labios en los míos, se sintió diferente a cualquier otra vez en que me besó,
más apasionado, casi desesperado. Se sentía como si estuviera liberando en mí
toda la tensión acumulada en su cuerpo. Lo que comenzó lento y sensual pronto
se volvió salvaje y frenético. Sin poder controlar la necesidad por él, tomé
una decisión consciente para dejar de lado todas mis inseguridades, incluso si
era solo por este momento en el tiempo. Aquí, en esta cama, me sentía segura.
Eso era lo único que importaba.
Como si pudiera leer
mi mente Edward pasó por encima de mí, fijándome con sus brazos a cada lado. Se
cernió sobre mí durante mucho tiempo, mirando fijamente mis ojos. Parecía estar
conteniéndose, pidiendo permiso. Así que, asentí en silencio, dejándole saber
que me atrevería a lo que sea que él me tenga reservado. Cerró los ojos por un
momento y luego los volvió a abrir.
Nunca apartó sus ojos
de mí mientras su amplia mano empezó a deslizar lentamente mi ropa interior.
Ahuecó su mano entre mis piernas mientras latía, tan húmeda y lista para él.
Apretó su mandíbula.
—Maldición, Isabella.
Necesito estar adentro de ti. Ahora. —Con sus bóxer todavía puestos, colocó su
polla contra mí. Apreté su trasero, empujándolo contra mi clítoris, tan
increíblemente excitada.
Se quitó la ropa
interior, y ahora su polla desnuda se sentía caliente contra mi estómago.
Abriendo mis piernas tanto como podía, no pude esperar ni un segundo más.
Sujetando su eje, lo llevé a mi apertura. Poco preparada para su grosor, jadeé
antes de meterlo suavemente en mí.
—Oh... mierda... te
sientes... mierda... —murmuró contra mi boca mientras se movía lentamente
dentro y fuera. Echó su rostro hacia atrás
para mirarme. Sus pupilas estaban dilatadas mientras seguía mirándome a los
ojos casi hipnóticamente con cada empuje. Ningún hombre me había mirado de esa
manera durante el sexo. Me estaba follando, en cuerpo y alma, y simplemente
supe que esto me iba a arruinar para siempre.
La habitación estaba
completamente en silencio. No podía oír nada, excepto el sonido de nuestro
húmedo golpeteo excitado, mientras me follaba tan profundamente como podía. Sus
manos estaban tirando de mi cabello más fuerte, y cuando su respiración se
volvió desigual, supe que estaba perdiendo el control.
—Voy a venirme con
tanta fuerza, Isabella. —Apretó los dientes—. Tan malditamente... fuerte.
Esas palabras fueron
lo único que hizo falta mientras sentía mis músculos palpitar alrededor de su
polla. Pudo sentir mi orgasmo y finalmente dejarse ir. Sus caderas corcovearon
mientras me follaba con más fuerza, dejando escapar un gemido antes de correrse
dentro de mí.
Colapsando, besó
suavemente mi cuello una y otra vez, permaneciendo dentro de mí durante mucho
tiempo. Cuando finalmente salió, pude sentir su esperma caliente corriendo
lentamente por la cara interna de mis muslos.
Nunca había sabido lo
que se sentía porque nunca antes había dejado que un hombre se corriera dentro
de mí. No era virgen, pero de alguna manera se sentía como mi primera vez de
verdad, mucho más íntimo e intenso que todo lo que había hecho alguna vez con
alguien. Se sentía como si debiera haber querido correr a la ducha, pero era
justo lo contrario. Quería que los restos de él permanecieran dentro de mí.
Me besó suavemente
hasta que poco a poco me volví a dormir, preguntándome si algo que alguna vez
pude evocar en mis sueños superaría la realidad de lo que acababa de
experimentar.
***
Al día siguiente en
el trabajo, una niebla completa y absoluta me siguió durante todo el día. Nada
de lo que Alice decía se registró. Mi mente continuaba reproduciendo los
acontecimientos de la noche anterior. Las pocas horas antes de poder verlo de
nuevo, parecían una eternidad. Se sentía como una adicción a las drogas, por
amor de Cristo.
Supuse que había
estado tranquilo todo el día hasta que comprobé la cuenta de correo electrónico
Pregunta a Alice.
Estimada
Alice,
Este
es el anterior Célibe en Manhattan. También puede ser que me recuerdes como
Arrogante Trajeado. Pensé que sería educado ofrecerte una actualización de mi
situación, en vista que has sido de gran ayuda hasta el momento. La buena
noticia: Estoy feliz de decir que ya no soy célibe. La mala noticia: Ahora que
la he tenido, quiero estar dentro de ella cada segundo del día. No puedo dejar
de pensar en follarla en todas las maneras posibles.
Me
preocupa que con el tiempo pueda cansarse de mi insaciable apetito. Por lo
tanto, mi pregunta para ti es: ¿Existe tal cosa como demasiado sexo?
—Follado
En Manhattan
Estimado
Follado en Manhattan:
Felicidades
por terminar su celibato. Supongo que la respuesta a su pregunta depende de lo
bueno que seas en la cama.
Suponiendo
que su rendimiento sea favorable (lo cual sospecho que es), no creo que vaya a
tener un problema. También, podría cambiar su presunción de asumir que su chica
encontraría desfavorable una sobreabundancia de sexo. No hay que subestimar la
voraz libido de una mujer.
Esa noche, se suponía
que Edward llamaría para decirme a qué hora me recogería su conductor para
llevarme al apartamento. No era propio de él estar hasta tan tarde sin
llamarme. Mi lado paranoico tomó lo mejor de mí, mientras tomaba el teléfono y
marcaba su número.
Respondió.
—Isabella... —El tono
de su voz sonaba hosco.
¿Qué demonios?
—He estado esperando
tu llamada. ¿Está todo bien?
Dejó escapar una
respiración profunda en el teléfono.
—No. Me temo que no.
Mi corazón empezó a
palpitar.
—¿Qué está pasando?
—Acabo de recibir una
noticia hace un rato.
—¿Noticia?
—Es Alec.
—¿Tu ex amigo? El
marido de Tanya. ¿Qué hay con él?
Hubo un largo momento
de silencio.
—Está muerto.
**********************
Que les parecio la abuelita de Edward y esta primera vez de los dos y ahora que pasara que Alec murio?
bueno nos vemos el domingo o el lunes..,
9 comentarios:
Graciaaaas, qué fuerte!!
GRACIAS 😘❤
primero me encanto el capitulo avecino problemas con la muerte de alec
quiero hacer una pregunta que surgio del capitulo anterior: si edward tiene carro por que usa el tren para ir a trabajar si tiene coche
Son geniales ambos. No se ve nada bueno la muerte de alec.
Al parecer su auto estaba en el taller en un capítulo lo dice
Me encantan todos rus trabajos. Esperi actualizes pronto muero de curiosidad
Alguien sabe cuando actualizaran??? Me encanta la historia y la espero con ansias...
Por Dios que candentes, y la abuela de Edward me encanto, veremos ahora que pasa con la tinta de Tanya
Ohh no pude ser justo cuando hay un poco de felicidad viene esya noticia.
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