《La historia no es mía es una adaptación Los personajes son propiedad de Stephanie Meyer 》
al fina de la adaptacion dire el nombre original de la historia y la autora
**Esta adaptacion contiene lenguaje explicito a si como escenas de sexo **
Sinopsis
Comenzó como
cualquier otra mañana en el tren.
Hasta que me quedé
hipnotizada por el tipo sentado al otro lado del pasillo.
Estaba gritándole a
alguien en su teléfono como si gobernara el mundo.
¿Quién se pensaba que
era ese arrogante trajeado... Dios?
En realAliced,
parecía un Dios. Eso fue todo.
Cuando llegó su
parada, se levantó de repente y se fue. Tan rápido que dejó caer su teléfono al
salir.
Puede que lo haya
levantado.
Puede que haya visto
todas sus fotos y haber llamado algunos de sus números.
Puede que me haya
aferrado al teléfono del misterioso hombre durante días... hasta que finalmente
tuve el coraje para devolverlo.
Cuando llevé mi
trasero a través de la ciudad a su compañía de lujo, se negó a verme.
Así que, dejé el
teléfono en el escritorio vacío fuera de la oficina del imbécil arrogante.
Sin embargo, puede
que haya dejado una imagen sucia en el celular.
No esperaba que él
respondiera el texto.
No esperaba que
nuestros intercambios fueran calientes como el infierno.
No esperaba
enamorarme de él… Todo antes que nos conociéramos.
No podríamos ser más
diferentes.
Sin embargo, sabes lo
que dicen sobre los opuestos.
Cuando finalmente nos
encontramos cara a cara, descubrimos que los opuestos a veces hacen más que
atraerse, nos consumimos el uno al otro.
Nada podría haberme
preparado para el paseo al que me llevó. Y, ciertamente, no estaba preparada
para el lugar en que terminaría cuando el paseo llegara a su fin.
Todas las cosas
buenas deben llegar a su fin, ¿verdad?
Excepto que nuestro final
era uno que no vi venir.
Capitulo 1
Isabella
Puse mi pie derecho
dentro del tren y me quedé inmóvil al verlo en el vagón.
¡Mierda!
Estaba sentado frente
mi asiento habitual. Retrocedí.
—¡Oye, mira por dónde
vas! —Un hombre trajeado apartó su café, apenas manteniéndolo derecho mientras
retrocedí del tercer vagón sin mirar y me estrellé contra él—. ¿Qué demonios?
—¡Lo siento! —ofrecí
una rápida disculpa y seguí avanzando, agachándome bajo las ventanas del tren
mientras corría por la plataforma un par de vagones más allá. Las pequeñas
luces al lado de cada puerta empezaron a destellar en rojo y un fuerte timbré
sonó indicando que el tren estaba por salir. Salté en el vagón siete justo
cuando las puertas empezaron a cerrarse.
Me tomó todo un
minuto recuperar el aliento tras correr a lo largo de cuatro vagones. Mi
trasero definitivamente necesitaba regresar al gimnasio.
Encontré un sitio
orientando en dirección a la marcha, sentándome al lado de alguien en lugar de
ocupar alguno de la media docena de asientos vacíos en contramarcha. El hombre
bajó su diario mientras me acomodaba a su lado.
—Lo siento —dije—. No
puedo viajar hacia atrás. —Los dos asientos frente a él estaban vacíos. La
norma apropiada para el tren habría sido tomar uno de esos, pero supuse que él
prefería un asiento cómodo para vomitar.
Sonrió.
—Tampoco yo.
Colocándome mis
audífonos, solté un suspiro de alivio y cerré mis ojos mientras el tren
empezaba a moverse. Un minuto después, hubo un ligero golpecito en mi hombro.
El pasajero a mi lado apuntó al hombre de pie en el pasillo.
A regañadientes me
saqué un audífono.
—Isabella. Pensé que
eras tú.
Esa voz.
—Ehh… hola. —¿Cómo
demonios se llamaba? Oh, espera… ¿cómo pude olvidarlo? Mitch. El
estridente Mitch. Todavía no le hablaba a mi hermana por ese desastre. La.
Peor. Cita. A. Ciegas. Del. Mundo—. ¿Cómo estás, Mitch?
—Bien, de hecho,
genial ahora que me encontré contigo. Traté de contactarte un par de veces.
Debí apuntar mal tu número, porque nunca respondiste mis mensajes.
Sí. Eso era.
Se rascaba su
entrepierna a través de los pantalones. Casi me había olvAlicedo de esa pequeña
joya. Probablemente era un hábito nervioso, pero cada vez que lo hacía, mis
ojos seguían su mano y era lo único que podía hacer para no estallar en
carcajadas. El estridente Mitch con el picor1.
Gracias, hermanita.
Se aclaró la
garganta.
—¿Tal vez podamos
tomarnos un café esta mañana?
El hombre a mi lado
bajó su diario otra vez y miró de Mitch a mí. Simplemente no podía ser mala con
el pobre chico; era amable.
—Hmm. —Coloqué mi
mano en el hombro del trajeado a mi lado—. No puedo. Este es mi novio, Danny.
Regresamos hace una semana. ¿Verdad, cariño?
El rostro de Mitch
cayó.
—Oh. Ya veo.
El falso Danny se
unió. Colocó su mano sobre mi rodilla.
—No comparto,
amiguito. Así que ve a dar una vuelta.
—No tienes que ser
tan grosero, Danny. —Miré al tipo.
—Eso no fue grosero,
cariño. Esto sería grosero. —Antes de que pudiera detenerlo, sus labios estaban
sobre los míos. Y no fue un rápido besito tampoco. Su lengua no perdió tiempo
en abrirse paso en mi boca. Empujé con fuerza su pecho, apartándolo de mí.
Me limpié la boca con
el dorso de la mano.
—Lo siento, Mitch.
—Está bien. Ehh…
lamento haber interrumpido. Cuídate, Isabella.
—Tú también, Mitch.
Al segundo en que
estuvo fuera del alcance del oído, le fruncí el ceño al falso Danny.
—¿Por qué demonios
llegaste tan lejos, imbécil?
—¿Imbécil? Hace dos
minutos era cariño. Decídete, cariño.
—Tienes pelotas.
Me ignoró, metiendo
la mano en el bolsillo interior de la chaqueta de su traje para agarrar su
teléfono vibrando.
—Es mi esposa.
¿Puedes guardar silencio un minuto?
—¿Tu esposa?
¿Estás casado? —Me levanté—. Dios, de verdad eres un imbécil.
Sus piernas estaban
estiradas y no las movió para dejarme salir, así que pasé por encima. Mientras
se llevaba el teléfono a su oído, lo agarré de su mano y hablé al micrófono sin
escuchar.
—Tu esposo es un gran
imbécil.
Lo volví a arrojar en
su regazo y me alejé en la dirección opuesta por la que Mitch había
desaparecido.
Y apenas es el
maldito lunes.
Esta clase de mierda
era la historia de mi vida. Caminando entre malas citas y hombres que
resultaban estar casados.
Me abrí paso a otro
vagón para no tener que ver ni a “Danny” ni a Mitch de nuevo.
Para mi disfrute,
este vagón no estaba lleno y había un asiento vacío orientado al frente. Mi
tensión arterial de inmediato disminuyó cuando me senté. Cerré los ojos por un
momento y dejé que el movimiento mecedor del tren me calmara.
La ronca voz de un hombre
interrumpió mi serenidad.
—Maldita sea, solo
haz tu trabajo, Riley. Haz. Tu. Trabajo. ¿Es demasiado pedir eso? ¿Por qué te
estoy pagando si debo encargarme de detalle de cada maldita cosa? ¡Tus
preguntas no tienen sentido! Averígualo y después llámame, cuando tengas una
solución que valga la pena. No tengo tiempo para preguntas estúpidas. Mi
perro probablemente podría salir con algo mucho más inteligente que lo acabas
de proponer.
Qué Imbécil.
Cuando alcé la mirada
para obtener un vistazo del rostro del que provenía la voz, no pude evitar
reírme. Por supuesto. ¡Por supuesto! No era de extrañar que creyera que
podía joder con todo el mundo. Con una apariencia como esa, la gente
probablemente caía de rodillas delante de él todo el tiempo, tanto literal como
figuradamente. Era precioso. Más allá de precioso, apestando a poder y dinero.
Puse mis ojos en blanco… pero no pude apartar la mirada.
Este tipo estaba
usando una camisa ajustada a rayas que hacía fácil adivinar la escultural
silueta debajo. Su chaqueta azul marino de aspecto caro estaba colocada en su
regazo. Los zapatos negros de vestir en sus grandes pies parecían recién
abrillantados. Era totalmente uno de esos tipos que dejaba que otros
limpiaran sus zapatos en el aeropuerto mientras evitaba hacer contacto visual
con ellos. Su accesorio más notable, sin embargo, era la mirada de furia en su
perfecto rostro.
Ya no estaba
hablando, ahora parecía como si alguien hubiera arruinado su mejor día. Una
vena estaba sobresaliendo en su cuello. Pasó una mano por su cabello oscuro con
frustración. Síp. Cambiarse a este vagón definitivamente fue una buena decisión
solo por ver al bombón. El hecho de que pareciera tan ajeno a lo que le rodeaba
hacía más fácil mirarlo.
Era jodidamente
sexy cuando estaba molesto. Algo me decía que siempre estaba molesto.
Era como un león… el tipo de especies que es mejor admirar de lejos, ya
que cualquier contacto podría llevar a un daño irreparable.
Sus mangas estaban
dobladas, mostrando un gran y costoso reloj en su muñeca derecha. Con esa
expresión amargada, miraba por la ventana mientras jugueteaba con él,
girándolo. Parecía un hábito nervioso, lo cual era irónico considerando que
seguramente era él quien ponía a la gente nerviosa.
Su teléfono sonó de
nuevo.
Contestó.
—¿Qué?
Su voz era del tipo
ronco barítono que siempre me golpeaba directamente entre las piernas. Estaba
atraída por las voces sexys y profundas. En realidad, era raro que la voz, de
hecho, encajara con el hombre también.
Sosteniendo el
teléfono en su mano derecha, usó la otra para continuar jugando con el metal de
su reloj.
Clic, clac, clic.
—Simplemente tendrá
que esperar —espetó.
»La respuesta es, que
estaré ahí cuando llegué.
»¿Qué parte de eso no
está claro, Laura?
»¿Tu nombre no es
Laura? ¿Cuál es entonces?
»Bien… Linda…
dile que reprograme la cita si no puede esperar.
Después de colgar,
murmuró algo en voz baja.
La gente como él me
fascinaba. Sentían que eran los dueños del mundo solo porque habían sido
bendecidos por la genética o se les daban oportunidades que los ponían en la
cima financiera. No estaba usando una alianza. Apuesto que su día consistía en
nada más que actividades de su propio interés. Un costoso café espresso,
trabajar, comer en restaurantes lujosos, sexo sin amor… repetir. Tal vez
abrillantar zapatos y un partido de raquetbol2 en medio.
Apostaba a que
también era egoísta en la cama. No es que yo lo hubiera echado de ella, pero,
aun así. No podía decir que alguna vez hubiera estado con un tipo tan poderoso
como éste, así que no sabía por experiencia cómo se trasladaba eso al
dormitorio. La mayoría de los tipos con los que había salido eran artistas
muertos de hambre, hípsters o ecologistas. Mi vida estaba lejos de ser Sexo
en la Ciudad3.
Era más como Sexo con Lástima. O Sexo de Mierda. Supongo que no
jugaré a ser Carrie con el Sr. Big4 de este tipo por un
día, sin embargo. O Sr. Gran Imbécil en este caso.
Absolutamente.
Un defecto en esta
pequeña fantasía mía: definitivamente yo no era del tipo de este hombre.
Probablemente le gustaban las sumisas rubias, pequeñas y de la alta sociedad,
no las chicas italianas curvilíneas de Bensonhurst con una actitud sarcástica y
un cabello multicolor. Mis largos y negros rizos caían hasta mi espalda baja.
Me veía como un cruce entre Elvira y Pocahontas con un trasero grande. Las
puntas de mi cabello estaban teñAlices de un color diferente cada par de
semanas dependiendo de mi estado de ánimo. Esta semana era azul real, lo cual
quería decir que las cosas iban bastante bien. Rojo era cuando debías quedarte
lejos de mi camino.
Mis pensamientos al
azar fueron interrumpidos por el chillido del tren deteniéndose. De repente, el
Sr. Gran Imbécil se levantó, una nube de costosa colonia saturando el aire a su
paso. Incluso su aroma era ofensivamente sexy y dominante. Se apresuró a salir
por la puerta, la cual se cerró tras él.
Se fue. Eso fue todo.
Se terminó el espectáculo. Bueno, fue divertido mientras duró.
Mi parada era la
siguiente, así que caminé a la misma puerta por la que acababa de salir. Mi pie
golpeó algo que se sentía como un disco de hockey, haciéndome bajar la mirada.
Mi corazón comenzó a
latir más rápido. El Sr. Gran Imbécil había aparentemente dejado una pieza suya
atrás.
Dejó caer su
teléfono.
¡Su jodido teléfono!
Había salido del tren
tan rápido, que debió habérsele deslizado de la mano. Yo aparentemente había
estado tan ocupada admirando su jugoso trasero, abrazado por los pantalones,
para darme cuenta. Levantando el iPhone, se sintió caliente en mis manos. La
funda olía a él. Quise olisquear más cerca, me contuve.
Me cubrí la boca y
miré alrededor. Si mi vida fuera un programa de televisión, la pista de risas
hubiera sido insertada ahora mismo. Nadie estaba mirándome. A nadie parecía
importarle que tuviera el teléfono del Sr. Pantalones Elegantes.
¿Qué iba a hacer con
esto?
Metiéndolo dentro de
mi bolso con estampado de leopardo, sentí como si estuviera albergando una
bomba mientras salía de la estación hacia la soleada acera de Manhattan. Podía
sentir el teléfono vibrando con notificaciones de mensajes y sonó al menos una
vez. No estaba preparada para tocarlo de nuevo hasta que no tuviera mi café.
Después de detenerme
en mi vendedor callejero habitual, me tomé mi taza de café mientras caminaba
las dos cuadras al trabajo. En este día en particular, iba tarde, así que
decidí renunciar a descubrir la vida del Sr. Gran Imbécil hasta después del
almuerzo.
Cuando llegué a mi
escritorio, saqué el teléfono y me di cuenta de que la batería estaba en rojo,
así que lo conecté a mi cargador. Mi puesto como asistente de una legendaria
columnista de consejos no era ciertamente el trabajo de mis sueños, pero pagaba
las facturas. Alice Brandon era la dueña de Pregunta a Alice, una columna
diaria que había durado años. Alice había intentado prepararme últimamente,
pidiéndome probar mi mano escribiendo algunas de las respuestas. Las críticas
elegidas eran publicadas en el diario mientras las respuestas a las otras eran
publicadas en el sitio web de Alice. Parte de mi trabajo era publicar las
preguntas que llegaban y decidir cuáles de estas le pasaba a mi jefa.
Mientras los consejos
de Alice siempre eran sensibles y políticamente correctos, mi forma de hacer
las cosas tendía a ser más directa, básicamente cortando las tonterías. Como
resultado, ella en realidad nunca publicaba mis respuestas. Ocasionalmente, no
podía resistirme a responsabilizarme de responder a algunas de las preguntas
que no pasaban el corte; las que habrían terminado en la basura de todos modos.
Algunas de estas personas necesitaban una pista y sentía que era poco solidario
ignorar sus suplicas por ayuda.
Recientemente
descubrí que mi esposo tiene una reserva de porno.
¿Qué
hago?
—Trisha,
Queens.
¡Vamos!
Invierte en un buen vibrador. Asegúrate de poner todo de la forma en que estaba
después de que tengas tu gran final mientras él está en el trabajo.
Me
emborraché en una fiesta y besé al novio de mi mejor amiga.
Ahora
no puedo dejar de pensar en él. Me siento horrible, pero creo que es probable
que me esté enamorando. ¿Alguna palabra de sabiduría?
—Dana,
Long Island.
Sí.
Eres una zorra. ¡Te veo el próximo martes, Dana!
Mi
novio me pidió hace poco que me casara con él. Dije que sí. Es el hombre más dulce
y amable que he conocido. El problema es, que el diamante que me dio era más
pequeño de lo que había esperado. De verdad no quiero lastimar sus
sentimientos. Necesito saber una forma educada de expresarle mi decepción.
—Lori,
Manhattan.
Dios
tiene el mismo dilema cuando se trata de ti, cariño. PD: Cuando tu prometido
deje tu trasero egoísta, dale mi número.
Responder un par de
correos de una forma honesta y directa siempre parecía darme la energía que
necesitaba para empezar el día. La mañana pasó rápidamente. Para el mediodía,
el teléfono del Sr. Gran Imbécil estaba completamente cargado, así que me lo
llevé al cuarto de descanso. Había ordenado comida thai para las dos.
Después de terminar
el almuerzo, Alice salió de la habitación, dándome unos diez minutos de privacidad
para husmear el teléfono. Por suerte, no estaba protegido con contraseña.
Primera parada: fotos. No había demasiadas, y si pensaba que iba a conseguir
pistas sobre quién era este tipo basándome en las fotos en su galería, tendría
que pensar en otra cosa.
La primera foto era
un pequeño y esponjoso perro blanco. Parecía una especie de terrier. La
siguiente era de las tetas desnudas de una mujer con una botella de champán en
el centro. Eran pálidas, perfectamente redondeadas y totalmente falsas. Qué
asco. Luego había más fotos de un pequeño perro seguidas de una foto tomada
de un grupo de mujeres mayores que parecían estar en clase de jazzercise5. ¿Qué demonios? No
pude evitar reírme a carcajadas. La foto era una selfie suya y de una mujer
mayor. Estaba vestido más casual, su cabello un poco despeinado y, de hecho, estaba
sonriendo. Se veía increíblemente apuesto en esa foto. Era difícil creer que
fuera el mismo tipo estirado del tren, pero el hermoso rostro confirmaba que lo
era.
Cinco minutos más
hasta que tuviera que volver a mi escritorio. No había una cuenta de correo
vinculada al teléfono, así que, en cambio, abrí sus contactos y decidí llamar
al primero nombre en la lista: Irina.
***
—Bueno, bueno. Edward
Cullen. Ha pasado mucho tiempo. ¿Qué pasó? ¿Has acabado de repasar el alfabeto
y ahora estás empezando de nuevo? Recuerdas que no era uno de tus juguetes,
¿verdad? —Escuché el estallido de un claxon y el tráfico de fondo, seguido por
la puerta de un auto cerrándose que ahogó los sonidos de la ciudad—. Al
edificio, Langston. Y no vaya por el parque. Los cerezos están floreciendo y no
necesito la piel hinchada antes de mi reunión. —Terminó de gruñirle al
conductor y recordó que estaba al teléfono—. Así que, ¿qué pasa, Edward?
—Mmmm. Hola. No soy Edward,
de hecho. Mi nombre es Isabella.
—¿Isa… qué?
—Isa-be-lla. Es
princesa en persa. Aunque no soy persa. Mi padre solo pensó…(en el libro el nombre
de la protagonista es Soraya que tiene ese significado )
—Cualquiera que sea
tu nombre, dime lo que quieres y por qué estás robándome tiempo valioso. ¿Y por
qué me llamas del teléfono de Edward Cullen?
Edward Cullen. Incluso el jodido
nombre era sexy. Me lo imaginaba.
—En realidad,
encontré este teléfono en el tren. Estoy muy segura de que pertenece a un
hombre que vi esta mañana. ¿A finales de los veinte, tal vez? Cabello negro, un
poco largo para el tipo que lleva trajes, rizado en las puntas. Estaba usando
un traje azul. Tenía un gran reloj.
—¿Precioso, arrogante
y enojado?
Me reí un poco.
—Sí, era ese.
—Su nombre Edward Cullen
y sé justo dónde deberías llevar el teléfono.
Tomé un bolígrafo de
mi bolso.
—Bien.
—¿Estás cerca de la
línea de tren 1?
—No estoy lejos.
—Bien. Bueno, toma el
1 y ve hasta el centro. Pasa Rector Street y bájate en la terminal sur del
Ferry.
—Bien. Puedo hacerlo.
—Una vez te bajas. Ve
a la derecha por Whitehall y luego a la izquierda en South Street.
Conocía la zona e
intenté visualizar los edificios alrededor. Era un vecindario bastante
comercial.
—¿No me llevará esto
por Río Este?
—Exactamente. Arroja
el teléfono de ese imbécil dentro y olvida de que alguna vez viste al hombre.
La línea de teléfono
quedo muerta. Bueno, eso fue interesante.
1 En inglés es: High pitch Mitch
with the Itch. Es
un juego de palabras que rima donde hight pitch es un ruido estridente e itch
significa picor.
2 El
raquetbol es un deporte que se juega en una pista totalmente cerrada con cuatro
paredes y techo. Es muy parecido al squash y está reconocido por el Comité
Olímpico Internacional.
3 Sexo
en la Ciudad, también conocido como Sexo en Nueva York (España), es una serie estadounidense
basada en el libro del mismo nombre escrito por Candace Bushnell.
4 Personaje de la
serie Sexo en la Ciudad. Big significa gran o grande, de ahí el juego de palabras
con el mote de Edward.
5 Ejercicios que
mezclan aeróbicos y baile
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Regrese hola a todas lo prometido nueva adaptacion
15 comentarios:
Hola Annel bienvenida y aquí seguimos como fiel lectora, me gusta la historia y me atrapó, espero el siguiente capítulo
Saludos y besos 😘😘
Hola. Esta interesante. Espero pronto leer la actualizacion.
Jajajajaj es super interesante esta adaptación, sobre todo porque parece que a las mujeres con las que vincula el teléfono, odian a Edward jajajajaj!!!!
Besos gigantes!!!!
XOXO
Jajajaja, tiene muy buena pinta graciaaaas, actualiza pronto
Está buenísima
Fascinante...Gracias
Me encantó, espero el siguiente capítulo.
Hola gracias por la historia...
Hola me gusta, ella lo va a llevar al límite.
Me gusta
Wao!!!
Me gusto!!!
Ya quiero leer el próximo cap.
Gracias :D
Párese q nadie lo quiere 😅😉😘❤ gracias
Hola me gusta como suena.
Nos seguimos leyendo.
Q buena historia.
Me gusta.
Hay varios fics muy parecidos, pero me gusta tu forma de escribir.
Y me gusta la forma de pensar de tu Bella.
Sigo leyendo!!! 😉
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