martes, 16 de enero de 2018

Dulce Arrogante Capitulo 21

Capitulo 21
Isabella
No había visto el auto estacionado en la acera fuera de mi edificio, hasta que bajó la ventanilla y su voz sexy me llamó la atención.

—¿Quieres un paseo, hermosa?

Me dirigí al auto oscuro.

—Eso depende. ¿Qué tipo de paseo ofrece, Sr. Gran Imbécil?

Tomándome por sorpresa, Edward abrió la puerta, tiró de mi brazo y me llevó dentro, sobre su regazo, en un rápido movimiento. Lo juguetona que fue su acción me hizo sonreír, aunque era de mañana y no había tomado mi segunda taza de café. Eso no pasaba seguido.

Me reí, probablemente sonando como una colegiala, pero no pude evitarlo.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Vine a llevar a mi mujer a trabajar.

—¿Tu mujer? Suenas como un hombre de las cavernas. —Lo que secretamente me encantó.


Enterró su rostro en mi cuello y respiró profundamente. Cuando exhaló, sentí la tensión salir de su cuerpo.

—Te extrañé anoche. No te sentías bien. ¿Estás mejor hoy?

—En realidad, lo estoy. Pensé que me iba a dar algo. Pero una buena noche de sueño me hizo sentir mucho mejor.

—¿Sabes qué más puede hacerte sentir mejor? —Su brazo derecho estaba en mi regazo, manteniéndome fija en el lugar mientras su otra mano empezaba a deslizarse por mi muslo. Llevaba una falda que le permitía un fácil acceso.

—Déjame adivinar, ¿tu pene? ¿Tu pene puede hacerme sentir mejor?
—Ahora que lo mencionas, estoy seguro que lo haría. Pero eso no es lo que tenía en mente, en realidad.

—¿No?

Negó lentamente.

—En realidad, he estado fantaseando acerca de lo jodidamente sexy que te ves cuando te vienes, y quería tener la oportunidad de mirarte de cerca. Estaba pensando que me gustaría follarte con mis dedos de camino al trabajo hoy. Cuando estoy dentro de ti, estoy demasiado distraído para estudiar tu rostro.

—Quieres estudiar mi rostro... —giré mi dedo en círculos, señalando la vecindad general de mi regazo—, mientras tu…

—Te follo con los dedos. Sí.

Miré a los ojos de Edward. Estaba hablando en serio. Sin apartar la mirada, hablé con su conductor:

—71ª y York, por favor, Louis.

Las pupilas de Edward se dilataron mientras presionaba el botón del divisor de privacidad con una sonrisa, que era una deliciosa mezcla entre malvado y encantado. Estaba vestido para el trabajo con su traje de costumbre a medida, luciendo cada centímetro como el hombre de negocios de gran alcance que era. Sin embargo, en ese momento, el único negocio en el que estaba concentrado era yo. Esa mirada en sí me despertó. Así que, cuando me mantuvo en su regazo y abrió mis piernas, ya estaba mojada para él. No tuvo que esforzarse mucho para conseguir lo que buscaba. Sorprendentemente, sentir que sus ojos se fijaban en mí todo el tiempo no me hizo sentir auto consciente. En cambio, en realidad, aumentó lo que sentía al saber que él se estaba excitando al mirarme.

Ni siquiera estábamos en el puente de Brooklyn cuando terminé. Sentada, suspiré contenta, apoyando mi cabeza contra su pecho.

—Esto es mucho mejor que el tren.

Se rió entre dientes.

—Espero que te refieras a mis servicios y no al medio de transporte.

—Por supuesto.

Sus brazos estaban envueltos alrededor de mí, y me apretó antes de besar la parte superior de mi cabeza.

—Estos servicios están a tu disposición veinticuatro/siete, Isabella. Solo di la palabra.

Disfrutando de la serenidad posterior a la liberación, y la sensación de estar envuelta en los brazos de Edward, estuve callada por un tiempo, ambos lo estuvimos. Después de cruzar Manhattan, supe que no nos quedaba mucho tiempo antes que llegáramos a mi oficina, y me sentí culpable por no haber preguntado por la noche anterior.

—Me encantó la foto de Chloe y tú con la boa que enviaste anoche. Parecía que tuviste una buena primera visita.

—Es extraordinaria.

Aparté mi cabeza de su pecho para verlo hablar. Sus ojos se iluminaron mientras hablaba de ella.

—Es inteligente y divertida. Y sarcástica. Y hermosa. —Acarició mi mejilla—. En realidad, es como tú.

—Su madre es inteligente y hermosa.

—¿Qué tan jodido sería si digo que me fui a casa anoche pensando que deseaba que fuera nuestra?

—Bastante jodido. —Hice una pausa—. Pero también honesto y dulce.

—No puedo esperar a que la conozcas.

Eso me aterraba.

—No estoy segura de estar lista para eso.

Edward asintió como si lo entendiera, aunque vi dolor en sus ojos.

—Pero quiero oír todo sobre ella de ti. Solo creo que tenemos que tomarlo lento. Realmente no sé nada de niños, y seguimos averiguando cómo llevar nuestra propia relación.

Sentí su cuerpo endurecerse.

—Ya he averiguado todo sobre nuestra relación.

—No quise decir...

—Está bien. Lo entiendo, Isabella.

***

Querida Alice,
Mi novio y yo hemos estado juntos por poco más de cuatro meses. Lo amo, y me ha dicho que también me ama. Mi preocupación es que no me hace sentir especial, querida, o deseada. Nunca está ansioso por verme, y a menudo necesito ser la que inicia la actividad sexual. He intentado hablar con él sobre esto, pero no ha cambiado las cosas. ¿Estoy siendo tonta por necesitar sentirme querida?
—Krista, Jersey City

Seguí revisando el correo diario, dejando a un lado los que creía que tenían potencial.

Querida Alice,
Mi novio, Brad, y yo, nos mudamos juntos hace seis meses.
Una semana después de haber firmado el contrato de arrendamiento, perdió su trabajo....

Querida Alice,
Mi marido parece haber perdido su deseo sexual...
Querida Ida,
Estoy saliendo con un hombre que es reflexivo y cariñoso. El problema es que...

Querida Alice,
Me temo que dejé que el amor de mi vida se escapara de mis manos hace unos años. Todo aquel que me encuentro, palidece…

Cuando terminé, quise golpear mi cabeza sobre el escritorio. Ya me había sentido como una mierda por el modo en que Edward y yo nos despedimos esta mañana. Leer sobre todos estos problemas de relación me hizo darme cuenta de lo poco agradecida que era. Aquí, Edward viajaba hasta Brooklyn para recogerme, dejando claro cuánto me echaba de menos (por no mencionar un bello y espectacular orgasmo temprano en la mañana, sin tomar placer a cambio), y ¿yo qué hice? Hice que se sienta como una mierda. Buen trabajo, Isabella.

La cosa era que lo quería más de lo que incluso sabía que era posible querer a otro ser humano. Y ese pensamiento me asustó como el infierno.
Más aún ahora que había una niña involucrada. Me recosté en el asiento, e intenté imaginar mi vida sin Edward. No tardé mucho en darme cuenta que estaba jodida. Porque ya no podía. También me hizo darme cuenta que estaba siendo una novia de mierda.

Tomando una respiración profunda, busqué mi teléfono.

Isabella: Lo siento por esta mañana. Quiero conocer a Chloe.

Los pequeños puntos comenzaron a saltar inmediatamente. Me preguntaba si también estaba teniendo problemas para concentrarse debido a la forma en que dejamos las cosas.

Edward: ¿Estás segura?

Isabella: Ella es una extensión de ti, y quiero conocer todo sobre ti.

Mi teléfono permaneció en silencio durante unos minutos, y esperé con impaciencia una respuesta.

Edward: Gracias, Isabella.

Isabella: No. Gracias a ti.

Edward: ¿Por esta mañana?

Isabella: Por ser el hombre que eres.

Estaba relativamente tranquila de nuevo después de eso. Al menos dos días más. Hasta el sábado, cuando íbamos a almorzar para conocer a Tanya y Chloe.

***

—Le dijiste a Tanya que iba a venir, ¿verdad?

—Sí.

—Y no se opuso.

La mandíbula de Edward se flexionó y no dijo nada. Por otra parte, no necesitaba hacerlo.

—No me quiere aquí. —Suspiré.

—No importa lo que quiera.

—Claro que sí. Es la madre de Chloe.

Estábamos en la parte trasera del auto de Edward, el tráfico era muy ligero, y llegábamos con más de media hora de adelanto al almuerzo. Mis nervios ya estaban al borde y, esta nueva información, saber que Tanya había dicho que no me quería allí, hizo que me doliera la cabeza.

—Si ella tuviera una preocupación legítima por el bienestar de Chloe, habría aceptado dejar que te la presentara. Pero no lo hizo, y es importante para mí. —Tomó mi mano y apretó.

—¿Cuál era entonces su preocupación?

De nuevo, ese músculo contundente en su mandíbula se flexionó.

—No es importante.

A pesar de querer saberlo, lo dejé pasar. Sobre todo, porque nos detuvimos en la 3ª Avenida y Louis nos interrumpió.

—La 60ª está cerrada. Tienen una especie de grúa en la calle, así que todo está bloqueado.

—Está bien. Nos bajaremos aquí —respondió Edward.

Después de salir del auto, comprobó su reloj antes de extender su mano para ayudarme a salir de la parte trasera, y no la soltó después de cerrar la puerta detrás de mí.

—¿Quieres ir temprano al restaurante?

—Hace buen día. ¿Por qué no damos un paseo por el vecindario? — Pensé que sentarme y esperar sería mucho más estresante que dar un paseo en un hermoso día.

A mitad de nuestro paseo, pasamos por un estudio de baile, West Side Steps.

—¿Es aquí donde está Chloe? —Tanya le había dicho a Edward que Chloe acababa de comenzar una nueva sesión de clases de baile no muy lejos de Serendipity.

—No lo sé. —Nos detuvimos, pero la gran ventana de cristal reflejaba para que nadie pudiera ver dentro. Después de pasar de largo, una voz de mujer nos llamó.

—Edward. —Volviéndonos, encontramos a Tanya abriendo la puerta del estudio de baile.

—Tanya. —Edward asintió—. ¿Recuerdas a Isabella?

Dejó ver una súper sonrisa practicada.

—Por supuesto. Me alegro de verte.

Claro que sí.

—La clase no termina por otros veinte minutos. Pero puedes ver a través de la sala de observación. Es un vidrio unidireccional para que no te vea viéndola practicar.

Edward me miró y asentí.

Dentro, la sala de observación estaba llena de padres. La mayoría sentados y charlando, ni siquiera mirando a través del cristal hacia la clase en el otro lado. Edward caminó vacilante hacia la ventana. La sala estaba llena de chicas de cuatro y cinco años que llevaban tutús de ballet. Busqué a Chloe entre el mar de rosa. Habría destacado incluso si no fuera la niña más adorable de la habitación. Su traje era verde neón, donde todas las otras chicas llevaban colores pastel.

—Se niega a conformarse y vestir lo que las otras chicas llevan a clase. Espero que crezca.

Edward seguía mirando a la niña con fascinación.

—Espero que no lo haga.

Los ojos de Tanya se estrecharon hacia mí. Llevaba un traje de pantalón color crema con una camiseta de seda azul marino, femenino, costoso y elegante, pero ciertamente nada que no encontraras en una docena de mujeres en el Upper West Side en cualquier momento.

—Esta es una clase nueva para ella. Solía venir los martes por la noche mientras su padre... —Se dio cuenta de lo que había dicho y se corrigió—. Mientras Alec iba al gimnasio al otro lado de la calle. La última sesión terminó hace unas semanas, y pensé que era mejor cambiarla al fin de semana para que no tuviera que recordar la vieja rutina.

Edward asintió.

Una mujer embarazada se acercó.

—Eres la mamá de Chloe, ¿cierto?

—Sí.

Las manos de la mujer habían estado dobladas encima de su enorme vientre antes de extender una hacia Tanya.

—Soy la mamá de Anna, Catherine. Anna no dejaba de hablar de Chloe la semana pasada después de clase. Pensé que podríamos juntar a las chicas algún día.

—Por supuesto. Estoy segura que a Chloe le encantaría.

Edward estaba atado al cristal, sus ojos siguiendo los movimientos de Chloe, pero se volvió hacia Catherine.

La mujer sonrió.

—Debes ser el papá de Chloe. Es tu viva imagen, ¿no es así?

Edward se quedó inmóvil, mirando a Tanya.

Sin compromiso, ella lo presentó.

—Catherine, éste es Edward Cullen.

La mujer extendió su mano y me miró dado que ahora yo también estaba frente a ella.          

—¿Eres la niñera?

Eso sacó a Edward de su nube. Envolvió su mano alrededor de mi cintura posesivamente.

—Esta es Isabella. Mi novia.

Edward no se dio cuenta, pero Tanya se encontró con mi mirada, y la suya brilló con diversión. Perra.

Salimos antes que terminara la clase, no queriendo que Chloe nos encontrara allí, y le dijimos a Tanya que la encontraríamos en el restaurante.

En la calle, el aire fresco se sintió bien. Finalmente pude respirar mejor.

—Esa mujer no me quiere.

—Está celosa de ti. Siempre ha sido insegura de su aspecto.

—¿Ella? Es preciosa.

Edward se detuvo en la calle.

—Es atractiva, por supuesto. Pero es ordinaria. A diferencia de ti. — Extendió sus brazos y tomó mi rostro con ambas manos—. Eres extraordinaria.

Estaba completamente serio y por la forma en que me miraba, las dudas que se habían levantado de nuevo dentro de mí, se pusieron a descansar.

Chloe literalmente saltó dentro de Serendipity  quince minutos más tarde. No se había cambiado su ropa de baile, y era imposible no sonreír mirándola. Después de una breve pausa donde Tanya señaló hacia nuestra mesa, saltó el resto del camino hacia donde estábamos sentados.
Edward se puso de pie.

—Chloe. —Asintió y sonrió.

—Galleta. —Puso todo su peso detrás de ella, se estiró y golpeó su mano en el aire buscando chocar la de Edward. Lo cogió desprevenido, casi perdiendo la conexión de manos. El intercambio fue cómico. Chocar manos era tan... ajeno a Edward.

Cuando se sentó de nuevo, me incliné:

—¿Galleta?

Susurró de regreso:

—Como las galletas Edward. Aparentemente, tengo un apodo.

—¿Cómo te llamas? —Chloe subió a su silla y se arrodilló. Estaba sentada directamente frente a mí.

—Mi nombre es Isabella. Es un placer conocerte, Chloe.

—¿Isabella?

—Es correcto. —Al primer intento.

—Amo tu cabello. Mamá, quiero hacer eso en mi cabello.

Tanya levantó el menú.

—No lo creo.

—¿Eres la esposa de Edward?

—No.

—¿Eres su...?

Tanya volvió a interrumpir a su curiosa hija.

—Isabella es amiga de Edward, cariño. Ahora, ¿por qué no te sientas bien en la silla?

Ella se encogió de hombros.

—Pero me gusta sentarme sobre mis rodillas. Puedo alcanzar mejor las cosas.

—Siéntate. Si necesitas algo y no puedes alcanzarlo, te lo acercaré.

Chloe hizo una mueca, pero plantó su trasero en el asiento correctamente.

—¿Recuerdas la vez que vinimos aquí después de obtener la cuenta de Donovan? —le preguntó Tanya a Edward.

—No. —La respuesta de él fue rápida. Estaba claro que recordaba, pero trataba de alejarla del tema.

Bajando sus ojos hacia el menú, Tanya sonrió ampliamente.

—Eso es malo. Pero estoy segura que recuerdas lo que pasó más tarde esa noche.

—Galleta, ¿qué vas a ordenar?

—No lo sé todavía, Chloe. ¿Tú qué vas a ordenar?

Ella arrugó todo su rostro y sostuvo su dedo índice contra su nariz en un profundo pensamiento.

—El chocolate caliente helado.

—¿Supongo que has estado aquí antes?

—Solía venir cada semana después de bailar, con mi papá. —El rostro de Chloe vaciló. Su siguiente pregunta la dirigió hacia mí—. ¿También conociste a mi papá, Isabella?

—Ummm...

Edward apoyó su mano en mi rodilla debajo de la mesa y respondió por mí.

—No conoció a tu papá, Chloe.

—¿Sabes lo que mi papá ordenaba cada semana?

—¿Qué?

Arrugó su nariz como si algo oliera mal.

—Café.

Edward bajó su menú. Ni siquiera le había echado un vistazo.

—Pediré lo mismo que tú, Chloe.

Ella sonrió tan grande, que casi podía contar todos sus pequeños dientes blancos. Cuando el mesero vino a tomar nuestro pedido, también pedí un chocolate caliente helado. Tanya solo ordenó un café. Le dejó a Chloe una lata llena de crayones y un menú de papel infantil para colorear.
Inmediatamente se puso a trabajar.

—¿Cuál es tu color favorito, Galleta?

—Azul. —Los ojos de Edward se estrecharon hasta las puntas de mi cabello—. ¿El tuyo?

—Verde. Quería pintar mi habitación de verde, pero mami dijo que no era acordado para la habitación de una niña.

Tanya interrumpió:

—Dije que no era adecuado para la habitación de una niña.

Chloe se encogió de hombros y regresó a colorear.

—Entonces, Isabella, ¿en qué trabajas? —preguntó Tanya.

—Trabajo para un columnista. Pregúntale a Alice.

—¿La columna de relaciones?

—Esa.

Fingió sonreír.

—Tendré que recordar eso, la próxima vez que busque consejo.

Asentí.

—¿Cómo se conocieron?

—Edward escribió en la columna de consejos para relaciones hace algunos años.

—¿Lo hizo?

Los ojos de Tanya se abrieron de par en par.

Aunque disfruté de su reacción, pensé que era mejor no molestarla demasiado.

—Solo estoy bromeando contigo. Nos conocimos en el tren. Algo así. Edward olvidó su teléfono y yo lo encontré.

—¿Edward tomó el tren?

—Lo hizo ese día.

Edward apretó mi rodilla.

—Mami no toma el tren. ¡Papi y yo solíamos tomarlo juntos! —anunció Chloe, basándome en los hechos, hablar de Alec no parecía molestarla como pensé que haría. Continuó coloreando y luego su dedo índice volvió a su nariz. Estaba claro que era su posición de pensamiento, y era malditamente adorable—. ¿Vendrás a mi fiesta de cumpleaños?

Observé languidecer el rostro de Edward. No sabía cuándo era el cumpleaños de su hija. Había tanto con lo que necesitaba ponerse al día.

Yo respondí.

—¿Cuándo es tu cumpleaños?

—29 de mayo.

—¿Qué tipo de fiesta tendrás?

—Una fiesta de princesa. ¿Vendrás?

Mis ojos se dirigieron a Tanya para pedir ayuda.

—Su fiesta será en nuestra casa de verano en los Hamptons.

Chloe interrumpió.

—Es grande. Puedes quedarte con nosotros.

—En realidad iba a preguntarle a Edward si quería unirse a nosotros, Chloe.

Dejó claro que la invitación no era con compañía.

A Edward no pareció importarle una mierda.

—A Isabella y a mí nos encantaría asistir a tu fiesta de cumpleaños, Chloe. Veremos si podemos lograrlo. Gracias por la invitación.

Cuando llegó la hora de irse, vi en los ojos de Edward que todavía no estaba listo para dejar a su hija. Su hija. Todavía no parecía real. En frente del restaurante, Chloe me dio un rápido adiós y luego se volvió hacia Edward. Él se agachó a la altura de sus ojos en la calle y le habló:

—¿Hay algo en especial que quieras para tu cumpleaños, cariño?

Su dedo se acercó a la punta de su nariz mientras miraba hacia el cielo.
Cuando miró a Edward a los ojos y pronunció su respuesta, no podía saber la ironía del destino.   

—Quiero a mi papá de vuelta.



3 comentarios:

Ana dijo...

Galleta... Jajaja. Me meo, graciaaaas

cari dijo...

Q hdp tanya cree q tendrá d regreso a Edward haciendo d mas a Bella , cloe es una buena niña es como el papá ese apodo d galleta 😂😉😘❤ gracias

Laura Natalia dijo...

Ohh pobre Chloe no puede ser mas tierna pidiendole eso a Edward.😯😦

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina