jueves, 14 de diciembre de 2017

Dulce Arrogante Capitulo 4

Capitulo 4 
Edward

Mi día había sido invadido por un par de tetas sin rostro y un tatuaje de plumas. Peor, ellos podían hablar.

De todas las cosas jodidas que podría haberme enviado a mí, junto con todas esas tomas corporales, tuvo que elegir esas palabras. Tuvo que enviar el mensaje que me desarmaría y jodería completamente el resto de mi día.
Tal vez de mi semana.

Tu madre debería estar avergonzada de ti.

Jódete, Isabella Swan Venedetta. Jódete, porque tienes razón.


Esta extraña mujer se había metido bajo mi piel.
Había dicho su nombre una vez a través del intercomunicador, pero se quedó conmigo. Normalmente, los nombres entraban por un oído y salían por el otro.

Isabella Swan Venedetta.

Bueno, técnicamente, su nombre completo era Isabella Swan De Nada, Imbécil
Venedetta.

¿Cómo consiguió mi teléfono?

El texto siguió obsesionándome mientras lo leía una y otra vez.

Tu madre debería estar avergonzada de ti.

Cada vez, me puso más enojado que la anterior, porque en el fondo, sabía que no había palabras más verdaderas. Mi madre se habría avergonzado de mí, de la forma en que trataba a la gente a diario. Todos tratan con la tragedia de forma diferente. Después de que murió mi madre, había elegido sacar a la gente de mi vida, concentrando toda mi energía en la escuela y mi carrera. Ya no quería sentir nada, no quería conectar con nadie. La forma más fácil de lograr eso era alejar a las personas. Si ser un Imbécil era una forma de arte, entonces yo lo había dominado. Cuanto más exitoso me volví, más fácil se volvió.

Era increíble lo que un hombre de mi posición y apariencia podía conseguir. Casi nadie distinguía mi mierda o me cuestionaba. Solo lo aceptaban. En todos estos años, ninguna persona me había hablado en mi lugar de trabajo de la forma en que Isabella Swan Venedetta lo había hecho hoy. Nadie.

Mientras su actitud valiente por el intercomunicador me impresionó, casi había me olvidado de ella hasta que Ava, la recepcionista, golpeó mi puerta y me entregó mi teléfono.

Y ahora, horas después, todavía estaba sentado aquí completamente obsesionado con la profunda comprensión que provenía de las palabras de
Isabella. Y completamente obsesionado con su conjunto de tetas derramándose de su vestido que era del color del diablo.

Adecuado.

Isabella Swan Venedetta era un pequeño diablo.

Me había dejado incapaz de concentrarme en el trabajo, así que cancelé la reunión que tenía en la tarde y dejé la oficina.

De regreso en casa, me senté en mi sofá y sorbí un coñac mientras seguía rumiando. Sintiendo que algo estaba roto conmigo, mi terrier de West Highland, Blackie, se sentó a mis pies, sin siquiera preocuparse por intentar que jugara con él.

Mi condominio en Upper West Side tenía vista al horizonte de Manhattan. Ahora estaba oscuro, y las luces de la ciudad iluminaban el cielo nocturno. Mientras más bebía, las luces parecían más brillantes, y más se escapaban mis inhibiciones. En algún lugar de la vasta ciudad, Isabella se sentía satisfecha con su pequeño acto, ignorando que me había hecho polvo en el proceso.

Mirando fijamente la imagen del tatuaje de pluma en su pie de nuevo, se me ocurrió que no mostraba su cara porque probablemente era fea como el infierno. Ante ese pensamiento, mi propia risa resonó a través de la piedra fría, de la sala vacía. Ojalá supiera cómo se veía. Ojalá hubiera abierto la puerta de la oficina para poder cerrarla en su cara.

Mi dedo se detuvo sobre su nombre, De Nada Imbécil. Quería hacerla sentir como ella me había hecho, como la mierda. No estaba más allá de ir ahí. Así que, lo hice. Respondí el mensaje de texto.

De hecho, mi madre está muerta. Pero sí, supongo que estaría avergonzada.

Tal vez pasaron cinco minutos antes de que mi teléfono sonara.

Isabella: Lo siento.

Edward: Deberías.

Debí dejarlo estar. Se habría sentido como la mierda, y eso habría sido el final de ello. Pero estaba borracho. Sin mencionar jodidamente caliente.
Mirar fijamente a sus tetas, piernas y trasero todo el día me había excitado.

Edward: ¿Qué llevas puesto, Isabella?

Isabella: ¿Lo dices en serio?

Edward: Arruinaste mi día. Me lo debes.

Isabella: No te debo nada, jodido pervertido.

Edward: Esto es de la mujer que me mandó una foto de su escote.
Lindas tetas, por cierto. Son tan grandes que, al principio, pensé que era una imagen de un trasero.

Isabella: Tú eres el trasero.

Edward: Muéstrame tu rostro.

Isabella: ¿Por qué?

Edward: Porque quiero ver si coincide con tu personalidad.

Isabella: ¿Qué significaría eso?

Edward: Bueno, eso no sería mal agüero para ti.

Isabella: Nunca vas a ver mi rostro.

Edward: Probablemente es mejor. Así que, dame una pista de lo que estás usando.

Isabella: Es rojo.

Edward: ¿Así que no te has cambiado de ese vestido?

Isabella: No, estoy desnuda con agua goteando por mi cuerpo y mi lengua está palpitando gracias a ti.

Eso fue algo extraño de decir.

Edward: Esa es una imagen interesante.

Isabella: En verdad estás loco, amigo.

Edward: ESTOY un poco loco, de hecho. Probablemente necesito que mi cabeza sea revisada porque he estado fantaseando con una persona sin cabeza todo el día.

Isabella: Bueno, la foto desnuda no va a suceder.

Edward: ¿Y si yo voy primero?

Debió quedar traumatizada porque no volvió a responder después de eso. Decidiendo dejar de meterme con ella, lancé mi teléfono al otro lado del sofá y levanté a Blackie en mi pecho desnudo donde se quedó hasta que me dormí.

***

Me las arreglé para sacar a Isabella de mi cabeza un poco al día siguiente, pero dos mañanas después, la obsesión regresó con toda su fuerza.

El tren de la mañana estaba particularmente abarrotado, y no conseguí un asiento. Sosteniéndome de un poste de metal para mantener el equilibrio, miré a mi alrededor. De hecho, casi nunca prestaba atención a la gente en el tren, y ahora, estaba recordando por qué.

Jodidos fenómenos.

En un punto, mis ojos vagaron por el suelo, en los pies de una mujer diagonalmente a través del pasillo. Mi corazón latía furiosamente mientras mis ojos aterrizaban en un tatuaje de pluma igual al de Isabella. Los dedos de su pie también estaban pintados del mismo tono de rojo.

Santa mierda.

Era ella.

¡Ella tomaba el mismo tren! Así es cómo debe haber encontrado mi teléfono.

No podía levantar la vista. No quería decepcionarme. Sería mucho mejor mantener la fantasía sin tener que enfrentar la realidad.

Pero Dios, tenía que hacerlo. Tenía que saber cómo se veía realmente.

Contando lentamente hasta diez, dejé a mis ojos viajar lentamente por la longitud de sus piernas que estaban cruzadas. Falda negra de piel, bolsa con estampado de leopardo a su lado, blusa corte bajo de color púrpura brillante mostrando la piel atormentada con la que había estado fantaseando. Luego, mis ojos aterrizaron sobre el cuello.

Joder.

Joder.

Joder.

Estaba mirando al frente. Cabello sedoso y liso de color negro, teñido de rojo sangre en la parte inferior, atado atrás en una coleta, mostrando un largo y delicado cuello. Brillantes labios rojos en la forma de un arco perfecto. Nariz perforada. Grandes ojos marrones como platillos. Como sabes, el diablo tenía cara de ángel. De hecho, Isabella Swan Venedetta era un bombón. Mi verga se estremeció con emoción. Si me costaba olvidarla antes, ahora iba a ser imposible.

Cuando se giró y se dio cuenta de que la estaba mirando, nuestros ojos se bloquearon. Inseguro de si sabía quién era yo, mi latido se aceleró. Luego, simplemente apartó la vista inafectada hacia la ventana del tren.

¿No sabía cómo me veía?

Sacudí mi cerebro. Solo había un par de fotos mías en mi teléfono, unas donde vestía de forma casual mientras visitaba a mi abuela. Tal vez no había pasado por mis fotos. No, Isabella Swan Venedetta definitivamente habría abierto su gran boca si me reconociera.

Ella no sabía.

Dejando escapar un suspiro de alivio, seguí mirando fijamente a su hermoso rostro, asombrado de que fuera la misma persona que había vuelto mi vida del revés el otro día. Un asiento vacío llamó mi atención, así que me senté, saqué mi teléfono, y me deslicé por su nombre.

Esto iba a ser divertido.

Edward: ¿Tu cabello es largo o corto?

Era la cosa más inofensiva que podía pensar en decir. Me di cuenta que si hubiera empezado diciéndole lo que fantaseaba en la ducha esta mañana
(limpiando esas tetas grandes e increíbles y deslizando mi polla entre ellas) podría no responder de nuevo.

Isabella: ¿Tienes una preferencia?

Edward: Largo. Me encanta una mujer con cabello largo.

No podía mirar en su dirección, pero me di cuenta que por la ventana podía ver su reflejo. Su cabeza se levantó, y dio un vistazo en mi dirección antes de bajar la vista a su teléfono.

Isabella: Corto. Tengo el cabello muy corto.

Mentirosa.

Después que envió el mensaje de texto, una sonrisa traviesa tentó sus labios. Yo lo arreglaría.

Edward: Eso es muy malo. Tuve una fantasía recurrente todo el día de ayer acerca de ti teniendo el cabello lo suficientemente largo como para sujetarlo a la altura de mi cintura.

Tuve un estremecimiento al ver que su sonrisa traviesa desaparecía.
Sus labios se separaron, y estaba seguro de que si estuviera más cerca podría haber escuchado una respiración fuerte. Se movió inquieta en su asiento por un minuto antes de responder.

Isabella: Lo siento. No se puede hacer. Estoy bajo instrucciones estrictas de no participar en ninguna actividad oral por un tiempo.

¿Qué mierda?

Edward: ¿Quién?

Isabella: De quién. De quién, sería la frase apropiada.

Edward: La etiqueta apropiada para textos, de una mujer que envía pornografía a extraños.

Isabella: No envío pornografía a extraños. Tú simplemente me enfadaste. Quería mostrarte lo que te estabas perdiendo al negarte a bajar de tu trono y verme.

Edward: Si ese es el resultado, planeo enfadarte de nuevo. Con frecuencia.

Se quedó mirando por la ventana por un tiempo. Me estaba acercando a mi parada. Esta mujer tenía una forma de meterse bajo mi piel, y sabía que no sería capaz de concentrarme en mi reunión de las ocho en punto con su comentario de restricción en la actividad oral colgando en el aire. Así que cedí.

Edward: ¿De quién?

Isabella: Delia.
Joder. ¿Era lesbiana? Ese pensamiento nunca había cruzado por mi mente. ¿Qué clase de lesbiana envía tomas de piel a un hombre?

Edward: ¿Eres gay?

El tren desaceleró cuando llegamos a mi parada. Si no tuviera una reunión importante, me habría quedado solo para ver con lo que salía.
Contra mi mejor juicio, dejé a mis ojos vagar hacia ella antes de que estuviera de pie para irme. Su cabeza estaba baja mientras escribía el texto, pero había una sonrisa en su cara. Una hermosa, sonrisa real. No una de esas sonrisas forzadas y practicadas en el espejo que la mayoría de mis citas parecía perfeccionar. No. Isabella Swan Venedetta sonrió realmente. Era una poco torcida y muy jodidamente hermosa.

Mi teléfono destelló indicando que había llegado un nuevo mensaje.

Afortunadamente, sacó mi atención de verla antes de ser atrapado.

Isabella: LOL. No, no soy gay. Delia perforó mi lengua hace dos días. De ahí la estricta prohibición en las actividades orales hasta que haya tenido el tiempo de sanar.

Joder.

Cerré los ojos en un intento de calmarme, pero solo empeoró las cosas.
Una imagen de su dulce carita con esa pícara lengua perforada bajando sobre mi polla tenía a mis ojos saltando abiertos de nuevo.

Completamente distraído, apenas logré salir del tren antes de que se cerrara la puerta. ¿Cómo diablos iba a lograr nada hoy con ese nuevo trozo de información?




3 comentarios:

Ana dijo...

madre mía, apenas han hablado y ya está fatal. gracias por el capitulo

cari dijo...

Este par d locos 😋😘gracias

Laura Natalia dijo...

Y vienen con mas coqueteo q par de locos.😂😂

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina