sábado, 23 de diciembre de 2017

Dulce Arrogante Capitulo 12

Capitulo 12
Isabella

Tuve el estómago revuelto todo el trayecto hasta el hospital.

Pobre Edward.

La preocupación en sus ojos era evidente mientras seguía con la mirada perdida hacia delante. Su conductor había tomado el resto de la noche libre, por lo que Edward nos llevó en su BMW al Westchester.

Puse mi mano en su pierna.

—Va a estar bien.

—Sí —dijo, sin apartar la vista de la carretera.


Una hora después, llegamos al Hospital Westchester. Edward tomó mi mano mientras nos dirigíamos hacia la entrada.

—Mi abuela está aquí. Lil Cullen. ¿Dónde puedo encontrarla? — preguntó Edward a la mujer en la recepción.

—Habitación 257 —contestó.

El viaje en ascensor fue extremadamente tenso. El olor a antiséptico del hospital me hizo enfermar del estómago. Cuando llegamos a la habitación, un médico y una enfermera estaban de pie junto a la cama de Lil.
Inmediatamente la reconocí como la anciana con el cabello azul de las imágenes en el teléfono de Edward. Mi corazón se abrigó por la forma en que sus ojos se iluminaron cuando lo vio.

—Edward. ¿Quién te dijo que estaba aquí?

—Cambria llamó. ¿Estás bien?

—No quería que te preocupara.

—Hizo lo correcto. ¿Qué pasó?

—No lo recuerdo. Me resbalé y caí, pero no sé cómo sucedió. Están diciendo que me rompí la cadera.

El doctor de sexo masculino le tendió la mano.

—Sr. Cullen, soy el Dr. Spork.

—Doctor, ¿podemos hablar fuera por un momento?

—Por supuesto.

Edward salió de la habitación con el médico y la enfermera los siguió.
Me habían dejado sola con Lil.

Todavía había estado mirando hacia la puerta cuando su voz me sobresaltó.

—Tú debes ser Isabella.

Me descolocó que supiera mi nombre, que él me hubiera mencionado.

—Así es. Es un placer conocerte, Lil. —Sonreí y me senté en la silla junto a su cama.

—Ahora puedo ver por qué está tan prendado de ti. Tienes una belleza oscura y natural que es rara de encontrar.

—Muchas gracias.

Su voz sonaba cansada y débil.

—Edward es muy reservado. Tal vez nunca me dará la oportunidad de estar a solas contigo de nuevo, así que perdóname si te estoy soltando una gran cantidad de cosas a la vez...

Tragué saliva, no esperaba un interrogatorio.

—Está bien.

—Sé que, a veces, mi nieto puede ser un absoluto imbécil.

Dejé escapar el aliento que había estado sosteniendo y reí.

—Sí. Lo descubrí bastante rápido cuando nos conocimos.

—Y oí que le diste un mal rato.

—Lo hice.

—Bien. Pero sabes, él no es así realmente en el fondo.

—Estoy empezando a verlo.

—Cuando su madre murió lo interiorizó todo. Le tomó mucho tiempo salir por ahí, y la única vez que corrió el riesgo se quemó.

—¿Tanya?

Lil parecía sorprendida.

—Así que, te ha hablado de ella...

—Bueno, sé un poco. Sé que ahora ella está con su ex amigo, Alec.

—Sí. Esa situación fue mala. En muchos sentidos, deshizo cualquier progreso que había hecho después que mi hija Esme murió. Sinceramente, no estaba segura si Edward alguna vez abriría su corazón a alguien nuevamente. Pero tengo la sensación de que podría estar sucediendo contigo.

Oírla decir eso me hizo sentir como que mi corazón iba a estallar.

—No sé qué decir.

—No tienes que decir nada. Solo quería asegurarme que supieras que hay mucho más de lo que él muestra. Parece que sabes más de lo que pensaba que sabías, lo cual es bueno. Solo no permitas que te convenza de que es irrompible.

—Tengo más miedo de que él me quiebre a , para ser honesta.

—No tengas miedo de salir herida. Es mucho mejor que no experimentar nada trascendental. Incluso la alegría temporal es mejor que nada en absoluto. Tienes miedo de resultar herida como yo tengo miedo de morir. Eso no quiere decir que no voy a vivir cada día al máximo.

Puse mi mano sobre la suya.

—Gracias por ese consejo.

Edward entró en ese momento exacto.

—Oh, oh. Me huele a que se está armando lío.

El rostro de Lil se iluminó una vez más cuando entró en la habitación.

—Aunque me gustaría que no hubieras venido hasta aquí, estoy muy feliz de haber conocido a Isabella. Espero no arruinar tu noche.

—No. Solo estábamos... comiendo pasta. —Me miró brevemente e intercambiamos una mirada de complicidad.

—¿Qué te dijo el médico sobre mí? —preguntó Lil.

—Cree que necesitas una cirugía de cadera. Te van a mantener aquí por un par de días, luego te pasará a un centro de rehabilitación. Voy a trabajar con Cambria para asegurarme que te pongan en un centro de primera calidad.

—No quiero que te estreses por mí.

—Podrías haberte golpeado la cabeza. Ni siquiera recuerdas cómo sucedió. Por supuesto que estoy preocupado. Me alegro que no haya sido peor, Meme.

—Yo también —dije.

Nos sentamos con Lil por otra hora antes de regresar a la ciudad.

Edward puso música clásica y permanecimos completamente callados durante el viaje. Cuando finalmente entró en Manhattan, fui la primera en hablar.

—¿Estás bien?

—Sí... estoy bien. Es solo que...

—¿Qué?

—Simplemente me golpeó más que nada esta noche que ella es la única familia que tengo. Mi madre era hija única. Mi abuela es literalmente... eso.
Cuando ella muera, no voy a tener a nadie más. Es solo un tipo de pensamiento sombrío.

—Algún día tendrás tu propia familia.

Me tomó por sorpresa con una pregunta que no vi venir.

—¿Quieres hijos, Isabella?

Solo podía darle la respuesta honesta.

—No estoy segura.

—¿No estás segura?

—No puedo decir que estoy cien por ciento segura. Espero estar segura en el momento en que tenga que tomar una decisión.

—¿Las dudas que estás teniendo son debido a la situación con tu padre?

—En parte. Aunque, en realidad no lo he analizado demasiado. Es solo que no me siento absolutamente segura de que la maternidad sea para mí.

Lucía pensativo con mi respuesta. Tal vez no era lo que quería oír, pero no quería mentirle. Era la forma en que siempre me había sentido.

Mirándolo, le pregunté:

—¿Me vas a llevar a casa?

—No planeaba hacerlo. —Una mirada de decepción se apoderó de su rostro—. ¿Por qué... quieres ir a casa?

—Solo pensé que tal vez con todo lo que pasó con Lil...

—¿Pensaste que me gustaría estar solo? No. No quiero estar solo, Isabella. Estoy cansado de estar solo. Te quiero en mi maldita cama esta noche. No tenemos que hacer nada. Yo... solo quiero abrazarte mientras me quedo dormido. Es lo que quiero si está bien para ti.

A pesar que me daba miedo, no quería nada más.

—Está bien. Sí.

Edward nunca tuvo la oportunidad de cocinar su plato de pasta. Ya que era tarde, nos detuvimos por comida para llevar en Szechuan y la llevamos arriba a su apartamento. Pasamos los contenedores de papel de ida y vuelta el uno al otro mientras estábamos sentados con las piernas cruzadas sobre el piso de su sala de estar viendo Hospital General.

—Podría acostumbrarme a esto —dijo, sorbiendo un fideo en su boca.
Un encanto atípicamente juvenil brilló en su rostro en ese momento.

Mi corazón se encogió. Esta noche era la primera vez que realmente me di cuenta que las cosas entre nosotros se estaban tornando serias. Por mucho que su pregunta acerca de si quería niños me había sacudido antes, me di cuenta que no había vuelta atrás. Necesitaba ver a dónde nos llevaba la marea. Como dijo Lil, sería mejor salir herida que nunca conocerlo.

Después de limpiar, Edward me condujo en silencio a su dormitorio. Observé mientras se sacaba el jersey por la cabeza. Admirando el tatuaje que Emmet había grabado en el costado de Edward, me lamí los labios, deseando desesperadamente probar su piel.

Se dirigió al baño y volvió con pantalones de pijama negros. Luego me lanzó una camiseta azul.

—Quiero que duermas con mi camiseta.

Observó con atención mientras me desabrochaba la blusa. Su boca parecía que estaba babeando, y sus ojos estaban pegados a mi pecho mientras pasaba la camiseta sobre mi cabeza.

Me metí en su enorme cama, mi cuerpo de inmediato se hundió en el mullido colchón, un colchón de espuma de memoria. Esta cama era adecuada para un rey o para Cullen.

Se puso detrás de mí y envolvió mi cuerpo con sus brazos. Su respiración se ralentizó, y me di cuenta que se estaba quedando dormido, tranquilo como un bebé. Pronto lo seguí.

***

Eran las cuatro a.m. cuando algo me despertó. Edward estaba girado hacia mí, con los ojos abiertos.

—Me encanta verte dormir.

Mi voz estaba atontada.

—Si hubiera sabido que me estabas mirando, no hubiera podido hacerlo.

Se rió entre dientes.

—¿Qué te despertó?

—No lo sé. Tal vez fue solo mi intuición.

—¿Sabes lo que pienso?

—¿Qué?

—Creo que querías mirar debajo de la manta.

—Y yo que pensaba que el sucio bastardo que hay en ti había tomado la noche libre.

—Nunca. Siempre está aquí, incluso cuando está en silencio. —Se rió, y su sonrisa casi me derritió. Cerró sus dedos con los míos—. En serio, aunque, creo que algo te está agobiando.

—¿Cómo lo sabes?

—Tus ojos.

—Tu abuela me dijo que no debería tener miedo de salir lastimada.

—Es una mujer sabia. Deberías escucharla. ¿Pero puedo decirte un secreto?

—Sí.

—Me aterras, Isabella.

—Siento lo mismo.

—Pero esa es la razón principal por lo que lo sé.

—¿Sabes qué?

—Que esto podría ser de verdad.

De verdad.

—Tengo que aprender a dejar de preocuparme por el mañana, simplemente disfrutar el ahora —susurré.

Edward llevó mi mano a su boca y la besó.

—Nadie sabe lo que ocurrirá de un día para el otro, pero si el mundo se fuera a terminar mañana, no hay lugar en el que preferiría estar que aquí contigo. Eso me dice todo lo que necesito saber.

Cuando presionó sus labios en los míos, se sintió diferente a cualquier otra vez en que me besó, más apasionado, casi desesperado. Se sentía como si estuviera liberando en mí toda la tensión acumulada en su cuerpo. Lo que comenzó lento y sensual pronto se volvió salvaje y frenético. Sin poder controlar la necesidad por él, tomé una decisión consciente para dejar de lado todas mis inseguridades, incluso si era solo por este momento en el tiempo. Aquí, en esta cama, me sentía segura. Eso era lo único que importaba.

Como si pudiera leer mi mente Edward pasó por encima de mí, fijándome con sus brazos a cada lado. Se cernió sobre mí durante mucho tiempo, mirando fijamente mis ojos. Parecía estar conteniéndose, pidiendo permiso. Así que, asentí en silencio, dejándole saber que me atrevería a lo que sea que él me tenga reservado. Cerró los ojos por un momento y luego los volvió a abrir.

Nunca apartó sus ojos de mí mientras su amplia mano empezó a deslizar lentamente mi ropa interior. Ahuecó su mano entre mis piernas mientras latía, tan húmeda y lista para él.

Apretó su mandíbula.

—Maldición, Isabella. Necesito estar adentro de ti. Ahora. —Con sus bóxer todavía puestos, colocó su polla contra mí. Apreté su trasero, empujándolo contra mi clítoris, tan increíblemente excitada.

Se quitó la ropa interior, y ahora su polla desnuda se sentía caliente contra mi estómago. Abriendo mis piernas tanto como podía, no pude esperar ni un segundo más. Sujetando su eje, lo llevé a mi apertura. Poco preparada para su grosor, jadeé antes de meterlo suavemente en mí.

—Oh... mierda... te sientes... mierda... —murmuró contra mi boca mientras se movía lentamente dentro y fuera. Echó su rostro hacia atrás  para mirarme. Sus pupilas estaban dilatadas mientras seguía mirándome a los ojos casi hipnóticamente con cada empuje. Ningún hombre me había mirado de esa manera durante el sexo. Me estaba follando, en cuerpo y alma, y simplemente supe que esto me iba a arruinar para siempre.

La habitación estaba completamente en silencio. No podía oír nada, excepto el sonido de nuestro húmedo golpeteo excitado, mientras me follaba tan profundamente como podía. Sus manos estaban tirando de mi cabello más fuerte, y cuando su respiración se volvió desigual, supe que estaba perdiendo el control.

—Voy a venirme con tanta fuerza, Isabella. —Apretó los dientes—. Tan malditamente... fuerte.

Esas palabras fueron lo único que hizo falta mientras sentía mis músculos palpitar alrededor de su polla. Pudo sentir mi orgasmo y finalmente dejarse ir. Sus caderas corcovearon mientras me follaba con más fuerza, dejando escapar un gemido antes de correrse dentro de mí.

Colapsando, besó suavemente mi cuello una y otra vez, permaneciendo dentro de mí durante mucho tiempo. Cuando finalmente salió, pude sentir su esperma caliente corriendo lentamente por la cara interna de mis muslos.
Nunca había sabido lo que se sentía porque nunca antes había dejado que un hombre se corriera dentro de mí. No era virgen, pero de alguna manera se sentía como mi primera vez de verdad, mucho más íntimo e intenso que todo lo que había hecho alguna vez con alguien. Se sentía como si debiera haber querido correr a la ducha, pero era justo lo contrario. Quería que los restos de él permanecieran dentro de mí.

Me besó suavemente hasta que poco a poco me volví a dormir, preguntándome si algo que alguna vez pude evocar en mis sueños superaría la realidad de lo que acababa de experimentar.

***
Al día siguiente en el trabajo, una niebla completa y absoluta me siguió durante todo el día. Nada de lo que Alice decía se registró. Mi mente continuaba reproduciendo los acontecimientos de la noche anterior. Las pocas horas antes de poder verlo de nuevo, parecían una eternidad. Se sentía como una adicción a las drogas, por amor de Cristo.

Supuse que había estado tranquilo todo el día hasta que comprobé la cuenta de correo electrónico Pregunta a Alice.

Estimada Alice,
Este es el anterior Célibe en Manhattan. También puede ser que me recuerdes como Arrogante Trajeado. Pensé que sería educado ofrecerte una actualización de mi situación, en vista que has sido de gran ayuda hasta el momento. La buena noticia: Estoy feliz de decir que ya no soy célibe. La mala noticia: Ahora que la he tenido, quiero estar dentro de ella cada segundo del día. No puedo dejar de pensar en follarla en todas las maneras posibles.
Me preocupa que con el tiempo pueda cansarse de mi insaciable apetito. Por lo tanto, mi pregunta para ti es: ¿Existe tal cosa como demasiado sexo?
—Follado En Manhattan

Estimado Follado en Manhattan:
Felicidades por terminar su celibato. Supongo que la respuesta a su pregunta depende de lo bueno que seas en la cama.
Suponiendo que su rendimiento sea favorable (lo cual sospecho que es), no creo que vaya a tener un problema. También, podría cambiar su presunción de asumir que su chica encontraría desfavorable una sobreabundancia de sexo. No hay que subestimar la voraz libido de una mujer.

Esa noche, se suponía que Edward llamaría para decirme a qué hora me recogería su conductor para llevarme al apartamento. No era propio de él estar hasta tan tarde sin llamarme. Mi lado paranoico tomó lo mejor de mí, mientras tomaba el teléfono y marcaba su número.
Respondió.

—Isabella... —El tono de su voz sonaba hosco.

¿Qué demonios?

—He estado esperando tu llamada. ¿Está todo bien?

Dejó escapar una respiración profunda en el teléfono.

—No. Me temo que no.

Mi corazón empezó a palpitar.

—¿Qué está pasando?

—Acabo de recibir una noticia hace un rato.

—¿Noticia?

—Es Alec.

—¿Tu ex amigo? El marido de Tanya. ¿Qué hay con él?

Hubo un largo momento de silencio.


—Está muerto.
**********************
Que les parecio la abuelita de Edward y esta primera vez de los dos y ahora que pasara que Alec murio?

bueno nos vemos el domingo o el lunes..,

9 comentarios:

Ana dijo...

Graciaaaas, qué fuerte!!

cari dijo...

GRACIAS 😘❤

crysty.katy dijo...

primero me encanto el capitulo avecino problemas con la muerte de alec

quiero hacer una pregunta que surgio del capitulo anterior: si edward tiene carro por que usa el tren para ir a trabajar si tiene coche

Melina dijo...

Son geniales ambos. No se ve nada bueno la muerte de alec.

Annel Martin UnADM dijo...

Al parecer su auto estaba en el taller en un capítulo lo dice

Unknown dijo...

Me encantan todos rus trabajos. Esperi actualizes pronto muero de curiosidad

Anónimo dijo...

Alguien sabe cuando actualizaran??? Me encanta la historia y la espero con ansias...

Kar dijo...

Por Dios que candentes, y la abuela de Edward me encanto, veremos ahora que pasa con la tinta de Tanya

Laura Natalia dijo...

Ohh no pude ser justo cuando hay un poco de felicidad viene esya noticia.

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina